Archive for the 'afghan whigs' Category

31
Oct
13

10 cosas hipsters que me gustan

Bien, bien… parece ser que mi texto de ayer levantó cierta polvareda. De todas formas, mis queridos hipsters, esperaba más de vosotros. Ni una sola réplica. Sois unos blandos. O sois de esos que dicen que no, que ellos no son hipsters. Pero mirad, ayer citaba a Òscar Dalmau y hoy le otorgan un premio Ondas. ¿Casualidad? No lo creo. Sea como fuere, reconozco tener un espíritu contradictorio que me lleva a redactar esta segunda lista, el yang del yin de anoche: 10 cosas hipsters que me gustan

1.- Los pantalones pitillo: Como siempre en estas situaciones, el hipsterío no ha inventado nada, y los tejanos pitillo no son algo que se creara en el año 2009. Recordemos que el punk británico ya pasó por ellos, y no olvidemos, oh cielos, a los de la NWOBHM, la New Wave Of British Heavy Metal, o como los conocíamos en mi barrio, los jévits de toda la vida. En fin, que sí, que unos buenos tejanos pitillo molan, y para un tipo más bien delgado como yo, sientan bien. Porque ojo, que si uno se pasa con la estrechez de la cintura, puede pasar el llamado efecto madalena. No lo digo yo, lo dicen también ellas.

2.- Las barbas: De acuerdo. Ayer rajaba de las barbas. Pero no olvidemos una cosa, añadía un adjetivo: bíblicas. Si algo nos han traído los años que llevamos de década es que ya no hace falta afeitarse. Reconozco que yo también he sucumbido. Eso sí, hombres de dios, el cuello, siempre rasurado, no me sean cerdos. Y si tienen una mejilla muy poblada, pues también. Por lo demás, una barba de cuatro, cinco o seis días, suele quedar bien y además, te ahorran del engorro del afeitado diario. Pero ojo, que al séptimo día la cosa comienza a ser más propia de miembro de Al Qaeda (hola Obama! Hola, CIA!). Y eso, pues no.

3.- Vampire Weekend: ¿Cómo acabé haciéndome fan de una banda neoyorquina de pop arty y marcadas influencias de la música africana y de la música de cámara barroca? Pues metiéndome donde no me llaman, y en una de mis crisis de ya-no-escucho-música-moderna. Me suele pasar. De repente, veo que me quedo estancado en mis bandas de siempre, rockeros  muertos o decadentes, cuyo momento de gloria más cercano está en 1996. Entonces pruebo con una de esas moderneces que aparecen en las revistas. Suelo salir escaldado de estos experimentos. Pero miren por dónde, los Vampire Weekend han resultado ser una agradable excepción.

4.- Los gin-tonics: Vamos con la contradicción número dos de la noche. Yo antes bebía vodka. Con limón. Pero un par de malas resacas acabaron con mi afición. Luego un amigo pidió dos gintos, y resultó una bebida que al menos no te dejaba el regusto dulzón de las resacas a base de combinados con limón, naranja o coca-cola. Eso sí, cada vez que me pido un gin tonic y me recuerda a una ensalada, me pongo de mala leche.

5.- Las Ray-Ban Wayfarer: ¿Hipster? Pero vamos, si las llevaba Tom Cruise en la maravillosa “Risky Business”, David Hasselhoff AKA Mitch Buchanan en “Los Vigilantes De La Playa” o Bob Dylan en 1965. ¿Hipster? No me jodas, hombre.

6.- Instagram: Yo nunca tomaba fotos en mis viajes. Era capaz de estar diez días en Australia y no tomar ni una instantánea. Me daba mucha pereza acarrear una cámara fotográfica. Mi entrada en el mundo de los smartphones acabó con ello, y ahora puedo llevarme algún recuerdo en forma de imagen con una cierta calidad. Dicho lo cual, para disimular mi torpeza como periodista gráfico, el descubrir una aplicación como instagram y sus fantásticos filtros retro, me fue de perlas. ¿Que la foto no ha salido bien? Filtro Nashville. ¿Que la luz no es buena? Filtro B/N. Y así. No me busquéis en la red de “instagramers”. No estoy.

