Archive for the 'Década 60s' Category

21
Sep
15

The Pupils

Hace unos días iba en el coche de un amigo. Habíamos quedado en el barrio para salir esa noche, y, cosas de la diáspora que el paso del tiempo provoca, ya nadie vive en el barrio. Aunque sigamos usando el término. Así, tres hombres, tres localidades distintas del extrarradio barcelonés, tres coches. Viva la sociedad occidental. Aparcamos dos de ellos y nos movimos con el tercero. Mi amigo llevaba sintonizada Rock FM en la radio, congratulándose de su existencia. No seré yo quien critique esa cadena, que mis buenos ratos me ha hecho pasar, aunque me pregunto si el mundo necesita una nueva emisión de “More than a feeling” de Boston o de “Under the bridge” de Red Hot Chili Peppers. El chico continuaba diciendo “es que no me gusta escuchar radio no musical. No me gusta escuchar a gente hablando”.

Bien, precisamente yo llevo unos meses enganchado a lo que él comentaba “gente hablando”, desde que descubrí las aplicaciones para podcast de mi móvil. Y descubrí que, tirando un poco de la red, puedes encontrar podcasts de todo tipo y pelaje.  Justo hace unos días descubrí que estaban colgados los podcasts del programa Bulevar, de José María Rey, que se emitía en Radio 3. Durante un tiempo estuve bastante enganchado, en la medida que el horario me lo permitía, a ese programa, siendo uno de los que más me gustaban de la parrilla de Radio 3. No estoy en la labor de criticar o no a RNE, a estas alturas me resulta bastante indiferente. Pero sí estoy disfrutando bastante con esos podcasts, que, por cierto, se anuncian como Sunset Bulevar y no sé si el nombre del programa era así, o bulevar a secas.

Sea como fuere, recuerdo con gran cariño los especiales que José María Rey dedicó a la psicodelia, tanto en USA como en Gran Bretaña. Y son, precisamente, estos programas lo que he encontrado colgados como podcast. Así que ahora mismo ando en un sueño psicodélico que ríete tú de Brian Wilson o de Sid Barrett.

Otros que querían ser pero no eran... (by @carloskarmolina)

Otros que querían ser pero no eran… ay, esos hoteles de UK y sus fantásticos shows de animación… (by @carloskarmolina)

Así, José María Rey explicaba, en uno de esos programas, una historia curiosa, la de un grupo llamado The Eyes, banda británica de entre 1964 y 1967, que no llegaron a grabar ningún LP, pero sí una serie de singles. Era la época de inicio de la psicodelia en el Reino Unido. Algo curioso de esta banda es que, en efecto, tienen una entrada correspondiente en Wikipedia, en la que su versión en inglés la despachan en una docena de líneas. Hay también dos versiones más de esa página, en italiano y en sueco. Pues bien, la entrada en italiano es muy extensa, curiosamente, mucho más que la inglesa. Es decir, parece claro que hay un fan de The Eyes por Italia.

Entre los singles que grabaron se encuentra el clasicazo “Good Day Sunshine”, de los Beatles, que se les fue ofrecida antes incluso de los de Liverpool la grabaran para su LP “Revolver” en 1966. Por lo visto, estos The Eyes se hicieron un pequeño nombre en la comunidad mod más arty de Londres. Se menciona el hecho de que solían aparecer en ambientes mod luciendo unas extravagantes parkas rosa. También grabaron un single, en apariencia a modo de original homenaje a The Who titulado “My degeneration”. No llegaron a publicar, sin embargo, ningún LP, ya que decidieron disolver la banda, por diferencias personales, antes de hacerlo.

A pesar de ello, por cuestiones contractuales con su compañía, les debían un disco. De modo que decidieron publicar un disco conformado exclusivamente por versiones de The Rolling Stones, que ni siquiera publicaron bajo su nombre, The Eyes, sino bajo una suerte de pseudónimo para el grupo: The Pupils.

Así, si buscas en Spotify por The Pupils, aparece ese disco colgado, una pequeña delicia de versiones pre-psicodélicas de los Stones, que me parece mucho mejor que su propio material como The Eyes, y que pone un broche a una carrera y a una historia, cuanto menos, curiosa.

ESCUCHA EL DISCO DE THE PUPILS EN SPOTIFY

18
Nov
13

Walk On The Wild Side

A raíz de la muerte de Lou Reed, recordé una entrada que leí en el blog de Bob Pop (Roberto Enríquez de Rétiz), un blog que leía con cierta asiduidad, hace tanto como 7 años… ese blog, que pertenecía al diario 20 Minutos, como vino, un buen día, se fue. He podido encontrar esa entrada, por la magia de Google. Y me apetecía reproducirla. Insisto, no es mía, podéis encontrar el original aquí. Y si el autor lee estas líneas y quiere que elimine este texto, que me lo comunique y lo haré.

En cualquiera de los casos, era una explicación de quién es quién de todos los citados en el celebérrimo “Walk On The Wild Side” del tío Lou. Todos, gente de bien. Todos expertos en el buen malvivir.

Holly came from Miami, F.L.A.

