Archive for the 'Héroes del Silencio' Category

02
Feb
12

Bunbury

Hablaba el otro día del concierto de Bunbury en Barcelona… no soy el mayor fan del mundo que tiene el maño, y sin embargo, le respeto y me parece una de las pocas estrellas que tiene el rock n’ roll español. Porque puede que gran parte de su propuesta no me guste. Pero el tío tiene sentido del espectáculo, tablas, talento, aunque a veces lo malgaste en tonterías, personalidad y los huevos más grandes que el caballo de Espartero. Porque sí, porque en un mundo de poses y de gente que se vende por un plato de lentejas, una figura como la de Bunbury, que se permite el hacer lo que le venga en gana, aunque a parte de su público no le guste, me parece de admirar.
Nunca seguí con pasión la carrera de Héroes Del Silencio, de hecho, jamás me interesaron hasta el que creo que es su mejor disco, “Avalancha”. Me metí en su música cuando ya se habían separado. Esta es una anotación, aún hoy, 15 años más tarde, necesaria, todavía: Bunbury sigue arrastrando una gran masa de fans de su antiguo grupo. Luego publicó un disco que me pareció aburridísimo, su debut, “Radical Sonora”, que aunque supuso una valiente ruptura con la música con la que hasta entonces se le relacionaba, no dejaba de meterse en un terreno “de moda”. Fue con su siguiente disco, “Pequeño”, con el que comencé a seguirle la pista. “Pequeño” me parece un buen disco, con algunos temas fantásticos, y bastante equilibrado, en general. Ese año, el ayuntamiento de Barcelona le contrató para las Festes de la Mercè, y siendo un concierto gratuito, me acerqué, por curiosear, más que nada. Y suerte que lo hice! Para mi sorpresa, me topé con un concierto estupendo, una buena banda, un cantante que sabía cómo estar en un escenario y cómo llevar un show adelante, y, en definitiva, me convenció.
Una vez se pintó las uñas, hace 15 años, y así se quedó (alguien tendría que comentarle la existencia de la acetona para quitarse el esmalte)

Y la publicación de “Flamingos”, con ese acercamiento de nuevo al rock que supuso, acabó por convencerme de que se trataba de alguien a tener en cuenta. En “Flamingos” dejaba de lado tonterías como la electrónica, la copla, la canción mediterránea y todas esas imposturas para centrarse en un disco de rock, lejos de Héroes Del Silencio, pero cerca de Nick Cave o de Bowie… que me aspen si “Lady Jane” no tiene una base igualita que el “Space Oddity” del Camaleón.

Luego fueron cayendo otros discos, “El Viaje A Ninguna Parte”, “Hellville De Luxe”, “Las Consecuencias”… en mi opinión, todos sus discos son interesantes, aunque no ha publicado todavía su GRAN disco. Todos sus trabajos son irregulares, pero todos tienen buenos momentos. No he escuchado “Licenciado Cantinas” (2011), me aburre la vertiente más sudamericana de Bunbury, aunque probablemente no sea tan terrible como parece a priori (¿un disco de versiones del cancionero latinoamericano? No, gracias).
Pero insisto que lo que admiro de Bunbury, además de gustarme parte de su música, es el hecho de llevar ese personaje con todas las consecuencias. Sí, me gusta ese Bunbury medio rockero, medio glammy, medio crooner, medio cantante melódico latino. Me gusta que lleve las uñas pintadas y se ponga trajes con llamas bordadas o camisas con chorreras. Me gusta que en el escenario se mueva y actúe como si fuera el Bowie más amanerado o el Elvis más pasado de rosca, o una versión cañí de Tom Waits. Para ver a tipos que están en un escenario como si estuvieran en la cola del supermercado, me bajo al supermercado. No basta con componer canciones, también hay que cantarlas, y llevarlas a un escenario. Y ahí, Bunbury puede dar unas cuantas lecciones.
Va por ustedes…

Y también hay que reconocerle el mérito de deshacer los Héroes Del Silencio cuando estaban en su momento más álgido, y negarse durante años a reunión alguna, y a tocar ninguna de sus canciones desde hace más de diez años (al principio tocaba en alguna ocasión “La Chispa Adecuada”, por ejemplo). Cualquier otro hubiera sucumbido a la llamada del dinero y el baño de fama que una reunión de los Héroes suponía, sin haber aguantado tres lustros. Y cuando por fin accede, hace una mini-gira, tan sólo 10 noches, sin canciones nuevas ni esas actitudes que suelen estropear las reuniones de bandas. Lo fácil hubiera sido hacer una macro-gira de 30 conciertos, y sacar un recopilatorio con 4 canciones (decepcionantes) nuevas.