7.- El té: Yo siempre había sido de café. De tomarme 4 o 5 cortados al día. Y no os creáis, sigo haciéndolo. Me aficioné al té cuando comencé a viajar a países en los que o bien no hay café, o si lo hay, mejor no tomarlo. Pero té en las bolsitas clásicas Horniman’s, no la moñez esa de la bolita en donde se meten los hierbajos.

8.- Primavera Sound: Reconozco que con los años y las diferentes ediciones, el nivel de calidad del festival ha ido subiendo. Además, su celebración, en mi ciudad, en un recinto fácilmente accesible, le hace sumar enteros. Puede considerarse, a priori, un festival hipster. Pero amigos, en los últimos tres años han pasado por sus tablas gente tan poco hipster como Neil Young, The Afghan Whigs o Mudhoney. Por supuesto, tiene ese componente de pasarela del moderneo donde los chicos y chicas acuden a lucir sus mejores galas. Pero a su vez, tiene buena oferta musical. Y eso me basta.

9.- Running: Comenzaré diciendo que llamar “running” a lo que toda la vida había sido “salir a correr” me parece una memez de esas de campeonato. Lamentablemente, así, todos nos entendemos. Yo había pronunciado alguna vez la frase de que “el verbo correr sólo debería conjugarse en modo reflexivo”. Pero no, desde hace unos pocos años, le he cogido el gusto. Por obligación, no se crean, que cuando comencé a sumar años, noté que hincharme a cheetos se pagaba. Y al final, es el deporte más efectivo para una cura de exceso de cheetos.

10.- Los 80s: Nací en 1979. De manera que, más o menos, año arriba, año abajo, considero los 80s como la década de mi niñez y los 90s como la de mi adolescencia. Resulta, por lo tanto, normal que vea como entrañables los productos de esa década, sean películas, televisión o cierta estética. Lo que me llama la atención es que chicos y chicas que no vivieron el estreno de McGyver en TVE1, porque ni siquiera habían nacido, reivindiquen esa década. Pero así son las cosas, supongo que es algo parecido con esa reivindicación de los 70s que se hacía cuando yo era un adolescente y todo aquello me parecía muy molón.

Canciones:

Band Of Horses: “St. Augustine”

Lou Reed: “Rock n’ Roll Heart”

The Cult: “Naturally High”

10
Abr
13

Jitazos Fugaces. Hoy… Soul Asylum

Englobar “Runaway Train” dentro del concepto de los Jitazos Fugaces seguro que conllevará que algún purista se lleva las manos a la cabeza, aduciendo que Soul Asylum fueron más que una banda de una sola canción. Puede ser, pero la realidad es que para mi gusto, prometieron mucho y jamás pasaron de este tema. Un bluff, vaya. A partir de aquí, que vuelen las hachas. Otros me dirán que, puestos en esa tesitura, englobemos a los Spin Doctors y su “Two Princes” o a Blind Melon y su “No Rain”. No, no, y  mil veces no. Tanto los Spin Doctors como (especialmente) los Blind Melon, tuvieron carreras mucho más interesantes que colar un hit en las listas de éxitos mundiales. Cosa que, para mi gusto, no se puede decir de los Soul Asylum.

