Archive for the 'sueños' Category

14
Sep
15

Todos a la cárcel

La otra noche soñé que me condenaban a prisión. Sí, ahora puede parecer divertido, jijí jajá, pero no veáis el mal rato que pasé. ¿Mi delito? Pues se supone que me cargaría a alguien con el coche o algo así, no quedaba claro. Desde luego, y eso sí recuerdo visualizarlo, cometía una infracción de las chungas conduciendo, durante unos centenares de metros me metía en contradirección (quién sabe por qué) en una carretera, y luego mi vehículo salía despedido fuera de la calzada, por un volantazo. Por lo visto yo salí indemne, pero de la dureza de la condena, puedo deducir que me cargaría a algún viandante. En mi memoria no había juicio alguno, sino que un tribunal policial o militar me aplicaba una versión sumarísima de juicio, unilateralmente y a su rollo, y vamos, que me mandaba a la trena. Yo siempre pensé que si acababa alguna vez en el trullo, sería por algo molón como ser mafioso, traficar con cuerno de unicornio o cometer magnicidio. Pues no, por una mierda de infracción de tráfico. O atropello, qué sé yo.

guilty

Guilty!!!! (by @carloskarmolina)

Y a partir de ahí, un par de días siguientes en los que miraba de hacer vida mientras me escondía de un futuro del que difícilmente me iba a escapar, escondiéndome de cualquier guardia, policía o segurata que pudiera cruzarse en mi camino. Y me consta que la autoridad va enviando efectivos a mis lugares habituales, mi casa, mi trabajo,… se olvidan del bar. Y yo, cuando llega la noche de mi primer día como condenado, voy sufriendo la angustia de saber que esas horas no son más que un bonus track que la providencia me regala, pero que mis huesos acabarán más pronto que tarde en una fría celda. Y entonces me siento como el personaje de Edward Norton en aquella maravilla de película que es “La Última Noche” (“The 25th Hour”), mentalizándome a perder mi juventud en una cárcel, y pensando que tal vez si escapara podría esconderme y buscarme una nueva vida y una nueva identidad (bajo el nombre, claro, de Max Power) en un pueblucho donde no hagan muchas preguntas a los forasteros que hablan poco y trabajan duro. Y que con el tiempo, se olvidarían de mí y de mi condena, y me dejarían de buscar.

Pero no ocurre, al día siguiente, en el que, por alguna razón, tal vez en busca de algo de normalidad, me voy a trabajar, una patrulla se persona en mi oficina. Y la chica de recepción me llama, algo asustada, diciéndome que me esperan unas personas en el vestíbulo. Y yo voy hacia allí, con dignidad, sin mirar a nadie, asumiendo mi destino. Y sí, sé lo que estáis pensando, qué de risas, jajá jijí, pero vamos, una pesadilla que ríete tú del puto Freddie Krueger.

Canciones:

The Darkness: “The Last Of Our Kind”

Eagles Of Death Metal: “Anything Except The Truth”

Johnny Cash: “Folsom Prison Blues”

29
Jun
15

Surfdog

El problema de la realidad es que no mola nada. La ficción, eso es lo bonito. Las historias, las habladurías, los recuerdos edulcorados, los sueños, las imaginaciones, las versiones pasadas por el prisma del tiempo, los chismorreos y los “creo que”… todo ello es siempre mejor que la realidad, que suele ser siempre decepcionante. Una noche de fiesta es siempre mejor cuando se recuerda al cabo de unos meses, y ya no digamos cuando se explica, con unas cuantas cervezas sobre la mesa. Como el sexo. Por poner un ejemplo idiota.

Cuando uno visita los sitios tiene que recordar siempre que un lugar no es sólo una localización geográfica, sino una conjunción de factores, a menudo más relacionados con lo que se cuece en nuestra cabeza, corazón, alma, tripas o entrepierna. Como decía el otro día referente a mi visita a Sky Valley, “el desierto es un estado mental”. De verdad que no recuerdo de quién es esa frase, lo mismo no es de nadie más que mía, y me está ocurriendo como a Paul McCartney cuando compuso “Yesterday” (Al parecer, Macca despertó un día con unos acordes en la cabeza y se puso a tocar la celebérrima melodía, pero, pensando que tal vez era una melodía de alguien, y que simplemente la había recordado sin ser capaz de situarla, anduvo preguntando a la gente de su entorno musical si la conocían o les sonaba de algo. No quería escribir todavía su letra hasta no tener la seguridad de que no le había traicionado el subconsciente). En fin, el desierto es un estado mental, frase que, si es original mía, cedo a la humanidad. Y casi podría decir que cualquier lugar es un estado mental.

