Archive for the 'Bill Murray' Category

23
Dic
12

Pelis navideñas sin ñoñerías & Norma Jean Magazine

Hace algún tiempo comencé a leer el e-zine Norma Jean Magazine… sí, es una revista on-line principalmente orientado para un público femenino. Lo cuál, afortunadamente, no excluye al lector masculino… es más, tiene su aquél… un poco por aquello de “¿qué piensan las mujeres?”. Y hace unas semanas, tuve la oportunidad de colaborar… bueno, que alguien publique tus textos da un pequeño subidón, esa es la verdad. Afortunadamente, la cosa no se quedó allí, y unos días atrás me publicaron un segundo texto, muy acorde a las fechas navideñas. De modo que ahí os lo dejo. Que lo disfrutéis. Y no dejéis de visitar Norma Jean Magazine, podéis encontrar un enlace en las secciones de la derecha de vuestra pantalla:

“La navidad se ha convertido en un género cinematográfico de por sí, y las películas, como también la música, nos acompañan en estas fechas. Si eso es bueno o malo, no seré yo quien lo determine. Tal vez adores ver año tras año “Qué Bello Es Vivir”, pero es también posible que desees una muerte lenta y dolorosa al puto James Stewart cada vez que asoma su cara en blanco y negro por tu pantalla. Porque hace ya muchos años que la televisión tiene un peso específico  en las navidades, por aquello de las reuniones familiares en las que la tele es casi un participante más de la misma. A veces un coñazo, otras veces, un alivio que esté ahí y te puedas distraer en lugar de prestar atención a la abuela o a tu primo. Y la televisión, en esta época, se compone básicamente de tres elementos: programas especiales, dibujos animados, y películas navideñas.”

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17
Nov
11

Blue Hotel

La tarjeta que abre la puerta de mi habitación no funciona. Qué rabia da cuando uno llega a la habitación, mete la tarjetita en la ranura y la luz se ilumina en rojo. Bajo a la recepción. Hago la cola pertinente y le explico el caso a la persona que me atiende. Escruta la pantalla de su ordenador. Me pide el número de habitación. Veintiuno veintidós. Decir “dos mil ciento veintidós” me resulta poco ágil. Vuelve a mirar la pantalla y me dice “esta tarjeta no corresponde a la veintiuno veintidós”. Llevo tres noches en este sitio. Mira de nuevo extrañada la pantalla y comienza a hablar. Dice “dónde…” y de repente se calla, como cuando comienzas a decir algo y te arrepientes, pero las primeras palabras ya han salido de tu boca. Me da la sensación de que me iba a preguntar “dónde ha estado durmiendo”. Me entra la risa y le digo “le aseguro que llevo tres noches en la misma cama”. Y me dice “pues tiene la tarjeta de la veinte cero dos”. Yo no entiendo nada. Pero me da igual. Sólo quiero subir a mi habitación. Desde donde escribo ahora mismo. 2122, que lo sepáis. Claro que ahora me pregunto qué debía haber en esa 2002 que, por lo visto, mi tarjeta podía abrir. Qué o quién.
Aunque, por otra parte tampoco sería la primera vez que me equivoco de número de habitación. Y no, no se trata de una “equivocación” intencionada de esas de comedia de enredos. En alguna ocasión he intentado entrar en la habitación con el número que tenía… en el hotel anterior.
Un tío con clase
Los hoteles son sitios curiosos. Lugares fríos e impersonales como pocos, donde todo el mundo te trata de usted y te rinde una falsa pleitesía. Si pasas allí bastantes días, reconoces a las personas de los diferentes turnos, pero, en general, ellos no a ti. Como en todos los lugares, no obstante, uno se genera una serie de hábitos. Resulta sorprendente lo rápido que nos adaptamos a los ambientes. Bajamos al buffet del desayuno y comemos cosas que nunca tomaríamos en casa, donde nos apañamos con un cortado y, haciendo un exceso, dos galletas. Durante una época, tenía siempre la televisión de la habitación encendida, un canal de noticias como CNN o BBC News, sin verlo, como sonido de fondo. De un tiempo a esta parte, puedo pasar nueve noches en una habitación de hotel sin haber encendido el televisor. Y por la mañana, nada más despertarme, hacer sonar mi reproductor de música mientras me espabilo.
Personalmente, lo suelo dejar todo desordenado. No me gusta la gente que llega a una habitación de hotel y lo primero que hace es deshacer la maleta y colgar la ropa bien ordenadita en el armario. Yo lo voy acumulando todo y por la mañana, antes de salir, parece que alguien haya puesto una bomba en mi maleta y al estallar, haya desperdigado todos mis enseres. Pero me gusta cuando llego por la noche y todo está pulcramente colocado. Y vuelta a empezar. Como el día de la marmota en versión retrasado mental. Soy un tío simple.
Qué gran personaje, el de Bill Murray
El hall y el bar son sitios interesantes de visitar, especialmente cuando uno está solo. Todo es de una limpieza aséptica que acongoja. Gente que pasa, que espera a otra gente, empleados del hotel, siempre de punta en blanco (“buenas tardes, señor”). Y en el bar, algunos grupos, pero también mucha gente sola. Revisando algunas notas, o simplemente estando allí, bebiendo Stella Artois o alguna mierda similar. Algunos le dan la vara al camarero, que con resignación, aguanta.
En un acto de constricción por la cena opípara del día anterior, vas al gimnasio del hotel. Con torpeza, intentas sudar la mala conciencia en unas máquinas que no conoces, intentando no pasar más de cinco minutos mirando la pantalla para tratar de averiguar cómo hacer que la dichosa cinta comience a girar a un ritmo soportable.
Y aunque se le tache de snob, de cultureta, de comedieta romántica disfrazada de cool, y de muchas otras cosas más, una película como “Lost In Translation” es capaz de expresar varias de las sensaciones de estar viviendo en un hotel, en un destino lejano, constantemente de paso. Y el personaje de Bill Murray mola. Y Scarlett Johansson está muy buena.
Canciones:
Chris Isaak: “Blue Hotel”
Koko Taylor: “That’s Why I’m Crying”
Radiohead: “Exit Music (for a film)”
24
Dic
07

