Archive for the 'grunge' Category

16
Sep
13

Counting Crows: Pero quién coño era Mr. Jones?

El tener como referente a los programas de videoclips hacía que me moviera por coordenadas más estéticas que éticas. Un bonito hit perpetrado por unos tipos que lucieran pelo largo, tejanos raídos, perillas y cara de tener una resaca descomunal era, a menudo, suficiente como para captar mi atención. Tuviera o no nada que ver con el grunge, eso ya lo he explicado. Y desde luego que los Counting Crows no tenían nada que ver con el dichoso grunge. Lo suyo era un rock de raíces mucho más clásicas bebiendo del nuevo rock americano de mediados de los 80s y con unas influencias evidentísimas de mis adorados R.E.M.

Era 1993 cuando el vocalista Adam Duritz cantaba un sha-la-la-la-la-la-la que sonaba tan extremadamente retro que parecía moderno, mientras agitaba su melenita a base de unas rastas que, lo reconozco, me encantaron. Era su primer sencillo, “Mr. Jones”. Luego, en su segundo single, luciría una perilla de mosquetero que completaría el look 90s definitivo.

Y aunque lleve dos párrafos sin hablar de música, lo de los Counting Crows era cosa seria. Sus dos primeros discos, el celebérrimo “August and everything after” que contenía “Mr. Jones” y su continuación, el todavía mejor “Recovering The Satellites” los situaría en mi top100 de mejores discos de los 90s que no voy a hacer nunca.

“Mr. Jones” no fue nunca uno de los temas más celebrados en las discotecas a las que acudíamos con dieciséis años. Carecía de guitarrazos y de bajos marcados, no tenía tampoco un estribillo que berrear. Se solía pinchar o bien al principio de la sesión, cuando había poca gente, o bien al final, cuando íbamos desfilando hacia el exterior. Cantando sha-la-la-la-la-la-la.

De vez en cuando, compartía algunos gustos con mi hermana, y ella fue la que compró, en formato cinta de cassette, una copia del “August and everything after”. Así, tuve acceso a las letras de las canciones, algo que obviamente no podías conseguir en aquella época a no ser que tuvieras una copia original del disco y que las letras estuvieran impresas en el libreto. No había, claro, Internet. Por lo menos no como algo de uso habitual. Sí, era como el paleolítico superior.

Hola, soy Van Morrison y estoy cabreado porque otro está cantando sha-la-la... no me he quitado el sombrero desde 1983...

Hola, soy Van Morrison y estoy cabreado porque otro está cantando sha-la-la… no me he quitado el sombrero desde 1983…

Así, tirando de diccionario y con varias escuchas, pude tener acceso a algo que por entonces daba casi por imposible: el significado de las canciones. No es que la letra de “Mr. Jones” escondiera los secretos de la civilización occidental, y sin embargo, ¿quién diablos era el tal señor Jones? ¿Sería el marido cornudo de la famosa Ms. Jones?

Por los versos que canta Duritz, parece ser su amigo follaca, aquél con quien se va de bares para ponerse hasta el ojete y tratar de ligarse con alguna de las muchachas que su camarada atrae. Lo que sería en el reino animal ser una rémora, ese entrañable pez que sigue a un tiburón y se alimenta de esos pedazos de carne que el escualo deja escapar mientras está engullendo a su pieza. Ah, la táctica de ligoteo de la rémora, tan socorrida.

Bob Dylan, Picasso, “black-haired flamenco dancers”… demasiadas referencias culturetas para una canción pop… sha-la-la-la-la-la-la-la-la-la … aunque presuntuosas, a menudo, no tenían malas letras los Counting Crowes. Y sí, hablo de ellos en pasado a pesar de ser plenamente consciente de que siguen en activo. Pero por lo que a mí respecta, es una banda que murió el 31 de diciembre de 1999, justo antes de las doce de la noche, de que bajara la dichosa bolita (glinglinglinglin), sonaran los cuartos, las doce campanadas y surgiera el efecto 2000 barriendo la civilización. No es que los discos posteriores sean malos. Pero ya no eran lo mismo. Tal vez yo ya no era el mismo.

Siempre defenderé con uñas y dientes el “Recovering The Satellites”, por resultar más guitarrero, si bien “August…” tiene esa aureola depresiva acústica tan buena para los días de lluvia, de cigarrillos y café, como decía Otis Redding. Diablos, si suena hasta un acordeón. Un jodido acordeón, ese instrumento de María Jesús y de los gitanos rumanos del metro. Pero en qué momento. Me encanta esa canción donde suena, “Omaha”, dedicado al lugar, con esos versos que dicen: I think you better turn your ticket in / And get your money back at the door. Viajo mucho por trabajo, a muy distintos lugares, y tengo esa exacta sensación demasiado a menudo.