Surfdog bar en Encinitas (by @carloskarmolina)

Surfdog bar en Encinitas (by @carloskarmolina)

El otro día volví a Encinitas, un pueblo costero al que acudí hace unos años, no muy lejos de San Diego, y que me había encantado. Había pasado una tarde de playa estupenda y guardaba un gran recuerdo de ella. Sin embargo, cuando volví el domingo pasado a ese lugar, me llevé una decepción. En pueblo, seguramente, no habría cambiado tanto, sino yo. No eres tú, soy yo. Y mis circunstancias.

Aunque para no cerrar de modo negativo, diré que por casualidad me metí en un bar de aires surferos, y una vez superada la decepción de que no servían cerveza, y que tenía que conformarme con un puto smoothie, advertí que se trataba de un local que pertenece a la disquera Surfdog, discográfica independiente pero que publica (y por ello la conozco yo), entre otros, los discos de Brian Setzer y lo último que se publicó de los Stray Cats, un directo que recogía su gira de reunión. Así que en el fondo, no estuvo tan mal. Alzo mi vaso de Dr. Pepper en vuestro honor.

Canciones:

The Heartists: “Belo Horizonti”

The Walker Brothers: “The Sun Ain’t Gonna Shine anymore”

Refused: “New Noise”

27
Jun
15

Soñando stones

Marchando una de sueños, ahora que hacía tiempo que no hablaba de ellos… claro que, de hecho, hacía tiempo que no hablaba de nada. El caso es que he estado tratando de buscarle, si no un significado, sí una razón por la cuál pudiera haberse gestado en mi cabeza tal situación onírica. Y la única realidad más o menos sólida es que sigo la cuenta de twitter oficial de The Rolling Stones, y actualmente la banda está de gira por los USA. Porque sí, amigos, he soñado con los Rolling Stones.

Como suele ocurrir, los sueños no tienen un hilo argumental muy claro. Pero desde luego, yo me encontraba en el parking del edificio donde vivo, y no muy lejos de la plaza donde aparco, llega un todoterreno negro del que salen una serie de personas, entre ellas, el mismísimo Mick Jagger. Están preparando un concierto que darán en breve en el pueblo del extrarradio de Barcelona donde resido y, de alguna manera, yo me encargo de gestionar el tema. Tened en cuenta que se trata de un sueño.

Al abrirse la puerta del vehículo, me acerco al grupo y saludo. Sir Mick está allí, e intento no mostrarme como una fan histérica, y le digo lo importante que ha sido su música para mí, y la ilusión que me hace nuestro encuentro, etcétera. Jagger, sonríe, se muestra amable, aunque extremadamente frío y altivo. Se le nota demasiado acostumbrado a estos aspavientos por parte de seguidores de todo el mundo y simplemente pone el piloto automático. Viste unos tejanos azules y una camiseta negra, y luce una boina gris, con un look que recordaría más al de Brian Johnson, de AC/DC, que al de Mick Jagger, y eso sí me cuadra más con los resortes de mi realidad que me han llevado a ese sueño, ya que estuve en el concierto de AC/DC del pasado 29 de mayo. Pero es Jagger, y no Johnson, quien está ahí.

Esta foto no es del Vallès Fest sino del concierto de AC/DC de barcelona (by @carloskarmolina)

Esta foto no es del Vallès Fest sino del concierto de AC/DC de barcelona (by @carloskarmolina)

Más tarde hay una reunión de grupo, con los organizadores del concierto, en la que también, aparte de Mick, está Keith Richards. Una vez más me abalanzo ante Keith, pose de malote de vuelta de todo, gafas de sol redondas estilo principios de los 90’s, y le suelto la clásica perorata del fan que adora a la banda de su vida y blablablá. Keith me saluda, sonriente, y parece mostrar una satisfacción más sincera que Mick, quien una vez más tira de su ademán de amabilidad profesional aunque poco creíble.

