Archive for the 'piratería' Category

29
Oct
12

Huey & The New Yorkers

Esto de escuchar en streaming un disco que todavía ni siquiera se ha publicado, no deja de ser algo que me cuesta de asimilar. Ahí demuestro que soy un tío chapado a la antigua. Cuando yo tenía unos trece o catorce años, tenía un amigo con el que íbamos a mirar, y ocasionalmente (muy ocasionalmente, en tanto la economía lo permitiera, que era casi nunca) a comprar música en CD. Entonces no nos referíamos a ello por el acrónimo, y todavía usábamos esa palabra que ha quedado tan en desuso para referirse al formato, el “compact”. Nosotros íbamos a comprar un disco en “compact”. En fin, el caso es que mi amigo tenía (tiene) un hermano que sería como cinco o seis años mayor que nosotros. Mi amigo compraba música en CD, y la escuchaba en el único reproductor de CD que tenía en esa casa, el del ordenador. Su hermano, sin embargo, se resistía a comprar música en CD, y continuaba con el formato que había usado siempre, el cassette. Esa obstinación me sorprendía. Tenía su colección de cassettes originales, perfectamente colocada y ordenada, y no quería pasarse al CD. Está claro que si yo tuviera un hermano menor, me miraría raro, acumulando todos esos CDs.

El otro día leía el correo del Popular 1 de septiembre. Sí, el de septiembre, el número de octubre todavía lo tengo sin leer, últimamente se me acumulan, muestra de que Popular 1 ya no me interesa, ni de largo, tanto como antes. En ese correo había la carta de un chaval de ventipocos que decía que jamás había comprado un disco. Pude entender que jamás había pagado por la música, que toda se la bajaba de Internet. En fin, no quisiera retomar viejos debates aburridísimos y que ya traté en entradas dedicadas a ello, como ésta o ésta. La cuestión es que la música, tal y como la conocía, en lo que a su distribución se refiere y a la implicación que eso tiene como industria, está acabada. Lo cuál tiene muchas cosas que me disgustan, sí. Pero también tiene algunas cosas positivas.

Una de esas cosas positivas es el hecho de que haya podido escuchar el disco en solitario de debut del gran cantante de los no menos grandes, mis adorados Fun Lovin’ Criminals, sin que el trabajo esté a la venta aún. Sí, Huey Morgan se ha montado un proyecto personal, al que llama Huey & The New Yorkers, que no implica el final de mi trío neoyorkino favorito, y cualquiera puede escuchar un streaming de ese nuevo trabajo en el siguiente link:

http://www.clashmusic.com/features/listen-huey-the-new-yorkers-say-it-to-my-face

Ni que decir tiene, me parece una idea muy interesante. La oferta musical es ingente, el dinero a invertir, limitado, y vale la pena pegarle un tiento a los discos antes de gastarte los cuartos. Aunque se pierda un poco el romanticismo, no lo negaremos.

 

El más chulo del barrio…

Yendo al disco en cuestión, que titula “Say It To My Face”, a mí me ha gustado mucho. Claro que yo soy muy fan de los FL’C, y eso, quieras que no, influye. El fan de la banda reconocerá rápidamente territorios comunes entre los discos del trío y la música del proyecto personal de Huey Morgan. Si algo se le puede achacar a Morgan es eso, experimentación, poquita. Medio disco podría haber pasado como temas de los FL’C, si bien camina por una senda menos hip-hop y menos electrónico que los originales de los criminales. Ignoro si será un proyecto que tendrá continuidad, o si podremos ver a Huey girando con los New Yorkers en lugar de hacerlo con Fast y Frank, lo cuál sería francamente raro. Mientras tanto, creo que vale la pena disfrutar de esta colección de canciones, a la espera de una nueva entrega de los FL’C.