Para mis compis grunchi punki del instituto, eran una banda demasiado blandengue, y suerte que mi hermana (hola!) me apoyaba en el amor profesado hacia los muchachos de Adam Duritz. ¿Recomendables? Por supuesto que sí.

PD: a menudo escribo «black crows» y «counting crowes»… yo soy así…

Canciones:

Led Zeppelin: «I’m gonna crawl»

R.E.M.: «Orange Crush»

Otis Redding: «Cigarrettes & coffee»

10
Abr
13

Jitazos Fugaces. Hoy… Soul Asylum

Englobar “Runaway Train” dentro del concepto de los Jitazos Fugaces seguro que conllevará que algún purista se lleva las manos a la cabeza, aduciendo que Soul Asylum fueron más que una banda de una sola canción. Puede ser, pero la realidad es que para mi gusto, prometieron mucho y jamás pasaron de este tema. Un bluff, vaya. A partir de aquí, que vuelen las hachas. Otros me dirán que, puestos en esa tesitura, englobemos a los Spin Doctors y su “Two Princes” o a Blind Melon y su “No Rain”. No, no, y  mil veces no. Tanto los Spin Doctors como (especialmente) los Blind Melon, tuvieron carreras mucho más interesantes que colar un hit en las listas de éxitos mundiales. Cosa que, para mi gusto, no se puede decir de los Soul Asylum.

Y eso que fama, lo que se dice fama, no le faltó a la banda de Dave Pirner. Autores del Jitazo que nos ocupa, estuvieron en el candelero una temporada. Por poner un ejemplo, el mencionado Pirner participó en la banda sonora de “Backbeat” mezclándose con popes de la escena alternativa noventera como Mike Mills (de R.E.M.), David Grohl, Greg Dulli o Thurston Moore (de Sonic Youth). Así mismo, sonada fue su participación en la fiesta de elección de Bill Clinton, presumiblemente a petición de su hija Chelsea, como también lo hizo Sponge. Soul Asylum, además, contaban con un muy buen padrino, el director Kevin Smith. Y, sobretodo, Pirner fue durante una temporada la pareja de una de las musas del grunge, Winona Ryder, quien cambió a Johnny Depp por David Pirner. En esto, se puede emparentar con el frontman de Spacehog, quien también tuvo su Jitazo Fugaz y quien fue pareja de Liv Tyler. En definitiva, sin embargo, mucho ruido y pocas nueces para una banda que, aunque lo parezca, no tomó su nombre de una canción de The Cult (pues la banda se inició en 1983 mientras que el corte de The Cult pertenece a su disco de 1989).

Si nos ceñimos a “Runaway Train”, sin embargo, nadie puede negar que se trata de un Jitazo Fugaz de los buenos, de los de calidad, nada de esas cancioncitas con encanto kitsch que a menudo trufan esta sección. No, se trata de una gran canción, sin discusión alguna. Su rollo acústico y su estribillo son de manual, pero caballo ganador, sin duda. Lo diré aquí y ahora, por temas como este “Runaway Train” valía la pena escuchar las FMs.

Y a todo esto le podemos sumar la fama mediática de su videoclip, en el que, además de escenas filmadas, a modo de alegato contra los malos tratos en la familia y hacia los hijos, entre otros, incluía imágenes de chavales desaparecidos. Al final del vídeo, se decía algo así como “si ha visto a alguno de estos muchachos, o es uno de ellos, por favor llame al teléfono ****”. Podría decirse que era uno de esos rollos de conciencia y seriedad que tanto abundaron en el rock noventero, en contraposición con ese rock ochentero más hedonista y poco dado a inquietudes sociales. Pese a ello, la idea fue celebrada, y no le puedo negar su mérito, y su buen hacer, llegando incluso a preparar ciertas modificaciones del clip promocional, adjuntando fotografías de chicos desaparecidos en el país o área geográfica de emisión.

Aunque cualitativamente, Soul Asylum estaban un paso por delante de muchos creadores de Jitazos Fugaces de los que han pasado por esta sección, para mi gusto, a pesar de sus 10 discos publicados, del mecenazgo de Kevin Smith o de que en la actualidad el gran Tommy Stinson (ex Replacements y Guns N’ Roses) toque con ellos, sin abandonar a los gunners, me parecen una banda de las de grandes expectativas y poca chicha. Así que siempre nos quedará “Runaway Train”.

25
Feb
13

Hemeroteca: Entrevista a Kurt Cobain. Popular 1. 1994.

