Me asomo a este páramo yermo en el que se ha convertido mi blog. Sí, es cierto lo que se dice, que de vez en cuando, y si uno presta atención, puede escuchar aquí el ulular del viento de las grandes planicies y se ven deambular las plantas rodadoras del oeste. Como amo y señor feudal de este ciber-tinglado, poco tengo que alegar en mi defensa acerca de la progresiva desertización del mismo. Culpable, señoría. Sí, yo ordené el código rojo.
Mi conducta errática me llevó a desaparecer del mapa durante bastante tiempo, un año y un mes, para vosotros, esclavos de los ideales del papa Gregorio XIII y su maldito calendario. Y es esa misma conducta tarambana la que me lleva a volver. Al menos de momento. Al menos hoy.
Ignoro, en realidad, qué me lleva de nuevo frente al teclado. Esta memoria escrita, aunque tiene más de impostura que de verdad, resulta ser no tan feliz como rezan los programas de María Teresa Campos. Releyendo algunos de los primeros textos me he encontrado conmigo cuando tenía veintitantos. Aún con esa edad, soñaba cómo iba a ser mi vida, y ahora, al leerme, once años más tarde, me doy cuenta de que no ha sido así. No he vendido 200.000 discos, tampoco he cerrado el festival de Reading, no soy un escritor de best sellers, y ni tan siquiera he logrado acabar mi tan cacareada gran novela, soy más viejo, me emocionan poco los proyectos colectivos, hay gente que estuvo ahí y ahora ya no está. Lo normal, claro, pero visto así, resulta abrupto. La realidad vuelve a defecar en mis sueños, como es su costumbre.

Estado mental (by @carloskarmolina)
No puedo dejar de confesarme hijo de las teleseries americanas, de distintos pelajes, que forman parte de mi educación cultural (pop). De modo que quisiera, a modo de homenaje, y para disimular mi condición más bien perezosa, me dedicaré a hacer un episodio de refritos, como esos que de tanto en tanto nos calzaban en Los Simpson, trufando el capítulo de los mejores momentos de la temporada. Solo que en lugar de destacar los mejores momentos de NDK, me voy a dedicar los momentos vergonzosos de NDK. Algunos, de los muchos. Los que recuerdo.
Por esta página ha habido de todo, y que levante la mano si nadie se arrepiente de cosas que dijo durante los últimos once años. Con la diferencia de que yo no las dije, las escribí y las dejé aquí para la posteridad. Con dos cojones.
En el año 2007 me las daba de enterado, como ahora, pero diez años más jóvenes, y había convertido este blog en una suerte de fanzine musical. Durante una serie de entradas me dio por redactar un dossier acerca de los retornos de bandas de rock, y al hablar de Blondie, se me ocurrió decir algo así:
Disco: No Exit (1999), The Curse Of Blondie (2004)
Lo Mejor: Poquita cosa, la verdad.
Lo Peor: Lo viejuna que está Debbie Harry. Un tema como “Maria”: odioso.
Es decir, mi yo de 27 años tenía los huevazos de criticar a una mujer tan divina como Debbie Harry porque había envejecido y porque con los 62 años que tenía entonces ya no era el bellezón que fue en la época grande de su grupo Blondie. Sólo soy capaz de alegar en mi defensa mi edad, y mi estupidez, y una serie de argumentos patéticos más. Sigo pensando, no obstante, que “Maria” de Blondie, es un horror de canción. Por lo demás, pueden leer más sobre este (y otros) sinsentidos aquí.
Y es que uno se viene arriba en estas páginas y es capaz de soltar comentarios poco respetuosos y menos graciosos todavía como el siguiente, por no hablar de un cierto tufillo homofóbico:
¿En qué estaba pensando? Es cierto que ese vídeo da vergüenza ajena y sin embargo esa clase de chiste de mariquitas de película de Mariano Ozores está de más, y dirigiéndome nada menos que a un David Bowie que tenía en su roña ombliguera más glamour y carisma del que jamás tendré yo. Si quieren saber a qué venía ese ataque gratuito, sólo tienen que hacer click aquí.
No sólo me contentaba con hacer mofa de una señora estupenda por hacerse vieja y con hacer chascarrillos baratos, sino que también hacía gala de mi ignorancia, como en este texto, hablando de Nile Rodgers:
Bueno, me parece que no se pueden soltar más tópicos en cuatro líneas. Y encima tiene los huevos de comentar que lo hizo porque su amigo y productor, el tal Nile Rodgers, se quería repasar a Martha.
Efectivamente, aquí despacho la figura de un tótem de la música como Nile Rodgers con este desdén, olvidando la carrera de Chic, la producción de discos épicos como el “Let’s Dance” de Bowie (sí, él otra vez) o su reciente pero también interesante colaboración con Daft Punk. Sencillamente, no tenía ni puñetera idea de quién era Rodgers.
¿Quieren saber qué amigo de Nile Rodgers protagonizaba esas líneas, o quién era la tal Martha? Pues lo tienen fácil, pinchando en este enlace.
Y aunque pudiera parecer que todo esto son pecadillos de juventud, textos de un fulano que no ha cambiado aún el prefijo del 2 al 3 y que he madurado con dignidad, yo no estaría tan seguro. En dos entradas consecutivas me contradecía con esta memez:
3.- Las barbas bíblicas: Ésta sí que es dura… chicos jovenzuelos, en la flor de su vida, dejándose barbas dignas de un patriarca semita. Cuando yo era un zagal y miraba fotos de mi familia, pensaba que quién podía ser tan cutre como para ir por la vida con barba. Para mí, cosas de crecer en los 80s, la barba era un reducto de profesores cabrones o de hippies y progres trasnochados que no habían pasado páginas del calendario desde el 31 de diciembre de 1979. Quién me iba a decir que de repente, esas barbas de mi profesor de quinto de EGB iban a ser lo más.
Y
2.- Las barbas: De acuerdo. Ayer rajaba de las barbas. Pero no olvidemos una cosa, añadía un adjetivo: bíblicas. Si algo nos han traído los años que llevamos de década es que ya no hace falta afeitarse. Reconozco que yo también he sucumbido. Eso sí, hombres de dios, el cuello, siempre rasurado, no me sean cerdos. Y si tienen una mejilla muy poblada, pues también. Por lo demás, una barba de cuatro, cinco o seis días, suele quedar bien y además, te ahorran del engorro del afeitado diario. Pero ojo, que al séptimo día la cosa comienza a ser más propia de miembro de Al Qaeda (hola Obama! Hola, CIA!). Y eso, pues no.
Os cuento todo esto mientras meso mis barbas y orgulloso de mi vello facial, a veces más hirsuto que digno, no lo negaré, pienso que el refranero castellano es un hijoputa de cuidado y aquello de “por la boca muere el pez” es una verdad que sólo mi condición de humano, aunque a veces un merluzo de cuidado, me libra de los anzuelos que una y otra vez me empeño en morder. Lean, lean, por aquí y también por aquí.
Después de haber vomitado estas deshonrosas Notas De Kar me siento en paz conmigo mismo, como una suerte de mindfulness de baratijo para ahorrarme las sesiones de psicoanalista. Como el T-800, he vuelto. Como Siddharta, estoy limpio. Preparado para la acción.
Canciones:
Althea & Donna: “Uptown Top Ranking”
Spiritualized: “Ladies and gentlemen we’re floating in space…”
Los Antideslizantes: “Aromas Ilicitanos”