Archive for the 'james brown' Category

25
Jun
08

Viaje a NYC. Día 5: Harlem, Brooklyn y el Memorial Day

Tras unos días de paréntesis, retomaremos el relato de mi viaje a NYC. Y lo hacemos plantándonos en el 5º día. Hoy es lunes, pero sin embargo es un día festivo. En la tele hace tiempo que anuncian programación especial para hoy, y esas cosas. Hoy es el Memorial Day. El chico del hotel me informa que se trata de una celebración en memoria de los caídos en las guerras. Muy yanki todo. De hecho, en un canal temático hacen una maratón de películas bélicas, programando desde «La Gran Evasión» hasta «Rambo», pasando por «Los Cañones de Navarone». No creo que proyecten «Nacido el 4 de Julio».
En fin, con este ambiente de puente tomamos el metro temprano por la mañana, destino a Harlem. Atrás quedan esos años 80’s de máxima degradación del barrio, azotado por el consumo de crack. Y mucho más atrás las noches de Harlem de primeros de los 60’s. Ya no se trata de una zona poco recomendable para visitar, si bien no se trata de Union Square precisamente. El metro nos deja en la avenida Luís Muñoz Marín, en pleno Harlem Español, donde hay un grueso de población puertorriqueña y dominicana. El día surge radiante, y se nota que es festivo por la poca actividad que se detecta. Pero nuestro objetivo está en el Harlem negro, el de la avenida Malcom X y el Boulevard Dr. Martin Luther King. En esta última calle destaca la multitud de iglesias que hay, una cada tres esquinas. Arquitectónicamente sin interés alguno, unos locales más o menos acondicionados, de diferentes ramas cristianas (protestantes, baptistas, …) y todas ellas con un cartel o un atril en la puerta donde indican el nombre del reverendo que oficiará misa, y a mí no deja de recordarme a esos teatros donde fuera muestran el nombre de la primera estrella.Nos adentramos en el barrio y la cosa comienza a verse más cercana a la idea que uno tiene de Harlem. No hay una sensación de peligrosidad ni una degradación muy exagerada, pero no es un lugar para «pasear». Yo, que he vivido casi toda mi vida en la Zona Franca de Barcelona, no podía dejar de recordar mi antiguo barrio. Cuanto menos llama la atención ver a dos blanquitos paseando por esas calles un día festivo de buena mañana. Por si acaso, hablamos entre nosotros en un español muy clarito, para que se vea que somos «de la rassa». Porque nuestro objetivo es llegar a la calle 125, donde se sitúa el mítico Apollo Theatre.

Un pedazo de historia de la música, pero bastante decepcionante…

La 125 es una calle más ancha y con más vidilla comercial. Y allí está, el teatro que fue cuna y también prueba de fuego para todo aquél que tocara soul o R&B. Para el recuerdo quedan, claro, discos míticos en vivo allí registrados, como los de Sam Cooke o de James Brown, quien tuvo su capilla ardiente en el teatro. Sin embargo, la decepción me invade cuando veo el teatro no solamente cerrado, sino que externamente no hay nada que muestre su pasado histórico. Nada!! Ni una triste foto, ni un cartel. Nada de nada, por lo menos en la entrada. En fin, no puedo más que tomarme una instantánea no sin pensar que cómo se puede dejar un lugar con tanta historia de esa manera.

En la 125 veo también muestras del movimiento negro más radical, un tipo tiene en la calle un tenderete donde vende memorabilia de la Nación del Islam, con libros y DVD’s de gente como Louis Farrakah. Otro tipo vende fotografías de finales del s.XIX y principios del s.XX donde muestra el mercado de esclavos, muestra esclavos con marcas de latigazos, fotos de fulanos con la ropa del KKK, de negros ahorcados tras un linchamiento en un pueblo del sur o simplemente de las horcas que colgaban de algunos árboles en señal de aviso de lo que les pasaba a los negritos malos de Carolina del Sur.