Abrimos nueva sección en NDK, tirando de hemeroteca. Me gusta leer revistas y tengo un serio problema con el acúmulo de las mismas, de los últimos años. Serio problema, complejo de Diógenes… qué más da. En fin, la cosa va de colgar algunos artículos, entrevistas o trozos de revistas, preferentemente antiguas, para gozo y disfrute de mis lectores. Obviamente, no tengo derechos de reproducción de las mismas, y si así me lo hacen saber, no dudaré en eliminar esta entrada… no vayamos a hacernos daño. Aunque en realidad, creo que es un poco de publicidad gratuita a las mismas, así como un poco de arqueología revistil. Porque amigos, comenzamos con un clásico, Popular 1, año 1994, creo.

Los amigos de Popular 1 publicaban una entrevista que tenían inédita con Kurt Cobain, lo cual entronca con el hecho de que la semana pasada fuera el cumpleaños del difunto cantante, que hubiera cumplido 46 añazos de no haber jugado con (armas de) fuego. Hasta ahí el chiste fácil, que me permito en mi condición de ex fan. No es que ya no me gusten Nirvana, no. Me siguen gustando, pero en su momento, en mi adolescencia, era muy putifan. Así que vamos con ello.

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Desde luego, Kurt era un tío permanentemente agobiado. No me queda muy claro hasta qué punto era real y dónde comenzaba la pose, la verdad. Porque una cosa sí fue cierta: Kurt se hartó de hacer entrevistas en los dos años y medio que pasaron desde que pronunció esas palabras hasta su grand finale.

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Sin embargo, aquí puedo ver un par de conceptos interesantes. El primero, cuando opina que no le interesa saber “lo que piensan o lo que son de verdad” los grupos que le gustan. Hoy en día, en plena era de la (des)información por Internet, es relativamente fácil conocer muchos, demasiados datos de nuestros músicos favoritos. Podemos conocer lo que opinan de cualquier idiotez, o lo que hacen. Y a menudo, chico, menudas decepciones. A algunos músicos, como a la mayoría de futbolistas buenos, es mejor verles en acción que escuchar lo que dicen. En realidad, no sé si la culpa es siempre de periodista o de músico, pero la mayoría de las entrevistas me parecen aburridos ejercicios de onanismo y de recurrentes atajos hacia el camino conocido y seguro.

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Aquí advierto muchas divagaciones. ¿Letras sí o letras no? Os confesaré que en un principio, las letras no me importan especialmente. Pero si son interesantes, le suma muchos enteros. Confesaré también que como consumidor de música anglosajona, al no ser mi lengua materna, si la letra es una tontada, soy capaz de abstraerme de la misma de un modo más sencillo que si la canción estuviera escrita en castellano o catalán.  En fin, dame letras insustanciales y buena música, y podré ser feliz. Al contrario, no.

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Ay, qué duro es renunciar a la libertad a cambio de unos cuantos miles de dólares. Kurt prefería dar entrevistas a fanzines de corte underground, solo cuando quisiera hacerlo. Y sin embargo, Geffen les obligaba en cierto modo a charlar con los Kerrang y los Rolling Stone de turno. En ese sentido, sin embargo, Pearl Jam fueron más coherentes. Lo que quiero decir es que cuando Pearl Jam decidió desaparecer de los medios masivos, no grabar videoclips para la MTV, o incluso saltarse el circuito habitual de conciertos en su guerra con Ticketmaster, lo hicieron. Y lo hicieron hasta que decidieron dejar de hacerlo. Cito a Pearl Jam como caso típico de banda “grande” que graba en multinacional, pero que realmente impusieron unas normas. Nirvana, o Kurt en particular, renegaban de estas cosas, pero a su vez, hacían sesiones fotográficas, daban entrevistas, grababan videoclips con Anton Corbijn…

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Personalmente, ese “Endless Nameless” que aparecía al final del disco creo que era una solemne idiotez, y debo decir que esa moda tan de los 90s de incluir al final del CD una pista oculta, en general poco más que ruidos y esbozos de riffs, o una cancioncita insulsa en el mejor de los casos, era francamente irritante.

Respecto a Bleach versus Nevermind, estoy de acuerdo con lo que dice. Si quitas la producción y la manera de grabar tan distinta de uno a otro, no hay tanta diferencia estilística. Nirvana siempre disfrutaron de los temas con más melodía, aunque la versión “oficial” es que pasaron de un punk más guarro (en Bleach) a un punk más pop con una sonoridad de hard rock (Nevermind). Pero escuchen, escuchen ambos discos seguidos. Yo, si no les importa, escucharé sólo Bleach, porque todavía no puedo volver a escuchar Nevermind. Me sobreexpuse demasiado a ese LP en mi adolescencia.

