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The Answer
Pues bien, The Answer lo tiene. Y lo mejor es que se trata de una banda que debutó en 2006. En ese año publicaron un disco del que se habló bastante y bastante bien, sobretodo para tratarse de un grupo novel. Y vuestro amigo Kar, en un ejemplo de la clarividencia que le caracteriza, les dejó pasar de largo. Pero lo que son las cosas, The Answer han seguido adelante y han publicado un segundo disco, “Everyday Demons”, y en esta ocasión sí que me fijé en ellos. Afortunadamente, porque se trata sin dudarlo en absoluto de un discazo como la copa de un pino, y candidato seguro a la lista de los mejores del año que en un alarde de originalidad, seguramente publicaré la última semana de este 2009.
Supongo que muchos me dirán que es mejor el debut. No para mi gusto. Así soy yo, llevando la contraria, que es lo que me va. Por supuesto, tras escuchar “Everyday Demons”, compré “Rise”, el primero. Y aún siendo un muy buen disco, en “Everyday Demons” se superan. Todas las bandas mencionadas anteriormente tienen su representación en el sonido de este disco (ok, quizás quitando a Queen)… que me aspen si “Pride” no es una canción por la que Meat Loaf hubiera matado!!
El disco comienza directo, de esa clase de canciones que uno se pone cuando se está preparando para salir de fiesta, escogiendo una buena camisa, afeitándose y canturreando mientras se pringa de aftershave, pensando que esta noche sí. Pero la cosa no se queda ahí, que tampoco estaría mal, pero que sin duda pecaría de excesiva linealidad. En seguida entra “Cry Out” y es cuando al oírla se te escapa la cuchilla y te haces un cortecito. ¿Es un blues zeppeliniano interpretado por Deep Purple? Y por si fuera poco, para aquellos que argumenten la tópica excusa del “sonido anticuado”, ni que eso tuviera la menor importancia, pero para esos hijos de puta, la siguiente canción les deja rotos: ¿Ese bajo no suena a… a… Jane’s Addiction? Ok, desde luego los de Perry Farell están muy lejos de la música de The Answer, y sin embargo, éstos se mueven igualmente bien también fuera de los corsés del clasicismo.
De hecho, para mi gusto el disco entra bien con esos tres primeros cortes más rockeros, más directos, pero lo mejor, los temazos, vienen después. Si hubiera justicia en las radios, se me ocurren cuatro o cinco singles potenciales de esos que deberían convencer a toda la chavalería (“Too Far Gone”, “Tonight”, “Pride”, “Cry Out”, “Comfort Zone”). Pero como quiera que la justicia es un término relativo y la radio está más muerta que cuando los Buggles lo cantaban, habrá que olvidarse del tema. Putos freaks, los Buggles, eran unos visionarios.
The Answer tuvieron el privilegio de telonear a los AC/DC, y si alguien puede comentar algo al respecto, que lo haga. Yo por mi parte, me muero de ganas por verlos en un escenario pequeño.
Hablemos de Beck
Y es que la carrera del Jeff Beck Group quedaría muy pronto eclipsada por Led Zeppelin, nadie tampoco tendría en cuenta su condición de precursores. El poco interés de su segundo disco y unas relaciones algo minadas en el seno del grupo provocarían la disolución poco después. Lo cuál no quita, claro, que nos encontramos ante un grupo y un par de discos muy grandes, y que sentaron unas bases en lo que acabaría siendo el hard rock y el heavy, por su endurecimiento de las bases rockeras y su feeling blues.
Ya de entrada el Jeff Beck Group podía considerarse como un «supergrupo», si atendemos a su formación, con Jeff Beck a la guitarra, Rod Stewart cantando, Ron Wood al bajo, Micky Waller a la batería (quien tocó, entre otros, con Bluesbreakers) y Nicky Hopkins (que había tocado con The Who, The Rolling Stones, The Kinks, …) al piano. Su sonido era una vuelta de tuerca al blues británico, endureciendo las bases. De hecho, un sonido sospechosamente muy parecido al que ejecutarían Led Zeppelin muy poco después. De hecho, si escuchamos «Led Zeppelin I», vemos que el sonido es como el del Jeff Beck Group, pero más excesivo (deliciosamente excesivo): la batería mucho más contundente, la voz de Plant mucho más extremada, la guitarra de Jimmy Page omnipresente. Además que la grabación de Led Zeppelin está mucho mejor realizada que la de Jeff Beck (cosas de haber mamado tanto estudio por parte de Jimmy Page).
