Archivo de noviembre 2013

18
Nov
13

Walk On The Wild Side

A raíz de la muerte de Lou Reed, recordé una entrada que leí en el blog de Bob Pop (Roberto Enríquez de Rétiz), un blog que leía con cierta asiduidad, hace tanto como 7 años… ese blog, que pertenecía al diario 20 Minutos, como vino, un buen día, se fue. He podido encontrar esa entrada, por la magia de Google. Y me apetecía reproducirla. Insisto, no es mía, podéis encontrar el original aquí. Y si el autor lee estas líneas y quiere que elimine este texto, que me lo comunique y lo haré.

En cualquiera de los casos, era una explicación de quién es quién de todos los citados en el celebérrimo “Walk On The Wild Side” del tío Lou. Todos, gente de bien. Todos expertos en el buen malvivir.

Holly came from Miami, F.L.A.

Hitch-hiked her way across the USA

Plucked her eyebrows on the way

Shaved her legs and then he was a she

She says, Hey babe

Take a walk on the wild side

Hey honey

Take a walk on the wild side

Holly came from Miami, FLA

Holly came from Miami, FLA

Holly Woodland: nacida Harold Santiago Rodriguez en Puerto Rico, en 1946. Veinte años más tarde, ya era go-go en un bar de Siracusa al ritmo de To Love Somebody de los Bee-Gees. Miss Donut 1968 para la fábrica de donuts del padre de su novio. Actriz en ‘Trash’ de Paul Morrissey. Holly vive actualmente en Los Ángeles, aunque en 2004 el New York Post le diera por muerta. Prepara una película autobiográfica: “La Historia de Holly Woodlawn: Una vida arrastrada… en tacones altos“.

Candy came from out on the Island

In the backroom she was everybody’s darlin’

But she never lost her head

Even when she was giving head

She says, Hey babe

Take a walk on the wild side

I Said, Hey baby

Take a walk on the wild side

And the colored girls go

doo do doo do doo do do doo..

Candy & Andy

Candy & Andy

Candy Darling: nacida James Lawrence Slattery en Brooklyn en 1946. Devota de Kim Novak, de quien aprendió todo lo que supo, musa de Warhol y, posteriormente, compañera de reparto deJane Fonda Sofía Loren; llegó incluso a estrenar una pieza teatral de Tennessee Williams, cuyo personaje fue escrito por el dramaturgo especialmente para ella.Su fotografía os resultará familiar porque Antony la usó como portada de su segundo disco ‘I am a bird now’.

Little Joe never once gave it away

Everybody had to pay and pay

A hustle here and a hustle there

New York City’s the place where they say,

Hey babe, take a walk on the wild side

I said, Hey Joe

Take a walk on the wild side

Joe Dallesandro: actor porno, delincuente juvenil, alcohólico y heroinómano, protagonista de muchas de las películas de Warhol Morrissey. En 1996 posó junto a Kate Moss para esta campaña de Calvin Klein.

Siempre es un buen momento para una imagen de Kate Moss...

Siempre es un buen momento para una imagen de Kate Moss…

Jackie is just speeding away

Thought she was James Dean for a day

Then I guess she had to crash

Valium would have helped that bash

Said, Hey babe,

Take a walk on the wild side

I said, Hey honey,

Take a walk on the wild side

Jackie Curtis travesti y poeta, muerta de una sobredosis en 1985, a los 38 años, y otro de los miembros del clan Factory de Warhol (llevaba tatuado ANDY en su brazo como símbolo de devoción). Tras su muerte, un amigo encontró una nota escrita por ella que decía:

“No eres realmente una Superestrella de Warhol a menos que estés muerta”.

Jackie compartió apartamento con Candy Darling durante algún tiempo.

Jackie is just speeding away...