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“Somos un grupo independiente que ha firmado con una multinacional, es una especie de traición”… aquí demostró Kurt Cobain tener mucha razón, y da pistas de la eterna disyuntiva de la música de los 90s en adelante. Pero no se puede decir que tenía mucha clarividencia, cuando varios de sus coetáneos, amigos y admirados, como Soundgarden, ya lo hicieron antes, y después… bueno, después, la música independiente se fagocitó, hasta la caída de las discográficas y la vuelta al Do It Yourself que el asunto de las descargas ilegales de música provocó.

Sin embargo, cuando dice que el rock ya no molesta a nadie, que se ha convertido en un producto de consumo, parte de razón tiene, y desde luego en los 90s, así fue. Hoy en día, el rock ya no es un producto de consumo, más allá de los clásicos de los 70s y 60s, que son considerados eso, clásicos, como lo puede ser Miles Davis o Maurice Ravel. En los 90s lo fue, y qué puedo decir… afortunadamente. Eso hizo que la chavalería de este estado semi-africano como es España pudiera acceder de una manera relativamente fácil a grupos como Screaming Trees. Por eso, me pregunto si realmente es malo que el rock se haya hecho un producto de consumo.

¿Qué os parece esta entrevista?

Canciones:

My Morning Jacket: «Evil Urges»

Foxy Shazam: «Welcome To The Church Of Rock And Roll»

Big Star: «Thirteen»

20
Ene
13

Cosmética masculina (featuring Norma Jean Magazine)

A continuación, un texto que me publicaron en Norma Jean Magazine hace unos días:

No hace mucho se hacía en esta página una defensa del maquillaje. El artículo generó expectación, y en uno de los comentarios se hacía mención al tema de la cosmética masculina. Sí, amigas y amigos, la cosmética masculina sigue siendo algo poco utilizado y a veces, mal visto, tanto que no es de extrañar que, aún hoy en día, todavía aparezca el temido calificativo: ¡maricón!

Antes de empezar, dejemos claro que una cosa es estar en un escenario, o ante una cámara, y otra diferente es hacer lo que llamaríamos “vida normal”, que dicho así, suena de un gris y de un triste que echa para atrás. Sea como fuere, parece bastante obvio que el look de Brett Michaels en los 80s no se contempla en este texto. Por bien que luciera en la carpeta del LP de debut de Poison. Para mí, que pasé la adolescencia en esos benditos 90s en los que se renegaba de la artificiosidad de la década anterior, ya sabéis, maquillajes extremos, peinados construidos a base de laca, y toda esa parafernalia, los tratamientos estéticos masculinos eran, sencillamente, impensables. ¡Éramos grunges, por dios! El chico grunge no se afeitaba, se peinaba más bien poco y no se cortaba mucho el pelo. Y las chicas, nos gustaban naturales, sin maquillar. Por supuesto, vivíamos engañados, ellas SÍ se maquillaban, sólo que de un modo discreto (que no significa mejor), como bien pudimos leer en el anterior artículo sobre maquillaje.

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12
Dic
12

La Banda – 1995

Esto sería en la primavera de 1995. Yo tenía entonces 15 años y en plena adolescencia, tenía el grunge subido. Hacía, ya sabéis, justo un año de la muerte de Kurt Cobain, y la tele se llenaba de reportajes al respecto. Como popularidad de movimiento en España, el grunge estaba en su apogeo. Y llegados a este punto, por favor, no me vengáis con purismos de terminología. Llamadlo grunge, llamadlo rock alternativo, llamadlo escena noventera… qué más da…

Tenía, entonces, que ya no, un amigo. Nada grave, simples separaciones de caminos adonde nos conduce la vida. En fin, otro quinceañero con pretensiones grunges, como yo. El muchacho no vivía en mi barrio, de modo que como punto de encuentro común, solíamos quedar en la Plaça de Catalunya, para callejear por el gótico y matar la tarde donde podíamos ir a mirar discos o sentarnos en el Burguer King de Canaletes donde podíamos pasar horas tan solo gastando el precio de una bebida. Me gustaba mezclarme con toda esa multitud diversa y moderna que poblaba la zona céntrica, la calle Tallers o la Rambla de les Flors, por alguna razón, lo veía como algo distinto de la que consideraba la cutrez de mi barrio. Así lo veía en aquella época. Todavía no teníamos edad de salir de fiesta o ir a bares. A los chicos de menos de 16 no les dejaban entrar, no así a las chicas, que siempre lo tuvieron más fácil.

