Archive for the 'canciones' Category

15
Abr
17

Guilty pleasures (6)

Decíamos ayer que… en fin, recupero esta sección que llevaba nada menos que cuatro años en barbecho, y en donde me dedico a exponer mis miserias, lo que para un marisabidillo de mierda que es el juntaletras que suscribe, no deja de ser un ejercicio de humildad que quisiera que se me tuviera en cuenta cuando me toque la próxima reencarnación. Aunque en realidad, tiene más de engañifa y de impostura que de verosimilitud. No, no puedo decir que de repente  me estoy mostrando como un fan en el armario de Franco Battiato. No, cuando apenas conozco un par de canciones de este caballero, las que conoce todo el mundo, debiera decir. Y me gustan, me gustan mucho. Pero nada más. ¿Me estaré perdiendo una gran carrera musical, dejando de lado los discos del italiano? Yo qué sé.

Por otra parte, lo estoy calificando de guilty pleasure y si bien en esta sección he reseñado cosas realmente vergonzosas, pueden leer más aquí, aquí, aquí y también aquí, debo expresar a los cuatro vientos que no, no me hace sentir culpable disfrutar de una canción como “Voglio vederti danzare” (Franco Batiatto, “L’Arca Di Noè”, 1982).

“Discos, pelis y libros. Eso es lo que realmente importa”, decía Rob en “Alta Fidelidad”. Durante mucho tiempo yo también pensé así. Ahora, tal vez será la senectud prematura que me invade, me he vuelto más tolerante y suelo no despreciar a la gente, al menos no de entrada, sólo porque escuche el último hit de ese cantante latino que me niego a nombrar en estas sacrosantas líneas. Sí, ya saben a quién me refiero. De todas formas, Nick Hornby escribió esa novela en 1995, y en 2000 era John Cusack quien le daba rostro a Rob en su versión cinematográfica. Dudo, sin embargo, que cualquiera que haya nacido alrededor del año de publicación de ese libro (tal vez seas TÚ) pueda entender gran cosa de todo esto.

Permitidme volver a Batiatto y a esa preciosidad de canción que es “Voglio Vederti Danzare”, que como muchas otras del autor, y como muchas otras de la música italiana, nos llegó en una traducción al castellano bastante forzada, perdiendo, entre otras, la musicalidad de la propia lengua italiana. Sí, ya me perdonarán el esnobismo. Todo en este tema no podía estar más alejado de algo que en 2017 se puede considerar un hit. A saber, una canción italiana cantada por un tipo feísimo con aspecto de profesor de filosofía de instituto, construida sobre una base de sintetizadores y sin percusión (ni batería, ni apenas beats marcados) y que glosa diferentes bailes populares de diversas geografías, de un modo bastante superficial, eso sí.  Pues el disco que la contenía vendió, según reza Wikipedia, más de medio millón de copias.

Tenía recuerdos de haber escuchado esa canción de niño, por casa, por la radio, en televisión, cuando eran los años ochenta. Aquello estaba allí, escondido en el substrato personal del recuerdo, hasta que en 2003 salió de nuevo a la luz, del modo más inesperado. Y es que en 2003 el también italiano DJ Prezioso publicó un remix del tema, he de decir que bastante horroroso, sin más que dotarle de una base rítmica pesada tan clásica del eurodance. Este sí que es un guilty pleasure en toda regla. Me cogió en mi época más fiestera, justo acabado la universidad, con un trabajo recién estrenado que llenaba mis bolsillos de adolescencia extendida, viviendo en casa de mis padres. Aquello era sentimiento de culpabilidad total, y he de reconocer que por entonces a menudo lo vivía así, yendo a conciertos a la sala Mephisto o consumiendo lo que la revista Popular 1 predicara, pero a su vez saliendo de fiesta y dándolo todo en pistas de baile de dudoso gusto. Al final, quieras que no, había cosas que te agradaban, y entonces sientes aquel molesto cosquilleo en la nuca: eso despertaba mi mala conciencia rockera. Pero con una melodía así, ¿quién podía resistirse? Algo bueno sacamos: difícilmente me hubiera acordado de aquella canción que escuchaba en la radio de mis padres en 1985 si no me la hubiese recordado el dichoso DJ Prezioso. Cuando era más joven, podía recordarlo todo. Hubiera sucedido, o no.


Para el cierre quisiera dejar un vídeo que me parece una maravilla del humor. Martes Y Trece, nunca suficientemente reivindicados, haciendo un gag con Josema Yuste imitando Franco Batiatto (Napiato, en su versión), cantando ese “Voglio Vederti Danzare” en castellano, por supuesto, y de repente, cuando parece ser sólo una imitación sin mayor gracia, aparece Millán Salcedo vestido de pollo, bailando el robot y haciendo los coros, convirtiendo la escena en algo hilarante, con todo el surrealismo del dúo, y la suya, en la mejor versión de “Voglio Vederti Danzare” de la historia. ¿Por qué un pollo?

03
Abr
17

Canciones y años

Ah, el tempus fugit y todas esas mandangas que han inspirado al ser humano desde tiempos inmemoriales. El vértigo que provoca darte cuenta de que no eres el amo de tu vida. Es sólo eso. Esos versos de Gil de Biedma, tan repetidos, tanto que casi desdibujan su verdadero significado, quizás también porque expresan algo tan difícil de advertir e imposible de corregir: “que la vida iba en serio, uno lo empieza a comprender más tarde”. Cuando eres más joven, no te importa una mierda nada, la mayor parte del tiempo, y son los años quienes acaban dándole la vuelta a eso: es el tiempo a quien no le importas una mierda.

Los años son una impostura, un invento del papa Gregorio XIII, una cifra que nos ayuda a recordar, pues los recuerdos son lo que somos. Los recuerdos que yo tengo de mi romance con aquella joven Kate Moss, allá por 1999, son tan vagos  y borrosos que ya me entra la duda de si me lo habré inventado yo. ¿O sería 1989? Esas cuatro cifras fatales que quieren decir algo. Lo que sea. Algo querrán decir. Ni que sea para inspirar a peludos que se suben a un escenario.