Jackie is just speeding away…

And the colored girls say,

doo do doo do doo do do doo

doo do doo do doo do do doo

doo do doo do doo do do doo

doo do doo do doo do do doo

doo do doo do doo do do doo

doo do doo do doo do do doo

17
Nov
13

Historias de la Universidad (pt.III)

Las ideas preconcebidas son unas compañeras muy cabronas. Eso deberíamos grabarnoslo todos en esa hamburguesa de McDonald’s que tenemos por cerebro. O tatuárnoslo, como si fuéramos el tipo de “Memento”. Lo mejor es acudir virgen a los acontecimientos y lugares. Nos evitaríamos, creedme, muchas decepciones. A estas alturas, si habéis leído la primera y la segunda parte de esta serie de Historias De La Universidad, ya os habréis dado cuenta de que las decepciones fueron, durante mi período universitario, constantes. Por lo menos durante los dos primeros años. Más adelante ya me había acostumbrado, y lo que deseaba era acabar con ello cuanto antes, y con la mayor dignidad. Académica, se entiende.

Mi centro universitario era una chapuza. Tenía una ventaja primordial, y era el hecho de estar situada en una zona bastante céntrica y asequible de la ciudad de Barcelona. Por lo demás, se trataba de un edificio decimonónico, con todo lo que ello implica. De hecho, cuando comenzamos el curso, la biblioteca, que estaba en plena fase de reformas, todavía no se había acabado, y pasaron varias semanas hasta tenerla disponible. El ala donde hacíamos las clases era vetusta, con unos desconchones dignos de Sarajevo en 1991. Puede parecer frívolo, ahora mismo, hablar de estos, digamos, inconvenientes arquitectónicos o estructurales. De hecho, ahora mismo me parece de una inocencia tremenda. Pero os aseguro que en aquél momento me indignaba.

Otra de las decepciones, y esta fue de las grandes, residía en el profesorado. Uno imaginaba a un profesor de universidad como una suerte de sabio dispuesto a compartir sus conocimientos con el alumnado. Y sí, había alguno de ellos francamente listo. Los menos, por desgracia. De la docena de profesores que tuve el primer cuatrimestre, apenas se podía salvar alguno. Y de ellos, de los que sí que parecían ser señores de sapiencia magna, su capacidad de transmisión de conocimientos dejaba que desear. Eran, por supuesto, mejores que varios inútiles que combinaban un nivel justito con una pose de desidia hacia el alumnado sonrojante.

Proyector de transparencias de acetato... antigüedades...

Proyector de transparencias de acetato… antigüedades…

Recuerdo con claridad a un idiota que impartía su asignatura a base de transparencias. Sí, eso suena al Pleistoceno Superior, por lo menos. Pero en 1997 yo recibí MUCHAS asignaturas con transparencias. Para el sector juvenil de NDK, se trataba de imprimir en un papel de acetato, un puto plástico transparente, y situarlo en un proyector que a base de una lámpara y un juego de espejos, mostraba el contenido en una pantalla blanca. Pues bien, ese profesor había escrito unos apuntes a mano y los había fotocopiado en acetato. Con todo lo que ello conlleva. Los había escrito en una libreta de folios cuadriculados, por lo que la cuadrícula también se veía en la transparencia. Los había escrito con tachones y estructura caótica. Y lo que es peor, con unas faltas de ortografía que asustaban. Hablo de escribir artefactos incendiarios contra la lengua castellana del calibre de (sí, lo juro) “vamos ha ber”. De verdad, ¿cómo querían que respetara a un profesor así? Para colmo, usaba constantemente una muletilla, “pa’ que haiga”. “Usamos esta fórmula pa’ que haiga un resultado blablablá”. Reconozco ser bastante puntilloso con la ortografía y la gramática. Y sin embargo, lo de ese individuo resultaba sonrojante. Pero ahí estaba, el tipo. Año tras año, con su asignatura, impartiendo lo mismo una y otra vez. Mandando imprimir esos apuntes lamentables en reprografía, y con el alumnado, curso tras curso, leyendo “vamos ha ber”. Con esa libreta, el original, el incunable, amarilleando. Y no es exageración, el tipo llevaba su libreta original con las páginas tomando ese color del papel antiguo. Reventando el vergüenzajenómetro.