Lo cuál no quita que el debut de Beck y sus chicos, «Truth», sea un disco estupendo. En él caben versiones de blues clásico llevadas a su terreno, como la mencionada «You Shook Me» o «I Ain’t Superstitious», otros blues propios, como «Rock my plimsoul», el soul de «Ol’ man river», el folk de la tradicional celebérrima «Greensleves», un viejo conocido de los Yardbirds como es «Shapes of things» e incluso alguna frivolidad experimental como el instrumental «Beck’s Bolero», que precísamente cuenta también con la guitarra de Jimmy Page y que surge de una derivación del clásico «Bolero» de Maurice Ravel. A destacar también la voz de Rod Stewart, que está soberbio, y el piano de Nicky Hopkins, que aporta un toque de clase.
El tema de «You shook me» se queda en la anécdota. Si tengo que escoger, me quedo con la versión de Led Zeppelin, por cuestiones sentimentales. Pero la versión de Jeff Beck, menos contundente, no le va muy atrás. Esa forma de cantar de Rod Stewart, siguiendo la guitarra de Beck, desde luego marcó una manera de cantar que influenciaría a muchos posteriormente. Probablemente incluído Robert Plant.
La publicación de «Led Zeppelin I» no amilanó del todo al Jeff Beck Group, quienes tan sólo 10 meses después de la publicación de «Truth», sacaron al mercado, en 1969, su continuación, «Beck-Ola». Y me permitiréis el inciso para comentar lo sorprendente que es el hecho de que hace 40 años, sin ni la mitad de medios que actualmente, en 10 meses una banda podía publicar dos discazos… diantre, en 10 meses Axl Rose había grabado solo el primer fraseo de piano de «This I Love».
En fin, volviendo a 1969, el Jeff Beck Group había sustituído al batería Mick Waller por Tony Newman, pero realmente, ni se notó el cambio. Hay que decir que «Beck-Ola» es menos inspirado que «Truth», pero aún así contiene muy buenos momentos. Funcionan más como banda, e incluyen más canciones propias, participando todos en las labores compositivas. Paradójicamente, el punto álgido del disco está en una versión, la del clásico «Jailhouse Rock», en una versión muy diferente a la original, muy buena. De todas formas, «Beck-Ola» no tuvo tan buena respuesta del público como su predecesor, y la banda se acabó deshaciendo muy poco después. Incluso tenían apalabrada una actuación en el festival de Woodstock, al que acabaron por no acudir, dando así carpetazo a un grupo que probablemente mereció mejor suerte.
La historia posterior es por todos conocida. Rod y Ronnie recalaron en The Faces, y Jeff Beck probó suerte con un Jeff Beck Group mark II, menos interesante. Incluso las carreras de Beck y Stewart se cruzaron de nuevo en los 80’s, en alguna ocasión.
Los dos discos del Jeff Beck Group se pueden encontrar recogidos en un solo CD, en una edición de cuando se empezaba a vender este formato, y posteriormente hubo reediciones de ambos discos por separado, en CD, probablemente más interesantes (yo tengo la primera edición) por contar con material inédito. Ni que decir tiene, absolutamente recomendables.
Canciones:
Guns n’ Roses: «Catcher in the rye»
Beck & Stewart: «People get ready»
P.U.S.A. : » Peaches»
Magic
Ya lo digo, hacía tiempo que no iba por ahí. Recuerdo un concierto de los Man… Or Astroman?, un combo de chalados con una empanada surfero-ciencia ficción que grabaron algún disco divertido. Y recuerdo noches etílicas allí. Y recuerdo que en su momento me pareció un lugar algo carillo. No sé si el con el tiempo han bajado precios o que mi concepto de caro ha cambiado, pero el caso es que por 10 eurines entré y me tomé una copa que no contenía garrafón. Lo cuál, dados los tiempos que corren, no está mal.