Canciones:

My Morning Jacket: “Circuital”

Generation X: “Revenge”

Ocean Colour Scene: “Can’t Get back To the Bassline”

22
Dic
11

Lucía Etxebarría vs. John Long Silver

Comenzaré diciendo que no me cae bien Lucía Etxebarría. Lo cuál es un dato irrelevante, lo sé. Y también diré que no me gustan sus libros. Y eso lo puedo decir con conocimiento de causa, he leído tres (sí, tres!!) de sus novelas: “Beatriz y los Cuerpos Celestes”, “Nosotras, que No Somos Como Las Demás” y “De Todo Lo Visible y Lo Invisible”… a mi hermana le gusta, qué puedo decir… En fin, me podrían gustar sus libros y que me cayera mal ella, o viceversa. La cosa es así. Me ocurre miles de veces. En cualquiera de los casos, no deja de sorprenderme la movida que se ha generado a raíz de sus declaraciones en las redes sociales.

Por si acaso alguno de mis miles de lectores acaba de salir ahora de un refugio antiatómico, le hago un resumen: La Etxebarría declara en Facebook y Twitter que se ha enterado que, de su última novela, se han descargado más copias ilegales que despachado (y pasado por caja) copias legales. Y que para “regalar” su trabajo, prefiere dejar de escribir libros en una temporada. Pues esto, que no deja de ser una perogrullada, ha generado un debate online y en los medios, casi diría yo que inusual. Lo cuál nos lleva al recurrente debate de la piratería. Ya hablé de ello una vez aquí, pero ya que resultó salirme una entrada-ladrillazo, pego un extracto que me viene a huevo:

Supongamos que estáis en un bar de copas. No se trata de un bar de barrio, o de ese lugar donde conoces al tipo de la barra, sino de ese típico bar de moda donde las copas son más caras de lo que se consideraría normal. Os habéis tomado 8 copas. Cuando traen la cuenta, resulta que se han equivocado y sólo os reflejan 4 en la nota. Qué hacéis? Pagáis las 4 y marcháis, contentos de haberos ahorrado un dinero, o tal vez avisáis al camarero de que ha habido un error y la cuenta es, en realidad, más elevada?

Supongamos ahora que estáis en un parking. Uno de esos parkings enormes del centro de la ciudad. Antes de salir, os dais cuenta de que la barrera está estropeada y se ha quedado arriba permanentemente. Qué hacéis? Salís directamente sin pagar o bien avisáis al responsable de la taquilla y le dais el ticket para que os cobre?

Y ahora supongamos que hay un festival de música en la ciudad. El Primavera Sound, por ejemplo, festival que no se caracteriza por ser muy barato, precisamente. Estáis en la puerta, dispuestos a comprar entradas. Pero en la valla divisáis un hueco considerable. Alguien, por ejemplo, el servicio de limpieza, se ha dejado la valla abierta. Nadie pasa por ahí, nadie vigila, de manera que es insultantemente fácil entrar sin pagar. Qué hacéis? Colaros por esa entrada descuidada o bien pasar igualmente por taquilla?


Ok, probablemente algunos de los lectores de estas líneas hayan escogido, en cada ejemplo, la opción dos. Pero me juego, y con riesgo mínimo, lo que queráis, a que un alto porcentaje hubiera escogido la primera opción. Aún a sabiendas de que es ilegal. Aún a sabiendas de que moralmente es más o menos reprochable. Aún a sabiendas de que no deja de ser “robar”.

El pirata más «cool»

Sirvan estos ejemplos a modo de reflexión para todos aquellos que se rasgan las vestiduras amparándose en el supuesto acto delictivo, inmoral y totalmente reprochable que es el bajarse música (o películas, o series, o videojuegos, aunque no lo mencione específicamente, vale para todo) de Internet. No, las personas que se bajan música de Internet no son unos delincuentes, ni unos desalmados, ni unos piratas. La mayoría de las personas que se postulan frontal y radicalmente en contra de las descargas ilegales, también hubieran escogido la opción uno, en una pirueta del despropósito y la contradicción.

