Archive for the 'ocean colour scene' Category

23
Ago
13

Ocean Colour Scene y los sueños – Mundo onírico

Vamos con otra de sueños. ¿Alguna vez os he dicho lo mucho que me fascina el mundo de los sueños? No es nada original, lo sé. Y sin embargo, cuando recuerdo mis sueños, me agrada pensar en ellos. Pensar sobre ellos. No creáis que me voy a poner en plan esotérico, y disertar acerca del significado de los mismos. Tampoco es una cuestión científica, un rollo freudiano. Lo realmente interesante de los sueños es que carecen de un código moral de conducta. En los sueños nos comportamos de una manera que, seguramente, no haríamos en la realidad. Claro que las situaciones que afrontamos tampoco son, aunque se parezcan, situaciones reales.

Del sueño de anoche, como suele ocurrirme, no recuerdo todo. Tampoco hay una secuencia lineal de los acontecimientos, lo que, a la hora de recordarlos, me cabrea. El caso es que estaba con un amigo en un concierto de Ocean Colour Scene. Toma ya. ¿Por qué Ocean Colour Scene? ¿Por qué ellos, precisamente, y por qué ahora? Haciendo memoria, en los últimos días no he escuchado su música. De hecho, escuché su último disco a través de Spotify hace varias semanas, recién publicado, nada del otro jueves. Pero eso fue hace más de dos meses, y desde entonces, nada. OCS es una banda que me gustan, que me gustan mucho, si a su material primigenio nos referimos, y que además, he visto en concierto en cuatro ocasiones, al menos. Sin embargo, de la última de esas ocasiones hace ya tres años.

Se ven viejuners...

Se ven viejuners…

En definitiva, que nada justificaba mi presencia onírica en un show de OCS, pero allí estaba, en algo que se suponía era Razzmatazz, pero que realmente no se parecía nada al Razzmatazz que conocemos. Era un local mucho más pequeño, con una suerte de gradería, de tres o cuatro escalones donde el público se sentaba, frente al escenario. De alguna manera me recordaba a la pista del mítico local barcelonés Bóveda. Pero no era el Bóveda.

Otra curiosidad está en que me acompañaba un amigo, alguien que conozco desde el parvulario, pero desde luego jamás iría a un concierto de OCS. En el supuesto que conociera quién son los OCS.

Estamos los dos sentados en esa gradería, y la banda está tocando. Canta, claro, Simon Fowler, que luce una de esas gorras de ferroviario o de obrero de principios del siglo XX que gustaban de lucir los brit-poperos que tiraban más hacia lo mod. Steve Cradock a la guitarra, claro que sí. Del resto, no tengo memoria. Pero sí recuerdo que había mucha más gente en el escenario. Llevaban a un pianista, un negro gordo que ya había tocado en alguna ocasión con ellos en una de sus últimas giras. También tenían un teclista, otro guitarrista, y un bajista. Total, una multitud de gente para interpretar la música del cuarteto.

Portada de su último disco...

Portada de su último disco…

Cerca nuestro, diviso que se sientan dos chicas. A una de ellas la conozco vagamente, como si hubiéramos sido amigos en el pasado. Sé que la conozco, pero ahora mismo, si me preguntas a mí, no al fulano que hacía de mí mismo en el sueño, no sabría decirte quién es. El del sueño sí que lo sabe, desde luego. O como mínimo cree saberlo, y por eso está dudando entre saludarla o no. Por alguna razón, decido no hacerlo. Pero, qué rabia, no sé quien es esa chica ni por qué razón, pese a conocerla, no quiero saludarla…

Y así se acabó el sueño. Dejándome con las ganas de saber quién era esa misteriosa muchacha y por qué, en su momento, consideré que mejor hacerme el loco y no saber nada de ella. ¿Qué me habría pasado con ella para decidir que mejor simular que ni la he visto? ¿Quién sería?

 

Canciones:

Jimmy Reed: «The Moon Is Rising»

Ray Charles: «Night Time is the Right Time»

Blondie: «Heart Of Glass»

 

06
Ago
13

SOUTHERN CALIFORNIA SUMMER’13 – Y FINAL

Bueno, hace ya varios días que volví de California. Ocurre que, como por varias circunstancias no he podido, retomo el capítulo final que cierra esta serie americana. Y lo retomo situando la acción en el sábado. Acabados los quehaceres laborales, tenía un día de asueto, que se levantó gris y con esa neblina tan característica que se levanta temprano por la mañana en el sur de California. Incluso con cuatro gotas.