Una vez considerados los flecos del concierto en mi pueblo, se levanta la sesión, y al salir caminando, se me acerca Bill Wyman, quien en mi sueño, sigue formando parte de la banda, aunque su aspecto es el que tenía a principios de los 90s, en su última época como Stone. Mira que a mí, Wyman, siempre me ha parecido un sosainas con poco carisma. Sin embargo, se me acerca, con su traje color crema y su aspecto de estar descolocado, y me pide que disculpe a Mick. Que ya sabes cómo es, que puede llegar a ser muy frío, que no es nada personal.

Y entonces, el sueño se acaba. Desperté sin saber si se hizo el concierto. Y no sé qué había sido de Charlie Watts o de Ron Wood, que no aparecieron en mi evocación onírica Stoniana. Por si acaso, esta noche me concentraré a ver si averiguo si los Rolling Stones reinan en el Vallès-Fest. Como diría el malogrado Jordi Tardà (que en paz descanse): Pagggaula d’Stone!

Canciones:

Nouvelle Vague: «Love will tear us apart»

Carlos Segarra: «The rockin’ pneumonia and the boogie woogie flu»

Chris Isaak: «Two Hearts»

23
Ago
13

Ocean Colour Scene y los sueños – Mundo onírico

Vamos con otra de sueños. ¿Alguna vez os he dicho lo mucho que me fascina el mundo de los sueños? No es nada original, lo sé. Y sin embargo, cuando recuerdo mis sueños, me agrada pensar en ellos. Pensar sobre ellos. No creáis que me voy a poner en plan esotérico, y disertar acerca del significado de los mismos. Tampoco es una cuestión científica, un rollo freudiano. Lo realmente interesante de los sueños es que carecen de un código moral de conducta. En los sueños nos comportamos de una manera que, seguramente, no haríamos en la realidad. Claro que las situaciones que afrontamos tampoco son, aunque se parezcan, situaciones reales.

Del sueño de anoche, como suele ocurrirme, no recuerdo todo. Tampoco hay una secuencia lineal de los acontecimientos, lo que, a la hora de recordarlos, me cabrea. El caso es que estaba con un amigo en un concierto de Ocean Colour Scene. Toma ya. ¿Por qué Ocean Colour Scene? ¿Por qué ellos, precisamente, y por qué ahora? Haciendo memoria, en los últimos días no he escuchado su música. De hecho, escuché su último disco a través de Spotify hace varias semanas, recién publicado, nada del otro jueves. Pero eso fue hace más de dos meses, y desde entonces, nada. OCS es una banda que me gustan, que me gustan mucho, si a su material primigenio nos referimos, y que además, he visto en concierto en cuatro ocasiones, al menos. Sin embargo, de la última de esas ocasiones hace ya tres años.

Se ven viejuners...

Se ven viejuners…

En definitiva, que nada justificaba mi presencia onírica en un show de OCS, pero allí estaba, en algo que se suponía era Razzmatazz, pero que realmente no se parecía nada al Razzmatazz que conocemos. Era un local mucho más pequeño, con una suerte de gradería, de tres o cuatro escalones donde el público se sentaba, frente al escenario. De alguna manera me recordaba a la pista del mítico local barcelonés Bóveda. Pero no era el Bóveda.

Otra curiosidad está en que me acompañaba un amigo, alguien que conozco desde el parvulario, pero desde luego jamás iría a un concierto de OCS. En el supuesto que conociera quién son los OCS.

Estamos los dos sentados en esa gradería, y la banda está tocando. Canta, claro, Simon Fowler, que luce una de esas gorras de ferroviario o de obrero de principios del siglo XX que gustaban de lucir los brit-poperos que tiraban más hacia lo mod. Steve Cradock a la guitarra, claro que sí. Del resto, no tengo memoria. Pero sí recuerdo que había mucha más gente en el escenario. Llevaban a un pianista, un negro gordo que ya había tocado en alguna ocasión con ellos en una de sus últimas giras. También tenían un teclista, otro guitarrista, y un bajista. Total, una multitud de gente para interpretar la música del cuarteto.

Portada de su último disco...