Hitch-hiked her way across the USA

Plucked her eyebrows on the way

Shaved her legs and then he was a she

She says, Hey babe

Take a walk on the wild side

Hey honey

Take a walk on the wild side

Holly came from Miami, FLA

Holly came from Miami, FLA

Holly Woodland: nacida Harold Santiago Rodriguez en Puerto Rico, en 1946. Veinte años más tarde, ya era go-go en un bar de Siracusa al ritmo de To Love Somebody de los Bee-Gees. Miss Donut 1968 para la fábrica de donuts del padre de su novio. Actriz en ‘Trash’ de Paul Morrissey. Holly vive actualmente en Los Ángeles, aunque en 2004 el New York Post le diera por muerta. Prepara una película autobiográfica: “La Historia de Holly Woodlawn: Una vida arrastrada… en tacones altos“.

Candy came from out on the Island

In the backroom she was everybody’s darlin’

But she never lost her head

Even when she was giving head

She says, Hey babe

Take a walk on the wild side

I Said, Hey baby

Take a walk on the wild side

And the colored girls go

doo do doo do doo do do doo..

Candy & Andy

Candy & Andy

Candy Darling: nacida James Lawrence Slattery en Brooklyn en 1946. Devota de Kim Novak, de quien aprendió todo lo que supo, musa de Warhol y, posteriormente, compañera de reparto deJane Fonda Sofía Loren; llegó incluso a estrenar una pieza teatral de Tennessee Williams, cuyo personaje fue escrito por el dramaturgo especialmente para ella.Su fotografía os resultará familiar porque Antony la usó como portada de su segundo disco ‘I am a bird now’.

Little Joe never once gave it away

Everybody had to pay and pay

A hustle here and a hustle there

New York City’s the place where they say,

Hey babe, take a walk on the wild side

I said, Hey Joe

Take a walk on the wild side

Joe Dallesandro: actor porno, delincuente juvenil, alcohólico y heroinómano, protagonista de muchas de las películas de Warhol Morrissey. En 1996 posó junto a Kate Moss para esta campaña de Calvin Klein.

Siempre es un buen momento para una imagen de Kate Moss...

Siempre es un buen momento para una imagen de Kate Moss…

Jackie is just speeding away

Thought she was James Dean for a day

Then I guess she had to crash

Valium would have helped that bash

Said, Hey babe,

Take a walk on the wild side

I said, Hey honey,

Take a walk on the wild side

Jackie Curtis travesti y poeta, muerta de una sobredosis en 1985, a los 38 años, y otro de los miembros del clan Factory de Warhol (llevaba tatuado ANDY en su brazo como símbolo de devoción). Tras su muerte, un amigo encontró una nota escrita por ella que decía:

“No eres realmente una Superestrella de Warhol a menos que estés muerta”.

Jackie compartió apartamento con Candy Darling durante algún tiempo.

Jackie is just speeding away...

Jackie is just speeding away…

And the colored girls say,

doo do doo do doo do do doo

doo do doo do doo do do doo

doo do doo do doo do do doo

doo do doo do doo do do doo

doo do doo do doo do do doo

doo do doo do doo do do doo

18
Sep
13

UNA HISTORIA DEL BRONX

“No hay nada más triste que el talento malgastado”. Eso le dice el conductor de autobuses Lorenzo a su hijo Calogero cuando éste era un crío. Luego las cosas se complicaron más, y sin embargo, al final, Lorenzo tenía razón. De adolescentes acostumbramos a creernos que los adultos nos han ido engañando siempre. Y no, no fue siempre. La cuestión es dilucidar cuándo.

Hace unos días os hablaba de la proliferación de múltiples canales de TV en esa francachela que ha dado en llamarse TDT. A destacar, y con muchísimos cuerpos por delante, La Sexta3 y su posterior “imitadora”, Paramount Channel. De acuerdo que emitir las mismas películas una docena de veces cada mes, mes tras mes, es demasiado. Y sin embargo, qué puedo decir… cada vez que pillo alguna de las tres partes de El Padrino, por lo menos un trozo sí que veo.

“Una Historia Del Bronx” es otra de esas frecuentes. También era de las habituales, no obstante, en la parrilla televisiva antes de aparecer la dichosa TDT. Y como “Forrest Gump” o “Cadena Perpetua”, si la cojo, por casualidad, por la tele, al menos un rato, me quedo viéndola.

Calogero entre los dos hombres que marcaron su niñez: su padre y Sonny

Calogero entre los dos hombres que marcaron su niñez: su padre y Sonny

Calificar “Una Historia Del Bronx” de entrañable me parece injusto, porque parece querer decir que es una mierdecilla pero que me gusta. Nada más lejos de la realidad. Es una película sencilla, sí, pero, en general, muy bien hecha. Y sí, me gusta. Me gusta mucho. Me toca un poco la fibra, he de reconocer. Ay, qué sensiblón ha sonado eso. No me hagáis mucho caso, estoy en esos días…

La cinta se estrenó en 1993, y fue el debut a la dirección de un Robert DeNiro que todavía tenía esa estela de los más grandes. Nos quedarían pocos años de grandeza para DeNiro, y pocos trabajos memorables… Diría yo “Casino” (1995), “Heat” (1995) y tal vez, más por la cinta que por su papel, “Jackie Brown” (1997). ¿Cuándo cayó (solito, y voluntariamente) en desgracia? Yo creo que a partir de 1998 ya no volvió a protagonizar, ni siquiera a actuar como secundario, en ninguna película que realmente fuera memorable. Una lástima.

Pero ei, volvamos a aquél maravilloso 1993 cuando DeNiro aún era un semidios. Para su primer largometraje como director decidió comprar un guión de Chazz Palminteri, y contar con el actor como el intérprete del carismático gangster Sonny. Palminteri, otro que prometía grandes momentos y realmente, no sé qué pasó con él.