Durante esa temporada una de las diversiones era ir a ver tocar a una banda que se plantaba en una de las esquinas de la Plaça de Catalunya, la que está más cerca de Portal de l’Àngel. Se trataba de un trío, cantante/guitarrista, bajo, batería, que tocaban versiones de temas de los 90’s. De actualidad, por entonces… era, repito, 1995.

Recuerdo particularmente al cantante, media melena rubia, pelo rizado con aspecto de hacer demasiado tiempo que no conocía peluquería o siquiera acondicionador de pelo. Era el arquetipo de líder de banda de rock alternativo. Solía vestir jerseys raidos, viejas camisetas, tejanos desastrados, botas militares, e incluso le llegué a ver tocando llevando un vestido de mujer, tal y como había visto en alguna foto a Kurt Cobain. El bajista y el batería se han desvanecido de mi memoria.

Si tocaban bien o mal, no lo recuerdo. Sí sé que encontrarme con uno de sus conciertos callejeros era un bonito aliciente, y éramos, o al menos así lo recuerdo ahora, un grupo grande de chavalería  que nos agolpábamos alrededor de nuestro grunchi power trío callejero. Tocaban canciones como “Longview” de unos por entonces fresquísimos Green Day, “Loosing My Religion” de R.E.M. o por supuesto, varios temas del repertorio de Nirvana, que eran ciertamente celebrados por el público. Probablemente hoy reconocería más canciones de las que tocaban, pero claro, entonces apenas estaba comenzando a descubrir toda esa música. Mi amigo y yo pertenecíamos al sector más joven de los allí presentes, y yo me sentía como perteneciendo a algo, viendo a aquél grupete tocando y rodeado de tipos con camisetas de Pearl Jam, melenas, perillas y toda la parafernalia noventera.

Estuvieron tocando de una forma más o menos frecuente durante una temporada, y luego, desparecieron. Puedo entender que a las autoridades no les hacía especial gracia estos conciertos callejeros improvisados. O tal vez, simplemente, se cansaron de tocar juntos. El caso es que la semana pasada se celebraba el 20 aniversario de la mítica Sala Garatge, y por asociación, me ha recordado.

Finalmente quisiera hacer un llamamiento a mis lectores que vivieran en Barcelona en aquella época y los recordaran. O tal vez los conocieran… O tal vez, fueran ellos…  Cualquier testimonio será bienvenido. En realidad, cualquier comentario será bienvenido.

Canciones:

Joan Jett: “Crimson and Clover”

The Afghan Whigs: “Crime Scene pt I”

Tears For Fears: “Woman in Chains”

 

11
Jun
12

The Afghan Whigs y las pataletas

Los Afghan Whigs pertenecen a esa clase de bandas que situaba en mi Olimpo particular, especialmente porque llevaban doce años en barbecho y estaba convencido de que nunca iba a verles sobre las tablas. Es de esos grupos que uno consideraba que pertenecían al pasado, y éste no iba a volver. En los últimos años me he llevado, sin embargo, muchas sorpresas sobre este particular. Si me lo hubieran preguntado hace tres lustros, jamás hubiera creído que presenciaría conciertos de Kiss con maquillaje, de Iggy & The Stooges, de Redd Kross, de The Police o de los que nos ocupan, The Afghan Whigs.

Conocí a los Afghan Whigs en mi época más fanática de Popular 1, cuando lo que leía en esa revista resultaba ser poco menos que las Sagradas Escrituras. Eran una banda, además, de la que casi sólo se hablaba en esas páginas. Eran un grupo fetiche para la publicación. Por aquél entonces sacaron su último disco al mercado, y lo recuerdo como si fuera ayer, volver de la tienda aquella tarde con dos CD’s en la bolsita, “1965” de los Whigs y “100% Colombian” de los Fun Lovin’ Criminals.

Pero los Afghan Whigs eran diferentes. Los Criminals habían tenido un hit clarísimo que había pegado fuerte en las listas, y tenían su popularidad, que aumentaría con ese portento de disco que es “100% Colombian”. Los Afghan Whigs eran una suerte de desconocidos, por lo menos a nivel popular, por lo menos en la Celtiberia. Durante un tiempo se anunció una fecha de concierto, sería por mayo de 1999, en la desaparecida Sala Garatge. Sí, os juro que recuerdo haber visto eso, en aquellos folletos con listas de conciertos que se repartían en algunas tiendas de discos. Por supuesto, esa actuación nunca se llevaría a cabo, y muy poco después, Afghan Whigs confirmarían su separación.