La música que pinchaban era rock sin mayores adscripciones a movimientos. No era eminentemente heavy, ni alternativa, ni rock modernete, ni hard rock setentero, ni punk. Y con total naturalidad sonaba el último single de Franz Ferdinand, Jimi Hendrix, Queen, Ramones, el «Sweet child o’mine», «Inmigrant song», Beck, Terrorvision o incluso algunas (pocas) canciones que sacaban mi vena más frívola y pachanguera como «Billie Jean», «Just can’t get enaugh» o «It’s raining men»… y todo ello, ya digo, sin que un sector de público se indignara. Quiero decir, todos conocemos locales de corte «alternativo» en los que si al DJ le daba por pinchar la mencionada «Billie Jean», le caía una pitada espectacular. Pues no era así. Y se agradecía.
El lugar presentaba un aspecto desolador a la una, pero a las dos y media, lleno a rebosar, el calor hacía mella. Y yo me divertía también observando al personal. Algunos, cuanto menos, pintorescos. De entre ellos, destacaría a dos. Una, la clásica pasante. Es decir, una chica que pasaba de brazos de uno a brazos de otro, dejando un rastro de palotismo y espectativas de folleteo probablemente truncadas prematuramente. No me gusta el término «calientapollas», pero esa individua, sin duda, lo era. Nada que no sea un clásico de la noche, pero me divertí viéndola a ella y a los pobres que esperaban hacerle compañía en su hostal (era guiri, de hecho, había unos cuantos) cuando probablemente acabara sola durmiendo su considerable borrachera. El otro personaje de la noche era un tipo que cuando entré (y era bien pronto), ya estaba allí. Un tipo alto, tejanos y camiseta negra, pelo largo negro, un cierto aire a Nuno Bettencourt de Extreme. El caso es que el tipo andaba ora sentado en la barra, ora apoyado en la pared, sin mover un músculo, y sin cambiar una cara de palo en una estudiadísima pose de tipo duro de baratillo. Y así estuvo las tres horas largas que pasé allí, serio como si estuviera pasando un mal rato. Que daban ganas de liberarle y decirle que sí, que se podía ir a casa.
En definitiva, una noche maja, una promesa, seguro que vuelvo en breve, y una proposición a los señores de Magic: por favor, instalen aire acondicionado!!
Canciones:
Terrorvision:»Oblivion»
Beck: «Gamma Ray»
R.E.M.: «What’s the frequency, Kenneth?»
El distrito del East Village es la zona más bohemia: el punk, los filósofos, la clase obrera y los «posers» circulan por esta zona, que tiene su epicentro en la calle St. Mark’s Place. Supongo que por ser sábado, en la 3ª Avenida hay montado otro mercadillo, éste más «al uso», con sus puestecillos inevitables de comida (libanesa, colombiana, china/oriental,…), de ropa, de imitaciones de gafas y cinturones, y muchos puestos de camisetas, algunas de ellas muy molonas, porque será un mercadillo, sí, pero estamos en la «zona alternativa». Un chico tiene un puestecillo donde vende camisetas que diseña él mismo, con motivos rockeros, y lo cierto es que tiene algunos modelos muy guapos.
Como decía, St. Mark’s Place es La Calle. Es una calle agrable con ese diseño de edificios tan típicamente neoyorkino, y donde se apiñan tiendas y locales entre lo alternativo y lo «trendy», algunos de ellos con terraza al exterior, por lo que veo, algo poco común por esta ciudad. Al principio de la calle se encuentra la tienda de ropa Trash & Vaudeville, el mejor sitio para poder comprarse unos pantalones de vinilo, pero extrañamente está cerrada. No sé si por ser sábado (??) o para siempre. Hay unos bares y unas tiendas de discos, y muchas tiendas de camisetas, muñequeras, gorras, colgantes y demás memorabilias. Lo de las camisetas comienza a ser preocupante, hay modelos muy interesantes!! Son las doce y el cuerpo nos pide descanso, de modo que aprovechamos para un alto en el camino en la terraza de un bar de comida marroquí, de lo más moderniqui y «cool». Pero un refresco fresquito y unos aperitivos morancos en esa terraza bajo un sol espectacular, y uno piensa que la felicidad, si existe, está en esos pequeños momentos. Cuando giro la cabeza veo en la acera de enfrente una fachada que me resulta familiar… se trata, ni más, ni menos, que la fachada que ilustra la portada del Physical Graffiti de Led Zeppelin!! Por supuesto, me emociono y no puedo evitar tomarme una foto en ese lugar, con la sensación de que a la que me descuido, me pierdo un detalle de ese lugar en el que se respira un ambiente muy rockero.