Y eso que fama, lo que se dice fama, no le faltó a la banda de Dave Pirner. Autores del Jitazo que nos ocupa, estuvieron en el candelero una temporada. Por poner un ejemplo, el mencionado Pirner participó en la banda sonora de “Backbeat” mezclándose con popes de la escena alternativa noventera como Mike Mills (de R.E.M.), David Grohl, Greg Dulli o Thurston Moore (de Sonic Youth). Así mismo, sonada fue su participación en la fiesta de elección de Bill Clinton, presumiblemente a petición de su hija Chelsea, como también lo hizo Sponge. Soul Asylum, además, contaban con un muy buen padrino, el director Kevin Smith. Y, sobretodo, Pirner fue durante una temporada la pareja de una de las musas del grunge, Winona Ryder, quien cambió a Johnny Depp por David Pirner. En esto, se puede emparentar con el frontman de Spacehog, quien también tuvo su Jitazo Fugaz y quien fue pareja de Liv Tyler. En definitiva, sin embargo, mucho ruido y pocas nueces para una banda que, aunque lo parezca, no tomó su nombre de una canción de The Cult (pues la banda se inició en 1983 mientras que el corte de The Cult pertenece a su disco de 1989).

Si nos ceñimos a “Runaway Train”, sin embargo, nadie puede negar que se trata de un Jitazo Fugaz de los buenos, de los de calidad, nada de esas cancioncitas con encanto kitsch que a menudo trufan esta sección. No, se trata de una gran canción, sin discusión alguna. Su rollo acústico y su estribillo son de manual, pero caballo ganador, sin duda. Lo diré aquí y ahora, por temas como este “Runaway Train” valía la pena escuchar las FMs.

Y a todo esto le podemos sumar la fama mediática de su videoclip, en el que, además de escenas filmadas, a modo de alegato contra los malos tratos en la familia y hacia los hijos, entre otros, incluía imágenes de chavales desaparecidos. Al final del vídeo, se decía algo así como “si ha visto a alguno de estos muchachos, o es uno de ellos, por favor llame al teléfono ****”. Podría decirse que era uno de esos rollos de conciencia y seriedad que tanto abundaron en el rock noventero, en contraposición con ese rock ochentero más hedonista y poco dado a inquietudes sociales. Pese a ello, la idea fue celebrada, y no le puedo negar su mérito, y su buen hacer, llegando incluso a preparar ciertas modificaciones del clip promocional, adjuntando fotografías de chicos desaparecidos en el país o área geográfica de emisión.

Aunque cualitativamente, Soul Asylum estaban un paso por delante de muchos creadores de Jitazos Fugaces de los que han pasado por esta sección, para mi gusto, a pesar de sus 10 discos publicados, del mecenazgo de Kevin Smith o de que en la actualidad el gran Tommy Stinson (ex Replacements y Guns N’ Roses) toque con ellos, sin abandonar a los gunners, me parecen una banda de las de grandes expectativas y poca chicha. Así que siempre nos quedará “Runaway Train”.

11
Jun
12

The Afghan Whigs y las pataletas

Los Afghan Whigs pertenecen a esa clase de bandas que situaba en mi Olimpo particular, especialmente porque llevaban doce años en barbecho y estaba convencido de que nunca iba a verles sobre las tablas. Es de esos grupos que uno consideraba que pertenecían al pasado, y éste no iba a volver. En los últimos años me he llevado, sin embargo, muchas sorpresas sobre este particular. Si me lo hubieran preguntado hace tres lustros, jamás hubiera creído que presenciaría conciertos de Kiss con maquillaje, de Iggy & The Stooges, de Redd Kross, de The Police o de los que nos ocupan, The Afghan Whigs.

Conocí a los Afghan Whigs en mi época más fanática de Popular 1, cuando lo que leía en esa revista resultaba ser poco menos que las Sagradas Escrituras. Eran una banda, además, de la que casi sólo se hablaba en esas páginas. Eran un grupo fetiche para la publicación. Por aquél entonces sacaron su último disco al mercado, y lo recuerdo como si fuera ayer, volver de la tienda aquella tarde con dos CD’s en la bolsita, “1965” de los Whigs y “100% Colombian” de los Fun Lovin’ Criminals.