El concierto de Barcelona entero

Y aunque ya tenía “Black Love”, muy pronto “1965” se convirtió en mi disco favorito de los Whigs. Tenía guitarras, tenía soul, tenía momentos festivos, tenía esa intensidad que si uno no se mete a fondo en la canción, puede parecer casi impostada y algo ridícula. Más tarde escuché “Gentlemen”, pero siempre estuvo en un estrato, para mi gusto, inferior a “1966” y a “Black Love”.

Y bien, tantos años más tarde, sin, desde luego, esperármelo, resulta que Greg Dulli reúne a la banda y por si fuera poco, anuncian fecha en el marco del Primavera Sound. Evidentemente no iba a dejar escapar esa ocasión, si bien lo he reiterado varias veces: no me gustan los festivales. Pero es lo que hay, cosas del rock n’ roll de hoy en día.

Y ya lo sabía, que iban a tocar una hora justa. Aún así, cuando Dulli dio por finalizado el show, escenifiqué lo que se conoce por “quedarse con cara de tonto”. Por supuesto que había disfrutado de muchos momentos del concierto. La banda estaba muy sólida, y Greg Dulli ejercía con maestría de estrella de la función. ¿Qué falló? ¿El repertorio? En parte sí, a verdaderas joyas se le sumaban temas que yo considero claramente prescindibles. Y luego mi ansiedad… esto se acaba y no han tocado aún “Faded”… ni “John The Baptist”… ni “Something Hot”…

Y cuando acabó, tras mi momento de quedarme estupefacto, la siguiente reacción fue de cabreo. No era culpa de los Afghan Whigs. Tampoco era culpa del festival, en ningún caso dejaron de cumplir lo establecido, un hora y listos. ¿El repertorio? Cada uno elegiría el suyo. Fue una actitud algo infantil, de un niño que se enfada porque las cosas no son como él quiere que sean. Pero fue así.

Al día siguiente, por la tarde, me puse a recordar el concierto. Y revisé las imágenes que están colgadas en Youtube (si buscáis, podéis ver el concierto entero en calidad profesional). Y bueno, me alegré de haber estado allí. Me reconcilié con Greg Dulli y los suyos. ¿Podía haber sido mejor, más emotivo, más bonito? Yo creo firmemente que sí. Pero que me quiten lo bailao.

PD: Después me pasé a ver a Mudhoney un rato, y sorprendentemente, pues se trata de un grupo que apenas conozco, me dieron muy buenas sensaciones. Me recordó lo mucho que me gustaba el llamado “rock alternativo” de los 90’s. Y no me vengáis con eso de las “etiquetas” y blablablá… de algún modo hay que llamarlo. Me encantó vivir el momentazo “Touch Me, I’m Sick”

Canciones:

The Rentals: «Friends Of P»
The Black Crowes: «Welcome to the good times»
Jack White: «Sixteen Saltines»
09
May
12

London Calling

Esto de los juicios de valor hechos desde el desconocimiento, es lo que tiene… Cuando empecé a escuchar rock n’ roll oí hablar de una banda llamada The Clash. Se hablaba de ellos como uno de los grupos seminales del punk británico. Se suponía que tenía que ser la hostia. Duro y directo como un puñetazo. Como un escupitajo en la cara. Se hablaba, principalmente, del disco “London Calling”, que tenía esa portada con ese destrozo de guitarra. Bueno, para un ignorante en cosas del punk, si algo tenía que significar el concepto “punk”, tenía que ser, forzosamente, aquello. Y cuando escuché por vez primera el disco… bueno, digamos que me sorprendió. Aquello no sonaba tan duro ni tan rápido ni tan directo como yo tenía en mente. Supongo que son cosas de haber escuchado música de los 90’s (pongamos nombres desde Guns n’ Roses hasta el mundo grunchi)… ¿y aquello era punk? Quiero decir, no es que no me gustara, no era eso. Pero no era un puñetazo ni un escupitajo ni una botella rota contra la pared… aquello era una amalgama de rock n’ roll, cositas de pop y algo de ritmos caribeños. De algún modo, me pareció “blando”. Supongo que “London Calling” puede descolocar fácilmente, desde luego, no es «Nevermind The Bollocks”… he oído decir sandeces como que “London Calling” y The Clash eran más punk por la actitud que por su música en sí. Como si eso tuviera la menor importancia.

En cualquiera de los casos, significara lo que significara, “London Calling” resulta ser un disco de los que requieren de atención y escuchas, pero que a su vez, proporcionan momentos y matices que a veces pasan inadvertidos de entrada.