El James Cagney de los 90s

El James Cagney de los 90s

La historia es sencilla, en el barrio del Bronx, a finales de los 50s, vive un niño italoamericano, Calogero, hijo de un hombre honrado, sencillo y temeroso, el conductor de autobuses Lorenzo (DeNiro). De casualidad, Calogero presencia un asesinato por parte de Sonny, el capo del barrio. Cuando la policía le interroga, Calogero encubre a Sonny. Gracias a ello, el chaval acaba cayendo en gracia a la mafia local, que le tiene fascinado. A Lorenzo no le gusta nada que se relacione con ellos, pero esa vida, la de los “chicos listos” que decían en “Uno De Los Nuestros”, fascina a Calogero, tan alejada de la miseria y el trabajo agotador de su padre. Con el tiempo, Sonny le va tomando cariño a Calogero, quien ve en él otro tipo de figura paterna, especialmente en su adolescencia, lo cual, claro, generará conflictos entre el gangster Sonny y el conductor de autobuses Lorenzo.

Los conflictos entre la atractiva vida del gangster y la moral, el amor familiar, la amistad y los conflictos raciales (representados con los enfrentamientos entre italoamericanos y negros) se entremezclan en una historia en apariencia sencilla, pero muy bien explicada. DeNiro demuestra haber mamado cine y los recuerdos a Scorsese son inevitables. Por si fuera poco, la banda sonora está compuesta por pequeñas maravillas que se van sucediendo, de cariz blanco o negro en función de la época narrada en la historia (finales de los 50s o mediados de los 60s) y de la narración.

Lorenzo y su hijo

Lorenzo y su hijo

Recurrir a buenas canciones como banda sonora de una película es un recurso fácil. Lo complicado es que la canción acabe formando parte natural de la historia, y que esas imágenes parezcan creadas para acompañar a esa canción. Por ejemplo, eso pasa cuando suena el clasicazo “I Only Have Eyes For You” de los Flamingos. Cada vez que la escucho, recuerdo las imágenes de Calogero y su chica.

No creáis que, aunque se trate de un homenaje a los valores de la amistad y de la familia, “Una Historia Del Bronx” contiene moralina de baratija. En realidad, Calogero protege a un asesino, sin ir más lejos, y sus admirados amigos Sonny y pandilla son, en realidad, unos mafiosos. Algo así como Goodfellas vs. La Famiglia.

Dolorosas lecciones de vida...

Dolorosas lecciones de vida…

No puedo dejar de contar una curiosidad que me parece muy cachonda. El personaje del Calogero adolescente está interpretado por un actor llamado Lillo Brancato, cuya carrera pasa muy desapercibida para mí, hasta que le veo tener un papelito en Los Soprano. Efectivamente, en LA SERIE, Brancato interpreta a Matt Bevilaqua, un gangstercillo de poca monta que hace unos trabajitos para Chris Montisalti. Harto de que Chris le trate como lo que es, un triste peón en la organización, acaba por tratar de asesinarle, por encargo de Ritchie Aprile. Falla en su cometido, y acaba muriendo a manos de Tony y Pussy de un manera muy chunga. De hecho, ¿no tenéis la sensación que todos los actores que habían tenido algún papel en películas de la mafia acabaron, de una u otra manera, apareciendo en Los Soprano? La realidad es, sin embargo, más cruda que la ficción, y resulta que Lillo Brancato acabó metido en un robo que finalizó con un tiroteo y muerte de un policía, en 2005. Aunque absuelto de los cargos de asesinato (por lo visto, el que disparó fue su compinche), Brancato fue condenado a diez años de prisión. Puede parecer frívolo, pero qué puedo decir: esta clase de historias con ficción, casualidades y realidad, me parece lo más cinematográfico que hizo Lillo Brancato desde aquel lejano 1993.

Canciones:

Noir Desir: «Tostaki»
Daft Punk: «Lose yourself to dance»
R.E.M.: «Stand!»

08
Sep
13

The Rolling Stones y el pop

Los Rolling Stones son una banda de rock. Esa es una obviedad. No solo son “una” sino que tal vez, incluso, debería decir son “la” banda de rock. Por eso quisiera centrar las siguientes líneas en una faceta que mucha gente desconoce, y es la de los Rolling Stones como banda de pop. Fue hace mucho tiempo. Además, sin duda, habrá una mayoría de entendidos o de fans que calificarán esos escarceos como fruto de una banda que estaba, todavía, tejiendo su propia personalidad. Y parte de razón no les faltará.

Aquello sucedió entre 1966 y 1967. Aproximadamente. Si se considera que la primerísima etapa stoniana, la de grabar una mayoría de versiones de blues, rock y R&B, fue una etapa de purismo (1963-1966), y que los Stones “de verdad” nacen con discos como “Beggar’s Banquet” (1968), nos queda un período de indecisión intermedio.

Ésa era la imagen...

Ésa era la imagen…

Muchas cosas pasaron entre esos dos años que pudieran hacernos entender ese cambio de tendencia, aunque fuese de modo temporal. Por un lado, tenemos el hecho de encontrarnos a una banda que decide ya no grabar versiones sino canciones propias, y que crece desmesuradamente. Por otro lado, está también la influencia del momento. Los Stones pasan de ser una banda de rock a ser superestrellas, a codearse con la gente guapa, a ser admirados, pero también perseguidos. Es en 1967 cuando tras una redada en casa de Keith Richards, detienen a éste último y a Mick Jagger y les colocan a un paso de sufrir una injusta, por ejemplarizante, condena de cárcel por devaneos con drogas. 1966 es el año de gran explosión de lo que se dio en llamar el “Swinging London”, y los Rolling Stones pasaron a formar parte de ello.