Canciones:

Imelda May: “Love Tattoo”

Billy Idol: “Flesh For Fantasy”

Def Leppard: “Love Bites”

12
Nov
13

Vuelvo a Madrid

La ocasión del concierto de los Pixies resultaba perfecta para pasar un par de días en Madrid. ¿Os he contado en alguna ocasión que me encanta Madrid? Yo soy de Barcelona, de hecho actualmente vivo en una población del extrarradio de la capital catalana, pero sigo considerando que soy de Barcelona. Madrid ha sido siempre para mí una ciudad de ocio y durante una temporada, también de trabajo. Pero sobretodo de ocio. Incluso cuando iba por trabajo.

Llevan unos días de huelga de basuras en la ciudad, y la mierda se acumula tendiendo hacia lo insalubre, en pleno centro. No quiero ni saber cómo estarán los barrios. Los negros de la calle arenal venden camisetas de fútbol fake. La camiseta del barça cuatribarrada está debidamente disimulada entre la maraña de zamarras. Pasamos por delante de un restaurante. Como gancho, una señora nos ofrece una copa a la entrada. “¿Quieren una copita de cava aragonés?”, nos dice, recalcando su procedencia. Los tiempos que corren, supongo.

Nunca había estado en la sala Riviera. Por lo menos se está cómodo, aunque el sonido es atroz y la barra esa en medio de todo es francamente molesta. Pero esto es Madrid, y podemos cenar a las 23:30 sin mayores problemas. Me llevan a un bar restaurante de Chueca al que jamás hubiera entrado, por miedo a poner un pie en su mugriento suelo y quedarme allí enganchado. Pero ya se sabe, esos sitios, a los que se accede mediante el boca a boca, son los mejores. Especialidad en setas. Poca broma. Y mientras esperamos mesa y bebemos algo en la barra, un poco que queso, cortesía de la casa. Antes del concierto, en otro bar, un poco de tortilla y unas patatas fritas, gentileza del dueño. Cuando en algún bar celtibérico me regalan una tapa pienso que algo se perdió en el camino en los bares de Catalunya.

Las calles están llenas. Hay vida en ellas. Es viernes por la noche, la chavalada, y no sé si incluirme en ella, ay, está de fiesta. Desde que en Barcelona comenzamos a mear colonia y a creernos los más hipsters del cotarro, pero también los más educados y los más finos, todo se volvió más aburrido. De acuerdo, en este punto pienso lo que en catalán diría “entre poc i massa”. Y sin embargo, no puedo evitar pensar que Barcelona se ha vuelto muy aburrida en los últimos años. Eso sí, molamos mucho. Somos como cuando Moe decidió cambiar su bar de toda la vida por un local para modernos.

Madrid tiene otro ritmo. Su gente es diferente. Tienen esa, y me perdonaréis la generalización, sociabilización, ese compadreo, un poco falso, si quieres, del vamos a tomar unas cañas o del vente a mi casa, algo que será por entorno, será por carácter, me queda lejos. El hecho de tener a tanta gente de paso (estudiantes, trabajadores viajantes, inmigrantes, …) lo sustenta. Y lo sé de buena tinta, porque durante años fui a Madrid por trabajo casi cada mes. Y claro, uno intenta buscar pasar también buenos ratos en esos días fuera de casa.

No sé si me gustaría vivir en Madrid. Está muy bien para irse un fin de semana y pasarlo en grande, comer muy bien, visitar esos lugares con tanto encanto (incluidos esos museos tremendos)… pero también tiene muchas cosas que me agobian, como ese tráfico atroz o ese trajín de gente. Pero seguro que una temporada, me quedaba a gusto.