Abandonaba mi hotel, camino de Los Angeles, pero antes tenía una parada planeada, Carlsbad Premium Outlets. Ya lo he explicado muchas veces, el tema de los centros comerciales en este país es demasiado tentador. Y como quiera que Carlsbad está en dirección a Los Angeles, pues ya me fue bien hacer una parada para comer y hacer unas compras. No serían las últimas, y comienzo a pensar que últimamente, mis visitas a USA me salen demasiado caras: demasiado consumismo!

El problema vino después. De Carlsbad a LA hay unos 140km , lo que en condiciones normales no serían más de 90 minutos de conducción. Pues bien, a mí me llevó tres horas y cuarto. Y es que si hay algo odioso de conducir hacia el norte desde San Diego, son las caravanas constantes. Cuando es viernes por la tarde, porque es viernes. Cuando es sábado, porque es sábado. Y al final, haciendo memoria, siempre acabo cogiendo retenciones. Pero la del sábado fue de antología. Aunque el destino bien valía la pena: Amoeba Records!!

Otro clásico en mis viajes a USA, mi visita a Amoeba Records. Hacía un año que no iba por ahí, y esta vez fui con tiempo y ganas de remenar cubetas de CD’s y gastarme los cuartos. La tienda es enorme, y se vende de todo, en CD y en vinilo. Pero yo me suelo dirigir a la sección de ofertas, con multitud de CD’s de entre 2 y 4 dólares, y una promoción de 4 al precio de 3… y allí es donde pierdo la cabeza… 40 CD’s acabaron en mis manos, y os juro que hice criba antes de pasar por caja. Pero amigos, 67 miserables euros fue lo que pagué. Y no me arrepiento.

En esa sección suelo coger 4 tipos de discos:

1.- Discos que tenía grabados, no originales, para completar. Por ejemplo, y en esta ocasión, el “By Your Side” de los Black Crowes.

2.- Discos que a priori (y digo, a priori, que luego hay sorpresas) tampoco es que me interesen mucho, pero por lo que valen, caen a la saca. Por ejemplo, “Avalon” de Roxy Music.

3.- Discos con los que, sencillamente, pruebo, a ver qué tal. A ese precio, me puedo arriesgar. Por ejemplo, “Whip It On” de The Raveonettes.

4.- Pequeñas joyas inesperadas… y esos discos, amigos, son los que más me satisfacen… por ejemplo, compré el debut de D-Generation o el de Ocean Colour Scene, ambos descatalogados y defenestrados por las propias bandas, a 2 dólares cada uno!!!

Satisfecho con mis compras, me dirigí a mi hotel, en downtown. Por esas casualidades de la vida, y supongo que al hacer mi entrada bastante tarde, casi a las 9PM, no había habitaciones libres y se vieron obligados a darme una suite… ay, amigos, ¿sabéis lo que es tener una habitación de hotel que era solo un poco más pequeña que mi piso? Ser rico tiene que ser una cosa estupenda… lástima que a la mañana siguiente me tocara un madrugón infernal (4AM para maitines) y en definitiva, no pude sacarle mucho provecho a mi suite. Pero sí se lo saqué a mi último día en USA!

Canciones:

Cactus: “Long Tall Sally”

David Bowie: “What’s Really Happening?”

Héroes del Silencio: “Bendecida”

24
Mar
10

Ocean Colour Scene, rollos benéficos y conciertos extraños

Cualquiera que haya estado leyendo este blog durante varias entradas probablemente sabrá de mi querencia hacia un grupo como Ocean Colour Scene. Los que no, no. Bueno, seguramente no. De hecho, tal vez los que sí, tampoco. Qué más da?
Ah, OCS… reconozco que incluso un fan como yo los tenía bastante olvidados. Y eso que entre 1997 y 2002 los llegué a ver hasta cuatro veces en directo. Aunque hoy parezca mentira, la banda británica llegó a tener su popularidad por estos lares. Luego vinieron los discos flojunos, los cambios de formación y la ausencia de giras por esta parte de Europa.