Y el concierto de la otra noche, en Barcelona, bueno, me aburrió por momentos, porque creo que el repertorio no estuvo bien escogido, por basarse en su mayoría en ese “Licenciado Cantinas” poco rockero y poco dado a excesos de escenario. Aunque no diré que no lo avisó, desde el primer momento, Bunbury dijo que esos conciertos los basaría en su último trabajo. Podría decir, no obstante, que el show se salvó gracias a la fantástica banda que lleva, rock n’ roll en toda su esencia, y a su actitud. Que de estar sobre las tablas, el tipo, sabe.
Canciones:
Black Sabbath: “War Pigs”
Jimi Hendrix: “Power Of Soul”
Fun Lovin’ Criminals: “Sleepyhead”
08
May
08

Hamburgo

El otro día estaba viendo el primer capítulo de la serie de documentales The Beatles Anthology, una verdadera delicia para cualquier fan, y me trajo a la cabeza recuerdos. Recuerdos debido a la narración de la etapa en que los Beatles, antes de ser ese monstruo mediático pop en que se convirtieron con la salida del single «Please, please me», pasaron tocando en los tugurios de Hamburgo. Y recordé esa ciudad. Diablos, una gran ciudad!!
Hamburgo probablemente carezca de la fama y el prestigio de otras grandes ciudades europeas en general y alemanas en particular. No tiene esa aureola cool de Berlín, ni cuenta con la fama de Munich y su Oktoberfest. Ni falta que le hace. Hamburgo es una ciudad muy peculiar, de contraste entre una mentalidad cerril y cuadriculada más típicamente alemana combinada con un golferío y una fiesta como probablemente no haya en el resto del país. Y es que Hamburgo es el puerto más importante del país. Y eso, quieras que no, marca.

The Beatles en Hamburgo… gran imagen para un grupo… unos rockers!!

Aunque no limita con el mar, está a orillas del Elba en su desembocadura, que es totalmente navegable por todo tipo de barcos grandes. Claro, donde hay un gran puerto, hay muchos marineros. Y donde hay muchos marineros, hay tabernas, bares, alcohol (y otras cositas) y prostitución a mansalva. En ese sentido, en Hamburgo se respira un ambiente liberal en aspectos de sexo. Hamburgo es una ciudad repleta de sex-shops, abiertos 24 horas al día, bares de striptease y prostitutas. Ahora es muy fácil, Alemania legalizó la prostitución hace cosa de un par de años, o algo así. Pero cuando yo anduve por ahí, no os creáis que esos negocios eran una cosa de tapadillo.

Hamburgo es ante todo también una ciudad industrial. Durante unos cuatro años trabajé en una empresa con sede en esa ciudad, y por lo tanto, varias veces al año viajaba hacia allí. Y me gustaba ese aire canallesco de su zona portuaria y también de su barrio tabernero por excelencia: St. Pauli. Cruzado por su arteria principal, Reeperbahn, allí es donde se concentra todo su romanticismo marinero, hablando en plata, un barrio repleto de tabernas, discotecas, teatros, bares y sí, lo habéis adivinado, también sex-shops, locales de striptease y prostíbulos. Manteniendo su aspecto algo sórdido, pero sin llegar a resultar desagradable o poco recomendable andar por ahí. Desde luego, hay putas, borrachos, homeless y freaks varios, pero también cientos de miles de alemanes con ganas de beber y pasárselo bien.

Reeperbahn

Hamburgo es una ciudad que como casi toda Alemania cuenta con clubes techno, pero también es una ciudad que rockea. No en vano los Beatles, como muchos otros grupos británicos de primeros de los 60’s, curtieron su estilo tocando duro para los marineros en locales como el Club Kaiserkeller. Así, discotecas y pubs que pinchan rock todavía abundan por la zona. Recuerdo una noche de fiesta con otros compañeros españoles, bailando y cantando «Entre dos tierras» de Héroes del Silencio como si nos fuera la vida en ello, en un estúpido instinto de patriotismo estúpido, por aquello de que Zaragoza está más cerca de Barcelona, por aquello de entender algo en esa noche sin tener que pensar en inglés. Una buena noche. Después, un tentempié de madrugada en alguno de los inevitables e innumerables locales de comida turca, y a dormir, que el sol sale antes en esa zona.