Canciones:

Pixies: “Ana”

Mark Lanegan & Isobel Campbell: “Time Of The Season”

Paul McCartney: “Queenie Eye”

10
Nov
13

Pixies En Madrid

Vengo de pasar un par de días en Madrid, con la excusa, que no es poco, de asistir al concierto de Pixies en la capital española. La ocasión era inmejorable. De hecho, Pixies eran, para mí, uno de esos grupos que había asumido que nunca iba a ver en directo. Y no sería por ocasiones. Obviamente, hablamos de giras de reunión, porque la formación original se rompió en 1992, cuando Frank Black (entonces Black Francis), simplemente, les envió un fax a sus compañeros indicándoles la circunstancia. Siempre me ha encantado esa historia, esa manera tan poco ortodoxa de acabar con la banda. Sencillamente, Frank Black ya no aguantaba a la bajista Kim Deal.

En 2004 volvieron, sorprendentemente, a la actividad. No se soportaban, en especial Frank Black, Kim Deal y Joey Santiago. Pero amigos, los Pixies daban pasta, lo cual no deja de ser un motivo tan lícito como cualquier otro para volver. Tocaron en el Primavera Sound de 2004, y me lo perdí. No recuerdo muy bien el motivo, sería una estupidez. No sería, sin embargo, la última gira de reunión de los duendecillos de Boston. Repetirían Primavera Sound en 2010 y… me los volví a perder. En esta ocasión, tenía justificante firmado por mi mamá… en ese año pasé una etapa complicada que me hizo perderme muchas cosas, y de la que no vale la pena hablar.

Y por fin, cuando había colocado a los Pixies en el casillero de los grupos que nunca iba a ver, me enteré de sus dos conciertos en Madrid. Y claro, no iba a dejarlos escapar en una tercera ocasión. Lamentablemente, Kim Deal había tenido suficiente, o no se había fundido la pasta, vaya usted a saber. Sea como fuere, la gorda bajista no se apuntaba a la fiesta, lo cual no dejaba de ser una lástima. Kim Shattuck, de The Muffs, cubre la plaza.

Tengo que decir, no obstante, que a pesar de la emoción que me causaba el poder presenciar un concierto de una banda que seguía desde hacía más de quince años, no me entusiasmó. ¿Qué falló? Para mi gusto, un aspecto principal: el repertorio. De acuerdo, esto de los repertorios es algo muy personal, muy diverso, y cada fan tendría uno diferente. Pero qué os puedo decir… ir a un concierto de Pixies y que no toquen “La La Love You”, “U-Mass”, “Here Comes Your Man”, “Digging For Fire”, “Caribou”, “Gigantic”, “Velouria”, “Cecilia Ann”, “Bone Machine”, “Gounge Away”, “Nimrod’s Song”, “Cactus”, “Havalina”, “I Bleed”, “Stormy Weather” o incluso “Manta Ray” … insisto, esto entra dentro del bonito mundo de los gustos personales, pero no me negaréis que de la quincena de temas que cito, al menos la mitad pertenecen a lo mejorcito que han grabado el cuarteto de Boston… pues no, ni rastro de esas canciones. He de reconocer que alguna de ellas sí que cayó en la noche anterior (tocaban dos noches seguidas en Madrid), lo cual ya es mala suerte.

Total, que a pesar de esa mística de tener a los Pixies frente a mí, y de algunos momentazos que tuvo el show (espectaculares David Lovering y Joey Santiago), me quedé un poco frío en varios momentos, y en general, el concierto me emocionó mucho menos de lo que quisiera. Me recordó a la noche en que vi a los Redd Kross, otros que andaba años detrás suyo y que había borrado de mi casillero de futuribles, para que, de repente, en 2007 decidieran, por fin, girar, y recalaron en Apolo, para dedicar más de la mitad del bolo a repescar temas de su discografía anterior a “Third Eye”, para mí, claramente inferior a lo que vendría después. Te quedas con cara de tonto. Y un poco, es lo que me volvió a pasar ayer. Por lo menos interpretaron mi Pixie-canción favorita: “Debaser”.

Canciones:

Pixies: “U-Mass”

Pixies: “La La Love You”

Pixies: “Gigantic”

07
Nov
13

Bajo La Piel

Esta mañana me he despertado acordándome del dúo que hicieron Frank Sinatra y Bono hace ya 20 añazos. De hecho, acabo de calcular ahora mismo, mientras escribía, los años que han pasado de ese single y al teclear ese dos y ese cero me ha recorrido un escalofrío. 20 años, que se dice pronto. Claro que hace 15 que Sinatra cría malvas.