El caso es que ayer tenían extraño bolo en Barcelona… extraño porque se enmarcaba en no sé qué movida benéfica auspiciada por la cadena Hard Rock Cafe, una cadena de restaurantes que de hard rock tiene bastante poco y de café, pues tengo mis dudas al respecto. Pero qué diablos, hacía un montón que no veía a esa banda, y como quiera que no estoy en mi momento más álgido, me apetecía un poco de diversión para un martes por la noche, así que a última hora me hice con mi entrada. Nota mental #1, cuando pagas 17€ por un conciertillo, 15 más los gastos de Ticktackticket, y te parece barato, es que definitivamente el mundo de la música se ha vuelto loco, y es pasto de piratas de pata de palo y parche en el ojo. Nota mental #2… qué hostias de gastos tienen los de Ticktackticket que se atreven a cobrarte más de un 13% bajo ese concepto?

El caos a la hora de recoger las entradas en la puerta era considerable, y por si fuera poco, esa cola se mezclaba con la cola de los que tenían pase VIP. Nota mental #3… ¿pase VIP? ¿pero este no era un bolo benéfico? Viva la solidaridad. Pero sorprendentemente, se agotó todo el papel, y en la cola de acceso había gente pidiendo si a alguien le sobraba alguna entrada. También, y como suele ocurrir en este tipo de conciertos de ciertas bandas británicas, el aforo también estaba lleno de ingleses. Permitidme que me detenga en el tema de los asistentes. Alguna vez os habéis sentido viejunos? Pues yo, ayer, sí… como quiera que OCS no es una banda interegeneracional y que hace años que estaban bastante fuera de juego, todos los asistentes rondaban los ventimuchos y los trentaypocos. La franja de edad era totalmente uniforme.

OCS, cuando eran un joven cuarteto. A Oscar Harrison, AKA el negro, no le he visto nunca los ojos… igual no tiene

Bueno, ver un concierto en el Hard Rock Cafe es, claramente, bastante desastroso, si tenemos en cuenta que el local (donde nunca había estado) tiene una barra en medio de la zona central, justo enfrente del escenario. Toma ya. No obstante, la acústica era bastante buena.

En cuanto a la banda, aparecieron, Simon Fowler (voz), Oscar Harrison (batería), Steve Cradock (guitarra) y dos miembros/mercenarios que alternaban bajo y guitarra. Y una cosa importante, nos demostraron algo que ya sabía, pero casi había olvidado: son muy buenos en directo. Especialmente Cradock y Harrison. El concierto alternaba temas de su discografía clásica (sin apenas revisitaciones de sus discos menores) con temas del nuevo disco que presentaban, que por cierto, no sonaban nada mal. Por supuesto, nada que ver con sus canciones clásicas, pero bastante bien. Me parecieron bastante viejunos, los años no pasan en balde y, por ejemplo, Simon Fowler cuenta con 45 añazos encima. Y no obstante, demostrando maestría. Y sí, reconozco que hubieron momentos muy emocionantes, especialmente en sus repasos a temas quizás no tan obvios de sus dos primeros álbumes.

Pero para cortar con el tema de la emoción estaba el público VIP de los reservados, para no juntarse con la chusma, la multitud de guiris súbditos de la reina Isabel II, esa barra en medio del local para inpedir toda visibilidad y ese Hard Rock Cafe que pese a tener memorabilia rockera muy jugosa, lo presenta todo tan bonito, tan pijín, tan artificial y tan inmaculado que parece que de rock sólo tiene el nombre del local. Total, que uno no podía evitar tener un poco esa sensación de ¿qué diablos hago aquí?.

Y para acabar, un cariñoso saludo a la joven inglesa que tenía detrás mío y que entre canción y canción se dedicó a gritar «Simoooooooooonnnn …» como si la estuvieran haciendo cosas muy malitas. Espero que tu garganta haya reventado. Un beso.

Canciones:

OCS: «Fleeting Mind»
OCS: «Traveller’s Tune»
OCS: «40 Past Midnight»

30
Jul
08

Ocean Colour Scene: Marchin’ Already

Hace ya varios meses que hablé del falso primer disco de Ocean Colour Scene, Moseley Shoals. 1997 tenía que ser el año que afianzara a Ocean Colour Scene (OCS) en la escena pop-rock, y su disco, Marchin’ Already, el album que demostrara que su carrera no era flor de un día.

