Archive for the 'tecnologia' Category

31
Oct
13

10 cosas hipsters que me gustan

Bien, bien… parece ser que mi texto de ayer levantó cierta polvareda. De todas formas, mis queridos hipsters, esperaba más de vosotros. Ni una sola réplica. Sois unos blandos. O sois de esos que dicen que no, que ellos no son hipsters. Pero mirad, ayer citaba a Òscar Dalmau y hoy le otorgan un premio Ondas. ¿Casualidad? No lo creo. Sea como fuere, reconozco tener un espíritu contradictorio que me lleva a redactar esta segunda lista, el yang del yin de anoche: 10 cosas hipsters que me gustan

1.- Los pantalones pitillo: Como siempre en estas situaciones, el hipsterío no ha inventado nada, y los tejanos pitillo no son algo que se creara en el año 2009. Recordemos que el punk británico ya pasó por ellos, y no olvidemos, oh cielos, a los de la NWOBHM, la New Wave Of British Heavy Metal, o como los conocíamos en mi barrio, los jévits de toda la vida. En fin, que sí, que unos buenos tejanos pitillo molan, y para un tipo más bien delgado como yo, sientan bien. Porque ojo, que si uno se pasa con la estrechez de la cintura, puede pasar el llamado efecto madalena. No lo digo yo, lo dicen también ellas.

2.- Las barbas: De acuerdo. Ayer rajaba de las barbas. Pero no olvidemos una cosa, añadía un adjetivo: bíblicas. Si algo nos han traído los años que llevamos de década es que ya no hace falta afeitarse. Reconozco que yo también he sucumbido. Eso sí, hombres de dios, el cuello, siempre rasurado, no me sean cerdos. Y si tienen una mejilla muy poblada, pues también. Por lo demás, una barba de cuatro, cinco o seis días, suele quedar bien y además, te ahorran del engorro del afeitado diario. Pero ojo, que al séptimo día la cosa comienza a ser más propia de miembro de Al Qaeda (hola Obama! Hola, CIA!). Y eso, pues no.

3.- Vampire Weekend: ¿Cómo acabé haciéndome fan de una banda neoyorquina de pop arty y marcadas influencias de la música africana y de la música de cámara barroca? Pues metiéndome donde no me llaman, y en una de mis crisis de ya-no-escucho-música-moderna. Me suele pasar. De repente, veo que me quedo estancado en mis bandas de siempre, rockeros  muertos o decadentes, cuyo momento de gloria más cercano está en 1996. Entonces pruebo con una de esas moderneces que aparecen en las revistas. Suelo salir escaldado de estos experimentos. Pero miren por dónde, los Vampire Weekend han resultado ser una agradable excepción.

4.- Los gin-tonics: Vamos con la contradicción número dos de la noche. Yo antes bebía vodka. Con limón. Pero un par de malas resacas acabaron con mi afición. Luego un amigo pidió dos gintos, y resultó una bebida que al menos no te dejaba el regusto dulzón de las resacas a base de combinados con limón, naranja o coca-cola. Eso sí, cada vez que me pido un gin tonic y me recuerda a una ensalada, me pongo de mala leche.

5.- Las Ray-Ban Wayfarer: ¿Hipster? Pero vamos, si las llevaba Tom Cruise en la maravillosa “Risky Business”, David Hasselhoff AKA Mitch Buchanan en “Los Vigilantes De La Playa” o Bob Dylan en 1965. ¿Hipster? No me jodas, hombre.

6.- Instagram: Yo nunca tomaba fotos en mis viajes. Era capaz de estar diez días en Australia y no tomar ni una instantánea. Me daba mucha pereza acarrear una cámara fotográfica. Mi entrada en el mundo de los smartphones acabó con ello, y ahora puedo llevarme algún recuerdo en forma de imagen con una cierta calidad. Dicho lo cual, para disimular mi torpeza como periodista gráfico, el descubrir una aplicación como instagram y sus fantásticos filtros retro, me fue de perlas. ¿Que la foto no ha salido bien? Filtro Nashville. ¿Que la luz no es buena? Filtro B/N. Y así. No me busquéis en la red de “instagramers”. No estoy.

7.- El té: Yo siempre había sido de café. De tomarme 4 o 5 cortados al día. Y no os creáis, sigo haciéndolo. Me aficioné al té cuando comencé a viajar a países en los que o bien no hay café, o si lo hay, mejor no tomarlo. Pero té en las bolsitas clásicas Horniman’s, no la moñez esa de la bolita en donde se meten los hierbajos.