1916

Para Lemmy, de Mötörhead, ese 1916 estaba marcado por la I Guerra Mundial, y como tal quiso plasmarlo en esa canción que a su vez daba título al disco con el que traspasaban la década de los noventa. Un tema distinto, fuera del estándar del trío, de velocidad y fiereza. Lemmy era un gran amante de la historia bélica. Yo nunca he sido un gran amante de Mötörhead, por más que ahora, y muerto el hombre, parece que salen fans de debajo de las piedras. Me temo que a Lemmy le ha pasado un poco (a menor escala, eso sí) lo que le ocurrió a Bob Marley, o a James Dean o al Che Guevara: se han convertido en un póster, en un estampado de camiseta o (horreur!) una frase de muro de Facebook.

1939

Algo parecido le pasó a Brian May, de Queen, cuando compuso el tema “’39” inscrito en el celebérrimo “A Night At The Opera”, también conocido como el-disco-de-boemianrapsodi. En este caso, May no es un experto en historia bélica, sino en astronomía y astrofísica. La historia relata un experimento en el que unos exploradores son enviados al espacio y a su retorno han pasado cien años, según la teoría de la dilatación del tiempo en la teoría de la relatividad de Einstein. Hubo quien quiso ver algún tipo de alegato belicista, sin embargo May siempre lo negó y su trayectoria científica da más peso a la primera versión. Al final, esa “’39” es una canción que cantó el propio Brian May y suena más cercana a los dos primeros discos de La Reina que al LP en el que se incluyó.

1969

Saltamos treinta años para meternos en terreno grasiento, sucio, que huele a alcohol y a violencia gratuita. ¡Son The Stooges, hombre! Todo en esta canción está bien colocado, todo tiene sentido en el marco en el que se circunscribe, comenzando con esa intro de guitarra que raspa como papel de lija, y con Iggy declarando, “all right”, antes de comenzar con un ritmo casi tribal y de acabar como acaba, a voces.  Fijémonos en la letra:

It’s another year for me and you
Another year with nothing to do
Last year I was twenty one I didn’t have a lot of fun
And now I’m gonna be twenty two I say oh my and a boo-hoo

Seguramente Gil de Biedma lo dijo de una manera más bonita, no obstante, en el fondo, acaba siendo lo mismo.

1970

Y el reverso aún más oscuro y más depravado nos lo proporcionaban los mismos The Stooges, un año más tarde, en el siguiente LP del grupo. Un Iggy Pop más chulesco todavía declarando “I feel alright”. Si alguien me preguntara cuál es la mejor canción de The Stooges, probablemente diría que esta “1970”. Y si alguien me preguntara acerca del mejor solo de saxo en el rock n’ roll, seguramente mencionaría el que cierra el minutaje del tema, sonando tan sucio y descarnado como la guitarra más distorsionada.

1976

Más que una canción, una declaración de intenciones, esta “1976” de Redd Kross. Una visión edulcorada de una década en la que los miembros del grupo vivieron su primeriza adolescencia y niñez. ¿Cómo sonaría una canción si yo escribiera un tema llamado “1993”? La pregunta es una estupidez, yo apenas soy capaz de tocar tres acordes seguidos en una guitarra sin meter la pata. Pero seguramente, a nivel espiritual, sería parecido, porque el tiempo constituye un prisma cabrón que deforma los recuerdos, en especial los de esa época de pre-adolescencia, y una vez más, Gil de Biedma, otro cabrón que tenía razón. Como nota curiosa, en dos ocasiones, antes del estribillo, canta alguien que suena igual a Paul Stanley de Kiss, y tratándose de una banda tan fanática de Kiss como los Redd Kross, pudiera ser. Pero no lo es, en aquellos tiempos Redd Kross eran muy minoritarios y no tendrían el dinero suficiente para que el tío Stanley moviera su culo. En realidad se trata de su guitarrista de entonces, quien, hay que decir,  lo clava.

1979

“1979” de Smashing Pumpkins, podría ser el reverso a la canción de los Redd Kross, pero con ese aura más intensito que gastaba Billy Corgan. Menos sutil y menos divertido que Jeff McDonald, de Redd Kross, compone sin embargo una buena canción, aunque no puedo dejar de preguntarme si el tema hubiera sido tan apreciado por los fans de la banda de no ser por ese videoclip que lo acompañaba.

1984

Aunque podría referirme a ese corte instrumental que abría el disco de Van Halen. Pero no, en esta ocasión me refiero a la canción de David Bowie de su disco “Diamond Dogs”. Una empanada inspirada por la clásica novela de George Orwell, quien quiso ver un futuro en ese año (Orwell, no Bowie) que tardaría unas décadas más en producirse. Aunque el disco lo grabó aún sin el guitarrista Carlos Alomar, aquél LP ya rezumaba lo que iba a ser la encarnación de Bowie para el siguiente lustro, el del enamorado de la música negra, y con Alomar de mano derecha (quien se incorporó para la gira de “Diamond Dogs”). ¿La canción? Un trepidante estallido de soul funk elegante.

1999

Y si hablamos de temas futuristas, puedo mencionar la que es mi canción favorita de Prince, “1999”. Del disco que la contenía, titulado también “1999” la gente suele recordad “Little Red Corvette”. No se me ocurre un mejor inicio para un álbum, no obstante, que esta “1999” -la canción-  que contenía un rollo proto-futurista con vistas a ese temible año 2000 que acechaba y que, ya ves, pasó, y ni un triste avión cayó del cielo en aquella nochevieja de 1999. Un timo, vaya.