Volvamos a ese 1993 cuando el viejo Frank hace un movimiento comercial increíblemente exitoso para un cantante de su edad y de su condición artística, tan alejada del fenómeno pop que generaba tantos beneficios a las discográficas: su ya clásico disco de duetos “Duets”.

Aunque participaban cantantes de diferentes raleas y condiciones, todos recordamos ese “I’ve Got You Under My Skin” que cantó junto con Bono, como algo, digamos, revolucionario. Tengamos en cuenta que hoy en día Bono es un señor mayor que canta con un grupo para un público de cuarentones y hace conciertos en estadios que son más conocidos por su espectacularidad que por el rock o el pop. En 1993, sin embargo, Bono estaba en un punto muy álgido, y debo reconocer que sin ser yo gran fan de los U2, entre 1991 y 1993 grabaron lo que considero mis dos discos favoritos de la banda, “Achtung, Baby” y “Zooropa”. Además, hacía los numeritos en escena pero a su vez usaba su implicación política como bandera, por ejemplo, en aquel entonces, con la guerra de los Balcanes.

Seguramente a Sinatra, un tipo para quien “el rock n’ roll es música hecha por y para retrasados mentales” (dixit) el unir sus fuerzas con ese irlandés no significó más que un incordio para vender más discos. Bono, obviamente, estaba emocionado, más si tenemos en cuenta que es de los pocos participantes en el disco con quien Frank tuvo la deferencia de compartir el aire que respiraba, ya que las canciones se grabaron por separado con cada intérprete.

Para la posteridad queda este vídeo en el que se incluyen pequeños fragmentos del momento en el que Sinatra recibe en audiencia a Bono. Y he de decir que el dueto no está nada mal, y que esos falsetes de Bono combinados con el clasicismo swing de la pieza quedan francamente apañados. Y reconoceré que fue gracias a esta canción, o mejor dicho, a este videoclip, que yo descubrí la música de Frank Sinatra. Es posible que sin este vídeo, nunca me hubiera llegado a interesar por el viejo Frank. Y creedme, eso hubiera sido toda una pérdida…

05
Nov
13

jitazos fugaces. hoy… Deee-Lite

Ando releyendo ese gran libro que es “Por favor, mátame. La historia oral del punk”. No tiene nada que ver con la muerte de Lou Reed, en realidad es pura casualidad. Sin embargo, quisiera tomar una cita que da el Lou Reed iniciático, en los inicios de la Velvet. “La música es sexo, drogas y felicidad. (…) No tengáis miedo. Mejor que toméis drogas y aprendáis a amar el plástico.” Como frase, es completamente abierta y se puede interpretar de muchas maneras. Además, a Lou nunca había que tomarle muy en serio. Pero por alguna razón me ha recordado a “Groove Is In The Heart”. Tal vez la visión hedonista.

Nunca me ha gustado la expresión “buen rollo”. Más odiosa todavía si se usa el diminutivo, “buen rollito”. Será porque últimamente parece que ando cabreado con todo. Y sí, pero no. Por eso necesitaba un poco de desintoxicación. La música puede ser divertida e invitarte a menear el culo. “Groove Is In The Heart” es como “buen rollo”. Pero mejor.

Nos dice esa suerte de Oráculo De Delfos actual que resulta ser Wikipedia que lo que se conoce como “groove” es “la «sensación», rítmicamente expansiva, o el sentido de «swing» creado por la interacción de la música interpretada por la sección rítmica de una banda (batería, bajo eléctrico o contrabajo, guitarra y teclados). El groove es un factor importante en los distintos subgéneros del jazz, y de ahí a otros géneros como salsa, funk, rock y soul. El término suele utilizarse, también, para describir un tipo de música que incita al movimiento o al baile. (…) Se ha afirmado que el «groove» es una «comprensión del patrón rítmico», o un «sentimiento», y «una sensación intuitiva» de un «ciclo en movimiento», que surge a partir de «patrones rítmicos cuidadosamente dispuestos», que ponen en movimiento al oyente.” … hablando en plata, el Groove es aquello que nos hace mover el buyate. Más o menos. Eso lo tenían muy claro el trío de Nueva York Deee-Lite.