8.- Primavera Sound: Reconozco que con los años y las diferentes ediciones, el nivel de calidad del festival ha ido subiendo. Además, su celebración, en mi ciudad, en un recinto fácilmente accesible, le hace sumar enteros. Puede considerarse, a priori, un festival hipster. Pero amigos, en los últimos tres años han pasado por sus tablas gente tan poco hipster como Neil Young, The Afghan Whigs o Mudhoney. Por supuesto, tiene ese componente de pasarela del moderneo donde los chicos y chicas acuden a lucir sus mejores galas. Pero a su vez, tiene buena oferta musical. Y eso me basta.

9.- Running: Comenzaré diciendo que llamar “running” a lo que toda la vida había sido “salir a correr” me parece una memez de esas de campeonato. Lamentablemente, así, todos nos entendemos. Yo había pronunciado alguna vez la frase de que “el verbo correr sólo debería conjugarse en modo reflexivo”. Pero no, desde hace unos pocos años, le he cogido el gusto. Por obligación, no se crean, que cuando comencé a sumar años, noté que hincharme a cheetos se pagaba. Y al final, es el deporte más efectivo para una cura de exceso de cheetos.

10.- Los 80s: Nací en 1979. De manera que, más o menos, año arriba, año abajo, considero los 80s como la década de mi niñez y los 90s como la de mi adolescencia. Resulta, por lo tanto, normal que vea como entrañables los productos de esa década, sean películas, televisión o cierta estética. Lo que me llama la atención es que chicos y chicas que no vivieron el estreno de McGyver en TVE1, porque ni siquiera habían nacido, reivindiquen esa década. Pero así son las cosas, supongo que es algo parecido con esa reivindicación de los 70s que se hacía cuando yo era un adolescente y todo aquello me parecía muy molón.

Canciones:

Band Of Horses: “St. Augustine”

Lou Reed: “Rock n’ Roll Heart”

The Cult: “Naturally High”

30
Oct
13

la lista del mes: octubre – 10 Cosas que odio de los hipsters

Lo leía en un fantástico artículo de Óscar Broc, que no cito ni enlazo sencillamente porque soy incapaz de recordar dónde lo vi. Era en una de estas revistas online, pero amigos, ignoro el nombre. A mí me llegó por un link a Twitter. Para que veáis el nivel. Pero bueno, que me voy por las ramas. La sección se titulaba “Modernillos de Mierda” y el texto en cuestión relataba cómo era posible constatar que “lo hipster” había dejado de ser exclusivo para convertirse en una moda presta a ser absorbida por el vulgo. Lo cual podría interpretarse como una derrota de los hipsters en su versión más distintiva y sin embargo, es una derrota del resto de los mortales, porque aquello tan odioso ha sido convertido en pasto de las masas, decía Broc, siendo esas masas gente tan cercana a ti como tu prima, tu vecino o el panadero de tu calle.

Así, tras la lectura (y disfrute) de ese artículo, influenciable que es uno, me dispongo a desarrollar una lista que acabo de considerar el denominarla “10 Cosas que odio de los hipsters”. Sin orden jerárquico ni preferencial en especial, ahí van:

1.- Los tecnicismos: Hipster. Cool. Outfit… es que no tenemos suficientes palabras en el diccionario o simplemente usan esos términos, principalmente anglicismos, para hacer ver al mundo lo mucho que molan? Niñas pijas apasionadas de la moda, que sepáis que cada vez que decís (o twiteais) la palabra “outfit” un cachorrito de golden retriever muere aplastado por una bota Doc Marten’s.

2.- Los auriculares gigantes: Ya sabéis a lo que me refiero… esa gente que va por la calle como si fueran DJ’s, controladores aéreos o vivieran en 1986. De verdad, qué problema había con los auriculares pequeñitos que se metían en el oído y hacían que los bajos te reventaran el yunque, el martillo y no sé cuántos huesecillos más con nombre cachondo que tenemos en el tímpano. Pero claro, apenas se veían, y amigos, el buen hipster, quiere ser visto.

3.- Las barbas bíblicas: Ésta sí que es dura… chicos jovenzuelos, en la flor de su vida, dejándose barbas dignas de un patriarca semita. Cuando yo era un zagal y miraba fotos de mi familia, pensaba que quién podía ser tan cutre como para ir por la vida con barba. Para mí, cosas de crecer en los 80s, la barba era un reducto de profesores cabrones o de hippies y progres trasnochados que no habían pasado páginas del calendario desde el 31 de diciembre de 1979. Quién me iba a decir que de repente, esas barbas de mi profesor de quinto de EGB iban a ser lo más.