Pero aún hay más. El desarrollo como multi instrumentista de Brian Jones, especialmente latente en el LP “Aftermath” (1966) abrió posibilidades a incluir algo más que la clásica estructura guitarra-guitarra-bajo-batería. Finalmente, la aparición de discos como “Pet Sounds” de los Beach Boys (1966), el celebérrimo “Sergeant Pepper’s Lonely Hearts Club Band” de los Beatles (1967) y el debut de Pink Floyd “The Piper At The Gates Of Dawn” (1967) influye poderosamente al grupo, que en esa época es más permeable que nunca.

Muy gráfico...

Muy gráfico…

Finalmente, podríamos destacar que los problemas con las drogas, y por ende, con la justicia, de Brian Jones hacen que el grupo no pueda girar en USA, ni en varios otros países fuera de su Reino Unido natal, por lo que la actividad sobre los escenarios baja. Y ya sabemos que cuando un grupo vive de gira en gira y de escenario en escenario, suele endurecer su sonido y, hablando en plata, rockear más, mientras que el estudio da más posibilidades para la experimentación con otras sonoridades.

De este modo, las primeras incursiones stonianas en el pop más típicamente sixties británico lo podemos encontrar en singles como ese “Have you seen your mother, baby, standing in the shadow?”, en donde una corte de trompetas y trompas acompañan a una estructura más o menos clásica. Es 1966 y definitivamente, aquello no suena a blues por ninguna parte. Otra nota más clara podemos encontrarla en una de las canciones más célebres de su LP “Between The Buttons”, también un ejercicio de brit-pop 60s que fue “Ruby Tuesday”. Esos arreglos clásicos y ese estribillo que reina en la canción no son, definitivamente, el estilo de lo que conoceríamos como el rock stoniano.

La portada y el título del recopilatorio de 1967, “Flowers”, no dan pie a equívoco. Aunque los temas recogidos no lo son, ese estilo es puramente pop psicodélico. En ese 1967 publicaron también un single con dos canciones que seguían esa senda que se comenzaba a trazar, “We Love You” y “Dandelion” (caras A y B, respectivamente). No aparecieron en ningún LP, si bien constituyen un ejercicio de estilo. Coros, pianos, guitarras en segundo plano, arreglos de orquesta, aires orientales… lo teníamos todo.

El paso final acabó siendo un LP que todo el mundo calificó como “la respuesta de los Rolling Stones al “Sergeant Pepper’s” de los Beatles”, si bien, personalmente, le vería más relación con el debut de Pink Floyd: “Their Satanic Majesties Request”. El título es genial, la portada es una maravilla psicodélica, y solo por ello, vale la pena la adquisición en formato vinilo. De la música, qué puedo decir… Durante años consideré que lo mejor del disco era su portada. Lo reconozco, se les fue de las manos, y ¾ partes de su duración es insoportable. Efectos, guitarras casi inexistentes, theremin, coros,… Hay, no obstante, tres joyas que no puedo dejar de mencionar. En primer lugar, la preciosa “She’s A Rainbow”, donde el piano de Jack Nietsze suena como una delicada caja de música, o la inquietante “In Another Land”. Y desde luego, también, “2000 Light Years From Home”, quizás la pieza más rockera del álbum. Lo demás, pasa entre lo aburridillo y lo insoportable. Esa es mi opinión, pero viendo la increíble versión que Ace Frehley en Kiss se marcó de un insulso tema del disco, “2000 Man”, igual estoy equivocado y hay mejor material de lo que parece.

La pregunta sería, ¿cómo dos tíos como Keith Richards y Brian Jones, tan ajenos, en apariencia, a estas zarandajas de las modas, cayeron en ella? Dejo a Mick Jagger al margen, por ser estilísticamente más abierto y porque al tío Mick la fama siempre le ha perdido. Pensemos en Brian Jones, un verdadero purista del blues a quien las canciones de Jagger y Richards no le acababan de satisfacer. Pues sorprendentemente, parece ser que no quedó insatisfecho con “Their Satanic…”, puesto que por esa época descubrió la psicodelia californiana, que le encantó. Y de todas formas, apenas tenía ni voz ni voto en los Stones, por lo que ya no los consideraba como su banda y se podía permitir el lujo de experimentar. En cuanto a Richards, a pesar de su eterna pose de rockero malote, siempre ha sido más permeable y abierto de lo que jamás le ha gustado reconocer.

El batacazo ingente que se pegaron con “Her Satanic Majesties Request” hizo que se replantearan el sonido. Así mismo, los tiempos corrían que se las pelaban, y las alegres canciones pop de 1966-1967 daban paso a sonidos más duros y más oscuros, como el hard rock blues, que se puso de moda. Y ya nunca más practicaron ese pop de sonido más estándar pero de bonita factura. Lo bueno estaba por llegar, claro, pero yo no despreciaría nunca esa época.