Aquí ya está todo el pescado vendido, de modo que me dirijo a la otra punta de Manhattan, hacia Brooklyn. Brooklyn me lleva a Paul Auster y a una Nueva York de barrio con sentimiento de pueblo. De hecho, fue una localidad independiente hasta que en 1898 decidieron unirse a la gran ciudad. La parte del puente es la zona bohemia del barrio y recibe el cachondo nombre de DUMBO, que no es más que el acrónimo de down under the Manhattan bridge overpass. El puente de Brooklyn reina en el paisaje y la zona se compone de reformados almacenes portuarios. Hoy está resultando ser el día más soleado y caluroso de todos los que he pasado en la ciudad, y bajo el puente, junto al río, hay unos terrenos con parques, césped y decenas de personas preparando un picnic, paseando al perro o pescando. Me siento en unas rocas a pie de río, con Manhattan al otro lado y el puente por delante y se trata de uno de esos momentos tontos que uno recuerda como de lo mejor del viaje. Me resulta un lugar excelente para sentarse, disfrutar del día, de las vistas que te transportan directamente a las películas de los 70’s, relajarse y disfrutar.

Vale la pena sentarse un rato aquí, a disfrutar simplemente de estar ahí.

Y como experiencia final, no hay que dejar de cruzar el puente a pie. Se trata de un paseo largo y con un handicap, está lleno de gente. Lleno hasta la exageración. Pero se trata de una de esas cosas como subir al Empire State Building: hay que hacerlo. Y disfrutar de las vistas, a un lado Coney Island, al otro la Estatua de la Libertad, y al frente el skyline de Manhattan.

Si no es por el balón y el cartel, a ver quién es el guapo que dice que aquí se juega al basket…

Hoy es mi última tarde en la ciudad, y decido invertirla en pasar por Virgin (en Times Square) y gastar unos cuantos dólares más en chucherías. Pero antes paso por el Madison Square Garden, un lugar espectacular porque parece cualquier cosa menos un pabellón deportivo. Parece más bien un edificio de oficinas, y no es de extrañar. El tipo de la puerta me informa de que puede ser que en un piso se juege un partido de Hockey Hielo mientras que en otro piso hay un concierto!!! Y al contrario que en el Apollo, hay memorabilia, fotos de viejas glorias de los Knicks, de Muhammad Ali, de Elvis… un lugar emocionante. Una vez en Virgin, la oferta es brutal, camisetas de Bowie, de Kiss, de Ramones, de Police, de The Clash, de RATM, pero también de Indiana Jones, de Bender o de Padre de Familia. Muñecos, tazas, pegatinas, chapas, por no hablar de los CD’s y los DVD’s. Aunque paradójicamente, eso último es lo menos interesante. Hoy en día en Barcelona puedes encontrar los mismos CD’s y DVD’s. Pero la memorabilia no. Al final, acabo con dos camisetas, una muy molona de Mick Jagger y otra que tenía muchas ganas de tener, con el logo del Bada Bing, de mis adorados Soprano.

Mañana por la mañana tengo la última media jornada y siento que me faltan muchísimas cosas por ver, por sentir y por vivir en esta ciudad. Tendré que volver. Por la noche, veo en las noticias que siete personas han muerto en un tiroteo en Harlem.

Canciones:

Guns n’ Roses: «Better»
Prince: «1999»
Def Leppard: «Put some sugar on me»