18
Nov
13

Walk On The Wild Side

A raíz de la muerte de Lou Reed, recordé una entrada que leí en el blog de Bob Pop (Roberto Enríquez de Rétiz), un blog que leía con cierta asiduidad, hace tanto como 7 años… ese blog, que pertenecía al diario 20 Minutos, como vino, un buen día, se fue. He podido encontrar esa entrada, por la magia de Google. Y me apetecía reproducirla. Insisto, no es mía, podéis encontrar el original aquí. Y si el autor lee estas líneas y quiere que elimine este texto, que me lo comunique y lo haré.

En cualquiera de los casos, era una explicación de quién es quién de todos los citados en el celebérrimo “Walk On The Wild Side” del tío Lou. Todos, gente de bien. Todos expertos en el buen malvivir.

Holly came from Miami, F.L.A.

Hitch-hiked her way across the USA

Plucked her eyebrows on the way

Shaved her legs and then he was a she

She says, Hey babe

Take a walk on the wild side

Hey honey

Take a walk on the wild side

Holly came from Miami, FLA

Holly came from Miami, FLA

Holly Woodland: nacida Harold Santiago Rodriguez en Puerto Rico, en 1946. Veinte años más tarde, ya era go-go en un bar de Siracusa al ritmo de To Love Somebody de los Bee-Gees. Miss Donut 1968 para la fábrica de donuts del padre de su novio. Actriz en ‘Trash’ de Paul Morrissey. Holly vive actualmente en Los Ángeles, aunque en 2004 el New York Post le diera por muerta. Prepara una película autobiográfica: “La Historia de Holly Woodlawn: Una vida arrastrada… en tacones altos“.

Candy came from out on the Island

In the backroom she was everybody’s darlin’

But she never lost her head

Even when she was giving head

She says, Hey babe

Take a walk on the wild side

I Said, Hey baby

Take a walk on the wild side

And the colored girls go

doo do doo do doo do do doo..

Candy & Andy

Candy & Andy

Candy Darling: nacida James Lawrence Slattery en Brooklyn en 1946. Devota de Kim Novak, de quien aprendió todo lo que supo, musa de Warhol y, posteriormente, compañera de reparto deJane Fonda Sofía Loren; llegó incluso a estrenar una pieza teatral de Tennessee Williams, cuyo personaje fue escrito por el dramaturgo especialmente para ella.Su fotografía os resultará familiar porque Antony la usó como portada de su segundo disco ‘I am a bird now’.

Little Joe never once gave it away

Everybody had to pay and pay

A hustle here and a hustle there

New York City’s the place where they say,

Hey babe, take a walk on the wild side

I said, Hey Joe

Take a walk on the wild side

Joe Dallesandro: actor porno, delincuente juvenil, alcohólico y heroinómano, protagonista de muchas de las películas de Warhol Morrissey. En 1996 posó junto a Kate Moss para esta campaña de Calvin Klein.

Siempre es un buen momento para una imagen de Kate Moss...

Siempre es un buen momento para una imagen de Kate Moss…

Jackie is just speeding away

Thought she was James Dean for a day

Then I guess she had to crash

Valium would have helped that bash

Said, Hey babe,

Take a walk on the wild side

I said, Hey honey,

Take a walk on the wild side

Jackie Curtis travesti y poeta, muerta de una sobredosis en 1985, a los 38 años, y otro de los miembros del clan Factory de Warhol (llevaba tatuado ANDY en su brazo como símbolo de devoción). Tras su muerte, un amigo encontró una nota escrita por ella que decía:

“No eres realmente una Superestrella de Warhol a menos que estés muerta”.

Jackie compartió apartamento con Candy Darling durante algún tiempo.

Jackie is just speeding away...

Jackie is just speeding away…

And the colored girls say,

doo do doo do doo do do doo

doo do doo do doo do do doo

doo do doo do doo do do doo

doo do doo do doo do do doo

doo do doo do doo do do doo

doo do doo do doo do do doo

27
Oct
13

El Peor Videoclip de la historia

Llevo unas semanas enganchado a las últimas temporadas de “Padre De Familia”, y lo puedo decir sin rubor, “Padre De Familia” me gusta más que cualquier otra serie de animación. Que nadie me entienda mal, adoro “Los Simpson”, es una serie que llevo viendo, casi ininterrumpidamente desde que tenía once años y se estrenó en horario nocturno en aquél programa de modernas de la dichosa movida en el que se incluía un episodio, en la 2 (por aquél entonces, TVE2). Menuda cara puso mi padre cuando le dije que quería ver una serie de dibujos a las once de la noche. ¿Alguien más en la sala que viera la serie por vez primera entonces? Sin embargo, la realidad es que han pasado 22 años y la sobreexposición ha sido brutal. Y sobretodo, no nos engañemos, las últimas temporadas de “Los Simpson” resultan tremendamente aburridas. Sigo siendo capaz de descojonarme de risa con el episodio de (por escoger uno al azar) Gabbo, pero veo uno de estos episodios que Antena 3 anuncia a bombo y platillo como nuevos, y me deja frío. De hecho, puede que sea una macabra casualidad, puede que no, pero desde que el actor que doblaba a Homer falleció, los episodios, en general, comenzaron a decaer. También puede ser que Carlos Ysbert tomara las riendas del malogrado Carlos Revilla (quien doblaba a Homer Simpson y a … KITT, el coche fantástico!!) en la temporada 12, y claro, una docena, son muchas temporadas.

El caso es que el otro día, viendo “Padre De Familia”, en una escena Peter está aleccionando a sus hijos Chris y Meg, y menciona lo que califica como “el peor videoclip de la historia”. Ahí saltaron las alertas. El documento que seguía a continuación era espeluznante. Peter Griffin estaba en lo cierto. Es el peor videoclip de la historia. Es el clip de “Dancing In The Street” de Mick Jagger y David Bowie.