Portada de su último disco…

Cerca nuestro, diviso que se sientan dos chicas. A una de ellas la conozco vagamente, como si hubiéramos sido amigos en el pasado. Sé que la conozco, pero ahora mismo, si me preguntas a mí, no al fulano que hacía de mí mismo en el sueño, no sabría decirte quién es. El del sueño sí que lo sabe, desde luego. O como mínimo cree saberlo, y por eso está dudando entre saludarla o no. Por alguna razón, decido no hacerlo. Pero, qué rabia, no sé quien es esa chica ni por qué razón, pese a conocerla, no quiero saludarla…

Y así se acabó el sueño. Dejándome con las ganas de saber quién era esa misteriosa muchacha y por qué, en su momento, consideré que mejor hacerme el loco y no saber nada de ella. ¿Qué me habría pasado con ella para decidir que mejor simular que ni la he visto? ¿Quién sería?

 

Canciones:

Jimmy Reed: «The Moon Is Rising»

Ray Charles: «Night Time is the Right Time»

Blondie: «Heart Of Glass»

 

05
Dic
12

Sueños… Guest star: Michael Jackson

Marchando una de sueños extraños. No es la primera vez que hablo de mis sueños, podéis ver más aquí… El de anoche comienza conmigo en la oficina. Veamos, es mi oficina, porque estoy allí trabajando, pero el aspecto no es, en realidad, el de mi oficina. En una sala cerca de mi despacho hay un aula, como de colegio. Es decir, ahora mezclamos mi oficina con mi instituto… vamos bien. En esa aula hay reunido un grupo de gente, sentados en los pupitres, y en lo que sería el pupitre del profesor nos encontramos a Michael Jackson y a su hermano. ¿Será Tito? ¿Randy? ¿Germaine? Qué más da, si eran todos iguales. Ambos lucen como en los 80’s, Michael es todavía medio negro y el hermano (TitoRandyElQueSea) lleva uno de esos afros oleosos tan caracterísiticos de la época. Lo curioso es que es el hermano el que lleva la característica chupa roja del videoclip de Thriller, y no Michael.

La chaqueta...

La chaqueta…

Ambos están ahí sentados, esperando a que el auditorio o aula (a estas alturas el espacio se ha difuminado) termine de ver un vídeo que se está proyectando. Curiosamente, ese vídeo que se proyecta es la grabación de un concierto de R.E.M. de los 80’s también, de cuando Michael Stipe aún tenía pelo. Lo cuál no deja de ser francamente raro.

Un compañero de trabajo me viene a buscar al despacho, para avisarme de que Michael Jackson está allí. No parece muy emocionado, como si fuera algo rutinario tener a Michael Jackson en la oficina. Así que ambos esperamos pacientemente a que acabe el pase del vídeo, y con ello, la función de los dos Jackson se acaba, y el aula se desaloja. Ahí se quedan, en el vestíbulo, Michael y su hermano, esperando algo.

... O tal vez sería Jermaine

… O tal vez sería Jermaine

Yo me acerco a saludarles. Michael se muestra tímido pero su hermano, que de cerca parece un armario ropero de grande, adopta una pose chulesca, como de matón de cole. Sin embargo, yo ignoro a TitoRandyElQueSea y hablo con Michael. Me dice que está esa noche en Barcelona pero que tiene que irse al día siguiente porque tiene un par de conciertos en la península Ibérica. Lleva en la mano el típico mapa del centro de la ciudad con el logo de El Corte Inglés que te dan en los hoteles. Le ofrezco algo para beber, y me pide un refresco. A punto estoy de decirle que en la máquina expendedora no hay Pepsi, sólo Coca-Cola, pero me corto, por si acaso la broma no le hace gracia.

¿Y queréis saber qué más ocurría, llegado a este punto del sueño? Pues a mí también me hubiera gustado, pero el despertador me lo ha impedido. Sí, queridas y queridos, jamás sabremos qué iba a hacer Michael Jackson ese día en Barcelona. Yo, por si acaso, no voy a tratar de interpretar qué diablos significaba ese sueño (que juro que es verídico)… por si acaso.

