Desde que comencé a conocer a los Rolling Stones, siempre me llamó la atención la figura de Brian Jones, quien en este 2013 hubiera cumplido 71 años, si no hubiera muerto en 1969. Desde luego, se trata de la representación de un perdedor. De un tío rarito. De un superdotado musical. De un inconstante. De un drogota. De un engendrador de hijos bastardos y no reconocidos.
Veamos, la versión oficial y conocida por todos es que Brian Jones era el virtuoso de la banda, pero con una personalidad débil que quedó eclipsada por Mick Jagger especialmente, y también por Keith Richards, por lo que nunca mostró su potencial sino como el instrumentista capaz de darles giros particulares a las canciones que sus dos compañeros componían, y al que las adicciones acabaron por dejarle en dique seco. Probablemente todo aquello sea cierto, y a pesar de ello, quedan más sombras que luces.
Parece evidente que Brian Jones era un músico que se metió en el jazz desde su adolescencia, tocando clarinete y saxofón. De ahí, fue pasando a apasionarse por otras músicas negras como podían ser el blues y el R&B. En 1961, Brian Jones, que era ya un prenda de cuidado, se las daba de bluesman, y tenía dos hijos. Entonces ya era guitarrista. Ese año contactó con el patriarca del blues británico, Alexis Korner, con quien colaboró, aunque su ambición era crear una banda propia. Así, y asociándose con Ian Stewart, el verdadero 6º Rolling Stone durante todos los 60s (aunque al pobre le eliminaron de la plantilla oficial de la banda porque era muy feo y tenía aspecto de señor mayor), fue reclutando a lo que acabaría convirtiendo en The Rolling Stones. Keith Richards niega este hecho en su autobiografía, aunque también es cierto que a pesar de los 50 años transcurridos, Keith no es imparcial con su antiguo amigo Brian.
Brian era un músico experimentado en 1963 cuando sus compañeros de banda Mick y Keith eran unos pipiolos. No así Charlie Watts, por ejemplo. Pero nunca tuvo un peso específico real en la banda. De este modo, se puede decir que a principios de los 60s, The Rolling Stones eran la banda de Brian Jones, y como tal lo demostraba, ocupando un primer plano en el escenario. Su gran problema fue entonces Mick Jagger. Aunque jovencísimo y con pocas tablas, Jagger comenzaba a desprender el magnetismo que le conocemos, y además era cantante, por lo que tenía todos los números para ir quitándole protagonismo al rubio guitarrista, por más que éste se empeñara en captar la atención. Mientras que Brian anhelaba desesperadamente las miradas del público, Jagger, directamente, las acaparaba sin, aparentemente, buscarlas. Pronto vería que era batalla perdida. Y eso le jodió bastante, hablando mal y pronto.
Por si fuera poco, al manager Andrew Loog Oldham se le ocurrió que grabaran canciones propias, firmadas por Jagger-Richards. Siempre me he preguntado por qué se excluyó de ese modo a Brian Jones. Si tan buen músico era, por qué no componía canciones. Hay quien dice que sí, que componía, pero que era demasiado inseguro al respecto y nunca se atrevió a aportarlas y a defenderlas como adecuadas para la banda. Por supuesto, Jagger y Richards, envalentonados por Oldham, se ocuparon de acentuar esta inseguridad como compositor de Brian Jones. Y a Oldham ya le iba bien, pues en esos tiempos, los futuros Glimmer Twins eran dos jovencitos más maleables y fáciles de controlar para sus planes que Brian. No obstante, resulta francamente llamativo que nunca compusiera sus canciones. Dentro o fuera de la banda. Aunque sobre esto último, no hay nada especialmente claro. Algunos biógrafos, como Mariano Muniesa, sostienen que sí que tenía bastantes temas en su haber, pendientes de publicación con algún otro proyecto que no era The Rolling Stones. En cualquiera de los casos, me cuesta creer que no exista grabación alguna de esas canciones, por pirata y de mala calidad que sea. Y si hay grabación, cómo, en 50 años, o incluso en esta época de la difusión indiscriminada vía Internet, jamás haya salido nada a la luz.
También se ha dicho siempre que Brian Jones era un purista del blues y del R&B, y cuando los Stones comenzaron a grabar algunos números más pop, orientados a las nuevas listas de éxitos, se empezó a desengañar. A pesar de este purismo blues, a partir de la segunda mitad de los 60s, Brian Jones se comienza a meter a fondo en la psicodelia, y fue uno de los pocos que quedaron satisfechos con el resultado de un disco irregular como “Her Satanic Majesties Request”. ¿No es contradictorio que un purista del blues se meta en los terrenos pantanosos de la psicodelia sesentera? Que se empeñara en colar sonoridades tan alejadas del delta del Mississippi como son los sitares, dulcimeres, arpas, marimbas, flautas, melotrones o clavicémbalos… aunque suya es la responsabilidad de aportar las guitarras con slide, eso sí. A finales de los 60s comenzó a descubrir lo que se iba cociendo en USA, siendo, por ejemplo, invitado especial de Hendrix en el clásico Festival de Monterrey.
A medida que iba metiéndose en la psicodelia, algo que Anton Newcombe y sus The Brian Jonestonwn Massacre agradecerán toda su vida, Jones se codeaba con gente como Hendrix, Dylan o un John Lennon en pleno viaje. Y entonces quedó patente como cada vez estaba más lejos de la banda que había creado, y en la que el tándem Jagger-Richars habían dado un golpe de estado. Pero Brian Jones, en lugar de capear el temporal, se dedicó a aislarse más de sus compañeros y a malgastar su tiempo y su talento grabando un disco a unos pastores del Atlas marroquí que tocaban unas flautas que, por alguna razón, impresionaron al rubio guitarrista.
No creo que haya que reprochar a Jagger y Richards la expulsión de Brian Jones de la banda. Era un tipo tan brillante como difícil, de eso no cabe duda. Era paranoico, maniático, violento con sus mujeres y agresivo con sus propios compañeros cuando las cosas no eran como él consideraba. Su adicción a las sustancias variadas exacerbaron esos comportamientos, y parece claro que en discos como “Let It Bleed”, según declaran sus excolegas de grupo, apenas era capaz de sostener la guitarra durante las sesiones de grabación. No quiero ser condescendiente con Jagger y Richards, como personas, como compañeros y como amigos, fueron unos auténticos puercos para con Brian Jones. Sin embargo, si sumamos todo esto al hecho de que no podía entrar a los Estados Unidos por tener causas pendientes, se puede concluir que Brian Jones acabó siendo un lastre. Y fijémonos que todavía ni he mencionado a Anita Pallemberg. Eso lo hizo todo más difícil, claro, tanto que la propia expulsión de Brian de SU banda no fue tomada como algo sino de esperar.
Y luego murió, y con ello, comenzó el mito y las mil y una leyendas, sobre conspiraciones para matarle, sobre sus supuestos proyectos con músicos de renombre, etc. No más que eso, leyendas poco contrastadas, que hacen más interesante el personaje. ¿Qué hubiera sido de Jones de no haber terminado tan joven en el fondo de aquella piscina? Para acabar, me permitiréis que me ponga en plan superficial y destaque el hecho de que Brian Jones realmente tenía estilo y sabía vestir francamente bien. Era un tío con clase.
Canciones:
Joe Cocker: «Night Calls»
The Brian Jonestown Massacre: «Who?»
Bob Seger: «Against The Wind»