24
Jun
07

The Rolling Stones. Barcelona. 21/06/07

Reconozco que se me hace difícil hablar del concierto que los Rolling Stones ofrecieron el pasado 21 en el Estadi Olímpic Lluís Companys. Y lo es porque no quisiera redactar una entrada repleta de elogios a la banda. Es ya mi tercer concierto de los Stones, en 3 giras distintas, en 9 años. Y puede que eso ayude a darle algo de distancia a las cosas.Así que tal vez mejor vayamos por partes. Y me permitiré el lujo de comenzar por el final: en concierto me encantó.
Claro que también es cierto que las condiciones en las que pude disfrutar de él fueron óptimas. Yo tenía entrada de pista, y al llegar, poco antes de la hora de inicio, comencé a tirar hacia adelante, como suelo hacer. A unos 15 metros del final de la pista veo que hay una valla, y al otro lado, como en una especie de reservado, unas pocas decenas de personas que pueden ver el show desde un lugar privilegiado, en una especie de zona vallada que cubre toda la parte de escenario. Parece ser alguna clase de zona VIP, pues los que entran, por un extremo, lucen una suerte de pulserita azul. La valla está protegida por individuos de la organización, pero la picaresca comienza a hacer efecto, y las pulseras azules comienzan a ser falseadas y a entrar más gente. Al iniciar el concierto, a la picaresca le sucede la violencia, y comienzan empujones para saltar la valla o entrar por el hueco. Pasada la espectación inicial del primer tema (Start me Up), me comienzo a plantear el pasar al reservado, como intentan muchas otras personas. Un gorila se ensaña con fuerza sobre un pobre chaval que intenta colarse y eso me frena un poco, pero la presión es demasiada y la gente de la organización se da cuenta de que no va a poder mantener ese reservado mucho tiempo. Así que optan por hacer la vista gorda, y en el segundo tema, ya estoy dentro, en una zona perfecta, centrada, a apenas 10 metros del escenario y lo mejor, con espacio. Me da la impresión de que el reservado se llenará en breve, sin embargo no fue así. Obviamente entró bastante más gente, pero ni mucho menos se llenó. Y durante todo el concierto pude disfrutar de estar en un sitio privilegiado, y con espacio para saltar y para bailar. Vamos, que si no fuera por la magnitud del escenario (brutal!!) me daría la sensación de estar en la sala Razzmatazz 2. Con lo cuál, mi visión del concierto puede ser desvirtuada por estar en unas condiciones óptimas para disfrutarlo.

Grandes, muy grandes.

En cuanto a la banda, debo decir que lo de Mick Jagger es realmente insultante, está en una forma perfecta, su voz no falla y sigue siendo el mejor frontman de la historia. Sin embargo, Keith estaba muy viejo. Por supuesto, mantiene su glamour, su aureola, una mirada suya sigue acojonando, aunque lleve ese bigotito que a mí me recuerda al look que luce hoy en día Bob Dylan. Sin embargo, lo de viejo lo digo por pasota. Keith se limita a pasearse, a rasgar la guitarra cuando le viene en gana, a lucir poses y si le apetece, muestra su genialidad. Dicho de otro modo, resulta lo opuesto a la «profesionalidad» de Mick. El peso instrumental lo llevaba un Ron Wood que mantuvo un altísimo nivel y Blondie Chaplin, quien le cubre las espaldas con la rítmica, por si al viejo pirata le da por no tocar el acorde. Quizás fue lo que más flojeó de un concierto que, por otra parte, demostró lo engrasada que está la maquinaria. La banda, como siempre, de lujo, destacando, aparte de nuestros hombres, la pantera de Lisa Fisher (qué mujer, qué buenorra está!!), el cachondo de Bobby Keys y el sobrio Chuck Leavell.

Aunque gran parte del público acude en masa para escuchar las interpretaciones de los clásicos de siempre, yo agradecí que esta vez nos regalaran algunas sorpresas, como la grandiosa «Rocks Off», uno de los temas que más me gustan de la banda. Pero hubo más sorpresas, tocaron «Ain’t Too Proud To Beg», tocaron una larga «Midnight Rambler» que pese a haber perdido el toque de lascivia de los 60’s sigue siendo un gran número, se pusieron en plan soul dedicando un «I’ll go crazy» al fallecido James Brown o tocaron una furiosa «Respectable».

Y a pesar de su pasotismo, Keith sabe que una pose suya y un riff, y nadie en este mundo le puede superar. Por ello, se llevó la ovación de la noche cuando ocupó el micrófono, algo que hasta a un pirata puede emocionar. Y también hubo sorpresas en su parte: cantó «You got the silver»!! Había gente que se quejaba porque no tocaron «Angie» o «Paint it black», pero yo lo prefiero. La recta final estuvo repleta de esos superclásicos, así que al igual que la última vez rescataron «Can’t you hear me knockin'», en esta ocasión repescaron otras gemas semiocultas, demostrando que con un repertorio como el suyo es difícil fallar.

El número de ese escenario pequeño, que sale del principal como una suerte de papamóvil y se desplaza con los cuatro más Chuck Leavell y Darryll Jones sigue siendo uno de los más impresionantes. Y la recta final, con mención especial al número de «Sympathy for the Devil» (en el que me dio la impresión de que Mick se dejó algo de la letra) es ya la celebración de un triunfo.