4.- Los gin-tonics: Os lo recuerdo, queridos hipsters… el gin-tonic era la bebida favorita de la reina madre de Inglaterra. Sí, resulta que la jodida vieja se cascaba un par de gintos con cada comida. Y bueno, como combinado, no está mal. Por donde no paso es por esa locura de que si la ginebra nosequé tiene un fondo afrutado que si la combinas con la tónica tal que se fabrica en un pueblo del norte de Noruega, y se sirve con pepino y pétalos de rosa, resulta que deja al néctar y ambrosía de los dioses del Olimpo en puro calimocho de Don Simón.

5.- Las bicicletas: El maldito Bicing de Barcelona… en serio, qué problema había con tomar el metro, el autobús, un taxi o (horreur!!!) conducir un coche? Es más, qué problema teníais con el concepto de “caminar”. Pues no. El buen moderno se desplaza en bici. Es más, en una bici con aspecto de ser una reliquia que usó Pancho en “Verano Azul”. Amigos, las bicicletas son para el verano, para irse a la montaña o para que los cincuentones quemen sus barrigas prominentes los domingos por la mañana, disfrazados de Alberto Contador. No vayáis a los sitios en bicicleta. Os lo piden los transeúntes, los conductores, los que compartirán el aire con vuestras axilas sudadas y os lo pido yo. De todo corazón.

6.- Lana Del Rey: Cómo odio a esta tía… de verdad, es algo irracional… su pelo que parece de maniquí de El Corte Inglés en los 80s… sus uñas pintadas… su cara recauchutada… esa voz que quiere parecer lánguida y en realidad es, simplemente, sosa… esas canciones horrorosas. Merecería una buena paliza por parte de las L7 o de Kim Deal. Y eso es todo lo que tengo que decir al respecto.

7.- Las gafas de pasta: Ya hablé largo y tendido aquí acerca de esa manía miserable de lucir unas gafas de pasta aunque no las necesites. O, al menos, no por razones, digamos, fisiológicas. Vamos, que ves bien. Se necesita ser tarado. Al paquete, sumaría el hecho de llevar gafas modelo Luis Aragonés cuando entrenaba al Atlético De Madrid, o peor todavía, esos individuos que llevan las gafas que hubiera lucido mi difunta abuela en 1976. Sí, va por ti, Òscar Dalmau.

8.- Los zombies: Bueno, esta me revienta especialmente. Nunca he sido un gran fan de las pelis de terror clásicas. No más que de otros tipos de géneros cinematográficos. Tampoco me ha interesado nunca la serie B. Ni la serie Z. Ni la serie… es igual, ya me entendéis. En definitiva, ¿qué tienen de interesante estos individuos putrefactos que se mueven a velocidad de tortuga? Uy, sí, qué miedo, que vienen los zombis. Espera, que me fumo un cigarrillo y luego ya, si eso, me pongo a correr. Por eso, iniciativas como la que se enmarca en el Festival de Sitges, creo que se llama Zombie Walk, me parece merecedora de todo mi odio. Por cierto, los zombies originales eran los afectados por la magia vudú haitiana. Que lo sepáis. Listillos.

9.- Instagram: Reconozco que como programa para aplicar, de un modo sencillísimo, filtros retro a las fotos tiradas con móvil, y así, de paso, hacerlas mínimamente presentables, Instagram está muy bien. Lo que me revientan son esas personas que lo fotografían TODO y luego lo suben a su cuenta de instagram para que todo el mundo veamos que tienen la sensibilidad suficiente como para captar la sutilidad de una lata de cerveza aplastada en la acera. Eso sí, con un filtro Nashville.

10.- Las apps: Ya el nombrecito me parece repelente, y me lleva directamente al punto #1, lo cual no deja de ser un cierre circular bastante bonito para esta entrada. “Me he bajado una app que hace…”. Cada vez que alguien comienza una frase de ese modo, me dan ganas de salir corriendo. Que sí, que algunas son muy útiles. Otras no son más que una pérdida de tiempo. Parece que de repente, todo en este mundo puede estar gestionado a través de un programita escrito en Java. Las peores son esas que sirven para compartir los sitios en los que has estado, los restaurantes en los que has comido, los bares a los que has ido… supongo que George Orwell se refería a esto…

 

Canciones:

Band Of Horses: “The Funeral”

The Cult: “Real Grrrl”

Mr. Big: “To Be With You”

11
Mar
13

lo mejor de la semana. semana 16

Back to the basis… esta sección, “Lo Mejor De La Semana”, resulta ser un clásico de NDK que había caído en el cruel olvido al que mi inconstancia y la falta de continuidad le habían condenado. Así, este repaso dominguero a lo más destacable de los últimos siete días se había quedado en barbecho, de un modo tal que la anterior entrega, la número 15, de este “Lo Mejor De La Semana” está fechada en 19 de marzo de 2012. Pero bueno, podemos decir que un año no es nada. Y si no, recordemos a Fray Luis De León.