Pero los Afghan Whigs eran diferentes. Los Criminals habían tenido un hit clarísimo que había pegado fuerte en las listas, y tenían su popularidad, que aumentaría con ese portento de disco que es “100% Colombian”. Los Afghan Whigs eran una suerte de desconocidos, por lo menos a nivel popular, por lo menos en la Celtiberia. Durante un tiempo se anunció una fecha de concierto, sería por mayo de 1999, en la desaparecida Sala Garatge. Sí, os juro que recuerdo haber visto eso, en aquellos folletos con listas de conciertos que se repartían en algunas tiendas de discos. Por supuesto, esa actuación nunca se llevaría a cabo, y muy poco después, Afghan Whigs confirmarían su separación.


El concierto de Barcelona entero

Y aunque ya tenía “Black Love”, muy pronto “1965” se convirtió en mi disco favorito de los Whigs. Tenía guitarras, tenía soul, tenía momentos festivos, tenía esa intensidad que si uno no se mete a fondo en la canción, puede parecer casi impostada y algo ridícula. Más tarde escuché “Gentlemen”, pero siempre estuvo en un estrato, para mi gusto, inferior a “1966” y a “Black Love”.

Y bien, tantos años más tarde, sin, desde luego, esperármelo, resulta que Greg Dulli reúne a la banda y por si fuera poco, anuncian fecha en el marco del Primavera Sound. Evidentemente no iba a dejar escapar esa ocasión, si bien lo he reiterado varias veces: no me gustan los festivales. Pero es lo que hay, cosas del rock n’ roll de hoy en día.

Y ya lo sabía, que iban a tocar una hora justa. Aún así, cuando Dulli dio por finalizado el show, escenifiqué lo que se conoce por “quedarse con cara de tonto”. Por supuesto que había disfrutado de muchos momentos del concierto. La banda estaba muy sólida, y Greg Dulli ejercía con maestría de estrella de la función. ¿Qué falló? ¿El repertorio? En parte sí, a verdaderas joyas se le sumaban temas que yo considero claramente prescindibles. Y luego mi ansiedad… esto se acaba y no han tocado aún “Faded”… ni “John The Baptist”… ni “Something Hot”…

Y cuando acabó, tras mi momento de quedarme estupefacto, la siguiente reacción fue de cabreo. No era culpa de los Afghan Whigs. Tampoco era culpa del festival, en ningún caso dejaron de cumplir lo establecido, un hora y listos. ¿El repertorio? Cada uno elegiría el suyo. Fue una actitud algo infantil, de un niño que se enfada porque las cosas no son como él quiere que sean. Pero fue así.

Al día siguiente, por la tarde, me puse a recordar el concierto. Y revisé las imágenes que están colgadas en Youtube (si buscáis, podéis ver el concierto entero en calidad profesional). Y bueno, me alegré de haber estado allí. Me reconcilié con Greg Dulli y los suyos. ¿Podía haber sido mejor, más emotivo, más bonito? Yo creo firmemente que sí. Pero que me quiten lo bailao.

PD: Después me pasé a ver a Mudhoney un rato, y sorprendentemente, pues se trata de un grupo que apenas conozco, me dieron muy buenas sensaciones. Me recordó lo mucho que me gustaba el llamado “rock alternativo” de los 90’s. Y no me vengáis con eso de las “etiquetas” y blablablá… de algún modo hay que llamarlo. Me encantó vivir el momentazo “Touch Me, I’m Sick”

Canciones:

The Rentals: «Friends Of P»
The Black Crowes: «Welcome to the good times»
Jack White: «Sixteen Saltines»
24
May
12

Guilty Pleasures 3

Hoy me encuentro en Praga. Llevo toda la semana aquí, cosas de trabajo. Como estos europeos tienen esa costumbre tan cachonda de comer a las 12 una mierdecica, por la tarde tenía hambre. De acuerdo, los europeos suelen ponerse hasta el ojete durante el desayuno, que ríete tú del clásico vasolechecongalletas hispánico, o el clásico laxante zumo de naranja más café. Pero esta mañana me he dormido cinco minutos más de la cuenta. O me he duchado cinco minutos más de la cuenta. O he tardado en ponerme el traje de luces cinco minutos. Es igual, sea como sea, se me ha hecho tarde, y no he desayunado.