Los fantasmas atacan al jefe

Hoy es un gran día para revisionar dos películas que representan la navidad, por lo menos para mí. Me refiero, por supuesto a «Los Fantasmas Atacan al Jefe» y a «Gremlins». Películas que antaño eran un fijo en la televisión de estas fechas. Lamentablemente, las buenas costumbres se pierden a un ritmo alarmante.

«Los Fantasmas Atacan Al Jefe» (1988) se tituló, en su versión original, «Scrooged», lo cuál da más pistas acerca de qué va el tema. Efectivamente, no deja de ser una revisión del clásico Cuento de Navidad de Dickens, con un genial Bill Murray ejerciendo de un moderno Evenizer Scrooge, reconvertido esta vez en un ejecutivo de TV. Que nadie se lleve a equívoco, no obstante. No se trata sino de una comedia de las que solía interpretar Murray en los 80’s. Es evidente que la base es la del cuento dickensiano y por lo tanto, al final la clásica historia de arrepentimiento y glosa a la Navidad está ahí. Y sin embargo, ahí está Murray, reinando, con ese humor socarrón y con más mala leche de lo que hoy en día se puede ver en televisión. Una película realmente divertida y sin caer en los tópicos babosos que en estas fechas nos acechan. Claro que no era ni la primera, ni la última vez que se llevaba el cuento de Dickens a la gran pantalla. De hecho, si Dickens cobrara derechos de autor, sería millonario, pues ese relato se ha revisitado para cine y televisión en multitud de ocasiones, desde principios del s.XX, con actores reales, con dibujos animados (por ejemplo, esa versión de Disney con el Tío Gilito de Scrooge, mítica también), una bizarra versión con los teleñecos y con Michael Caine en el papel del viejo avaro (??). Pero ninguna supera a «Los Fantasmas Atacan al Jefe».


Qué grande, Bill Murray

Gremlins (1984) ya es otro rollo. Y si la cito es porque la historia transcurre en Navidad, y la solían programar en estas fechas. De hecho, el mogway Gizmo es un regalo de Navidad de un padre demasiado ocupado para su hijo. Ya se sabe, la cosa se desmadra por no seguir unas estúpidas instrucciones y bueno, eso da lugar a una juerga Gremlin por la ciudad. Pertenece a esa serie de películas que en los 80’s fueron producidas por Spielberg. Solían ser películas de temática infantil/juvenil y contar con efectos especiales que, vistos 20 años más tarde, nos parecen sonrojantes, pero en su tiempo fueron un hito. Algunas imágenes eran algo violentas, para tratarse de una película a priori infantil. Y quizás lo que comienza como una comedieta para críos acaba en una línea algo más seria, y más cercana a la acción que a la comedia. Para la historia quedan esos Gremlins, Gizmo y el punky Stripe, y para olvidar, la secuela que se rodó en 1990.


Los punkies atacan la navidad!!

En los 80’s las películas navideñas todavía tenían interés, y una visión irónica de la que carecen totalmente las películas navideñas de los 90’s y en adelante, trufadas de tópicos y corrección política. O tal vez será que en los 80’s era un crío y en los 90’s ya no tanto.

Canciones:

Chris Isaak: «Santa Claus is coming to town»
Mark Lanegan: «Message to mine»
Neil Young: «Trough my sails»




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