En esea época el llamado Brit-Pop vivía momentos de enorme popularidad, y no cabe duda que nuestros protagonistas, británicos hasta la médula, se supieron aprovechar del tirón que compatriotas suyos podían tener entre el público. Y comercialmente seguro que sería una buena medida, pero a la larga, considero que sufrieron el problema de ser demasiado relacionados con ese «movimiento», cuando lo suyo tenía más que ver con su mentor Paul Weller y con la tradición del beat inglés (especialmente Kinks, y también las bandas mod). Y sí, mucha gente le dió la espalda a sus discos por considerarlos a priori de la misma cuerda que Oasis o Blur. Y se perdieron dos álbumes magníficos, como el mencionado Moseley Shoals o el que nos ocupa, Marchin’ Already.

OCS eran un cuarteto con un sonido basado en un guitarrista estupendo, Steve Craddock, a la sazón, también guitarrista de la banda de Paul Weller. Se les podría achacar un cierto anclaje en las sonoridades pretéritas. Poco, o muy poco tenían a ver con el indie británico. En este segundo disco, Marchin’ Already, daban muestras de su pulso en preciosismo pop (Besides Yourself, Debris Road), pero también en rock con riffs poderosos, como Get Blown Away o Hundred Mile High City, que se encuentra también el recopilatorio Notas Sonoras de Kar vol.1 y que podéis disfrutar en este vídeo:

También hacen gala de escarceos con el folk, de recuperar la tradición de soul británico, en la maravillosa canción que cierra el disco, It’s a Beautiful Thing o esta balada al más puro estilo Queen (ese piano!!) que resultó ser un single extraño, Better Day:

De esto hace ya mucho tiempo. Huelga decir que los OCS gozaron de una cierta popularidad en Europa durante esa época, que llegaron a alargar durante sus dos discos posteriores, «One For The Modern» (1999) y «Mechanical Wonder» (2001), discos que demostraron como su chispa se iba apagando, pero buenos discos, no obstante. Buenos en comparación con lo que vino después, una serie de grabaciones que carecían de aquello que podía caracterizar cualquier disco de OCS, buenas canciones, y que, en definitiva, aburren. Efectivamente, su carrera posterior a 2002 dejó de ser interesante. Siguen en activo, pero además ya casi han reducido su ámbito de acción al Reino Unido.

Me ha parecido un buen momento, uno como otro cualquiera, de reivindicar un disco que en la recta final de los 90’s me gustó mucho y que me parece es un gran desconocido entre la parroquia rockera.

Canciones:

Rod Stewart: «Handbags & Gladrags»
Prince: «1999»
Kyuss: «Catamaran»

21
Oct
07

USA Kar Tour 2007. Día 3: De hippies, presos y chinos

Despierto bastante más descansado, con mi emisora de alternative rock. El menú de hoy lo componen Foo Fighters, QOTSA y… ta-ta-chaaaannn, “Heart-Shapped Box” de Nirvana. Creo que no había escuchado esa canción en una radio desde 1993. Parece ser que mis intestinos me han dado tregua, así que puedo lanzarme a otra ingesta masiva de junk food. Ducha, un afeitado que borre toda sospecha de pertenencia a Al-Qaeda, y a la calle, que todavía hay mucho que ver. Como quiera que vivo en Barcelona, y conozco bien Sitges o la zona de Chueca en Madrid, no me impresiona un barrio gay, de modo que a la zona de Castro decido no ir de visita: demasiadas cosas que hacer en poco tiempo!!

Mi primer destino es, pues, Chinatown. El barrio chino de Frisco es uno de los más “genuinos”, ya que la población china de la ciudad es la más antigua de toda América. Miles de chinos llegaron a estas tierras a mediados del siglo XIX y se establecieron como mano de obra barata. Hoy en día, sin embargo, la población de origen chino, japonés o asiático en general (coreana, vietnamita, …) supone cerca del 40% de los habitantes de San Francisco. El Chinatown de San Francisco concentra a la población más genuinamente china, no la “americana pero con ojos rasgados”… en ese barrio se puede vivir sin tener ni idea de inglés!! Tiendas de tonterías, muy similares a las de cualquier ciudad española, se mezclan con tiendas de comestibles chinos, restaurantes chinos, tiendas donde se vende prensa china, música china o DVD’s de películas chinas. Supongo que habrán también decenas de talleres ilegales llenas de inmigrantes sin papeles trabajando a destajo. Por otra parte, también mucho hay de folklore y de punto de interés turístico. Lo cierto es que es como viajar a la China dentro de la ciudad y su arquitectura con esas formas de pagoda tan características tienen su qué.