De vuelta a St. Mark’s Place, me compro dos camisetas muy molonas en el puestecillo del mercadillo que os comentaba antes, y me doy cuenta de que el dinero comienza a escasear y me quedan tres días en la ciudad. Hay que comenzar a prescindir de lo prescindible. ¿Y qué es lo prescindible? Pues está claro… comer!! A partir de hoy, mi dieta será de McDonald’s, donde por 15$ comemos dos. No es lo más sano del mundo, pero me permite pasearme por una tienda con un montón de CD’s de segunda mano a precios ridículos, regentada por un chaval con un aspecto de punk clásico, y claro, unos cuantos CD’s sí que caen.
Tengo una conocida que tiene una peluquería, y siempre le interesan el tema de las tendencias, y todas esas cosas. Pues bien, a su pregunta de qué tendencias se ven como «de moda» en NY, la respuesta es muy clara: que se alquile el vídeo de «Buscando a Susan desesperadamente». La moda de primeros/mediados 80’s es la que más se ve en la ciudad, esa y el after-punk, todo muy ochentero en general.
Por la noche había un plan de ver a Detroit Cobras y a X en el Fillmore, local que, por cierto, y como suele pasarme con estos sitios míticos, me pareció pequeño, y casi diría que cutre. Pero claro, mi reajuste económico me lleva a plantearme que tal vez pagar esos tickets para ver un show de teloneros de los Cobras y un concierto de X que no me interesa demasiado, no resulta buena idea. De modo que prefiero reinvertirlos en los bares del Lower East Side. Se trata de la una de las zonas más genuínamente punk de la ciudad actual, y los bares se amontonan. No todo es punk, en alguno tocan un rollo folkie, y en otros, simplemente rock. Acabo en el bar Pianos. Se trata de una antigua tienda de pianos a la que consideraron no era necesario cambiar el cartel. Está muy bien, tienes opción de tomar unas copas y disfrutar del DJ que pincha rock, desde Pixies hasta Rolling Stones, o pasar a un reservado donde toca una banda local. El ambiente por la zona es muy majo, y también de subida, por St. Mark’s Place, donde las tiendas siguen abiertas. Definitivamente, un gran día!!!
Canciones:
Placebo: «This Picture»
Tom Petty & The Heartbreakers: «The Waiting»
Rumble Strips: «Girls and boys in love»
Era el año 1993 cuando irrumpió esta banda liderada por Linda Perry, que para qué negarlo, tenía una voz maja. Este tema rezumaba efluvios del hard rock setentero que en aquellos momentos nos creíamos que era lo puto más y que había nacido en Seattle. Y el videoclip era la mayor colección de topicazos visuales del grunge jamás concebida en 5 minutos. No se puede negar que sin ese videoclip, las cosas hubieran sido distintas. El caso es que esa pinta extremada grunchi to the maxx de la banda y en especial de Perry, quien parecía una suerte de homeless de diseño, no pasaban desapercibidas. Su condición de lesbiana militante en una época en la que los armarios solían permanecer cerrados le proporcionó una pequeña publicidad extra.
De repente, el interés por las bandas nuevas que había en aquella época, a base de compañías buscando los nuevos Nirvana que dieran la campanada en ventas, hizo que se les prestara una atención excesiva a un proyecto decente, pero completamente olvidable. O así parecía dejarlo entrever su segundo single, un flojito «Spaceman». Me han comentado varias veces que su disco, el que contenía esos singles, «Bigger! Better! Faster! More!» no estaba mal. No puedo opinar al respecto, pero lo cierto es que me da mucha pereza investigarlo. En fin, como era de prever, aprovecharon el tirón con un disco en directo a todas luces innecesario al año siguiente, y adios. Para el recuerdo dejaron una versión de Led Zeppelin, que colaron en el famoso disco de tributo en el participaban gente como Stone Temple Pilots o Maná (??!!), concretamente «Misty Mountain Hop», que hacían casi igual a la original.