De nuevo un Jitazo Fugaz noventero. En esta ocasión, diferente. La cosa va de música de baile. Cada vez que pensamos en los 90s, por lo menos en su primera mitad, habitualmente, por lo menos el que suscribe, nos acordamos de señores con los pelos largos, perillas y pantalones tejanos raídos, tocando acordes tríadas con la distorsión a tope. Habían, claro, muchas más cosas. Lo que ocurre es que no me interesaban. Claro que en la piel de toro lo que se puso de moda en lo que a música de baile se refiere, y de un modo muy popular, fue lo que se llamó “bakalao” en un principio y luego, directamente, “máquina”. Y cuando yo era un chavalín, para mí, era el enemigo a batir. ¿Os acordáis de esa entrañable película “Cero En Conducta”, producida por los Kiss, que narraba, entre otras, las peleas entre los rockeros y los fans de la música disco? Pues algo parecido, pero entre la máquina y el grunge/rock noventero.

En definitiva, por estos lares, eso del house fue para iniciados, por lo menos hasta finales de la década. Y claro, eso de los Deee-Lite era una rareza que me llegó vía videoclip, lo cual no era de extrañar: el videoclip del clásico “Groove Is In The Heart” era cachondo, psicodélico y lo suficientemente colorista como para llamar la atención, o provocar ataques epilépticos, una de dos. La canción, en realidad, es una empanada que toma del house tanto como del funk, del hip-hop, incluso del jazz. Y qué queréis que os diga, me gusta. Me da buen rollo (JUAS). Tan básico y  simple como eso.

“Groove Is In The Heart” fue el primer single del debut, en 1991, de Deee-Lite, un trío formado por dos DJs y una cantante, la guapísima Lady Miss Kier, quien además se ocupaba de embutirse en un ajustadísimo traje de una pieza y bailar para el videoclip. Y, sinceramente, no os puedo decir gran cosa más acerca de ellos, por lo menos no más de lo que se pueda encontrar en la mencionada Wikipedia. Y para eso, casi que lo busquéis vosotros mismos.

Los señores de Wikipedia dicen que no, que Deee-Lite tuvieron una vida más longeva que este “Groove Is In The Heart” que yo diría que es más recordado en su formato videoclip. Tengo mis dudas. Para mí, un Jitazo Fugaz en toda regla. Alguna vez ya lo he confesado… cuando voy a alguna discoteca de esas que ponen la llamada “música de baile” (aunque menudos bailoteos me he pegado yo con The Stooges o The Cult), mi parte favorita es cuando la hora de cierre se acerca y pinchan temas antiguos, alejados de lo que lleva sonando toda la jodida noche, Jitazos ochenteros y de principios de los 90s. El alcohol hace mella, claro, es el momento de darlo todo. Pues bien, “Groove Is In The Heart” podría significar ese momento. DJ’s del mundo, pinchad más “Groove Is In The Heart”, hostias!

02
Nov
13

De cena en el Poble Sec

Fui el otro día a cenar con unos amigos. Una de esas ocasiones cada vez menos frecuentes, que acaban con unos tópicos “tenemos que repetirlo”, “a ver si no pasa tanto tiempo para la próxima vez” y “¿por qué no quedamos el finde que viene para ****?”. La amistad y otras formas de autoengaño. Los grupos decepcionan, queridos lectores. Contad con las personas, pero no con los colectivos. No esperéis a ver si fulano o mengana se pueden venir. No, fulano o mengana nunca pueden venir. De hecho, probablemente no quieran venir. Es un consejito que os doy, gratis. El resto, serán de pago. Avisados quedáis.