Pero antes, pongamos unos antecedentes. Se trata de un dueto que Jagger y Bowie grabaron en 1985. Si repasamos las carreras de ambos en aquella época, podemos concluir que no estaban en su mejor momento artístico. Bowie tenía 38 años por entonces, y estaba en una de sus etapas más flojas, acababa de grabar “Tonight” (1984), que seguía la estela de la fama que le proyectó aquella decepcionante mutación que sufrió su personaje con “Let’s Dance” (1983), si bien conquistó un público y un mercado más masivo. Jagger tenía 42 años, y a los Stones en barbecho, en una de sus crisis de los 80s. De hecho, acababa de grabar su primer LP en solitario, “She’s The Boss” (1985), poniendo sus esperanzas en poder triunfar a lo grande sin necesidad de tener que aguantar a Keith Richards y a su pasado en los 60s y 70s. Algo que no ocurriría jamás.

Total, ambos eran unos cuarentones (Bowie, casi), reliquias de un sonido pretérito que la chavalería veía como algo alejado. Nada que no le pasara a la mayoría de los popes del rock de los 60s y 70s, que iban dejando de ser jovencitos, y perdiendo el respaldo mayoritario de la Juventud (dicho así, en mayúsculas), lo que los llevaba, a menudo, a realizar movimientos absurdos. Una crisis de los cuarenta en plena regla. Échenle la culpa a Pete Townshed y a sus versos lapidarios como “I hope I die before I get old”.

Como mínimo hay que valorar que se trataba de un proyecto de carácter benéfico, enmarcado en los fastos del celebérrimo “Live Aid” de Bob Geldof. La idea que tenían los dos prendas, Bowie y Jagger, era cantar en directo un dueto, estando Sir Mick en el JFK Stadium de Nueva York y Bowie en Wembley. Parece ser que al final lo vieron demasiado complicado, y decidieron tomar un atajo más sencillo. De modo que se lanzaron a la grabación de este clásico del soul, “Dancing In The Street”, que popularizaron Martha & The Vandellas en 1964, y que co-escribió nada más y nada menos que Marvin Gaye. Una gran canción, sin duda. ¿Por qué esa versión y no otra? Podría ser malvado y decir que Bowie estaba dispuesto a grabar cualquier cosa que conjugara el verbo “dance” en su título. Pero en realidad no tengo ni idea del por qué.

Lo que sí que está claro es que en 1985 la MTV era lo más de la modernidad, y la grabación de videoclips resultaba ser algo obligatorio para tener cierta presencia en el mundo de la música. Obviamente, Bowie y Jagger no se iban a conformar con la publicación de un EP de 7”, expresión, dicho sea de paso, que suena tan antigua como el pleistoceno superior.

Y allí es donde la cagan. Porque la verdad es que la versión del tema en cuestión no está nada mal, si bien no aporta gran cosa más que la producción ochentera. Pero bien, en general. No obstante, veamos el vídeo y luego continuamos:

Decorado de mierda, un muro ruinoso y un exterior en lo que parece una mezcla entre hangares y polígono industrial. De noche. Y unos aspectos que asustan. Jagger, no lo olvidemos, ya en la cuarentena, luciendo una de esas camisas de corte anchísimo que se gastaban en la época, pantalones de pinzas vaporosos y unas bambas blancas. Nunca ha sido el paradigma de la elegancia en escena, de acuerdo. ¿Y Bowie? Lo de David Bowie no tiene perdón de dios. Una suerte de mono de una pieza, o pantalón y camisa del mismo tejido, no acabo de apreciarlo, en unos tonos negros y estampado de camuflaje militar. Diríase que ha sido confeccionado a base de bolsas de basura. Y una gabardina digna del detective Colombo.

El clip al completo se compone de los dos divos, solos, bailando la cancioncilla. Bailando. Parémonos en este punto. ¿Vosotros recordáis cuando José Mota (lo siento, me hace gracia este tipo) se pone el disfraz de Blasa y se pone a bailar? Pues algo así. Como si la coca y el alcohol hubiera corrido a mansalva durante las seis horas previas a la grabación, y ambos estuvieran en pleno subidón eufórico. Como cuando te tajas tanto que te desinhibes y acabas en una discoteca a las cinco de la mañana bailando los hits ochenteros de revival como si te fuera la vida en ello, rodeado de tus amigotes que presentan un estado igual de lamentable que el tuyo y os tomáis el bailar “Take On Me” de A-Ha como un trabajo de equipo. Por favor, reconoced que vosotros también os habéis visto en esa tesitura.

Me avergüenza un poco el comentario, por tener un cierto tufillo homófobo, pero es de lo más gay que les he visto hacer a estos dos pollos, Bowie y Jagger. Quiero decir, parecen una imitación del mariquita bailongo hecha por Arévalo. Un chiste de sarasas en una discoteca. Y puedo reconocer que como amante de los hits más ochenteros, me gusta mucho esta “Dancing In The Street”, y que probablemente hacer el monguer de esa manera es la mejor manera de mover el buyate a su ritmo. Pero, y ya me perdonaréis mi mitomanía y mi seriedad, no me gusta ver a dos colosos como David Bowie y Mick Jagger dejando para la posteridad un documento gráfico más digno del de mis primos en la boda de nuestra prima segunda. Por favor, repasad momentazos como el minuto 2:35 , 2:05 o 1:55.

Y ya está. Y ese es el videoclip. Ni un cuerpo de baile. Ni un decorado de más. Todo grabado en una noche, como si fueran esos furtivos que no tienen permiso de rodaje. Hay que reconocerles, no obstante, su sentido del humor, o de la oportunidad, mírese como se quiera, para grabar un vídeo meneando sus culos juntos, haciéndose esas carantoñas, después de los ríos de tinta que corrieron en su época sobre una supuesta relación erótico-festiva entre ambos cantantes en los 70s. Verdad o mentira, la ladina Angie Bowie, ex-esposa de David, se encargó de propagar que los había pillado en la cama. Otros van más allá y hablan de una relación amorosa, no sólo sexual. Lo cual pudiera ser cierto, claro, y me parecería muy bien. Solo que no me lo acabo de creer.