Por alguna razón que no acierto a comprender, me he levantado con “London Calling”, en esta ocasión me refiero a la canción, en la cabeza. Y automáticamente me ha llevado a un momento y a un lugar. Sala Màgic, en Barcelona. Años ha. Hora: las perritantas de la madrugada. Cerca de la hora de cierre. Íbamos 3 individuos, en un estado etílico deplorable. Uno del trío llevaba un estado etílico aún más deplorable que los demás. En un momento, los otros dos me abandonan, uno iba a acompañar al tercero al lavabo, a ver si se espabilaba. La nebulosa puebla mi mente. De modo inesperado, tengo una de esas experiencias místicas, como si me desdoblara, y una parte de mí sale del cuerpo, hacia el exterior, y me veo a mí mismo, desde fuera, subido en el (mini) escenario de Màgic, solo, cantando y bailando “London Calling” como si me fuera la vida en ello, como si tuviera que ser el elegido para sustituir al malogrado Joe Strummer. Nunca una canción me pareció tan cojonuda.

Canciones:

The Clash: “London Calling”
Counting Crows: “Rain King”
Little Caesar: “Every Picture Tells A Story / Happy”
17
Ene
12

31 Songs – Kar: Bizarre Love Triangle (2)

Al principio me tomé este asunto de mi atracción por la canción “Bizarre Love Triangle” como una especie de guilty pleasure. Entonces estaba en ese momento de obertura de mente, de descubrimiento de bandas y discos. Un buen día, pasabas por una tienda y comprabas tu primer disco de Neil Young o un colega te prestaba el debut de Blind Melon y se abría un mundo nuevo. A veces, y digo sólo a veces, tengo la sensación de que nada me sorprenderá tanto como la primera vez que escuché un disco de David Bowie o el arranque del “Led Zeppelin I” o incluso el “Forever Blue” de Chris Isaak. Todo eso son pamplinas, claro. Pero la capacidad de sorpresa, un poquito, sí que la he perdido. No hay muchos Frank Sinatra, ni muchos Kiss, ni muchos Temple Of The Dog. Y sí, en su momento, descubro el debut de Wolfmother o de los Strokes y me dejan noqueado, pero sabes que no son unos nuevos Doors o unos nuevos R.E.M. Y aunque parece que me estaba yendo por las ramas, en realidad no. En realidad, en esa época había pasado de escuchar el rock alternativo de mi adolescencia a empaparme de clásicos para pasar luego a seguir a toda aquella banda que fuera glosada en Popular 1. De ahí la rareza de lo de “Bizarre Love Triangle”.
New Order no eran una banda de rock. Ni siquiera una banda de pop como las que yo estaba acostumbrado a disfrutar. Aquello podía calificarse como una suerte de techno-pop. Uuuufff… la fatídica etiqueta… techno-pop… Y me rompió los esquemas el quedarme prendado con una canción como “Bizarre Love Triangle”. También estaba “Blue Monday”, pero aquella era más electrónica al uso. Al uso de 1987, claro, pero al uso. Y desde luego, en el Popu seguramente la habrían puesto a caldo. Al “Bizarre Love Triangle”,a New Order y todo lo que ello significó. Yo descubrí, sin embargo, que había algo más allá del rock. Pero sobretodo, había algo más allá de los dictados de Popular 1, revista que a día de hoy sigo comprando religiosamente, sí, pero con mi propio criterio, no con el de César Martín.
No me las voy a dar ahora de gran fan de New Order, grupo al que ventilo con un buen recopilatorio (por ejemplo, “Substance 1987”) y que aunque pueda disfrutar mucho, no me provoca la necesidad de tener que indagar más en su carrera o en sus LP’s. Y sin embargo, “Bizarre Love Triangle” me parece una canción redonda, en donde nada falta ni sobra, comenzando por la letra y acabando por su ritmo sintetizado.
Aquella fue una buena época… sabéis cuando se dice que la universidad es la época más divertida, la del desmadre, la de las fiestas, y todas esas bobadas? Pues bien, para mí, no fue así. Mi etapa universitaria fue un pedazo de mierda aburrida, llena de exámenes parciales, finales, prácticas, y para colmo, tener que trabajar en los típicos trabajos de estudiante. Con lo cuál, el acabar la universidad y comenzar a trabajar… bueno, aquello sí que supuso una pequeña liberación. De repente, tenía mis horas de trabajo, claro, pero nada de estudiar ni de hacer informes en casa. Y luego está el desagradable asunto pecuniario, que, quieras que no, tiene su importancia. Así que esa fue una etapa divertida. Todo un sueldo mensual para gastar en discos. Fines de semana completamente libres. Descubrimiento de los jueves por la noche. Alcohol. Rock n’ roll. Y por qué no, acabemos la noche en cualquier discoteca, que a partir de ciertas horas intempestivas acaban pinchando “oldies” y tanto New Order como Depeche Mode o incluso Soft Cell o INXS acabarán cayendo.
No quisiera acabar sin mencionar la versión que Jewel hizo de “Bizarre Love Triangle”. No está nada mal la vuelta de tuerca que le dio a la canción, lo cuál, es lo mínimo que se le debería pedir a una versión. El problema fue que acabó tratándose de un corte que se usó como jingle en anuncios y en cortinillas de televisión, y por supuesto, se quemó. Afortunadamente, no fue así con el original de New Order.
07
Nov
08