Lo demás, es por todos conocido. Linda Perry intentó una fallida carrera en solitario, y tanteó otros aspectos como el cine y la producción musical. Finalmente encontró su filón actual como escritora profesional de singles para personajes de diferentes calañas, eso sí, todo muy alejado del rock en el que se movía inicialmente. Y la verdad es que no le va nada mal, especialmente creando temas para Christina Aguilera, Pink o Faith Hill. La lista de gente para la que ha trabajado es muy extensa, y va desde Courtney Love hasta Enrique Iglesias, pasando por Jewel, James Blunt, Kelly Osbourne o Robbie Williams, por nombrar unos pocos. Supongo que hay que comer.
Pero vamos, que para mí siempre será la individua del «What’s Up». Con ella os dejo. Por favor, no me hagáis escucharla otra vez.
Mark Lanegan
Entonces tenía, en la universidad, un amigo con el que compartía gustos musicales muy afines y nos dedicábamos a descubrir joyas de Led Zeppelin, The Doors, Mad Season o Jon Spencer. Y nos recuerdo yendo emocionados a ese concierto, sin saber bien qué nos íbamos a encontrar, con una entrada que nos costó creo que unas miserables 1200 ptas. El caso es que Lanegan era el típico artista maldito que iba de drogas hasta arriba, los rumores apuntaban a que estaba chungo y yo sólo había visto fotos suyas en imágenes promocionales de los Screaming Trees, varios años antes. Salió el telonero, Mike Johnson, ex-Dinnosaur Jr., y por un momento dudé si era el propio Lanegan. Hoy parece absurdo, pero entonces no tenía Internet en casa, los medios no sacaban fotos, en la carpeta del disco no había tampoco y todo tenía un pequeño halo de misterio. Fue un conciertazo, uno de los mejores que jamás he visto. Y desde entonces, me dediqué a conseguir sus discos anteriores.
Poco a poco Lanegan se fue haciendo más popular, y que se entienda que cuando hablo de «popular» no me refiero a «popular» com Ricky Martin. Lo más increíble llegó cuando de repente, el mundo gafapastil que representa la revista Rockdelux le dedicaba también elogios. Llegué a ver a Mark Lanegan 2 veces más en directo, una tercera si se cuenta la gira en que acompañó a QOTSA. Era un buen momento para Lanegan, y para mí, seguía en un pedestal, convirtiendo en oro lo que tocaba. Y vino el famoso «Bubblegum», con el que se suponía volvía al rock, abandonando un poco esa faceta folkie-blues oscura. Sin embargo, algo no me cuadraba. No era un mal disco, no, pero para mi supuso un pequeño batacazo.
Tal vez era el concepto. Lanegan para mí es el artista ideal para esos largos, duros, tristes, fríos y oscuros días del otoño y el invierno. Por eso casi nunca escucho su música en verano. Luego el amigo se nos volvió algo vaguete, y se dedicó a hacer colaboraciones, ante una pléyade gafapastil rendida a los pies del nuevo divo. No, este ya no era el Lanegan que vi en Garatge. Probablemente le juzgué duramente, y me olvidé un poco de él. Hasta hoy. Tengo ya ganas de escuchar de nuevo este disco de Lanegan y los dichosos Soulsavers, en el que además se marca dos versiones (de Neil Young y de los Stones) magistrales. Me siento como reencontrándome con un viejo conocido.
Canciones:
Mark Lanegan: «Kingdoms of rain»
Mark Lanegan: «Carnival»
Mark Lanegan: «Field song»
La última parte de la visita tiene menos interés. Se trata de un tour por Beverly Hills, para ver las mansiones y los cochazos de lujo, y acabar en Rodeo Drive, cuyo único interés reside en alojar las tiendas más caras de la ciudad. Un aburrimiento, vamos. Nos vale, sin embargo, para acercarnos a la parte de Santa Monica, así que en tan sólo media hora de autobús (y eso, en esta ciudad, es muy poco), nos plantamos en una de las míticas playas angelinas. Lo más gracioso es pasear por esas playas que había visto tantas veces en “Los Vigilantes de la Playa”, serie de la que me declaro fan, por lo menos de las primeras temporadas. El día está soleado y aunque ya no hace época de baño, sí hay gente tomando el sol o paseando. Por supuesto, aprovecho para tomarme fotos en las casetas de los vigilantes y frente al mítico 4×4 amarillo. Y un buen paseo nos lleva a Venice Beach.