Al final, la canción en cuestión resultó más exitosa que la propia carrera en solitario de Jagger. Y desde luego mejor que los discos de mediados de los 80s de Bowie. Pero para la posteridad nos legaron este terrorífico documento gráfico. El peor videoclip de la historia. Como les dice Peter Griffin, muy serio, a sus hijos Meg y Chris: “Y nosotros… lo permitimos…”.

 

Canciones:

Hanoi Rocks: «Tragedy»

Morcheeba: «The Sea»

Toot & The Maytals: «Never Grow Old»

16
Mar
13

jitazos fugaces. hoy … the connells

Volvemos con uno de esos jitazos fugaces de los 90s, básicamente porque fue esa la época en la que estaba más atento a lo que programaban las radios, o esa clase de shows de televisión que son hoy en día una rareza, o un resto de la época paleolítica: los programas de videoclips. ¿Recordáis? Antes había bastantes, amén de las clásicas MTV y VH1, para consumo exclusivo de aquellos suertudos que tenían televisión por satélite. Los demás nos conformábamos con seguir “Los 40 en Canal +”, “Sputnik”, “Clip Clap Video” o aquel fugaz “MTV España” que emitió una temporada Antena 3. Había más, pero no recuerdo los nombres. Y a ellos le podíamos sumar los programas que emitían playbacks de bandas que pasaban por el país para hacer promoción (“Zona Franca”, “Música Sí”, …). Lamentables, pero amigos, era una época sin internet, por lo que se convertía en la única manera de ver imágenes de tus grupos favoritos, y de los que no lo eran, sin tener que pasar por caja y comprar los VHS que se vendían en aquello que conocimos como tiendas de discos.

No se trata de una nostalgia hacia esa época, en realidad, hoy en día podemos acceder a cualquier tipo de música de una manera francamente increíble. Y no, no hablo de las descargas ilegales. Yo mismo, antes de escribir este texto, he buscado y revisado el videoclip del jitazo fugaz al que nos referimos hoy. Sin tener que esperar a que sea la hora del programa de videoclips, sin tener que esperar que les dé por emitir la canción en cuestión. No es eso. Y sin embargo, lo positivo de esos maravillosos 90s es que el rock se puso de moda, con lo que bandas que hoy en día apenas saldrían del circuito de bares, podían contar con sus 15 minutos de fama, y nosotros, chavalería inocente y ávida de nuevas sensaciones, podíamos disfrutarlos. Sí, claro que hoy en día tenemos una oferta ingente, pero me da la sensación de que es un poco para iniciados. Yo puedo encontrar un concierto en vídeo de The Shazam, pero jamás se me habría ocurrido buscar ese grupo si hace unos años no hubiera dado, casi por casualidad, y a través de una tele generalista, con un videoclip de Weezer. Y así.

De modo que quién les iba a decir a nuestros protagonistas del día, The Connells, que tras 9 años y cinco discos a sus espaldas, iban a tener su momento de fama al otro lado del charco, en la vieja Europa, con el jitazo “’74-‘75”. Era el año 1993. Sí, The Connells eran un grupo que comenzó en los 80s, englobados en lo que se dio en llamar nuevo rock americano, que aupaban las radios universitarias y que tenían sus popes en R.E.M., Violent Femmes, Long Riders o Green On Red. Curiosamente no fue a través de una banda sonora para una película, o al ser elegida como sintonía de un spot publicitario, como había ocurrido en otras ocasiones, como llegaron a ese pequeño éxito. Simplemente, sucedió.

Les favoreció, eso sí, un reconocible videoclip que tiraba de la nostalgia del instituto, con fotos de esa época y de sus protagonistas, 20 años más tarde. En definitiva, una versión primigenia de lo que conllevaría la aparición de Facebook y esas reuniones de colegios, institutos o grupos de universidad, cuando todos estaban más calvos y todas estaban más gordas, y todos y todas trataban de certificar sí quien les hacía tilín en esa época todavía tendría un paseo.

Y debo decir que la canción está muy bien. Esa acústica casi céltica mantiene el tono nostálgico de la canción, y el estribillo, sencillísimo, se te queda pegado al cerebro irremediablemente. Como suele ocurrir en estos casos, el éxito, como vino, se fue, aunque para The Connells no supuso un gran trauma. Recogieron los bártulos, contaron sus billetes y se volvieron a ese circuito local del que jamás hubieran imaginado salir, ni que fuera de un modo fugaz. Lo intentaron, claro. Pero lo difícil, ya se sabe, no es llegar, sino mantenerse. La prueba más fehaciente del retorno a su lugar natural es que mientras su último disco data de 2001, su último videoclip data de 1996. Significativo.

04
Mar
13

EL VIAJERO PROFESIONAL DESEMBARCA EN VENEZUELA PT.1

Una nueva entrega de las andanzas del viajero profesional me lleva a Caracas, Venezuela. Circunstancias laborales que no vienen al caso me llevan a esta ciudad donde he aterrizado hace unas pocas horas, y la pretensión es, como en las últimas CRÓNICAS AUSTRALIANAS, ir explicando mis impresiones.

Ahora son aquí las diez de la noche, cinco horas y media menos que en España. Sí, sí, habéis leído bien. Cinco horas y media. Esta media hora de decalaje es una medida relativamente nueva, pero que da una visión bien clara de que este país, Venezuela, se ha convertido en los últimos años en un lugar peculiar.

Hablar de Venezuela y hablar de Hugo Chávez, es todo uno. El presidente ha conseguido personalizar su acción en el propio país. De hecho, pensemos qué sabemos de Venezuela… podríamos hablar de los culebrones de los 80s y principios de los 90s, que tan populares fueron en la Celtiberia. Podemos hablar de las misses, y la obsesión por la cirugía estética que parece haber por estos lares. Podemos hablar del petróleo y la filiación a la OPEP, de la que es miembro fundador. Total, no es mucho conocimiento, la verdad. Y podemos hablar de Chávez, claro.