Total, que esta tarde me he librado de todo compromiso social y he salido a dar una vuelta por la ciudad solo. Al pasar por la Plaza de Wenceslao (Václavské Námêstí) no me he aguantado la tentación de pararme en uno de los puestos callejeros de salchichas y comerme un clásico bocata de salchicha checa. Y por si acaso, no fuera a ser que hubiera adelgazado algún gramo, me he metido a cenar en un restaurantito no muy lejos de mi hotel, una pizza y una jarra de cerveza.

Ahora, claro, me siento un poco mal. Soy un jodido pozo sin fondo. Y mi estómago me lo está recordando. Se está vengando de mis excesos con chorretones de ácido. Qué le voy a hacer, si me gusta la basura. Sí, por supuesto que disfruto de un magret de pato o de un rape a la plancha en su jugo, de los melocotones de calanda y del té verde. Pero también me gusta comerme frankfurts, hamburguesas, pizzas, shawarmas o pollo frito. Por no hablar de las patatas fritas en todas sus variantes, la coca-cola, la cerveza, el Dr. Pepper… aissss…

Será por todo ello que me he acordado de los Guilty Pleasures… hacía ya algunas semanas que no mostraba mis vergüenzas al mundo, así que vamos a ello, directos y a la yugular.

Y comenzaré con una canción que para más inri pertenece a ese maravilloso pop español que promocionan en las cadenas cuarenta de la vida. Cómo llegué a ella? Cosas del amor, amigos, no preguntéis. Y es que hoy iba a mencionar al jitazo de Nena Daconte “Tenía Tanto Que Darte”… si es que me estoy avergonzando conforme lo estoy escribiendo. Todo en esta muchacha es vergonzoso. Participó en un concurso de cantantes de la tele. Se enrolló con uno de los músicos de sesión que participaban en una gira donde cantaban todos estos artistazos, y formaron un dúo al que bautizaron con ese nombre… ESE nombre…

Pero una cosa os diré… la canción funciona! Y no sé si es ese ritmillo, el órgano, las palmas o el reprise final con los vientos, pero me recuerda ligeramente al glam inglés. Alguién dijo Marc Bolan? Tratad de abstraeros de la voz y de la pinta de pánfila que tiene la muchacha. Tratad de olvidar la absurda rima. Ahora? Todavía no?

Y el siguiente corte-Guilty Pleasure es uno de esos hits que se convirtieron en incontestables de principios del siglo. Me refiero al clásico de Outkast “Hey Ya”. Bueno, que me aspen si no suena a una mezcla entre Stax y el chiclepop más sesentero. Una estructura de rock clásico de cuatro acordes y una tonada bailable y pegajosa. En su momento, la pillé por la radio, hace años, yendo en un coche alquilado, por lo que sólo podía disponer de lo que las ondas me proporcionaran. Y desde luego me alucinó. En esa época teníais que ver a éste, vuestro juntaletras favorito dándolo todo en la pista del dancing, en un deplorable estado etílico, mientras sonaban estas negritudes.

Con el paso de los meses y al final de los años, acabé aborreciendo la canción. Me carga particularmente ese intermedio del “shake it – sha – sha – shake – it”, etc… pero sigo considerando que la estructura es de una simplicidad que atrapa. Yo haría una relectura del tema con una producción diferente, y a triunfar. No soy el único que piensa eso, mi admirado Greg Dulli se pasó una temporada haciendo una potentísima versión rockera de este “Hey Ya” cuando giraba con sus Twighlight Singers. Y podemos decir que Greg Dulli sabe algo de música, ¿no creéis?

 
 



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