Canciones:

Phoenix: «Everything is everything»

Big Star: «Thirteen»

Supersuckers: «The Evil Power of Rn’R»

07
Sep
13

Brian Jones

Desde que comencé a conocer a los Rolling Stones, siempre me llamó la atención la figura de Brian Jones, quien en este 2013 hubiera cumplido 71 años, si no hubiera muerto en 1969. Desde luego, se trata de la representación de un perdedor. De un tío rarito. De un superdotado musical. De un inconstante. De un drogota. De un engendrador de hijos bastardos y no reconocidos.

Por supuesto, esta tumba está vacía, y Brian vive con Jim en África.

Por supuesto, esta tumba está vacía, y Brian vive con Jim en África.

Veamos, la versión oficial y conocida por todos es que Brian Jones era el virtuoso de la banda, pero con una personalidad débil que quedó eclipsada por Mick Jagger especialmente, y también por Keith Richards, por lo que nunca mostró su potencial sino como el instrumentista capaz de darles giros particulares a las canciones que sus dos compañeros componían, y al que las adicciones acabaron por dejarle en dique seco. Probablemente todo aquello sea cierto, y a pesar de ello, quedan más sombras que luces.

Parece evidente que Brian Jones era un músico que se metió en el jazz desde su adolescencia, tocando clarinete y saxofón. De ahí, fue pasando a apasionarse por otras músicas negras como podían ser el blues y el R&B. En 1961,  Brian Jones, que era ya un prenda de cuidado, se las daba de bluesman, y tenía dos hijos. Entonces ya era guitarrista. Ese año contactó con el patriarca del blues británico, Alexis Korner, con quien colaboró, aunque su ambición era crear una banda propia. Así, y asociándose con Ian Stewart, el verdadero 6º Rolling Stone durante todos los 60s (aunque al pobre le eliminaron de la plantilla oficial de la banda porque era muy feo y tenía aspecto de señor mayor), fue reclutando a lo que acabaría convirtiendo en The Rolling Stones. Keith Richards niega este hecho en su autobiografía, aunque también es cierto que a pesar de los 50 años transcurridos, Keith no es imparcial con su antiguo amigo Brian.

Brian era un músico experimentado en 1963 cuando sus compañeros de banda Mick y Keith eran unos pipiolos. No así Charlie Watts, por ejemplo. Pero nunca tuvo un peso específico real en la banda. De este modo, se puede decir que a principios de los 60s, The Rolling Stones eran la banda de Brian Jones, y como tal lo demostraba, ocupando un primer plano en el escenario. Su gran problema fue entonces Mick Jagger. Aunque jovencísimo y con pocas tablas, Jagger comenzaba a desprender el magnetismo que le conocemos, y además era cantante, por lo que tenía todos los números para ir quitándole protagonismo al rubio guitarrista, por más que éste se empeñara en captar la atención. Mientras que Brian anhelaba desesperadamente las miradas del público, Jagger, directamente, las acaparaba sin, aparentemente, buscarlas. Pronto vería que era batalla perdida. Y eso le jodió bastante, hablando mal y pronto.

Un tío con clase...

Un tío con clase…

Por si fuera poco, al manager Andrew Loog Oldham se le ocurrió que grabaran canciones propias, firmadas por Jagger-Richards. Siempre me he preguntado por qué se excluyó de ese modo a Brian Jones. Si tan buen músico era, por qué no componía canciones. Hay quien dice que sí, que componía, pero que era demasiado inseguro al respecto y nunca se atrevió a aportarlas y a defenderlas como adecuadas para la banda. Por supuesto, Jagger y Richards, envalentonados por Oldham, se ocuparon de acentuar esta inseguridad como compositor de Brian Jones. Y a Oldham ya le iba bien, pues en esos tiempos, los futuros Glimmer Twins eran dos jovencitos más maleables y fáciles de controlar para sus planes que Brian. No obstante, resulta francamente llamativo que nunca compusiera sus canciones. Dentro o fuera de la banda. Aunque sobre esto último, no hay nada especialmente claro. Algunos biógrafos, como Mariano Muniesa, sostienen que sí que tenía bastantes temas en su haber, pendientes de publicación con algún otro proyecto que no era The Rolling Stones. En cualquiera de los casos, me cuesta creer que no exista grabación alguna de esas canciones, por pirata y de mala calidad que sea. Y si hay grabación, cómo, en 50 años, o incluso en esta época de la difusión indiscriminada vía Internet, jamás haya salido nada a la luz.

Friends will be friends.

Friends will be friends.

También se ha dicho siempre que Brian Jones era un purista del blues y del R&B, y cuando los Stones comenzaron a grabar algunos números más pop, orientados a las nuevas listas de éxitos, se empezó a desengañar. A pesar de este purismo blues, a partir de la segunda mitad de los 60s, Brian Jones se comienza a meter a fondo en la psicodelia, y fue uno de los pocos que quedaron satisfechos con el resultado de un disco irregular como “Her Satanic Majesties Request”. ¿No es contradictorio que un purista del blues se meta en los terrenos pantanosos de la psicodelia sesentera? Que se empeñara en colar sonoridades tan alejadas del delta del Mississippi como son los sitares, dulcimeres, arpas, marimbas, flautas, melotrones o clavicémbalos… aunque suya es la responsabilidad de aportar las guitarras con slide, eso sí. A finales de los 60s comenzó a descubrir lo que se iba cociendo en USA, siendo, por ejemplo, invitado especial de Hendrix en el clásico Festival de Monterrey.