En fin, cuando se viaja a Alemania muchas veces se piensa en los clásicos, Berlin, Munich, Colonia, Frankfurt… mi recomendación es no dejar pasar unos días en Hamburgo, poder ver una ciudad renacida de sus cenizas (no en vano la 2ª Guerra Mundial destrozó el 70% de la ciudad) y disfrutar de algunas noches de diversión.

Canciones:

The Beatles: «Twist & Shout»
Scorpions: «Rock you like a hurricane»
R.E.M. : «Sing for the submarine»

03
May
08

La Ruta del Bakalao

Me he quedado sorprendido cuando este mediodía he visto en la tele, en las noticias, una mención al lanzamiento de un DVD que conmemora el 25 aniversario de la llamada Ruta del Bakalao, en la que salían personajes como Bunbury o Loquillo.

VEAN, VEAN

Fijáos que Bunbury, que va hecho todo un piratón con su sombrerito de cuando me disfracé de corsario en el carnaval ’86, dice específicamente: «(…) era el lugar donde a todos los aficionados a ese tipo de música nos apetecía ir (…)»

Para mí, que crecí y guardo mi mayor substrato musical en los 90’s, el término Ruta del Bakalao es totalmente peyorativo y asociado a una serie de gente totalmente opuesta a mis gustos, a nengs de castefa pero en real (es decir, que ya no hacen gracia). Sorprenden, entonces, las palabras de Bunbury. Y no, no creáis que ahora haré un alegato del rock como una música en estado superior y que toda la música electrónica y/o de baile es basura, y tal… en fin, ya lo he comentado algunas veces que determinada música electrónica, de baile, techno, house o lo que diablos sea en determinadas ocasiones, me gusta, y que buenos ratos he pasado no sólo en discotecas rockeras sino también en discotecas de música electrónica. Pero aquello, por lo menos visto desde la óptica de 1993-1994-1995 era algo horroroso, hablo de los años en los que se popularizó el término Bakalao y el término Máquina.

Por lo que he ido leyendo a lo largo del tiempo, la llamada Ruta del Bakalao no es un fenómeno de finales de los 80’s y (sobretodo) primeros de los 90’s, si bien es cierto que fue a principios de los 90’s cuando adquirió mayor popularidad. La cosa va de más antiguo, y mis primeras sorpresas llegaron al leer declaraciones de disc-jockeys que decían pinchar, al principio, cosas como Depeche Mode, The Cure, Joy Division, Sigue Sigue Sputnik, Generation X y Billy Idol, Simple Minds, New Order o The Cramps. Vamos, un abanico que huía de los ritmos funk de las boîtes setenteras y se metían en terrenos de pop y techno, pero también de rock, de after-punk o con aires góticos. Ahí ya me cuadra más la declaración de Bunbury, quien fue un gran seguidor de muchas de estas bandas y algunas de ellas influenciaron mucho a los Héroes del Silencio.


Bunbury dirá lo que quiera, pero para mí la Ruta del Bakalao es esto, y no The Cult y New Order

Todo depende de cómo lo quieran pintar. Las declaraciones de los DJ’s de la época hablaban de una suerte de hermandad entre rockeros, punkies, góticos y amantes del techno. Probablemente la cosa no fuese tan bucólica como se narra. Y al final, todos conocemos la historia y la lacra musical que auspició la dichosa ruta.

Supongo que el amigo Enrique se refería a esas primeras épocas cuando expresaba su interés. Si no, las cosas ya no las acabo de comprender. Tratándose de Bunbury, todo puede ser. Si es que el eclecticismo musical es algo a todas luces sobrevalorado.