Este poeta granadino ocupaba la cátedra de Sagradas Escrituras en la Universidad de Salamanca, y siempre, invariablemente, daba comienzo a sus clases con un pequeño resumen del día anterior, que iniciaba con la frase “Decíamos ayer…” . Fray Luis De León padeció una condena de cinco años de prisión, por haber osado a traducir a lengua vulgar (el castellano) un pasaje de La Biblia, concretamente el celebérrimo “Cantar de los Cantares”. Pagada su pena, volvió a ocupar su cátedra. Y el día que volvía, tras los mencionados cinco años de ausencia, comenzó también con el acostumbrado “Decíamos ayer…”

De modo que me voy a permitir parafrasear al gentilhombre castellano, para retomar esta sección que había dejado en barbecho, con un solemne: decíamos ayer…

Y sin más dilación, vamos a lo mejor de la semana:

3.- Line: Todo son rumores… que si se acaba whatsapp… que si lo van a hacer de pago… que si ya veréis… más o menos infundados, que no me creo la mitad, y si al final resultan verídicos, pues adiós whatsapp… al final, pues me he decidido a probar esta aplicación, que para el caso, viene a ser lo mismo, aunque con una ventaja y una desventaja. La ventaja, pues que además de poder ser utilizado desde el teléfono móvil, se puede usar desde el PC. La desventaja, que carece de la popularidad de whatsapp, por lo que un sistema de comunicación, si no tienes con quién comunicarte, chungo. De momento, a modo de prueba, y ya veremos, que con dos móviles diferentes, con dos whatsapps diferentes, y un BlackBerry Messenger, sólo me faltaba sumarle el dichoso Line… qué stress!

2.- Aquellos Maravillosos Años: ¿Recordáis esa serie? Ya sabéis, Kevin Arnold, Paul Pfeiffer y Winnie Cooper… no sé si es un arranque de nostalgia o de qué se trata el asunto, pero he comenzado a recuperarla, cosa difícil, porque no estaba editada en DVD. Sin embargo, cosas de internet, un grupo de freaks comenzó, con ayudas de internautas, recuperar los episodios, grabados de televisión, y se marcó la tarea de completarla y sincronizar audio con vídeo. El resultado, cualitativamente, no es una maravilla, pero… no nos iremos a quejar!! Llevo unos cuantos episodios y estoy disfrutándola mucho.

1.- Venezuela: No voy a hablar mucho más del asunto, que suficiente he machacado esta semana con mi accidentado viaje a la República Bolivariana. Ahora que todo ha acabado bien, y estoy sentado en mi habitación de mi casa, lo puedo contar de un modo divertido, como el que ha vivido una pequeña aventura. Reconoceré que no las tenía todas conmigo, el estado de calma tensa flotaba en el ambiente, y recordemos que el último golpe de estado en el país ocurrió en 2002, cuando se trataba de acabar con el régimen de Chávez. Ahora tengo una anécdota que contar cuando esté en el bar, con unas cervezas de más, y desde luego, ha sido una experiencia interesante.

Canciones:

Redd Kross: «Annie’s Gone»

My Morning Jacket: «Touch Me I’m Going To Scream pt.1»

Sinatra & Jobim: «Quiet Night Of Quiet Stars»

 

10
Nov
12

australian chronicles (vi)

Me doy cuenta que llevo varias entradas ya, de estas crónicas australianas, y todavía no he subido ninguna foto. No es que no haga, es pura vagancia. Suelo ponerme a escribir por la noche, antes de irme a dormir, y francamente, estoy hecho polvo. Durante mucho tiempo, viajaba y nunca tomaba ni una triste foto. Me molestaba tener que ir con la cámara, sacarla en el momento adecuado, y demás. Pero hace unos dos años, me regalaron un iPhone, y sin ser yo muy talibán de las nuevas tecnologías, reconozco que el iPhone es un trasto fantástico. Y entre otras cosas, me permite tomar unas fotos más que dignas, por lo menos para lo que yo quiero, sin tener que llevar ningún aparato extra. Y desde entonces, sí, voy fotografiando todos los sitios donde he estado, simplemente como un apoyo a la memoria, que es corta y traicionera. El otro día revisaba una carpeta de fotos que, diligente, he creado en el ordenador, divididas por destinos, y me sale algo interesante. A menudo fotografío tonterías, y como es lógico, siendo el autor, rara vez salgo yo en la foto. Por ejemplo, fotografío todas las habitaciones de los hoteles, y también los aeropuertos. Una costumbre como otra cualquiera. En realidad, no es una cuestión de la belleza de la imagen, que mi torpeza me lo impide (aunque los filtros de Instagram a veces ayudan a generar algo majo). Tampoco es un tema de conseguir imágenes representativas que, sin duda, y con un par de clicks en Internet, se pueden obtener, con mejor calidad. Es, como dije, una pequeña muleta a la memoria.