No estoy por la labor de juzgar la política de Chávez, no entraré en ese aburrido juego, para mí es un presidente electo con un punto payasil, sí, pero electo. Sin embargo, ese juego palaciego alrededor de su enfermedad o posible muerte tiene al país en vilo. Mi contacto en Venezuela, que me ha recogido en el aeropuerto, sacaba el tema a colación tan sólo media hora después de vernos. Me decía que la incertidumbre es total, que nadie sabe a ciencia cierta si el presidente está, como se dice, en la planta 9 del Hospital Militar, si sigue en Cuba, o si está en la “Highway To Hell” o “Starway To Heaven”, que cada uno elija.

En cualquiera de los casos, reconoceré que este asunto me gusta más bien poco, como extranjero. No quisiera que Chávez muriera (o se hiciera pública su muerte) mientras yo ande por Venezuela. Ya tú sabeeeeh. De hecho, si tuviera que hacer caso a las recomendaciones, o a las noticias, no hubiera venido. Las cosas no son como se cuentan siempre, claro, pero la realidad estadística convierte a Caracas en la ciudad más peligrosa de América Latina, con una tasa de 233 homicidios por cada 100.000 habitantes (datos del INE). Poca broma. De modo que no, en esta ocasión no me veréis callejeando.

Os confesaré una cosa: cuando hago un viaje largo, todas las veces, la primera noche, nada más llegar, me invade una cierta tristeza. Viajes laborales, me refiero, claro. El cansancio del viaje y el desfase horario influyen. Y ya en el aeropuerto no puedo evitar ir canturreando el “Rocket Man” de Elton John. Por alguna razón, en mi cabeza, ese Rocket Man es el Major Tom de Bowie.  No temáis, se me pasa.

Mencionaré, finalmente, el trámite de la aduana. En cada país que voy, es inevitable que sienta un punto de temor cuando estoy haciendo la cola para el agente aduanero. Por más que vaya con mi visado, con mi pasaporte, con mis formularios cumplimentados y con mi reserva de hotel, siempre pienso que algo malo puede ocurrir. Demasiados visionados de “El Expreso De Medianoche”. Qué sé yo. En esta ocasión, me habían dicho que no necesitaba visado, que podía entrar como turista. Pero claro, yo no soy un turista. Y sin embargo, ha sido sorprendentemente tranquilo y rápido. No había militares, ni policía, tan solo unas funcionarias que han estampado el sello en el pasaporte y adelante. Así, da gusto.

CANCIONES:

José James: “Come To My Door”

Elton John: “Rocket Man”

Mark Lanegan: “The River Rise”

19
Feb
13

Guilty Pleasures (5)

Los italianos son los mejores vendedores de humo del mundo. Ésa es una verdad universal. Salen predestinados para la venta de humo desde muy pequeños, desde la escuela y como educación social. Lo cual, ojo, no les ha ido pero que nada mal, como país, y como colectivo. Y por supuesto, tampoco como conjunto de turistas que, sea de vacaciones o sea de Erasmus, que para el caso, es lo mismo, suelen conseguir encandilar a las mozas de los pueblos y ciudades hispánicas que visitan. Bien por ellos. Hijosdeputa. Por eso me gustan. Son unos mamonazos con clase. Y en este mundo podrido, por lo menos, que no nos falte la clase. En serio.

La música italiana popular que suele llegar por estos lares acostumbra a basarse en solistas masculinos edulcorados que cantan al amor en el Festival De San Remo, y traducen sus letras a un castellano chapucero, insistiendo en el falso mito de que el italiano es un idioma sencillo que cualquiera que hable español puede entender fácilmente. Una vez comentaba con unos colegas de trabajo milaneses la música de su país que llegaba al oyente de la Celtiberia y los pobres se sentían francamente avergonzados.

Así que dicho todo esto, quizás pueda parecer una paradoja resaltar este tema de Marco Masini, “Bella Idiota” como un guilty pleasure mío, que lo es, y de los de manual. Todos recordaremos que en los 90s hubo un pequeño boom de música italiana, tipo canción ligera, en los charts españoles, encabezado por tipos como Eros Ramazzotti, Laura Pausini, Paolo Vallesi o el que nos ocupa, Marco Masini.

Lo de Masini me lleva a mi tierna adolescencia, era a principios de los 90s cuando escuché por primera vez a este tipo, vía cinta de cassette que alguna de mis compañeras de clase ponía cuando el profesor de dibujo, en las sesiones prácticas, nos permitía escuchar música en el aula. Entonces solía sucederse una pequeña batalla entre el sector fan fatal femenino, el sector rockero más masculino (lo siento por mis lectoras rockeras, era así) y el sector discotequero. Evidentemente la tolerancia y la diplomacia brillaban por su ausencia, y esta clase de actividades solían acabar con el profesor o monitor o conductor de autocar de turno hasta los huevos de criajos peleándose por qué mierda había que escuchar.

Pero vayamos al tema de Masini… “Bella Idiota”… no es muy sutil, que digamos. La cosa va de despecho, de las mujeres, que son muy malas, y de hombres enamorados que pierden la cabeza, la compostura, la cartera y muchas otras cosas, por su culpa. Un clásico, vamos. Desde el mismo Mester de Juglaría que ya se escribía sobre ello. Así que no hemos avanzado mucho en 600 años.

De hecho, esta letra le trajo algunos problemillas a Masini, pues si quizás en la traducción al castellano, el término “idiota” no es excesivamente ofensivo, el original “Bella Stronza” es algo más hiriente. Se le acusó, además, de misógino, por el contenido de este tema. ¿Pero sabéis qué es lo bueno de esta canción? Que el tipo, realmente, parece sentir todo ese despecho, y soltar la bilis en forma de coplilla.