Canciones:

Counting Crows: «Cowboys»
Beastie Boys: «Sabotage»
Europe: «Rock the night»

26
Mar
08

Bóveda

Me lo comentaba una amiga hace unos meses, y la verdad es que me dejó frío. “Han cerrado el Bóveda”, me dijo. No hace mucho pasé por ahí. No sólo la han cerrado, sino que en el lugar donde se erigía, ahora hay solamente un solar, pasto de la especulación inmisericorde que reina en la Barcelona del siglo XXI. Y es que si hace un año dedicaba una entrada a la mítica discoteca Sr. Lobo, es de justicia que haga lo propio con otra discoteca como era Bóveda.
Ok, reconozco que Bóveda carece de la mitología urbana de Sr. Lobo, lo suyo fue siempre más humilde en este sentido. Pero también más perenne. Y su cierre ha sido, lo reconozco, una sorpresa. Como también reconozco que hacía como un lustro que no traspasaba sus puertas. Bien, probablemente carezca de anécdotas (ciertas o falsas) tan jugosas como las del Sr. Lobo, pero en tanto que fui bastante a ese sitio, sobretodo cuando empezaba a salir, no deja de tener unas significaciones subjetivas que evocan en mi memoria personas y situaciones, y dibujan media sonrisa en mi cara.

Epicentro del grunge de bolsillo de Barcelona

La primera vez que fui a Bóveda fue cuando yo tendría unos 16 años. No me extenderé en explicar el contexto de la situación (musical, social, moda, …), cosa que ya hice en la entrada correspondiente a Sr. Lobo . Recordar simplemente que Bóveda era una de las discotecas del Poblenou barcelonés que acogieron a cientos de chavales con tendencias grunchis. Sí que es cierto que fue la primera discoteca a la que fui que no era un templo makinero. Mis primeras incursiones en discotecas y otros antros de fiesta estaban motivados, obviamente, por la búsqueda urgente de contacto con el sexo opuesto, de modo que fui dos o tres veces a un local de la calle Beethoven. Música discotequera y makinera que no me motivaba mucho. Y descubrir que podía haber discotecas en las que se pinchara música que me gustaba, bueno, ahora puede parecer estúpido, pero resultó ser un agradable descubrimiento para mí. Aquella tarde pincharon Offspring, Nirvana, Counting Crows, Cypress Hill y un Jitazo Fugaz del momento, Coolio . Bueno, aquello estaba muy bien!

En realidad, Bóveda era un sitio bastante chapucero. Se trataba de una nave industrial reconvertida. Una barra larga, una pista no muy grande con una cabina de DJ a modo de palco o balconcete, y una escalerilla de barrotes desde la que se podía acceder a la cabina y pedir el éxito del momento. Esa pista tenía un techo más alto y pintado como si de una bóveda celeste se tratara (lo adivinan? Por eso el nombre!!), y luego unos demonios pintados en las paredes, como demostrando la dicotomía entre el cielo, a nuestras cabezas, y el infierno, donde estábamos. Completaba el cuadro un segundo nivel que se había construido aprovechando la gran altura del local, desde donde se podía ver la parte de abajo y que probablemente cuando esa nave tenía actividad industrial, acogía las oficinas. En fin, no era un sitio con mucho estilo, que digamos. Ni falta que le hacía. Era la época del grunge, diablos!!

A partir de aquella tarde, el grupete del instituto nos aficionamos a pasar las tardes del viernes allí. Sábados de tanto en tanto. Salíamos por la tarde, íbamos al centro comercial Glòries a comprar bebida (whiskey, coca-cola, vasos de plástico y hielo) y bajábamos por el Poble Nou industrial. En un portal de una empresa cerrada dábamos buena cuenta de la bebida, y luego, al Bóveda. Eso era vida. Quizás por ello no entiendo los botellones masivos. Yo, como todo el mundo, he hecho botellón, pero lo intentábamos hacer en un lugar más o menos poco transitado, para disfrutar tranquilos de la camaradería adolescente y del espíritu del vino.

El ir a Bóveda también tenía un punto a favor: no era necesario “arreglarse”. Dicho en el sentido más clásico, por supuesto que me arreglaba, buscaba un look lo más cuidadosamente desaliñado y me pasaba tiempo en el espejo consiguiendo el despeinado deseado. Pero vamos, que no era necesario llevar zapatos ni la camisa por dentro del pantalón. Por lo demás, pinchaban música alternativa, sí, pero también otras cosas, tipo rock español, pachanga y alguna cosita, muy poca, de dance. Ni que decir tiene que uno de los momentos cúspide de la sesión era cuando pinchaban “Smells like teen spirit”. Recuerdo con cariño una tarde monográfica que dedicaron a Héroes del Silencio, era 1996 y estaban en el punto más alto de su carrera. Y para cerrar, lo recordaré siempre, pinchaban “More Than Words” de Extreme. En ese momento, y aprovechando la guitarra adictivamente babosa de Nuno Bettencourt, el que había convencido a una chica, aprovechaba para culminar su “obra” rubricándola con besos y magreos al ritmo de la balada. Los demás, claro, aprovechábamos para ir saliendo sin hacer cola en el guardarropa.