Venice Beach es de los pocos sitios de L.A. que conservan su aureola hippie. Los hippies siguen viviendo allí, como antaño lo hicieron los beatniks (como Charles Bukowsky), aunque se trata de una zona que se ha degradado bastante en los últimos 20 años. De hecho, te recomiendan que vayas y pasees, pero que te largues antes de que se ponga el sol. Entonces el paseo lo ocupan las bandas callejeras, principalmente de hispanos. Y efectivamente, durante el día las bandas están por ahí, pero se entremezclan con una amalgama de hippies de la vieja escuela, jóvenes hippies, homeless (alguno de ellos también muy joven), tipos que tocan la guitarra, otros los bongos, pintores callejeros, vendedores de chorradas y muchas tiendas de camisetas, recuerdos, ropa, y tonterías varias. Me compro un par de camisetas rollo vintage de Led Zeppelin y de Rolling Stones muy guapas. Y hacia el final, está el gimnasio al aire libre donde muchos culturistas entrenan, como lo hizo en su día Gobernator. En esta zona también se junta mucho freak callejero, como uno que suelen nombrar en Popular 1, por aparecer en la peli documental de Perry Farrell, quien vivía en este barrio, que por cierto, le pegaba completamente. El tipo se pasea con sus patines tocando una guitarra eléctrica, y tuve el pequeño privilegio de verle. Y acabo descansando un rato sobre la arena, donde se supone que una vez se encontraron Jim Morrison y Ray Manzarek, y este último se quedó flipado de uno de los poemas/canciones que le cantó Morrison, y donde le propuso juntarse para hacer música.
Tras una tarde de playa, decido reencontrarme con un viejo amigo, Amoeba Records. Efectivamente, también hay una sucursal en L.A., en el 6400 de Sunset Blv. Lamentablemente, el material de oferta no es tan tirado de precio como en San Francisco, ni tan potente. Aún así, salgo con 8 CD’s al triste precio de 32 $, aunque me sabe a poco, después de lo de Frisco. Al salir son ya las 21h y mi estómago me pide cena. Justo enfrente de Amoeba hay un restaurante de fast food de la cadena Jack In The Box. En realidad no es tan diferente del mardonals hispánico. Pero sí hay algo distinto. En JITB las hamburguesas son más grandes y más buenas. Y el precio, más barato que en los burguers españoles. Y no quisiera cerrar el tema comida sin alabar una costumbre americana que se debería importar ya: el bottom-less glass. Aquí no te dan la bebida, te dan el vaso y tú mismo vas al expendedor de coca-cola (o lo que sea) y te lo llenas. Y si a media comida se te acaba, pues te lo vuelves a llenar. Esto suele estar disponible en muchos restaurantes, sean cadenas de comida rápida o sean pequeños establecimientos.
Y si ya he comprado y ya he cenado, toca tomarse una copa. Me apetece algo tranquilo, de modo que esta noche me decanto por el Cat Club. El Cat Club es relativamente nuevo, se abrió en 1999, al lado del Wisky A Go-Go, y pertenece al batería de Stray Cats, Slim Jim Phantom. Una vez más, mi sorpresa llega al entrar y ver lo pequeño que es. Tres mesas, una barra, un mini-escenario, y ya está. Vamos, que la sala Mephisto de Barcelona es bastante más grande. Sin embargo, está decorado con mucho gusto y resulta un local con encanto. Tiene un toldo negro a la puerta, que está decorada con motivos de leopardo. Dentro, esas características llamas pintadas en la pared, típicas de decoración rockabilly, y unas fotos de rockstars, bien colocadas y bien enmarcadas, y asientos en rojo. En definitiva, buen gusto.