Hoy es sábado, y tenía el día libre. Al final me libré del compromiso social, y me metí en un, digamos, compromiso, pero definitivamente más divertido. Un par de compañeros de la oficina me decían que habían comenzado a hacer surf, y que me apuntara a probarlo. Por supuesto, no podía perder una oportunidad así. Así que temprano esta mañana, tomaba el ferry de Quay Circular, en el centro de Sydney, a Manly Beach, donde estas personas viven. El surf resulta ser una suerte de deporte nacional en las zonas de playa del país. En estas playas, se delimita una gran sección para surfistas, y otra sección, más pequeña, para bañistas. Por un precio más que razonable (y Australia es un país carísimo) alquilé un traje de neopreno y una tabla, durante dos horas. Las conclusiones son varias. Resulta ser una práctica muy divertida, me lo he pasado estupendamente. También es algo muy difícil. Yo soy un tío tirando a patoso, he de reconocerlo. Pero cuando consigues coger una ola y mantenerte, ni que sea un par de segundos en pie sobre la tabla, bueno, te sientes Kelly Slater, como mínimo (a la postre, el único nombre de surfista que conozco). Y finalmente diré que es agotador. Ahora mismo me duelen brazos, piernas y espalda. Y sólo han pasado unas horas, mañana puede ser muy duro. Además, me he quemado toda la cara. El día ha sido bastante gris, en realidad el sol ha salido tímidamente muy poco a y en cortos intervalos durante la mañana. Ocurre que en estas latitudes el sol es peligroso, por lo fina que es la capa de ozono. Y lo he sentido en mi piel.

Los viajes se basan en las experiencias. De los viajes vacacionales, se le supone ese aliciente de diversión, y descanso, y si es posible, nuevas sensaciones. Todo ese plus de diversión y descanso, en mis viajes laborales, obviamente desaparece. Pero lo que me llevo son las vivencias. No es fácil de asimilar, y cualquiera que haya viajado por trabajo con cierta frecuencia, lo puede conocer. Es complicado de hacerlo entender, claro, al profano, porque para la mayoría, un viaje es, más o menos, un sinónimo de período vacacional. En cualquiera de los casos, son todas estas experiencias las que me llevo. El trabajo se acaba, el sueldo se gasta, pero al final, las experiencias se quedan.

Esta tarde ha sido más relajada, y he aprovechado para pasear por Darling Harbour, que no deja de ser como un Maremagnum de Barcelona, aunque bastante más grande. Lleno de gente que salía de cena o de copas, muchas despedidas de soltera, nada muy remarcable, más allá de esa costumbre tan anglosajona de las chicas, de pintarse como puertas, lucir vestidazos cortos y arrapados, sin importar el tipo que tengan, y llevar tacones. Y aunque no seré yo quien se queje de que una mujer lleve la falda corta y el tacón alto, más de una paseaba una estampa y unos andares lamentables. Y como yo soy un tipo sencillo, me he alegrado de encontrar una de esas bebidas empalagosas que me encantan y que difícilmente se encuentra en Barcelona: Vanilla Coke!! Bebida digna de hijos de los dioses, amigos.

Canciones:

SCOTS: “Voodoo Cadillac”

Nick Cave: “In The Ghetto”

The Young Lovers: “Barbarella”