Así, la cosa va de un fulano dolido y desesperado porque se enamoró de una mujer guapísima, tan ciegamente que dejó a su propia novia, se peleó con sus amigos, y ¿todo para qué? Para que ella, la muy guarra, se largara con otro… u otros, no queda muy claro… pero desde luego, con más dinero que nuestro protagonista. Y éste va declamando en esa forma tan curiosa y tan masculina de cagarse en sus muelas, pero a su vez, ofreciéndole una oportunidad de escaparse los dos, huir y hacer una nueva vida juntos. Es decir, más patético no puede ser. Pero así somos los hombres, queridas mías. Este es mi consejo para las miles de lectoras de NDK.

Y de este modo, se va sucediendo todo entre una guitarra acústica, principal, con la banda de fondo, y unas cuerdas, para darle la dosis necesaria de dramatismo. En fin, aunque Marco Masini tiene una voz rasposa estilo Brian Adams, para que nos hagamos una idea, y no lleva el rollo pulcro y elegante de algunos de sus compatriotas, sino que su pose es más, digamos, de cantautor rockero, en el sentido del término de esos maravillosos 90s en los que las guitarras distorsionadas estaban de moda, tampoco creo que nos estemos perdiendo una carrera musical trufada de grandes canciones. Ni falta que hace, claro, pues para algo estamos hablando de guilty pleasures.

04
Feb
13

jitazos fugaces. hoy … OMC

El otro día leía que los de Jot Down Magazine publicaban un artículo sobre Jitazos Fugaces… ay, qué mala es la falta de ideas, cuando tienen que robar una idea que era claramente mía y que nadie más en Internet había desarrollado jamás, un clásico de NDK… simplemente tuvieron la falta de originalidad de utilizar el término original inglés (One Hit Wonders) y así se ahorraban de enviarme el cheque… Por si fuera poco, tuvieron la indecencia y la mala leche de incluir el “No Rain” de Blind Melon como Jitazo Fugaz/One Hit Wonder, lo cual es una injusticia hacia una banda que grabó 2 discos maravillosos (“Blind Melon” y “Soup”) y que despidieron con un disco de refritos y descartes que, para variar, mantenía un nivel francamente alto (“Nico”). Muy mal, Jot Down Magazine. En fin, les perdonaremos el patinazo porque resulta una revista/web que verdaderamente da gusto de encontrarse en Internet, y cuya versión en papel está muy bien hecha.

Pero me estoy enrollando, cuando lo que quería era presentar otro de esos Jitazos Fugaces que, además, me sirve para recuperar una serie que tenía algo olvidada. Los protagonistas de hoy son OMC, banda neozelandesa (ojito!) con un nombre demasiado similar a aquellos clásicos de los 80’s que eran OMD. Nada que ver, obviamente.

Bueno, esta canción llegó a los charts europeos, y también a los hispánicos en 1995, siendo visto aquí como una suerte de curiosidad, por aquello de tratarse de las antípodas, y tal… porque música australiana siempre ha llegado mucha, vía UK, habitualmente, pero ¿de Nueva Zelanda? Eso era algo nuevo. OMC grabaron este “How Bizarre” como single, cuando aún se grababan singles, y luego, tras el éxito mundial, grabaron el álbum que contenía ese single, disco que obviamente no interesó a nadie. Tuvieron la grandísima suerte de ser contemporáneos de esos melómanos de los 90’s que jamás imaginaron que haciendo un par de clics podrían obtener, gratis, aquella canción que les gustaba, sin tener que aguantar el tostonazo de disco, ni, obviamente, pagar por ello.

Y qué os puedo decir, la canción tiene su gracia, especialmente por esas trompetas que me recuerdan a la época en la que al gran Willie DeVille le dio por los sonidos más tropicales. Por supuesto, hubo el videoclip de rigor, y demás parafernalia que era obligatoria para todo Jitazo Fugaz que se precie. Según esa fuente de rigor informativo que es Wikipedia, “Between 1995 and 2000, OMC is estimated to have sold between three and four million records worldwide” … es decir, tres o cuatro millones… como el que se come seis o siete olivas… como el que llegará cinco o diez minutos tarde… qué más dará un millón más o un millón menos de discos vendidos…

Como suele ocurrir en estos casos, OMC grabaron un par de discos más que, si el que contenía el single “How Bizarre” no interesó a nadie, ni os cuento sus continuaciones. Por supuesto, poco importa, cuando amasaron tanto dinero en royalties que acabaron el cantante y el productor enfrentados por ellos en los tribunales. Y como si de un telefilm de mediodía de domingo se tratara, tras llegar a un acuerdo extrajudicial, dicho cantante, Pauly Fuenama, moría con tan solo 40 años, de una enfermedad degenerativa.

No quisiera acabar sin mencionar que probablemente los que escuchamos esa canción en 1995 íbamos a imaginar que la palabra “bizarro” se iba a poner de moda varios años más tarde… con la particularidad de que se utilizaría con el significado en inglés (bizarre, extraño o estrafalario) en lugar de con el significado real en castellano (bizarro, valiente o gallardo), creando uno de los pocos casos de “false friends” a la inversa (del inglés al castellano) que se acaba extendiendo tanto que casi hace olvidar la definición real. Eso sí que es bizarro…

31
Dic
12

Nochevieja 2012

¿Ya tenéis pensado cuál va a ser la primera canción que vais a pinchar en este 2013? No me refiero a la chorrada que suene en el primer anuncio del año, o el tono de vuestro móvil, o cualquiera de esas canciones que pilléis, como quien no quiere la cosa, en un especial televisivo. No. Me refiero a la primera canción que queráis escuchar el año que viene. Que os pongáis frente al equipo de música, elijáis el disco, lo pongáis y seleccionéis el tema.