Esta noche toca un tipo que hace un show acústico. La música me recuerda al Brian Adams de los 80’s y él se parece a Tyla pero con 20 años menos. No está mal. Los siguientes son una banda multirracial que hacen un estilo intentando acercarse a Tom Waits pero con sonoridades rollo Radiohead. En fin, poner esos referentes resulta casi insultante, ya que son un auténtico coñazo. Así que estos tipos precipitan mi vuelta al hotel y a la postre, mi despedida de L.A., dándome cuenta de que tengo que volver a este lugar. Tal vez oiréis que L.A. no es una ciudad bonita. Incluso escucharéis que “no vale nada”. Es evidente que no es un lugar para pasear. Pero una ciudad con una oferta tan brutal de experiencias, de mitomanía, de arte, de música, de bares, de tiendas, de restaurantes, de deportes, de playas, y todo eso por no hablar de las posibles excursiones al desierto, a las montañas, etc… en fin, que tengo que volver algún día.
Canciones:
La Frontera: “Judas el miserable”
John Lennon: “Working class hero”
ZZTop: “La Grange”
Banda: Pixies
Final de carrera: 1993
Retorno: 2004-2006
Bajas: ninguna
Disco tras retorno: ninguno
Lo Mejor: Dedicarse a hacer shows más o menos puntuales, dando al público lo que desea, el repertorio clásico Pixies, y no dedicarse a grabar discos nuevos.
Lo Peor: ¿Que Black Francis y Kim Deal están muy gordos?… Nada más!
Banda: The Police
Final de carrera: 1984
Retorno: 2007
Bajas: ninguna
Disco tras retorno: ninguno
Lo Mejor: Haber sabido conseguir tanta expectación.
Lo Peor: Lo insultantemente caros que son sus shows.
Cero en Conducta
Ok, que en ciertas tiendas de la cadena Inditex rondaban camisetas con iconografía rockera, de bandas como The Who, Sex Pistols, Iron Maiden o The Clash, no es algo nuevo. Pero hacía tiempo que no las veía, y no me esperaba encontrarme con estas dos camisetas, que supongo estarían rebajadas, porque marcaban el ridículo precio de 3’95 jiurous. Evidentemente, no he podido aguantar el impulso irrefenable de hacerme con ellas. Por cierto, está claro que Guns N’ Roses son ya un clásico, a la altura de los Pistols, Motorhead o Ledd Zepp. Por lo menos para Amancio Ortega.
Habrá quien se rasgue las vestiduras entre el sector rockero más integrista. Qué queréis que os diga… desde que el rock n’ roll es un negocio, y de eso hace 50 años, los que querían ganar dinero a base de ello siempre existieron a su alrededor. Y me importa bien poco su procedencia, las camisetas molan. Hace mucho tiempo, cuando los Guns reinaban, yo tuve una camiseta parecida. La vi en una tienda de discos, pero valía lo que para mí era una fortuna. Acabó mi madre comprándome una baratija serigrafiada, en el mercadillo, que apenas sobrevivió unos lavados. Y al recordar esa camiseta, me acordé también de un clásico de todo rockero de barrio, la camiseta negra con la imitación de etiqueta de Jack Daniel’s. La solía lucir Slash a menudo, aunque no creo que la hubiese comprado en el mercadillo de la Zona Franca.
La segunda invasión inesperada de rock en mi cabeza ha venido esta noche, iba a ponerme un episodio grabado de Los Soprano, serie que me tiene enganchadísimo, cuando al encender la tele me topo con «Cero en Conducta». Para quien no lo sepa, se trata de una película entrañablemente estúpida que Kiss produjo, en la época de su retorno al maquillaje y la grabación de Psycho Circus. La castellanización del título es lisérgica, sobretodo tratándose de una cinta titulada originalmente «Detroit Rock City». La he pillado casi al final, y me he quedado viéndola acabar, y disfrutando con esas tonterías con música de Kiss de fondo, así como también de Nazareth (tremenda versión del «Love Hurts»), Van Halen o Bowie.
La vi en el cine en su época, qué le voy a hacer si soy fan. Y todavía me pregunto qué hacía Edward Furlong haciendo de quinceañero en la peli. Lo cierto es que «Cero en Conducta» encaja a la perfección con la filosofía Kiss. Alguien dijo que si no te han gustado Kiss con menos de 20 años, mejor no te acerques a ellos. Y no le falta parte de razón. Por lo menos, aunque justito, yo llegué a tiempo.
No olviden vitaminarse y mineralizarse!!
Canciones:
Kid Rock: «Feel Like Makin’ Love»
Frank Sinatra: «It was a very good year»
Nazareth: «Love Hurts»