16
May
12

2934

Esa es la respetable cifra de tweets que llevo. Porque, por si alguien no se ha fijado, entre toda la morralla en la columna derecha de mi plantilla de blogger, tengo Twitter. @carloskarmolina , nombre tontito y cutre que utilicé, presa de la impetuosidad del momento, y que ahora no voy a cambiar. Si es que con esto de los nombres, hay que tener cuidado. Uno se deja llevar por la emoción, embriagado de una rápida respuesta, en un lo quiero y lo quiero ahora, y acaba teniendo estas situaciones. No, no me lo cambiaré, aunque reconozco que hubiera estado mejor algo como @maxpower o @xraymadman.
Me hice una cuenta de Twitter hace como un año y medio, movido por la lectura de artículos en los que se decía que era el summum de la modernidad, amén de una ventana al mundo, a la cultura, la contracultura, y al contacto más directo con artistas, músicos y demás faranduleo. La realidad es que no me aficioné realmente a esto del Twitter hasta hace cosa de 9 meses. Por lo que se puede decir que de esos 2934 tweets mencionados, unos 2900 son de este período.
Al final, como todo, el tiempo, qué jodío, pone las cosas en su sitio. Incluido el dichoso Twitter. Ahora se pierde el culo, así, en general, hablando mal y pronto, por lo que se comenta en Twitter, los medios de comunicación tratan de sacar tajada, y parece que lo que no es trending topic (TT), simplemente, no es. No existe. Y queridos, se lo digo aquí y ahora. Todos los trending topicson asuntos populares, pero no todos los asuntos populares son trending topic. Y francamente, es mejor así. Una ojeada a los TT de cualquier momento son como para deprimir a cualquiera que no tenga a “Mujeres, Hombres y Viceversa” como referente cultural de cabecera. La política más populista, fútbol y temas relacionados con la tele están siempre presentes. Luego hay un sector de fans en el sentido más “SuperPop” del término (los que pasan la treintena me entenderán) que necesitan que su idolito del momento esté presente en ese concurso de popularidad constante. Así, Justin Biever, Lady GaGa o 1D siempre tienen su espacio. Y finalmente, otros asuntos más naïve, si me lo permitís… cada mañana hay un TT de Feliz Lunes, o Feliz Martes, o TGIF (Thanks God It’s Friday)… a mí, personalmente, me pone particularmente violento mirar el móvil un lunes a primera hora de la mañana y encontrarme eso de “Feliz Lunes”… ¿Feliz Lunes? Feliz estaría si pudiera reventarte los dientes con un bate de beisbol, jodido baboso.
El asunto de seguir a músicos, gente del cine o escritores, suele llevar a decepción. No olviden esto, queridos, lo mejor del Twitter son los anónimos, no los famosos. En general, las opiniones de ese músico que tanto te apasiona, por lo menos las que vierte en los 140 caracteres, suelen ser entre aburridas y causantes de vergüenza ajena. Lo cuál humaniza, claro. Sí, habrá actuado en ese peliculón, y habrá hecho un papel de esos que te llegan al alma, pero diablos, qué soso es y qué opiniones de mierda refleja. Y al final, el business es el business, y una gran mayoría utilizan el Twitter básicamente como una herramienta de promoción. Hoy actuaré en Denver, qué bonita ciudad. Hoy me entrevistan en el programa del Canal 52, no os lo perdáis. Y así.
De modo que si algo he descubierto, es que lo mejor de Twitter son los anónimos. Realmente, hay mucha inventiva, sentido del humor, ironía y, en general, calidad, por ahí fuera. Y es curioso, porque hay algunos tuiteros que resultan ser una suerte de estrellitas de este pequeño firmamento, anónimos con miles de seguidores. Probablemente, merecidos. Y bien por ellos, el Twitter es, finalmente, eso, seguir lo que dice una persona. No la sigues por sus obras (entonces entraría en el capítulo mencionado anteriormente de músicos, actores, etc…) sino por lo interesante o divertido que son sus tweets. Si Twitter tiene una esencia, es ésa.
Por supuesto, también se puede usar como una red social de comunicación y de contactos, un poco lo que habían supuesto messengers,foros, chats y hasta Facebook. Yo mismo también lo uso en ese sentido, y me ha proporcionado grandes momentos. Algunos de ellos verdaderamente divertidos, interactuando con gente que conocía, pero también (y ahí está la gracia), con gente que no conocía. Personalmente puedo decir que hay muchos momentos de tedio que me los apaña el mirar la pantallita del móvil, y al final, acaba creando una suerte de adicción.
Acabaré diciendo que aunque con alguno de mis lectores de este blog ya interactúo vía Twitter, me gustará hacerlo con quien lea estas líneas y le apetezca. Ya sabéis, @carloskarmolina
Canciones:
Radiohead: “Vegetable”
Alabama Shakes: “Hold On”
R.E.M.: “Country Feedback”
31
Oct
10