A medida que iba metiéndose en la psicodelia, algo que Anton Newcombe y sus The Brian Jonestonwn Massacre agradecerán toda su vida, Jones se codeaba con gente como Hendrix, Dylan o un John Lennon en pleno viaje. Y entonces quedó patente como cada vez estaba más lejos de la banda que había creado, y en la que el tándem Jagger-Richars habían dado un golpe de estado. Pero Brian Jones, en lugar de capear el temporal, se dedicó a aislarse más de sus compañeros y a malgastar su tiempo y su talento grabando un disco a unos pastores del Atlas marroquí que tocaban unas flautas que, por alguna razón, impresionaron al rubio guitarrista.

Una banda extraña, un gran nombre para un grupo...

Una banda extraña, un gran nombre para un grupo…

No creo que haya que reprochar a Jagger y Richards la expulsión de Brian Jones de la banda. Era un tipo tan brillante como difícil, de eso no cabe duda. Era paranoico, maniático, violento con sus mujeres y agresivo con sus propios compañeros cuando las cosas no eran como él consideraba. Su adicción a las sustancias variadas exacerbaron esos comportamientos,  y parece claro que en discos como “Let It Bleed”, según declaran sus excolegas de grupo, apenas era capaz de sostener la guitarra durante las sesiones de grabación. No quiero ser condescendiente con Jagger y Richards, como personas, como compañeros y como amigos, fueron unos auténticos puercos para con Brian Jones. Sin embargo, si sumamos todo esto al hecho de que no podía entrar a los Estados Unidos por tener causas pendientes, se puede concluir que Brian Jones acabó siendo un lastre. Y fijémonos que todavía ni he mencionado a Anita Pallemberg. Eso lo hizo todo más difícil, claro, tanto que la propia expulsión de Brian de SU banda no fue tomada como algo sino de esperar.

Y luego murió, y con ello, comenzó el mito y las mil y una leyendas, sobre conspiraciones para matarle, sobre sus supuestos proyectos con músicos de renombre, etc. No más que eso, leyendas poco contrastadas, que hacen más interesante el personaje. ¿Qué hubiera sido de Jones de no haber terminado tan joven en el fondo de aquella piscina? Para acabar, me permitiréis que me ponga en plan superficial y destaque el hecho de que Brian Jones realmente tenía estilo y sabía vestir francamente bien. Era un tío con clase.

 

Canciones:

Joe Cocker: «Night Calls»

The Brian Jonestown Massacre: «Who?»

Bob Seger: «Against The Wind»

06
Sep
13

THE ROLLING STONES: THE LONDON YEARS

El asunto de los discos recopilatorios es, a veces, peliagudo. Yo no les tengo especial inquina, en su momento me sirvieron para meterme en la música de varias bandas, y sí, lo reconozco, algunos otros grupos, los puedes despachar con un buen recopilatorio. Por ejemplo, no hace mucho compré uno de Spencer Davis Group. Y bien, oye. Yo siempre he dicho que el mejor disco, sin dudarlo, de Lenny Kravitz, es aquel grandes éxitos que publicó hace ya demasiado.

En el caso de los Rolling Stones, sin embargo, no funciona. Los Stones tienen material como para ir comprando uno a uno todos sus LPs. Y eso que existen muchos recopilatorios de la banda en el mercado, si bien únicamente los correspondientes a su 40 y su 50 aniversario son completos. Cosas de las discográficas. Por todo el mundo es sabido que la música del grupo hasta 1971 se publicaba en el sello Decca o ABKCO, con quienes la banda rompió relaciones de un modo poco amistoso (no sin razón: eran unos piratas de cuidado), y a partir de ese momento, el resto de sus discos salieron bajo Rolling Stones Records, que fueron distribuidos por Atlantic, por Polydor, por Virgin o por EMI. Eso provocaba que hubiera discos de grandes éxitos que no contenían, por ejemplo, “Honky Tonk Women” (1969), y otros que no contuvieran “Miss You” (1978). Costaron años de negociaciones (e imagino que bastante dinero) para que la Decca cediera “sus” canciones a recopilatorios que se publicaran bajo Rolling Stones Records, a saber, los mencionados para sus 40 (“Forty Licks”) y 50 (“Grrrrr”) aniversarios.

A la izquierda el recopilatorio del 40 aniversario. A la derecha, la del 50 aniversario. En cuestión de portadas, salimos perdiendo...

A la izquierda el recopilatorio del 40 aniversario. A la derecha, la del 50 aniversario. En cuestión de portadas, salimos perdiendo…

Pero aún a riesgo de contradecirme, hay un recopilatorio que recomendaría a todo el mundo que se hiciera con él, tanto los que comienzan con la música de la banda, como aquellos que ya tienen sus LPs. Me refiero al triple disco “Singles Collection – The London Years”. Este disco contiene todos sus singles, caras A y B, que se publicaron desde su inicio, en 1963, hasta su ruptura con la Decca en 1971. A los no iniciados les proporcionará el acceso a temas míticos del grupo, si bien la cosa acaba en la cresta de la ola, obviando todo el material posterior a “Sticky Fingers” (tampoco incluido), que es mucho obviar. Al fan completista también le interesará, porque al incluir los singles, contiene varios temas que no se encuentran en los LPs de la banda.