En conclusión, otra gran noche, pese a que el recuerdo de la gira «Bridges to Babylon» pesa… no en balde ha pasado una década. Mick sigue en forma y Ron Wood Se mantiene, pero no se puede decir lo mismo de Charlie Watts y Keith Richards. Así que os diría una cosa: si tenéis la oportunidad de pillarles en esta gira, hacedlo, no os arrepentiréis, y me temo que esta sí que puede que sea la última.

Canciones:

Ze Malibu Kids: «I won’t forget you»
Richard Aschroft: «Check the meaning»
Chris Cornell: «Billie Jean»

25
Dic
06

Morir hoy

La idea para hoy no era hablar de esto. Sin embargo, la noticia me ha golpeado esta mañana: Ha muerto James Brown. Una verdadera pérdida para la música, en especial para la música negra, para la que este hombre lo fue todo… soul, gospel, funk, R&B, … y para el rock n’ roll, como heredero directo de todo lo que James Brown significaba, e influencia brutal para todo aquél que cogía una guitarra eléctrica a principios de los 60’s, hablo de gente como Keith Richards o Roger Daltrey. Una música negra que, con la muerte de Billy Preston hace unos meses, vaya año que lleva.

James Brown no era ningún crío. Tampoco era, lo que se dice, un anciano músico venerable. A sus 73, seguía siendo un tipo excesivo. Lo curioso es que era uno de esos músicos a los que todavía esperaba ver en escena, anfetamínico (en el sentido más literal de la palabra), sudoroso, dándolo todo, invitado en el Festival Grec o tal vez en el Festival de Blues de Cerdanyola. Pues ya no va a poder ser. Descanse en paz.


Muy grande

También fallecía hoy Salvador Miró, presidente de la asociación de fabricantes de juguetes de España. No deja de ser paradójico que haya muerto precisamente en uno de los días clave para la organización que presidía. A veces la vida (o la muerte) parece tener una ironía muy fina.

Tirando de internet, veo que muchos otros han muerto en 25 de diciembre, se diga lo que se diga, una fecha cuanto menos diferente en la que morir: Joan Miró, Charles Chaplin, Dean Martin, Nicolae Ceaucescu (aunque este era otro rollo) o Francesc Macià.

A Francesc Macià, por ejemplo, le venía que ni pintado el haber muerto en un día de navidad, en este caso, de 1933. Macià fue un hombre con un halo de romanticismo, por su condición de nacionalista, de coronel rebelde, de idealista que además murió en plena república y poco después de haber proclamado la República Catalana, tirándose de la moto en un gesto alocado y propio de una personalidad tan excesiva y literaria como la suya. Evidentemente su muerte no podía ser en un día vulgar, sino en un día de los más señalados del calendario, obligando así a la plana política de Catalunya a interrumpir su cotidianeidad familiar navideña para acudir a presentar sus respetos al viejo president.

Lo de Dean Martin fue bastante triste, ya que murió muy envejecido, muy deteriorado y sumido en la tristeza que la muerte accidental de su hijo, acaecida 8 años antes, le había producido. Con Dean Martin a veces ocurre que queda eclipsado por la estela de Frank Sinatra, pero Dean Martin era una gran estrella, que cantaba muy bien y que no actuaba nada mal cuando se lo proponía, como demostró en «Rio Bravo». Pero claro, arrimarse demasiado a Sinatra es lo que tiene.

Y no quiero cerrar este repaso fúnebre navideño sin hablar de Ceaucescu. Yo tendría 10 años y comenzaba a entender que algo se estaba moviendo en la vieja Europa, sobretodo con el movimiento de la caída del muro de Berlín. Y que de repente, el pueblo rumano (o así lo vendían en TVE) no sólo se cepillara a su dictador, sino que también lo fusilaban y emitían las imágenes por televisión entre polvorones y papanoeles fue algo que me impresionó. Poco después vendrían los Scorpions y su versión en castellano del «Wind of Change» y todo fue en caída libre.

Canciones:

Scorpions: «Wind of change»
Héroes del Silencio: «Decadencia»
Soundgarden: «Powertrip»




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