Kar y el Twitter

Era una situación que tarde o temprano sabía que me iba a pasar. Y es que soy un tipo impresionable y mitómano, qué le voy a hacer. Y si David Bowie dice que el Twitter es lo más, quién soy yo para no rendirme al Duque Blanco? Al final, estaba claro, he acabado por abrime una cuenta de Twitter, o como quiera que se llame el proceso de tener un Twitter de esos. @carloskarmolina , por si alguien quiere ser mi amiguito virtual. Seré como un Tamagotchi, y mientras no me des de comer más tarde de las doce, todo irá bien. Eso de «seguidor» me parece demasiado. Qué daño hacen algunas traducciones, con las palabras tan bonitas que nos enseña Internet, que ya lo decía Enjuto Mojamuto: twitter-follower-twitter-follower-twitter-follower
De momento llevo unos días, y la decepción número uno es que no me siento más «cool». Así que no sé cuánto me durará el asunto. Por ahora, todavía me hace gracia la combinación smartphone+red social. De repente, me aburro, cojo el móvil y escribo «me aburro«. Para que todo el ciberespacio sepa que me aburro. He llegado a estar mirando internet con el teléfono desde el wáter, supongo que en una evolución (tecno)lógica de la clásica revista dominical del periódico, cuyo final más habitual es un revistero de un labavo. El día que escriba un tweet que diga «Estoy cagando. Qué a gusto me estoy quedando» os doy todo mi permiso para borrarme de vuestro Twitter, de vuestro Internet y de vuestra vida.
Canciones:
Curtis Mayfield: «Move on up»
The Dirtbombs: «Livin’ in the city»
Diego Vasallo y El Cabaret Pop: «Polaroids»
17
Oct
10

No voy a hacerlo más…

Ayer tuve un pequeño acto de rebeldía estúpida frente a la estupidez que ya aceptamos como inherente. No sé dónde me había dejado los auriculares, de manera que tenía mi teléfono, que ahora también me hace las veces de reproductor de música, pero no el medio físico para escuchar esta música. Y pensé… y si? Y lo hice… era un trayecto muy cortito, pero diablos, me apetecía escuchar música. Y si cualquier niñato que se precie ha abandonado su dependencia a los auriculares, y ya de paso, cualquier forma de decencia y de respeto por los demás, amén del buen gusto, por qué iba a ser yo menos. Lo sé, el estatus de “niñato” hace ya varios años que lo abandoné, por lo menos en lo que al plano físico se refiere. Aún así, pasada la vergüenza inicial (lo reconozco, la tuve… ¿me estaré haciendo viejo?), disfruté escuchando a Soundgarden y a Queen, móvil en mano, como si de loro ochentero se tratara, ante la mirada extrañada de algún que otro transeúnte que pasaba, incluido aquel grupete de adolescentes que miraron con cara de no entender absolutamente nada. Uno de esos actos en que la rebeldía se transforma en la idiotez más supina, pero mirad, qué queréis que os diga, lo disfruté. Aunque sólo fueron cinco minutos. Y prometo no hacerlo más. Palabrita del niño Jesús.

Canciones:

Soundgarden: «Drawing flies»
Queen: «It’s a beautiful day»
Manic Street Preachers:»The Descent (Pages 1 & 2)»

14
Oct
10

Smartphone

Me he comprado un teléfono móvil nuevo. Se trata de uno de esos móviles nuevos, de ultimísima generación, que incluyen reproductor de emepetrés de muchos gigas, cámara de foto, de vídeo y de lo que haga falta, conexión a Internet, acceso a e-mail y supongo que si lo configuro propiamente, incluso llegaría a hacerme algún tipo de favorcillo sexual. Mi puerta de entrada a la modernidad más repelente, vamos. Ni que decir tiene que me siento el tipo más molón del barrio. Un smartphone, que le llaman. Me encanta la palabra. Smartphone. Ahí queda eso.
El caso es que por lo que se ve, estos teléfonos (porque al final, son teléfonos, ¿no?… no sé…) no admiten una tarjeta SIM normal y corriente. No. Requieren una tarjeta SIM más pequeñita. Tiene aspecto de “El Chip Prodigioso”. Y allí estaba yo, con mi tarjeta nueva insertada en mi flamante móvil nuevo, cuando me di cuenta de un detalle… en la tarjeta SIM anterior, la grande, la del teléfono viejo, esa que por lo visto ya no vale para nada, tenía toda mi agenda de teléfonos. En fin, tampoco es que sea el chico más popular del instituto. Tampoco es que tenga una agenda tan amplia ni una multitud de personas constantemente llamándome y enviándome SMS. Pero llegaba el momento de la tediosa tarea de traspasar a mano todos los teléfonos de los contactos. Vamos, que tanta modernidad para acabar haciendo lo que hacía mi madre cuando se compraba una agenda nueva: transcribir todos los contactos al nuevo cuaderno.

Cómo se le activa el bluetooth a esto?