Y sin embargo, lo normal, lo razonable, es que tarde o temprano se establezcan mecanismos legales para evitar, prohibir, controlar y, si procede, y siempre de un modo razonable, sancionar las descargas ilegales. Y enfadarse, o tomarlo como una injusticia, resulta ridículo. Todos los que descargamos música sabemos que no está bien. Sabemos que es ilegal. (…)

Bueno, el texto, de 2009, iba referente a las descargas musicales. Yo, que soy un tío anticuado, no me había planteado esta cuestión con los libros, porque para mí los libros son conjuntos de páginas de papel que leo, doblo, arrugo y subrayo. Pero entiendo que vale igual.

Lo que me llama más la atención sonesas respuestas furibundas defendiendo la martingala de “una cultura libre y gratuíta”. Defendiendo las descargas ilegales. No estoy yo en posición de lanzar la primera piedra, algo de música me bajo todavía hoy en día, y bueno, mucha me he bajado en mi etapa estudiantil (ergo, pobre como una rata). Pero no se me ocurriría rebatir algo tan obvio como que a un creador hay que pagarle por su creación. No hablo de asociaciones, IVAs, SGAEs, subvenciones, cánones y mucha de la mierda alrededor. Hablo de un concepto básico.

Como aprendiz de juntaletras me puedo solidarizar con la Etxebarría. Si algún día publico algo, si algún día hiciera de eso mi profesión, desde luego me tocaría los huevos que se descargaran ilegalmente mis libros. Y probablemente consideraría la mejor solución un buen bate de béisbol y un callejón oscuro.
Otra cosa es el asunto de “la impunidad de la gente en Internet”, la gente que insulta o amenaza bajo un nick, y todas esas cosas… en fin, ahí sí que no tiene razón, Lucía Etxebarría.

Por supuesto que es un acto cobarde el de insultar desde la comodidad de una pantalla y un teclado. Pero Internet es así, y así debe ser. Libre, para lo bueno y para lo malo. Yo recibo docenas de insultos de fans de Matt Sorum por un par de verdades que dije sobre él en este blog. So what? So fuckin’ what? Y bueno, si no quieres que te lleguen a decir ciertas cosas, Lucía, querida, no hagas público tu perfil de Facebook, no aceptes a cualquiera, cierra tu Twitter, qué sé yo. Además, joder, que nos la cogemos con papel de fumar… que esto es Internet. Que no son personas reales. Yo no sé si el Twitter de la Etxebarría lo escribe ella o un negro. Vosotros no sabéis quién escribe estas líneas. Ya os lo digo yo, tengo a 200 chimpancés amaestrados haciendo mis textos. Tal vez Kar no existe, no es una persona. Es una corporación. Es una máquina. Es como Skynet, pero con mejor gusto musical.

Canciones:

Tom Waits: “Kentucky Avenue”

Gene Simmons: “See You Tonight”

The Black Keys: “Unknown Brother”

07
Dic
09

Piratas

Hacía tiempo que me rondaba la idea de escribir sobre Internet, piratería, y demás, pero lo tedioso y sobado del asunto siempre me había echado hacia atrás. Qué ha cambiado desde entonces? Probablemente ciertos movimientos que ha habido al respecto en los últimos días. En cualquiera de los casos, este ladrillazo está redactado no con objetividad, pues eso no existe en este blog, pero sí con sinceridad. Así que ahí vamos.
Supongamos que estáis en un bar de copas. No se trata de un bar de barrio, o de ese lugar donde conoces al tipo de la barra, sino de ese típico bar de moda donde las copas son más caras de lo que se consideraría normal. Os habéis tomado 8 copas. Cuando traen la cuenta, resulta que se han equivocado y sólo os reflejan 4 en la nota. Qué hacéis? Pagáis las 4 y marcháis, contentos de haberos ahorrado un dinero, o tal vez avisáis al camarero de que ha habido un error y la cuenta es, en realidad, más elevada?

Supongamos ahora que estáis en un parking. Uno de esos parkings enormes del centro de la ciudad. Antes de salir, os dais cuenta de que la barrera está estropeada y se ha quedado arriba permanentemente. Qué hacéis? Salís directamente sin pagar o bien avisáis al responsable de la taquilla y le dais el ticket para que os cobre?