Canciones:

Lou Reed: “Romeo and Juliet”

Joe Cocker: “Woman To Woman”

The Hives: “Hate To Say I Told You So”

02
Abr
12

Sueños: Los yakuza

Ok, una vez más, mis planes respecto a las entradas del blog se ven truncados. No, hoy no pensaba hablar de sueños… pero es que el de anoche… tuvo su aquél. Diablos, merece ser contado. Y comenzaré diciendo que anoche, la noche del sábado, vuestro buen amigo Kar, este aprendiz de juntaletras, se fue de parranda con los amigotes. Nada, un plan sencillo, cuatro caballeros degustando combinados espirituosos y compartiendo amigable charla mientras las melodías fluían en el salón. Para qué contar más. Luego, a esa hora en la que las personas de bien ya están a punto de levantarse, y con algo más de alcohol en el cuerpo del que debiera, me fuí a dormir.
Este dato de mi actividad sabatina, completamente irrelevante a priori, parece ser el eje central de lo que acabó aconteciendo en mi cabeza durante esa liberación mental que resulta ser el sueño, donde las cosas fluyen sin el férreo control que las circunstancias y la ética ejercen sobre nuestros pensamientos y actos.
Así que mi sueño, o por lo menos, la parte que recuerdo, comienza entrando, con mis tres camaradas de anoche, en lo que parece ser una celebración yakuza. Exactamente, me refiero a la mafia japonesa. Parece una boda, como si la hija del gran jefe se casara. O algo así. Nosotros vamos vestidos como la ocasión se merece, traje oscuro impecable y camisa blanca. Hay una gran mesa, muy baja, y estamos todos sentados a su alrededor, sobre cojines. Somos los únicos occidentales de la sala. Todos los demás son japoneses perfectamente trajeados, excepto la novia, la única mujer, vestida con un kimono blanco.
La víctima
En el transcurso del banquete, nuestro superior jerárquico en la estructura del grupo nos llama a una habitación aparte. Tenemos un trabajo que hacer. Al parecer, han pillado a un traidor, que merece un castigo. Nos conducen por un par de estancias de imaginería japonesa clásica, en maderas, paredes de papel y puertas correderas. Y en una de ellas, allí está, el traidor, que resulta tener el aspecto que Charlton Heston en la peli “Khartoum”, pelo corto y bigote. Este dato sí que me parece inquietante, pues no recuerdo haber visto “Khartoum”, o por lo menos, no en los últimos 20 años.
En cualquiera de los casos, hay que acabar con él, y para ello, nos dan unas sierras radiales de mano, de esas que son como un taladro Black & Dekker pero con la rueda dentada. Y los cuatro la emprendemos contra el pobre infeliz, que, naturalmente, muere a la primera de cambio. Pero no es suficiente, con nuestras sierras le vamos troceando hasta mutilarle. Y reconozco que esta parte del sueño se me hizo dura, me daba penica el pobre Charlton. La compasión, sin embargo, se quedó de puertas adentro, ya que acabé la faena como se me había encomendado.
Y como sucede en los sueños, tal como empiezan, se acaban, y tras esta misión cumplida, todo se desvaneció, y ya no recuerdo nada más. Sí que diré que me preocupa conocer qué extraño resorte me llevó a unirme en sueños a un grupo mafioso japonés y acabar descuartizando a un fulano.
Canciones:
Mott The Hopple: “The Ballad Of Mott The Hopple”
The Prodigy: “Breathe”
Screamin’ Cheeta Wheelies: “Boogie King”
05
Mar
12

Morrison en sueños

La noche del viernes se me apareció Jim Morrison en sueños. La expresión suena a bíblica, pero realmente fue así. No se trataba de un sueño con una sucesión secuencial de situaciones, ni mucho menos con un hilo argumental claro. De hecho, la aparición de Jim resultó inesperada, en tanto ese término se pudiera aplicar a algo tan anárquico como un sueño. El caso es que sí, de repente, allí estaba el eterno vocalista de los Doors, en su faceta más mesiánica. Su aspecto no era el del insolente sex symbol cuyas fotografías adornan carpetas y paredes. Tampoco el de ese Morrison envejecido, gordo, barbudo y con los ojos hundidos que se muestran en sus últimas imágenes previas a su muerte, cuando aún teniendo 27 años, aparentaba tener cuarenta.
La imagen de Jim Morrison en mi sueño la he visto en algún sitio, claro. No ha sido generada espontáneamente por mi cerebro. ¿Etapa “The Soft Parade”, tal vez? Qué importa. El caso es que allí estaba, y me decía algo. Una frase de esas lapidarias que se le atribuyen al Rey Lagarto en su rol de chamán. Luego desperté. Y ya no recordaba qué me había dicho. Era algo con un cierto mensaje vital a lo carpe diem, pero más provocativo. Tal vez fuera una apología de las sustancias o de sodomizar jovencitas vírgenes. Era también una proclama en contra de la mediocridad. Era una idea revolucionaria, no a un nivel político, sino personal, introspectivo. Era, en definitiva, algo que me impactó. Lo suficiente como para sacarme del estado onírico y despertarme.
Pero como si en realidad no hubiera sino querido gastarme una broma, en cuanto abrí los ojos, fuí incapaz de recordar lo que había dicho. Lo sé, os he dejado con las ganas de saber qué diablos tenía Jim Morrison que decirme. O si tal vez me había escogido para dictarme un nuevo poema o una nueva canción, desde luego se equivocó en la elección. Y como es improbable que me visite otra vez en sueños (preferentemente), no me queda sino pensar en qué extraño mecanismo colocó a Jim Morrison en mi sueño, cuando hace bastante que no escucho ninguno de los discos de The Doors. Tal vez ése era el mensaje. Ya toca.
Canciones:
The Black Keys: “Run Right Back”
Spin Doctors: “What Time Is It?”
Robert Johnson: “Sweet Home Chicago”
20
Dic
11