Jitazos Fugaces. Hoy … Stiltskin

Venga, esta es de las difíciles. Estoy seguro que la mayoría de los que leeis estas líneas no sabéis a qué canción me refiero. Como ya ha ocurrido en alguna entrega de esta, vuestra saga favorita de NDK, la cosa va de la ecuación canción + spot de TV + años 90’s. De modo que acabaremos con la incógnita de este nombre (Sti…qué???) y veamos a qué mítico spot me refiero:
25
Sep
08

Dormir amb Winona Ryder

Escuché o leí algo al respecto hace algún tiempo. Una reseña en un programa gafapastil, o tal vez en un suplemento de viernes de un diario. Qué sé yo. El caso es que el título me llamaba la atención, y el otro día me di de bruces con él en la biblioteca. Parecía estar situado para que me lo llevara.
«Dormir amb Winona Ryder» (Dormir con Winona Ryder, en castellano) es la primera novela de un tal Edgar Cantero. No sé nada de este tipo, de manera que leo en la contraportada lo siguiente:«Edgar Cantero (Barcelona, 1981) dibuja comics y escribe cuentos, novelas y guiones. Dormir amb Winona Ryder es el primer libro que publica»

Mi condición de ser mezquino y envidioso (pero de la envidia rancia, nada de esa patraña de envidia sana) me hace plantearme cómo un fulano que tiene dos años menos que yo, ha publicado ya un libro, con un cierto éxito. En esa especie de triste carrera por los éxitos literarios, el tal Cantero ya me saca varias cabezas. Es esa triste competición en lo que convierte por momentos mi vida, cuando me doy cuenta de que me acerco peligrosamente a la treintena y me topo con escritores, músicos, actores, por no hablar de los dichosos futbolistas, que llegan arriba mucho antes que yo. Mejor dicho, que llegan arriba. Así, a secas.

Prefiero dejarlo en este punto, para no ponerme de mala leche, y retomar el hilo del libro en cuestión. El título, no lo negaremos, es sugerente. O por lo menos lo es para todos aquellos que vivimos adolescencia en los 90’s, época del reinado de la musa grunchi, Winona Ryder. Pero no, no os creáis que la cosa va de libro generacional post-grunge. No, en un ejercicio de supuesta influencia autobiográfica, el protagonista (¿Cantero?) desmitifica la devoción de una imagen de la actriz que, reconozcámoslo, queda muy lejos. Su devoción es otra. Y el protagonista, joven recién titulado en Humanidades con ínfulas de juntaletras (¿Cantero?) se lanza en una aparentemente estúpida búsqueda de la Ryder, influenciado por sus fantasías oníricas y por una novela de Borges, que solía citar pero que jamás escribió, El Acercamiento a Almotásim.

El resultado acaba siendo una buena mezcla de road movie, novela de búsqueda personal y referencias a la cultura pop más contemporánea. Quizás demasiado cercana, quizás demasiado pendiente de la identificación con los personajes y las situaciones, ese es su peor defecto y también su mayor virtud.

Lo ves, Lainie? Esto es todo lo que necesitamos. Un par de cigarrillos, una taza de café y un poco de conversación. Tú, yo y cinco dólares. (Troy a Lelaina en Reality Bites, 1994)

Y finalmente, no puedo evitar hablar de Winona, la musa de la Generación X, mítica novia de otro icono de la época, Johnny Depp, estrella caída por obra y gracia de las cámaras de seguridad de una tienda de ropa. Un repaso a su filmografía da lugar a ver títulos muy diferentes, y a poder considerarla una actriz que, con pelis de mayor o menor interés (por no decir mierdacas), no se ha plegado jamás al éxito fácil de Hollywood. Y eso sin ser un arquetipo de belleza, de esas que quedan bien en las pantallas. Sí, no era un bellezón, pero diantre, ninguna lució tan bien en ese look desaliñado y de supuesto desencanto propio de la década pasada.

Canciones:

Arrogance: «Southside Girl»
R.E.M.: «Let Me In»
Screaming Trees: «Sworn & Broken»




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