Y ahora supongamos que hay un festival de música en la ciudad. El Primavera Sound, por ejemplo, festival que no se caracteriza por ser muy barato, precisamente. Estáis en la puerta, dispuestos a comprar entradas. Pero en la valla divisáis un hueco considerable. Alguien, por ejemplo, el servicio de limpieza, se ha dejado la valla abierta. Nadie pasa por ahí, nadie vigila, de manera que es insultantemente fácil entrar sin pagar. Qué hacéis? Colaros por esa entrada descuidada o bien pasar igualmente por taquilla?

Ok, probablemente algunos de los lectores de estas líneas hayan escogido, en cada ejemplo, la opción dos. Pero me juego, y con riesgo mínimo, lo que queráis, a que un alto porcentaje hubiera escogido la primera opción. Aún a sabiendas de que es ilegal. Aún a sabiendas de que moralmente es más o menos reprochable. Aún a sabiendas de que no deja de ser “robar”.


Lo es. Lo sé.

Sirvan estos ejemplos a modo de reflexión para todos aquellos que se rasgan las vestiduras amparándose en el supuesto acto delictivo, inmoral y totalmente reprochable que es el bajarse música (o películas, o series, o videojuegos, aunque no lo mencione específicamente, vale para todo) de Internet. No, las personas que se bajan música de Internet no son unos delincuentes, ni unos desalmados, ni unos piratas. La mayoría de las personas que se postulan frontal y radicalmente en contra de las descargas ilegales, también hubieran escogido la opción uno, en una pirueta del despropósito y la contradicción.

Y sin embargo, lo normal, lo razonable, es que tarde o temprano se establezcan mecanismos legales para evitar, prohibir, controlar y, si procede, y siempre de un modo razonable, sancionar las descargas ilegales. Y enfadarse, o tomarlo como una injusticia, resulta ridículo. Todos los que descargamos música sabemos que no está bien. Sabemos que es ilegal. Y personalmente creo que esa idea generalizada de que ya no hay vuelta atrás y que lo de pagar por la música grabada se ha acabado es algo totalmente equivocado.

Por supuesto, en esta historia ha habido muchos errores, mucho aprovechamiento y mucha pose. Pongamos por ejemplo la famosa y peripatética SGAE. Su cruzada ciega enmascara y daña un fondo razonable: los autores deben cobrar por su trabajo. Sus actos ridículos, su pobreza institucional y algunas de sus protestas les dejan en muy bajo escalafón. Quién puede respetar a esos tipos?? O por ejemplo lo del cánon digital, injusticia flagrante y una muestra de ignorancia total. Y finalmente, lo de esta Ministra de Cultura, que deja a lumbreras como alguno de sus predecesores en gestores exquisitos.

Por otra parte, sabemos que durante muchos años, probablemente desde que existe, la industria musical de la grabación y distribución ha sido un negocio de aprovechados y ruines. Lo sigue siendo, en gran medida, a pesar de los serios varapalos sufridos. Podríamos comenzar con la sustitución del vinilo por el CD, a finales de los 80’s, cuando de repente, y a pesar de que la materia prima resultaba más barata, una grabación en CD resultaba ser más cara en el punto de venta que una en vinilo. Pero para qué remontarse tanto en el tiempo. CDs a precios indecentes, aún incluso hoy en día, 17 o 18€, sirven de justificación bastante común. Y ahora, como se le ven las orejas al lobo, se hacen “esfuerzos” por bajar precios. ¿Demasiado tarde? Tal vez. El caso es que conozco a muchos tipos que consideran que lo que llevan gastado en CD justifica que ya no compren nada más.