La propuesta era ir a un bar de pinchos de la calle Blesa, en pleno Poble Sec de Barcelona. Creo que era Blesa. De todas formas, poco importa. Al final, ese local estaba demasiado lleno, y probablemente un bar de pinchos para cenar de pie no era el lugar más adecuado para compartir una cena con un grupo con el que hace mucho que no te ves y seguramente un restaurante para sentarse y departir largo y tendido frente a una mesa resultaba mejor opción. Lástima que el palo indecente que nos pegaron en el que resultó ser el Plan B, un local del Paral·lel que no parecía, al principio, amenazar con esa cuenta tremenda. Por lo menos cenamos bien y aguantaron bien el hecho que diéramos voces y riéramos, y nos convirtiéramos en la típica mesa escandalosa de todo lugar que se precie.

En realidad, hacía años que no alternaba por esa zona. Las veces que había ido a Apolo, por ejemplo, venía de otro lugar y entrábamos directos. Mis recuerdos del Poble Sec vienen, principalmente, de mi época del instituto, en pleno corazón del barrio. Entonces me parecía un barrio de abuelas, gris, con pisos antiguos, como de postguerra, con esas calles en cuesta, y esas aceras tan estrechas que todos nos movíamos por la calzada. Con esos tipos que paseaban perros, por la calzada, claro, y esos perros que se cagaban, en la calzada, y sus dueños dejaban la mierda como regalo al barrio y ésta acababa aplastada por las ruedas de un coche, y restregada por la cuesta. Las gaviotas que se acercaban desde un puerto que en realidad no quedaba tan lejos, por lo menos no para ellas, que sólo tenían que sobrevolar la montaña de Montjuïch y al otro lado llegaban a las calles del Poble Sec. Una vez allí, atacaban a las palomas locales, como el depredador más cruel. Tonterías como esa son mis recuerdos del barrio.

Por encima del Paral·lel, por debajo de Montjuïch.

Por encima del Paral·lel, por debajo de Montjuïch.

Ya lo tenía entendido, pero está claro que el barrio ha cambiado bastante, con las calles que se han hecho peatonales y con la apertura de bares y cafeterías para un jipsterío pseudo hippy barcelonés que parece considerar esas calles como un proyecto del barrio de Gràcia. Mira que han pasado años de mi etapa de instituto y todavía me choca ver esta transformación.

Hace bastante fui, o debería decir “me llevaron”, dos o tres veces, a un local que estaba en lo alto del barrio, yo diría que en Poeta Cabanyes, aunque no estoy muy seguro. Se llamaba algo así como Club Mau Mau, que suena a puticlub o a grupo subversivo negro de novela de James Ellroy. Era una suerte de café alternativo en donde se hacían bastantes actividades culturales, y contaba con una serie de sofás repartidos. Recuerdo mucha oscuridad, calor, y los sofás, mientras un DJ iba pinchando. Claro, reconoceré que el mayor interés de las personas con las que fui a ese lugar residía más en la permisividad del club para el fumeteo de mandanga. Pero tenía su aquél, porque estaba en un lugar silencioso y  oscuro, en un local que podría haber albergado una carpintería o un taller mecánico. Había que hacerse un carnet de socio, que entonces costaba una miseria como 5€ o algo así, y solo entonces podías acceder. De modo que llegabas a esa zona del barrio donde todas las abuelas dormían, entrabas en ese local del que nada se veía desde fuera, enseñabas tu carnet, como si fuera un club de caballeros o un local clandestino de Chicago en 1928, y ya tenías acceso libre. La memoria ya no me da para más.

Mi noche acabó de una manera bastante más prosaica, tomando unas sencillas cañas con el único amigo que decidió quedarse más tarde de la hora en que las carrozas se convierten en calabazas, en el mismo bar que unas horas antes habíamos descartado para la pitanza, por estar lleno, y que pasada la vorágine de cenas se volvía a convertir en terreno practicable.

Canciones:

Yeah Yeah Yeahs: “Zero”

Pearl Jam: “Go”

Foxy Shazam: “Welcome to the church of Rock n’ Roll”




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