Estilismo warholiano o directamente cutrez?

La competencia del Sr. Lobo fue muy dura. De repente, surgió un local de características similares pero que no cobraba entrada. Claro, para un segmento de público tan sensible a estos asuntos como la chavalería, podía tratarse de una medida determinante. De manera que Bóveda se acabó posicionando como un local con un poquito más de clase: menos violencia, menos moscones para las chicas, … un Sr. Lobo “soft”. Yo sin embargo, dejé de ir a Bóveda durante una temporada, mi etapa Lobo. Y cuando volví, lo hice por las noches. Ya tenía la edad, claro, y el Sr. Lobo estaba en plena decadencia. Bóveda se había reconvertido, ya no era un local grunchi, el grunge como moda estaba ya de capa caída y se situó como un lugar opuesto a la típica discoteca house/techno. Allí se pinchaba mucho pop/rock español (Dover, Ska-P, Siniestro Total, Seguridad Social o Danza Invisible), algo de dance más comercial, pachanga y algunos vestigios de lo que fue (Offspring, Blur, Nirvana…). No es que me matara de placer, pero mi grupete grunge del instituto se había disuelto y con mis amigos actuales podíamos ir, considerándolo como un lugar “neutro”, es decir, ni muy dance ni muy rockero. Y con muchas chicas, todo hay que decirlo. Incluso pasé alguna noche de fin de año. Las cosas parecían irles bien, había noches de verdadero agobio por la multitud de gente. Desde luego, el tema de control de aforo no lo llevaban nada bien. Y se especializaban también en fiestas universitarias.

Por ninguna razón en especial, dejamos de ir. Una vez, la última vez que fui, hará unos 5 años, decidimos ir como anécdota. Una suerte de “noche remember”, bromeábamos. Aguantamos una hora. El local era una sombra de lo que fue. Medio vacío, música bastante flojita y con una pátina de cutrez permanente. Aquella noche nos fuimos a otro sitio. Parecía que se le había acabado el momento a Bóveda. Y ya no volví más. Resulta curioso cómo ahora me sabe mal que ya no exista.

Canciones:

Brian Wilson: «Your Imagination»
The Gutter Twins: «All Misery / Flowers»
The Black Halos: «Somethings never fall»

21
Dic
07

El Tren

Escribo estas líneas a bordo de un tren que me lleva de nuevo a casa. Afuera está anocheciendo, aunque es pronto, cosas del invierno. Y además, está cayendo una considerable tormenta. O sea, el colmo del romanticismo. De no ser porque no uso una pluma y un cuaderno garabateado y con páginas amarillentas, sino que hago uso de un portátil. Y el Euromed en el que viajo no es precisamente el Orient Express. En cualquiera de los casos, todo es echarle imaginación. A mi lado, una joven pasea su mirada entre el monitor de televisión y la ventana, como cerciorándose de que la lluvia sigue allí. Probablemente porque lleva auriculares y no puede escuchar el repiqueteo de las gotas contra el vagón. Tiene una belleza extraña, de hecho, parece sacada de una fotografía de hace 70 años. Pero tiene unos ojos bonitos y de momento, es la compañera de asiento ideal: no se está levantando cada diez minutos ni da la paliza con el movil.
Desde mi affaire con mi no-concierto de Héroes del Silencio (todavía lo recuerdo y me cabrea), Valencia se me antoja una ciudad de lo más antipática. Cierto es que jamás sentí especial predilección por esa capital, pero, y como una muestra de que (afortunadamente) la subjetividad impera en todas las opiniones, desde aquél día de octubre que me gusta menos todavía.
Este mediodía decidí comer algo rápido en un bar frente a la estación. Aparentemente se trataba del típico bar hispánico cargado de cutrez. Sin embargo, al entrar veo que está regentado por un trío de chinos. O lo que parecen ser chinos. Los problemas de comunicación con la persona al otro lado de la barra son lo único que diferenciaba ese bar regentado por chinos del bar hispánico regentado por españoles. Lo demás (las tapas, los bocadillos, los cafés, el aspecto, la clientela,…), todo puramente y típicamente español. Quién le habrá enseñado a esta gente los intríngulis del carajillo de ron o de la tapa de calamares? En qué academia aprendieron a hacer bocatas de lomo-queso, tortillas de patata y salpicón de marisco? Diablos, dónde tendrían encerrada a la señora Encarna, que sin duda, les preparaba esas delicatessen desde la sordidez de su sótano? Engullo un bocadillo y una coca-cola, que me resigno a beber directamente de la botella, vistos los restos de espuma de jabón que quedan en la copa que me sirven. Ok, se agradece la limpieza, y si aclararan mejor las copas, sería ya la leche. Entre la parroquia del bar hay un tipo disfrazado y pintado de payaso, que apura una copa en una mesa. La imagen era divertida. He estado a punto de hacerle una foto con el móvil, pero a final me he cortado, no creo que le hubiera hecho mucha gracia.
En fin, que vuelvo a casa y tengo por delante una semana de vacaciones que la agradezco sobremanera. En el monitor del tren programan una película que no tiene gran pinta, no he cogido ni los pertinentes auriculares. En su lugar, creo que me enfrascaré en la lectura del libro «Moteros tranquilos y toros salvajes» , para meterme más en mi papel de jovencito bohemio que escribe sus textos en el tren.