Sueños y Tom Waits

Hacía mucho que no hablaba de sueños. El concepto de los sueños me parece apasionante. No me refiero a los sueños en su acepción, digamos, poética, de anhelos y deseos, sino al sueño como aquello que pasa por nuestra mente mientras dormimos. No soy de los que creen en la interpretación de los sueños de un modo esotérico, ni tengo una obsesión Freudiana por ello. Y sin embargo, ¿no es interesante entender por qué tu mente te lleva a esos sitios, esas personas, esos parajes y esas situaciones, cuando la liberamos del férreo control que ejercemos sobre ella?
Pues resulta que el sábado me desperté con varias canciones de Tom Waits en la cabeza. No recordaba el sueño, ni tampoco lo hago ahora, por lo menos no de un modo concreto como para poderlo describir. Sé que salía mi perra. Como dato, no es gran cosa, de acuerdo. En fin, que de repente tenía unas ganas tremendas de pinchar el disco “Blue Valentine” (1978) de Tom Waits. Y lo más curioso del todo es que: a mí no me gusta Tom Waits.
La portada y el título molan, no me lo negaréis
Ok, después de soltar la boutade, permitidme el matiz. No es que no me guste como no me gusta, yo qué sé, Dream Theater o Malú. De hecho, tengo ese mencionado “Blue Valentine” en casa. Y alguno más, ya os contaré. Supongo que de algún modo, estoy decepcionado. Quiero decir, imaginad a un pipiolo Kar, más de lo que lo soy ahora, si cabe, hace una década, o algo así, leyendo el Popular 1 como si de las Sagradas Escrituras se tratara, y conociendo la existencia de un extraño músico y actor, medio crooner diabólico, medio actor de variedades decadente, todo contador de historias, trufadas todas ellas de extrañas sonoridades. Qué, mola, verdad? Pues allí fue el ufano Kar, y acabó con ese “Blue Valentine” en las manos, que podía haber sido éste como cualquier otro que hubiera en la sección de baratillo de la tienda de discos.
Llego a casa, lo pongo en el reproductor y … ufff… no, no me gustaba. No podía ser. Lo escuché varias veces. Pero no. Se suponía que tenía que ver la luz, y me quedé con una cara de “¿qué coño es ésto?” que para qué os voy a contar. El lector fan de Waits estará ahora a punto de saltar y decirme que hay una 2ª etapa diferenciada en la carrera de Tom Waits, que abarca desde mediados de os 80’s, menos jazzy pianística (cómo si eso supusiera problema alguno!) y más, digamos, raruna, pero interesante. Pues tampoco. Como buen reincidente, adquirí, unos años más tarde, y pasado mi cabreo con Waits, el “Rain Dogs” (1985)… pero tampoco. Hasta aquí llegó mi historia con Tom Waits.