Me puse manos a la obra y comenzó la primera duda. Todos? Noooo… demasiados para un nivel de vagancia como el mío (demasiado pocos, probablemente, para el tipo más popular del instituto). Filtremos pues. Primero los más utilizados. Familia más directa y los amigos con los que he quedado esta noche. Y con todo ello, la primera constatación del moderno mundo imbécil. Si mi madre me llama al móvil y no se lo cojo (no tengo costumbre de contestar a llamadas de teléfonos que no conozco), ya tenemos a una madre ciertamente preocupada. Y en cuanto a los amigos, ahora ya no se queda con nadie. Estaremos en tal sitio. Si uno llega y no hay nadie, automáticamente llama. Dónde estás? O si uno llega tarde, llama también. Oye, que me he liado y llego en 5 minutos. Adiós a esa clásica costumbre de esperar.
Y al final me di también cuenta de la cantidad de contactos que tengo y que ni uso. Es, probablemente, un buen momento de hacer limpieza. Amigos que ya no lo son. Amigas que nunca lo fueron (lo que quería). Conocidos y saludados varios. Cuánto tiempo hace que no hablo con Fulano? Y por qué tengo 3 números diferentes de Mengana? Cuál será el que utiliza ahora mismo… si es que es alguno de ellos. Vale la pena mantener el teléfono de esa persona con la que tuve relación hace algún tiempo pero ya hace años que no?

Pero cómo quieres que este hortera tenga un millón de amigos??

Esta bonita reflexión me podría servir para hacer una crítica fácil de la ligereza con la que se llevan las relaciones. Hoy somos amigos, mañana no. Hoy tomemos un café, mañana no te saludo. Y cómo de estúpido es mantener a toda costa un contacto con una persona que en el fondo, no nos interesa, por aquello de acumular contactos y hacernos sentir mejor, en una versión más sofisticada de aquél “yo quiero tener un millón de amigos” que cantaba el hortera de Roberto Carlos. Y sin embargo, esta vez no. Esta vez me puede servir para pensar en por qué aquellas personas alguna vez pasaron por mi vida y ahora ya no están. Qué falló, y sobretodo, si tal vez lo hice, y posiblemente así sea, en qué fallé. Es demasiado fácil esta postura misántropa de que realmente nadie está a tu altura. Pero al final, cuando sólo vemos idiotas por todas partes, puede ser que el idiota resultes ser tú mismo. Reflexionemos, pues, amigos.
Canciones:
The Cardigans: «Carnival»
Guns n’ Roses: «Sorry»
David Bowie: «Young Americans»
09
Mar
08

El loro

De un tiempo a esta parte vengo encontrándome con una situación que no deja sino de producirme una desagradable sensación de déjà vu. Supongo que muchos os habréis encontrado también con la misma experiencia, la de andar caminando por la calle, o sentado en un transporte público, y de repente, escuchar una cancioncita (habitualmente reggaetonera, dance, dance latino o similar). Al principio parece ser un tono hortera para movil. Pero resulta persistir. Cógelo ya, piensa uno para sus adentros. Pero no para de sonar. En ese momento es cuando te das la vuelta para darte cuenta de que no, no era una llamada telefónica, es alguien que está escuchando música con el móvil desde el propio altavoz del teléfono. Así, impunemente. Es de agradecer que en un mundo en el que los sentimientos y la solidaridad parecen ser vestigios del pasado, alguien quiera compartir su música con los demás. Gracias pero no.
En fin, un par de décadas de evolución (o casi debería decir Revolución) tecnológica para acabar recayendo en un viejo conocido: el loro. Sí, amiguitos y amiguitas, el viejo loro, ese radiocassette que hace años veíamos por las esquinas de los barrios. La cinta de cassette hizo que la música se pudiera llevar con una cierta comodidad fuera del vetusto mueble que alojaba el tocadiscos. Y el radiocassette era el laboratorio mágico donde la música hacía de catalizador a la rebeldía juvenil asociada a la música. Ya sea rap en las esquinas, jevi en los bancos o rumbitas en la playa. La magia del lenguaje moldeable y veloz hizo que rápidamente se asociara la imagen del fulano con un radiocassette al hombro con el de un pirata con un loro en el mismo lugar. Al final, el caso era dar por culo con la música a todo trapo.

Cambio un teléfono por esto…

Y cuando parecía que el walkman, luego el discman y finalmente el mp3 había devuelto la cordura a las personas y la tranquilidad a las calles, de repente esa estúpida moda de hacer sonar la música en alto desde el móvil invade nuestras calles, plazas y transporte público. No, gracias, no quiero escuchar La 5º Estación, Melendi o el Reggaeton de turno. Tanta generación iPod y tanta hostia para acabar usando móviles de última generación como un vulgar loro. Auriculares para todos ya!

Canciones:

The Beach Boys: «You still believe in me»
Monster Magnet: «2,000.000 light years from home»
The Clash: «Rock the Cashba»




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