Canciones:

Al Green: «Tired of being alone»
Mark Lanegan: «Borracho»
Suede: «Saturday Night»

18
Jun
07

Héroes del Silencio en Valencia

Por fin, hoy me he decidido, y me he comprado la entrada para ver a Héroes del Silencio en Valencia, el 27 de octubre. Quizás el detonante viniera de la mano de Manurhill , quien me metió el miedo en el cuerpo de que finalmente el buque de los maños no recalara en la ciudad condal. Cuando salieron las entradas para zaragoza,pensé «ya se anunciará Barcelona». Luego se anunció el segundo show zaragozano. Luego el de Sevilla (donde, por cierto, agotaron el papel en muy poco tiempo). Ahora Valencia. Y pasan los días, y de Barcelona, ni palabra. De modo que pensé que Valencia no está muy lejos y además, 27 de octubre es sábado, así que la ocasión pintaba bien para sacarme la espinita de los Héroes del Silencio. Porque sí, amigos, yo nunca vi a Bunbury y sus huestes en directo en su etapa de gloria.

Y no lo hice… sencillamente porque no me salió de las pelotas. Porque en aquella ocasión, tenía un grupo de amigos que eran fans, y recuerdo que acudieron a los dos conciertos que los zaragozanos dieron en Barcelona, durante la gira de Avalancha. Por aquél entonces me empezaba a interesar por la banda, pero nunca les presté mucha atención. Además, tanto agobio mediático me provocó el efecto contrario, simplemente, pasé de meterme en su música. Y no sabéis cómo me arrepiento.

Entonces comenzaba a escuchar «Avalancha», que me grabó un buen amigo del instituto, que era un gran fan. Le recuerdo proponerme que me uniera a ellos para el concierto, y me lo planteé, pero como una de esas cosas que no se sabe del todo cierto por qué, acabé no yendo. Todo esto me hace recordar mi época del BUP (o sería del COU??… qué antiguo suena esto ahora!!!). Una vez más, sin saber exactamente la razón, dejé de ver a esos chicos y ahora ya no trato a ningún amigo de los que formaban mi cuadrilla en el instituto, aunque sí a gente que conocía en la EGB. Y por estúpido que parezca, habiendo pasado unos 10 años, me da algo de pena haberme separado de todos ellos.

En cuanto a los Héroes, no empecé a ser fan hasta que no escuché «Parasiempre», que me parece un directo brutal. En cuanto a la carrera de Bunbury en solitario, a excepción de ese decepcionante primer disco, me parece que siempre ha grabado trabajos con buenas canciones, si bien en ninguno ha acabado de redondear del todo. Eso sí, una ves vi un concierto suyo y me pareció muy bueno. Yo creo que Bunbury te gustará o no, pero hay que reconocerle el mérito por ofrecer un espectáculo escénico más propio de bandas y artistas pretéritos clásicos, de ofrecer tics a la Bowie o de dotar de algo de interés al insulso panorama español. Aunque su videocomunicado de retorno ofrezca una imagen más cutre que otra cosa:

Canciones:

Isaak Hayes: «Light my fire»
The Rolling Stones: «Thru & thru»
Harry Nilsson: «Coconut»




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