Tom: Vente p’acá, cordera, que te vi a hacer la caidita de Roma
Rubia: Ok, Tom, lo que quieras, pero son 50$
Con el tiempo y las escuchas, llegué a reconciliarme con “Blue Valentine”. No es un disco que signifique mucho en mi vida, pero contenía algunas canciones que me gustaron. Sin más. Es por eso que me resulta doblemente extraño el levantarme ese sábado con necesidad de ir al lavabo, tomarme un café con leche y hacer sonar ese CD (en el mencionado orden).
Ahora es casi medianoche y está sonando, una vez más, y ya van varias desde el sábado. Estoy tratando de encontrar qué parte de mi sueño me llevó a “Blue Valentine”. Y no lo encuentro, pero estoy disfrutando bastante de este disco. Mirad, es como si me hubiera comprado un disco nuevo. Gratis. No, si ya os lo digo, que me estoy haciendo viejo. Me cago en Dios.
Canciones:
Tom Waits. “Blue Valentines”
Tom Waits: “$29.00”
Tom Waits: “Christmas Card From A Hooker In Minneapolis”
20
Feb
10

Sueños 2010: Inauguramos temporada

Hace ya tiempo que no relato ningún sueño, y no me refiero al sentido metafórico de la palabra, sino a los sueños de verdad, de los que pasan por nuestra mente mientras dormimos. Últimamente sueño mucho, y aunque habitualmente esas circunstancias suelen dejarme sensaciones más o menos angustiosas, no ha sido así esta semana. Me despertaba, probablemente con la cabeza poco despejada después de esas vivencias oníricas, pero no con sensación de poco descanso. Sin embargo el sueño de anoche supera la tónica de rareza de las últimas noches, y hoy sí me he despertado desconcertado. En fin, que supongo hubiera sido mejor escribir estas líneas recién despertado, por aquello de que los ejercicios de memoria nunca han sido lo mío, pero bueno, ahí va:
Entro en un bar de copas. No uno de esos bares de copas de rollo moderno y cool, sino de un bar, casi diría tasca, tirando a cerduno, de esos que suena rock y hay posters amarilleando en las paredes y puedes beber cerveza, calimocho (ver apunte #1) y comer algún bocata o una ración de patatas fritas aceitosas. Seguramente he estado ahí, pero no lo sitúo. Tiene pinta de ser uno de los locales de Poble Nou de Barcelona, pero no lo sitúo. En fin, volvamos al sueño. Entro y me siento en una mesa, me pido una cerveza y estoy allí, simplemente, sentado. No hay nadie más en la tasca.Al poco, entra en el local Chris Isaak, no va muy elegantemente vestido, pero como siempre, lleva ese fantástico tupé y de pese a la camisa de cuadros, tiene el porte de la estrella que es. Va con dos chicas. Le miro y le reconozco, pero extrañamente no actúo como un fan histérico, no le persigo cado movimiento que hace con la vista, ni intento decirle ninguna chorrada. Los tres (Chris Isaak y las chicas) se sientan en la mesa de al lado. Al poco, los tres se levantan y vienen a mi mesa. El tío tiene ganas de hablar, y comienza una conversación agradable conmigo, nada profundo, pero me dice que está un poco agobiado de gente que no le deja tranquilo, que no para de mirarle, o que le agobia con el rollo fan. Estamos un rato charlando banalidades, acabo mi cerveza y me voy, sin más.

Mi colega Chris

Tengo la sensación de que he quedado con alguien, y voy caminando por algún lugar que no reconozco, pero ya es de noche. Entonces me topo con el rey Juan Carlos I y su esposa, que resultan ser los que me estaban esperando. En realidad no tiene la imagen del rey, sino que es Lluís Homar caracterizado como Juan Carlos I para esa peli. La reina permanece en segundo plano, pero con ellos vienen sus dos hijas. En mi sueño, sus dos hijas no son las mongólicas infantas de España, sino dos guapísimas gemelas que apenas deben tener 18 años, ambas llevan un vestido primaveral y no llevan ropa interior.

Rockin’ with the king

Los cinco nos vamos paseando por una zona de copas, ahora parece una de esas zonas de terrazas pijas que suelen haber en los puertos o en las riberas de los ríos. Creo que es la de la zona del Tíber en Roma, pero ya se sabe cómo van esto de los sueños, nada es lo que parece. El rey-Lluís Homar no para de parlotear conmigo, se pone algo pesado, pero le aguanto el rollo amablemente, me sabe mal por él, y además, me interesan sus hijas, que van detrás cuchicheando. En un momento de la noche me encuentro a un amigo que hace un par de años que no veo, un tipo que ya tiene una familia y con el que trabajé en el pasado. Me saluda con un abrazo, sin reparar ni en mi real acompañante ni en las gemelas. Me recomienda que vayamos a un local muy guapo, del que me da referencias.