Pekín? Shangai? No, San Francisco

Pero no hay tiempo que perder… ayer contratamos un pequeño paseo en barco por la bahía. Mis pretensiones eran ir a Alcatraz, pero oh, sorpresa, las excursiones a Alcatraz son exclusiva del ayuntamiento, sólo su compañía puede operar, y por consiguiente, hay que pedir tickets con uno o dos días de antelación. Como mínimo, este otro barco bordea el islote, aunque sin pararse. Pasa también por debajo del Golden Gate Bridge, que es el puente adonde van los suicidas de San Francisco (como muestra, hay placas con el teléfono de la esperanza en sus pilares), y se da un paseíto por la costa, que gracias al soleado día que hace, nos permite tener una buena panorámica. Pero vamos, que para mí, el atractivo principal es Alcatraz. Y la verdad es que de cerca acojona. Algunas informaciones dicen que tres tipos lograron fugarse y nunca más se supo de ellos, otras dicen que eso no es más que leyenda. Yo tengo mis dudas, además, el agua por ahí no es tranquila y suele ser muy fría. Los edificios de la prisión están algo desastrados, de hecho, la isla estuvo abandonada unos años, desde que la prisión dejó de funcionar, en 1963. En el 67 los descendientes de los indios de la Bahía la okuparon, reclamándola como suya. Por supuesto, el brazo fuerte de la ley no tardó en caer sobre ellos y actualmente es la atracción con más visitantes de la ciudad. El preso más célebre fue Al Capone, quien acabó muy deteriorado psicológicamente.

Aunque por supuesto, mi última tarde en la ciudad se la reservaba al mítico barrio hippie de la ciudad, de hecho, la cuna del hippismo, me refiero a Haight Astbury. En fin, la historia es por todos conocida, ese barrio fue una de las zonas con el máximo desarrollo de esa contracultura de los 60’s. De hecho, San Francisco ya fue una zona apreciada por los beatniks, es decir, de amplio bagaje contracultural. En Haight Astbury tenían sus casas las bandas-comuna Grateful Dead y Jefferson Airplane. Como quiera que los primeros nunca me han interesado mucho, y que de los segundos tampoco conozco demasiado, no me dediqué a peregrinar en busca de esas casas. Simplemente me apetecía pasear por allí. El problema es que antes se necesita llegar. Definitivamente, esta no es una ciudad para moverse con transporte público. El metro para cerca, de modo que decido tomarlo. Para mi sorpresa, el expendedor de billetes sólo admite importe justo y además en monedas… eso es motivar al usuario!! En fin, no sin cierta contrariedad, llego por la tarde, cuando el sol ya se está poniendo. Y no me decepciona. Es evidente que 1967 quedó muy lejos, hoy en día abundan las tiendas de ropa de 2ª mano y decenas de personas buscando una buena prenda vintage cool. Sin embargo, no es raro ver hippies viejunos, y algunos jóvenes con pretensiones de ser los nuevos Allen Gingsberg o Marty Balin. También hay mucho homeless bastante perjudicado por las sustancias, inofensivos no obstante. Y por poco se me cae la lagrimilla al ver una librería repleta de volúmenes empolvados acerca de la anarquía, el comunismo, y la revolución, regentada por un pelanas que fumaba en pipa. Tabaco, quiero decir. Por lo menos en aquellos momentos. Lo digo porque en Haight Astbury es más fácil comprar una pipa para hachís que un periódico. Cafeterías con encanto y casas victorianas de tonos pastel completan un paisaje urbano ciertamente atractivo.

Amoeba Records, en el 1855 Haight St.