Efectivamente, hasta finales de los 60s, lo que primaba era el single por encima del LP. Y, sobretodo al principio, el disco no era más que un material de apoyo a lo verdaderamente importante, el single. Si a eso le sumamos el hecho de que los primeros discos de los Stones contienen colecciones de temas distintos en sus versiones para UK y para USA, el resultado es un galimatías de cuidado. Pongamos por caso el celebérrimo “(I can’t get no) Satisfaction”, probablemente el tema más popular de los Rolling Stones. Pues bien, sólo está incluido en el disco “Out Of Our Heads” (1965) pero en su versión USA, mientras que no está en la versión UK.

EL recopilatorio...

EL recopilatorio…

Por todo ello, y  porque yo soy  muy fan de la etapa Decca, no puedo dejar de recomendar este “Singles Collection – The London Years”. Podemos apreciar unos Stones muy pipiolos, muy puristas en el R&B y el Rock n’ Roll, a unos Stones bebiendo del pop británico más sesentero, a unos Stones dejándose influenciar por la psicodelia y a unos Stones, finalmente, encontrando algo que podríamos considerar como “su sonido”.

Así, abre esta colección de canciones la que fue su primera grabación, una fresquísima versión del “Come On” de Chuck Berry, sí, lo habéis adivinado, no incluida en ningún otro disco del grupo. También podemos encontrar el “I Wanna Be Your Man” que les cedieron Lennon y Macca, y efectivamente, inédita también en los LPs. O algo parecido ocurre con “Not Fade Away”.

Aunque no sólo singles inéditos de la primerísima época del grupo se encuentran. También hay rarezas de su etapa más sesentera-pop como las caras A y B del single que publicaron en agradecimiento al apoyo prestado tras el arresto de Jagger y Richards después del affair en Redlands, “We Love You” y “Dandelion”, dos muestras de que los Rolling Stones se acercaron a la psicodelia con bastante más gracia de lo que se suele decir.

Imágenes de la ficha policial de Jagger tras su arresto por el escándalo de Redlands.

Imágenes de la ficha policial de Jagger tras su arresto por el escándalo de Redlands.

Quizás el disco 3 de este triple recopilatorio podría calificarse de más “convencional”, al incluir clasicazos como “Brown Sugar”, “Street Fighting Man” o “Wild Horses”, pero también contiene alguna sorpresa, como el single “Memo From Turner” que publicó Mick Jagger en solitario para la banda sonora de la película Performance.

En definitiva, creo que queda claro que merece la pena hacerse con este “Singles Collection – The London Years”. Éste es el recopilatorio de The Rolling Stones que hay que tener.

Canciones:

Lucinda Williams: “Car Wheels On A Gravel Road”

The Cure: “Close to me”

Eddie Cochran: “Come on Everybody”

05
Sep
13

Performance

Si comienzo este texto diciendo que “Performance” es una película rarita, seguro que más de uno o una dejarán de leer, o bien continuarán, pero con esa condescendencia que proporciona el mirarme desde una torre de marfil del yo sí que sé de cine y este KAR no. Pero lo es, de eso, no tengan ustedes la menor duda. Lo cual no quiere decir que sea una mala película. De hecho, me habían hablado tan mal de ella, que iba preparado para el desastre, y bueno, a mí, me gustó. Posiblemente me gustó más por la estética que por la historia contada, pero ese es otro asunto.

Cartel muy pop de la película.

Cartel muy pop de la película.

“Performance” fue la primera incursión en el cine de un Mick Jagger convencido de que también podría triunfar en esa disciplina, si bien, al final, acabó llegando a las pantallas comerciales antes la que sería su segunda película (“Ned Kelly”, 1970 … no, no he tenido huevos a verla) que no esta “Performance”, de 1968. Por suerte, tras estas dos actuaciones, Jagger dejó aparcado el cine, y más allá de algunos picoteos fugaces, casi se podría decir que lo dejó para siempre.

Otro cartel, menos pop, y más explícito de lo que la peli desarrolla...

Otro cartel, menos pop, y más explícito de lo que la peli desarrolla…

“Performance”, el título, juega con la palabra “performer”, que en slang era un quinqui, un mafiosete del East End de Londres. Performer es también, en su acepción clásica, un artista, alguien que se sube a un escenario. Todo en la cinta tiene un doble sentido, básicamente, cómo, de una manera menos sutil de lo que pudiera parecer, comparan la vida de un gangster con la de una estrella de rock, en este caso, Turner, un sosias de la imagen que Mick Jagger proyectaba en esa época, a finales de los 60s.

El argumento nos presenta a Chas (James Fox), un relamido gangster londinense, de traje estupendo, afeitado perfecto y zapatos relucientes, extremadamente violento e implacable, que cae en desgracia en el seno de su organización y debe huir. Casualmente, se esconde alquilando una habitación en la casa de un rockero, Turner, quien vive con su novia, Pherber, interpretada por una guapísima Anita Pallenberg, y una amiga, Lucy, otra belleza, aunque muy diferente a la Pallenberg, interpretada por Michèle Breton. Lo que al principio es un contraste entre ambos personajes, Chas y Turner, y una cierta animadversión, se tornará en el encuentro de más puntos comunes de los que esperaban.

Mick Jagger, Michèle Breton y Anita Pallenberg. Con ellos, llegó el escándalo...

Mick Jagger, Michèle Breton y Anita Pallenberg. Con ellos, llegó el escándalo…

Lo diré aquí y ahora: en esta cinta, Mick Jagger está para pegarle un buen par de hostias, en un plan estrellón arrogante y ridículo. Cosas de la época, y de las sustancias, claro. En esta época es cuando a Mick Jagger se le va pasando la etapa mesiánica y entra en la megalomanía de la superestrella que todo lo hace bien, y que sólo merece rodearse de gente tan rica, famosa y molona como ella.