La postura de algunos artistas es controvertida. Por todos es conocida la guerra que Metallica mantuvieron contra Napster, como si la estabilidad contractual y/o económica de los Metallica se pudiera ver en peligro. La postura de Radiohead no puede sino ser considerada como un genial golpe de efecto. Genial, pero a niveles de marketing, estoy convencido que no les saldría tan rentable una segunda vez. Gene Simmons de Kiss declaraba no hace mucho que ya no volverían a grabar, porque no querían “regalar su trabajo” (Simmons dixit), claro que luego se retractarían y editarían su maravilloso “Sonic Boom”. Y por ejemplo, “The Cult” se pegaron un gran castañazo en USA con las ventas de su último disco. Por supuesto, el nivel de vida de Astbury y Duffy no está en peligro, queda claro, no obstante, el mercado ha cambiado.

Y es que siempre hubieron copias. Al principio eran las cutres pero utilísimas cintas de cassette. Y más adelante, cuando se popularizaron los precios de las grabadoras de CD, llegó un momento en que poca diferencia había entre un CD grabado y uno original. Aunque algo bueno se puede extraer de ello: si la calidad musical no se veía resentida, los discos originales tenían que ofrecer valores añadidos. Adiós ediciones roñosas, hola ediciones con libreto de calidad y detalles para mitómanos. Una vez más, me permito volver a la primera reflexión que hacía. Las copias en cassette jamás fueron demonizadas del mismo modo, y sin embargo, qué diferencia, a nivel conceptual, hay entre el típico tío que se compra un CD y se lo graba a un compañero de clase, y esa cinta va rondando hasta que toda la chavalería de la clase tiene su cinta grabada, y que esa chavalería se descargue el disco de Internet? La difusión. El dinero que se deja de ganar.

Y ahora viene cuando me mojo. Aunque antes, os explicaré mi experiencia. Que comenzó a finales de los 90’s con una conexión de 56k y una grabadora que me costó 20000 pesetazas de entonces. Por un lado, me dediqué a grabarme muchos discos de un compañero de universidad que tenía una colección brutal. Por otro, ahí tenía mi Napster, un programa infame, más si se combinaba con esas conexiones lentísimas. Bajarse un disco entero era una utopía. Pero sí me bajé muchas canciones sueltas. Y jamás dejé de tenerlo claro. Cuando mi economía estudiantil me lo permitía, disco original siempre. Si el grupo en cuestión me gustaba especialmente, original. Si lo queremos mirar por un lado positivo, y esta es una argumentación común, Internet me permitió conocer docenas de grupos a los que jamás me hubiera acercado, y en los que acabé invirtiendo mi dinero, ya sea en discos o en conciertos. El caso es que con el pasar de los años, cuando uno ya consigue un trabajo y un cierto desahogo económico, impensable en mi época universitaria, le da valor al disco comprado. Y en la actualidad, apenas bajo más que algunas canciones sueltas. Entre otras, porque tengo un disco duro lleno de archivos que no escucho. Ya no le encuentro mucho atractivo a una carpeta de Windows con un disco de Willy De Ville. Prefiero comprarme su disco cuando tenga oportunidad. Pero claro, yo soy un antiguo. Y además, no soy un chaval que depende de trabajillos eventuales o de la paga de sus padres.

Si un día realmente alguien acaba con las descargas ilegales, bueno, no será para mí una tragedia. Del mismo modo que si el camarero me trae la cuenta con las ocho copas, pues la tendré que pagar. Tal vez otro día, en lugar de ocho, nos tomemos cinco. Insisto, sin aspavientos, y sin dejar de reconocer que el mercado se merecía una pequeña rebelión por parte de unos consumidores, el melómano sufrido. Pero lo cierto es que hoy en día, con la bajada de precios que se ha aplicado a una gran parte de los discos, aunque no lo suficiente, todavía hay mucho atraco, especialmente en lo que a novedades se refiere, pero bajada en definitiva, y con el acceso a las compras de discos por Internet, y otros canales, estoy convencido de una cosa: el que no compra discos es porque no quiere. Sí, seguramente mi vecino de 16 años no se acercaría nunca a la discografía de Neil Young, que se bajó el otro día en quince minutos. Pero esa es otra reflexión que la Industria debería hacerse.

Canciones:

Nirvana: «Breed»
Jamie Cullum: «Grand Torino»
Radiohead: «Airbag»




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