Hacia el final de la calle Haight se encuentra Amoeba Records, una de las tiendas de discos con más solera. Al principio me apabulla la cantidad de material que hay, pero lo mejor es cuando me topo con la sección de ofertas… centenares de CD’s interesantes al miserable precio de 1’99$ … y encima, si comprabas cuatro, uno de ellos te salía gratis. Total, que salí con 12 CD’s, todos ellos nuevos (no de segunda mano) por sólo 19$, vamos, al cambio, unos 15€. Caen discos de Stone Temple Pilots, Ocean Colour Scene, Royal Crown Revue, Babes In Toyland, Oasis, The Bellrays… claro, mi CD de Nazareth de ayer, comparado con estos precios, me pareció un timo!!

Canciones:

Héroes del Silencio: «El mar no cesa»
Lou Reed: «Lady Day»
Amy Winehouse: «Rehab»

03
Ene
07

Ocean Colour Scene: Moseley Shoals

Como ya avisé, voy a recuperar algunas entradas del difunto blog . Y he querido comenzar por esta, dedicada a un disco que me encanta y del que poca gente parece dar cuenta, muchos movidos tal vez por el prejucio hacia todo lo que viniera de Inglaterra en época del Brit-Pop. Os dejo al final un enlace, aunque ya sabes que las descargas son ilegales y sólo puedes hacerlo si tienes el disco original, que si no, Teddy Bautista te va a canear. Y aunque me cueste, no voy a tocar ni una coma del texto…

Estos chicos no se imaginaban que acababan de grabar su mejor disco…

Este año se cumple el décimo aniversario de la publicación del debut de Ocean Colour Scene (OCS), con el tremebundo disco “Moseley Shoals”. Cómo me gustó ese disco! Y me sigue gustando, ojo. Por eso he creído interesante hacerle un homenaje con estas líneas. Para ello me apoyaré en la crítica que escribí para Riff-Fanzine , haciendo así un cruel ejercicio revisionista de trastear con un texto que escribí hace cinco o seis años. En fin, veamos lo que Gobo tenía que decir al respecto:

Aunque el primer paso conocido de estos cuatro británicos es Moseley Shoals, la banda se había creado en 1991. Ese año, Simon Fowler (voz), Steve Craddock (guitarra), Damon Minchella (bajo) y Oscar Harrison (batería), crearon bajo el extraño nombre de Ocean Colour Scene, la que acabaría siendo una banda longeva y exitosa.
Pero nada hacía presagiar esto cuando en 1992 sacaron a la luz su debut, que pasó totalmente inadvertido. El poco interés de la discográfica, y del público, centrado en las novedades que venían de Seattle hicieron que el grupo se hundiera con ese disco. De hecho, como banda desapareció, y cada uno se metió en distintos trabajos. Steve Craddock fue, durante esos años, guitarrista de la banda del padrino del pop-rock británico, Paul Weller. Y fue este último quien creyó en OCS y les apoyó para conseguir un nuevo contrato.
Así, en 1996, y partiendo de cero (su disco de debut ni siquiera ellos lo cuentan, y consideran el presente como el primero), lograron grabar Moseley Shoals. En un principio era para venta exclusiva al Japón, poco después también para UK, y fue allí donde un single, EL single, pegó el pelotazo, me refiero, obviamente a The Riverboat Song.

Ok, reconocedme que releer un texto de hace unos años da algo de vergüenza, especialmente una crítica de disco, que en un momento dado, cegado de excitación por el mismo, te puede llevar a una exaltación barata. Pero retornemos a 1996 y a “Moseley Shoals”. Por supuesto, yo, como todo el mundo, conocí a OCS por el citado single. Y lo conocí a través del programa radiofónico Tarda Tardà, del dichoso Jordi Tardà. No estoy por la labor de hablar de este tipo, pero el caso es que era uno de los pocos espacios radiofónicos que conocía que pinchaban rock, y el horario de emisión (sábados de 16 a 19h) me iba muy bien. Los sábados me tocaba lavar los platos y recoger la cocina después de comer, cosas de la partición de las tareas del hogar en familia de 5 miembros, y escuchaba un rato del programa mientras estaba liado con el Fairy. En fin, que menudo temazo nos pinchaba el amigo Tardà, aquello obviamente me dejó KO y sin saber todavía muy bien por qué, decidí que quería escuchar más de esa banda. Dejo que siga Gobo:

En The Riverboat Song crean una de sus mejores canciones (¿la mejor?), con un fantástico riff zeppeliniano y la colaboración de Weller a los teclados, pero el interés por el trabajo no acaba ahí.