Un imprescindible de Los Angeles

De este modo, nos vamos hacia ese local, y cuando lo encontramos, tiene pinta de ser una sala de conciertos, parece el Wisky A Go-Go de Los Angeles, pero tiene también piso de abajo. Está todo oscuro, suena rock n’ roll y vuelven a haber posters. Entro con las gemelas, por alguna razón los reyes no entran. Luego bajo al piso inferior, las gemelas se han quedado arriba. Abajo no hay nadie, sólo yo en la pista, las paredes oscuras y los posters mugrientos…

Y ya está. Ahí me desperté. Lo de la presencia del rey Juan Carlos I con el aspecto de Lluís Homar lo entiendo, ya que me quedé dormido en el sofá mientras veía en la tele la película esa del 23F. Lo de Chris Isaak debe ser la ansiedad por estar atento a cuando salgan las entradas de su concierto a la venta. De lo demás, prefiero no hacer interpretaciones.

apunte#1 –> beber calimocho en un bar es algo tristísimo. El calimocho tiene que ser «homemade», y beberse en la calle, o en su defecto, playa, parking o camping. Y debería estar prohibido para mayores de 25.

Canciones:

Chris Isaak: «Beautiful Homes»
The Answer: «Dead of the night»
Soundgarden: «Pretty Noose»

13
May
08

Amistades oníricas

El otro día tuve un sueño extraño. Todos lo son, esas atmósferas oníricas siempre me descolocan, pero ese del sábado tuvo una peculiaridad, y es que aparecían en el sueño varias personas a quienes en su momento consideré amigos o amigas y que, por lo que fuere, fueron desapareciendo de mi vida. Algunas, por razones concretas, otras sin ningún detonante que implicara la separación. Eso me está dando que pensar en estos últimos días. Echad la vista atrás y seguro que encontraréis personas que en su momento considerásteis amigos, y los quisisteis como tal, pero que sin ninguna razón aparente, os fuísteis distanciando. No hubo una pelea. No hubo un desengaño. No hubo una distancia física, por lo menos no una insalvable. Tal vez cambiásteis de gustos. Tal vez de pareceres. Tal vez fue una cuestión de madurez. Pero no deja de resultarme curioso cuando recuerdo esos momentos al lado de tu amigo en los que piensas que algo chungo tiene que pasar para que dejes de considerarlo como tal.
Entonces, ¿cuál es la línea, difusa a veces, que separa un amigo de un conocido, de un compañero, de un colega?. Quizás es que yo todavía mantengo esa visión idealista de la amistad. Pero es evidente que las personas vienen y se van. Se dice que con los amigos de verdad puedes contar aún en situaciones extremas, pero vamos, hasta ahora, no me he quedado arruinado en el arroyo, ni he necesitado un riñón, ni me han llevado a malherido hombros en el frente hasta la trinchera cruzando fuego enemigo. Esas pruebas de fuego pertenecen más a los libros de Julio Verne y Emilio Salgari que a la realidad.

Jamás entendí la obsesión por esta serie. Era divertidilla a ratos, sin más.

Y cuando ha habido un distanciamiento y esa persona que fue tu amiga ha quedado atrás en el tiempo, ¿es posible recuperarla? Y siendo así, ¿vale la pena?. Probablemente si me encontrara en una cafetería sentado en una mesa con cualquiera de las personas que aparecían en ese sueño, me daría cuenta, entristecido, que ni ellas ni yo somos la misma persona. No somos las mismas personas que en su momento fueron amigas, con lo que nada hace pensar que lo sean ahora.

Y para acabar la noche, cerraremos poniéndonos trascendentales con unas líneas de filosofía barata… ¿existe realmente la amistad? ¿qué es en realidad? ¿Se le puede, acaso, aplicar grados? ¿Tal vez esa expresión de Josep Pla de «amics, coneguts i saludats»? ¿Acaso no se trata de una necesidad de sociabilización implícita a las personas que nos tiende a unir? ¿Y qué une más, gustos y aficiones comunes o personalidades complementarias? En fin, para acabar no puedo sino recomendar fervientemente la lectura de «Cuatro Amigos», de David Trueba. Buenas noches, amigos.

Canciones:

Red Hot Chili Peppers: «My friends»
Queen: «Friends will be friends»
WAR: «Why can’t we be friends»




marzo 2023
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