Tuve a un amigo que estaba un poco obsesionado con eso. De hecho, quien lo estaba, realmente, era su novia. Un año, pasaron la nochevieja juntos, y su novia se empeñó en pinchar la versión del “Hard To Handle” de los Black Crowes, justo después de las campanadas. Al poco tiempo, esta novia dejó a ese muchacho, y desde aquél día, no sólo le cogió manía a “Hard To Handle”, sino también a los Black Crowes, en general.

No creáis, yo también tenía algunas tradiciones en ese sentido. Durante varios años, la primera canción que pinchaba en el año recién estrenado era “Suck On The Jugular”, de los Stones, una pista poco conocida que se encuentra en su fantástico “Voodoo Lounge”. Así, viviendo yo en casa de mis padres, acabado el ceremonial con la vid, el cava y todas esas cosas, me iba a mi cuarto y hacía sonar esa canción, mientras me arreglaba antes de largarme de casa. Eso era cuando salía para fin de año, cosa que dejé de hacer, por agobio, mucho tiempo atrás.

Y hoy en día, aunque no celebro mucho el fin de año, más allá de las dichosas uvas, y aunque prefiero salir cualquier otra noche del año que no sea la del 31 de diciembre (ni la del 24 de junio), he de reconocer que, de todas las festividades navideñas, Nochevieja es mi preferida, por el simbolismo que tiene de regeneración, de nuevo comienzo, de limpieza y de vista puesta al presente y al futuro. Sí, lo sé, mañana será día uno y nada habrá cambiado realmente. Y los puntos de inflexión se pueden generar en cualquier fecha del calendario. Y sin embargo, un empujoncito nunca viene mal.

Y no soy muy de desear feliz año indiscriminadamente, pero cualquiera que esté leyendo estas líneas, se lo merece. De modo que sí, a todos mis lectores, les deseo un feliz año 2013. Y por aquí estaremos a partir de mañana, de nuevo.

Canciones:

Lucky Soul: “Add your light to mine”
Neil Young: “I’m the ocean”
Charles Bradley: “Stay Away”

17
Dic
12

Guilty Pleasures (4)

El guilty pleasure de hoy es durillo… lo admito, no sin cierto rubor… Así que a modo de justificación, dejadme que os cuente una historia. Hace unos años tuve un amigo. Habíamos sido amigos desde el parvulario, y fue así durante los siguientes 25 años, aproximadamente. No es que nada pasara, simplemente, éramos muy diferentes, tomamos tipos de vida diferentes, y si a todo ello le sumas un cóctel de pasividad, de orgullos mal llevados y de no decir las cosas cuando hace falta, bueno, el resultado es que la amistad se va, como lágrimas en la lluvia, y tal, que decía aquél.

Ese muchacho desde que empezó su adolescencia comenzó a tener una querencia por las rumbitas y esa clase de música odiosa. También le encantaba todo ese horroroso pop español de los 40 Principales. Así mismo, y aún siendo no más que un chaval, desarrolló un interés por los cantantes melódicos españoles, de esos que les gustaba a nuestros padres, y por si fuera poco, también la copla y la música tradicional. En definitiva, cuando íbamos en su coche, y era bastante a menudo, porque fue el primero del grupito en sacarse el carnet de conducir y en que su padre le dejara su coche, nos deleitaba con un festival hispánico en donde tenía cabida Estopa con Medina Azahara, pero también Manolo García con Junco, con Rocío Dúrcal, con Las Grecas y con El Canto Del Loco.

Por si no fuera suficiente, no era extraño, cuando hacía alguna tarea, por ejemplo, si estábamos de acampada y tocaba montar la tienda, que se pasara el rato cantando canciones de Antonio Molina o incluso retomando el cancionero popular, tipo “mi jaca galopa y corta el viento”… Papá Piquillo, le llamábamos. No os digo más.

Su cariño por los rumberos de aspecto más chungo de los 80s era jocosamente apreciado por nosotros, sus amigos, que, hablando en plata, nos descojonábamos de ver a un chaval con ventipocos cantando tonadas de Parrita, de Junco o de Manzanita. En fin, todos tenemos a un amigo así, ¿no? … ¿no? … por favor, que alguien diga que sí…

Y lo juro, me había olvidado de esta canción hasta que vi hace unos 3 o 4 años la película “Tres Dies Amb La Família” (Mar Coll, 2009), donde suena en una de las escenas principales. Por cierto, una sorpresa agradable, esta cinta. Muy buen guión, y la falta de pretensiones le suma muchos enteros.

Total, que ha llegado la hora de reconocer que me encanta la canción “Un Ramito De Violetas”, de Manzanita. Lo sé, la versión original es de Cecilia, pero no me gusta nada ese tratamiento de voz y esa ñoñez. Lo de Manzanita es más racial y le da un toque más dramático al tema, cuya letra es francamente buena.

Y ahora que ya he perdido toda mi credibilidad y que la parroquia rockera ya no se va a creer ningún otro elogio mío a cualquier banda de esas que todos respetamos, puedo continuar adelante. No sin antes hacer un inciso… no soy de esos que “escuchan de todo”. De hecho, hay quien me ha calificado de tener una actitud un poco talibán con ciertos músicos o ciertas corrientes. Dicho lo cuál, podemos volver a “Un Ramito De Violetas”.

Además de la letra, otro de los puntos fuertes de la canción es esa producción tan típica de la canción melódica o ligera española de finales de los 70’s y principios de los 80s. Una producción, lo digo aquí y ahora, muy buena. Esos vientos sutiles, esas cuerdas que dotan de dramatismo a la canción. Aunque no lo parezca, las compañías de discos grandes en España se gastaban los cuartos en sus producciones, y había grandes arreglistas.

En fin, no me voy a poner en plan estupendo, la canción me gusta, porque me recuerda a mi amigo, pero también porque … no sé… ¿por qué gusta una canción?

 




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