Entonces tenía 16 años, y los sábados por la tarde no salía muy a menudo (y ya no digamos por la noche). Aquella tarde lo que hice, tras cumplir con mi tarea en casa, fue irme solo a la calle Tallers, en busca de una copia de “Moseley Shoals”. Sería primavera, y era una tarde de lluvia. Datos intrascendentes, lo sé, pero lo cierto es que los recuerdo bastante bien. Compré mi copia en la sucursal de Discos Castelló, tienda que si bien no tiene material muy potente, está todo tan bien ordenadito alfabéticamente que da gusto. A la vuelta, y esto no entiendo exactamente por qué, me compré un periódico deportivo (¿?!!), no sé si El Mundo Deportivo o el Sport. En esa época seguía bastante el fútbol, más que nada porque entre el grupito del instituto solíamos tener larguísimas discusiones futboleras, aunque casi nunca compraba esa clase de diarios. Pero lo hice, y resulta curioso como la memoria retiene ciertos datos absurdos y hace desaparecer otros. Como recuerdo que una de las noticias de ese día era un supuesto fichaje de Marc Overmars, quien estaba causando sensación en el Ajax, por el Barça. Por supuesto, nunca fue así. Overmars ficharía la temporada siguiente por el Arsenal pero, ironías de la vida, acabaría cuatro años más tarde recalando, esta vez sí, en el Barcelona. Y tras un paseo por las ramas, diré que efectivamente el disco me encantó… claro que no todo era como parecía con el primer single:

Una amalgama de sonidos pretéritos puebla este disco, trufado de referencias a los primeros Stones, Who y Kinks más cercanos al pop, pero con una personalidad definida como banda, que ya contaban con un lustro de experiencia a sus espaldas, hacen que no se trate tan solo de un ejercicio de estilo revivalista.

Poquito después hicieron un bolo en Bikini, al que no acudí, pero que pude ver ya que lo retransmitieron en el programa Sputnik. Entonces ya me había enamorado de la banda, me sabía las letras, las pistas del CD se repetían una y otra vez, en definitiva, es uno de esos discos que uno lleva dentro. Puedo suscribir lo que escribí entonces, se comían con patatas a Oasis o a cualquiera de sus coetáneos británicos. Son 12 canciones para escuchar una detrás de la otra. Para mi recuerdo queda cómo mi hermana pequeña se cachondeó de mí, por comprar discos de bandas completamente desconocidas (cosas de tener 15 años), para muy poco después, hacerse fan acérrima, incluso a día de hoy, de OCS.

Singles de pop-rock de perfecta construcción como The Day We Caught The Train, The Circle o One For The Road se suceden, entrelazados con otros temas de aires más Stoniano, como 40 Past Midnight o You’ve Got It Bad. Incluyen alguna balada y cierran con un tema de aires folkies que se desmadra para acabar en siete minutos de rock y desarrollos guitarra-harmónica. Temas como el mencionado abrieron las puertas del éxito, no solo en UK, donde colocaron cinco singles más, sino también en España, y gestaron un pedazo de disco, realmente recomendable.

La continuación a ese disco no se hizo esperar y desde luego valió la pena, “Marchin’ Already” estaba a la altura. Poco después vendrían “One for the modern” y “Mechanical Wonder”, inferiores ambos pero dignas continuaciones de esos dos primeros mágicos discos. Durante esa época llegué a ver a OCS en directo hasta en cuatro ocasiones, y siempre salí satisfecho. A partir de ahí sus discos comenzaron a perder el interés, hace muy poco mi hermana me ha prestado su última grabación, un concierto acústico que incide en la que considero su parte más floja, más aburrida, los temas lentos de corte folkie. En fin, la banda cambió o tal vez fui yo quien cambió, probablemente las dos cosas, y sin embargo, he podido comprobar que a pesar de que mi inseguridad me haría cambiar el 70% del texto publicado en Riff-Fanzine, hoy continúo suscribiendo las opiniones que expresé entonces.

Y el enlace:

http://rapidshare.com/files/4456251/Ocean_colour_scene_-_moseley_shoals.rar.html

Canciones:
OCS: “Policemen & Pirates”
OCS: “40 past midnight”
OCS: “The circle”




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