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Imagen gratuita de la Pallenberg en pelotas.

Muchas son las historias que se cuentan sobre esta “Performance”. Por ejemplo, parece bastante contrastado que Anita y Mick follaron durante el rodaje. Recordemos que en esa época, Anita ya estaba con Keith Richards. Hay dos versiones, la de que fueron sorprendidos en faena, y la de que la propia escena de sexo de la cinta, es real. Según Tony Sánchez, aún estando con Brian Jones y con Keith Richards, Anita Pallenberg siempre estuvo colgada por Mick Jagger.

Chas, un violento hijo de puta con clase...

Chas, un violento hijo de puta con clase…

Precisamente, estas escenas tan explícitas de sexo y consumo de drogas generaron bastante controversia en su época. Así mismo, la carrera de James Fox (que interpretó a Chas), que parecía incipiente pero directa al estrellato, se truncó a partir de esta cinta, porque tras la muerte de su padre, decidió dejar el cine para hacerse pastor evangélico. Ya sabéis, de esas, digamos, cosas raras que ocurrían cuando los Stones andaban de por medio. Fox estuvo hasta mediados de los 80s alejado de las pantallas.

No pasará a la historia como un peliculón, aunque tiene sus seguidores acérrimos, como cinta de culto. Para los fans de los Rolling Stones, obligatoria.

Canciones:

Phoenix: «Lisztomania»

Mick Jagger: «Memo From Turner»

Delta 72: «Incident @23rd»

04
Sep
13

YO FUI EL CAMELLO DE KEITH RICHARDS, TONY SÁNCHEZ

Cuando conocí de la existencia de un libro con semejante título, no pude sino hacerme con él. Y es que, por más oportunistas que pululen en el mundillo del rock n’ roll, todas las fuentes parecen indicar que Tony Sánchez, también conocido como Spanish Tony, tuvo una estrecha relación laborable-amistosa con los Rolling Stones entre los 60s y primeros de los 70s. Y bueno, el título es bastante significativo de lo que nos podemos encontrar entre sus páginas: carroña de la buena. Todo ello desde el prisma no de un plumilla ajeno sino viniendo de un tipo que estuvo allí. Con ellos.

Un libro francamente divertido...

Un libro francamente divertido…

Resumiendo, Tony Sánchez era una suerte de personaje del hampa londinense, de orígenes españoles, que, metido en negocios de antros nocturnos y conocedor de la distribución de droga en la city, acaba conociendo y haciéndose amigo de Brian Jones. Y a partir de él, de toda la troupe stoniana, a saber, Keith y Marianne Faithfull, principalmente, pero también del resto. Bien como amigo, bien como asistente personal (ahora quiero unos gramos, ahora acabo de estrellar el Bentley y no sé qué hacer, ahora estoy tan colocado que no puedo aparcar…), puede aportar una visión menos censurada que la de la literatura oficial acerca de los Rolling Stones.

Tony estuvo allí. En primer plano, Anita Pallenberg y a su izquierda, Keith Richards.

Tony estuvo allí. En primer plano, Anita Pallenberg y a su izquierda, Keith Richards.

Y resulta francamente divertido, este libro, ahondando en el anecdotario, esquivando detalles musicales o históricos por todos conocidos. Para mi gusto, pudiera ser el reverso a aquel celebrado “Vida” de Keith Richards. Si en su autobiografía, como le corresponde a todo autobiografiado, Keith trata de hacer un lavado de cara y pasar de puntillas por asuntos escabrosos, en el presente libro, Tony Sánchez hace todo lo contrario. Obviamente, también el escrito de Sánchez lima sus actos para hacerlos todos más suaves y benevolentes con su persona.

Lo mejor es ese retrato de la vida de los Stones, Brian, Keith, Mick, Anita y Marianne, como estrellas del rock en crecimiento y luego en decadencia. Muestra a una pareja Keith-Anita como esos yonquis ricos pero con todos los tics del drogata: extremadamente egoístas, crueles, desconfiados, violentos a veces, desastrados. Y lo hace sin caer en hipérboles, si bien podemos imaginar que no toda la vida de Keith entre 1968 y 1974 fue consumir heroína, tampoco se puede decir que el relato que explica sea extraño o parezca (porque no tenemos la certeza, claro) irreal. A Mick tampoco le trata muy bien, considerándole como un tío endiosado y algo hipócrita. Y, probablemente porque está muerto, deja en mejor posición a Brian Jones.

Tony Sanchez, sexy boy...

Tony Sanchez, sexy boy…

Tony Sánchez siempre adopta una repelente pose de “yo no les vendía, yo sólo les ayudaba a conseguir la droga”, o de “yo le decía a Keith que era demasiado, que se estaba pasando, pero Keith nunca me escuchaba” y de “yo esnifé heroína de vez en cuando pero no estuve metido tan a fondo en ello”. Es decir, San Tony, el bueno, el amigo de la banda, el empleado fiel. Y claro, todos sabemos que no sería así.

No importa demasiado, este último dato. Lo importante del libro es que es muy divertido, incluso para, y odio utilizar este término, lectores avanzados, que ya han devorado varias biografías de la banda o de sus miembros. Muy recomendable, pues.

Canciones:

Cactus: “Long Tall Sally”

Masters Of Reality: “The Blue Garden”

Wolf People: “Empty Vessels”




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