Archive for the 'Mink/Willie DeVille' Category

13
Oct
13

hemeroteca: black eyed peas. Rockdelux, 1999

De entrada, dos conceptos que me resultan bastante ajenos. Por un lado, la revista Rockdelux, paradigma de publicación aburrida para modernos y snobs. Por otro lado, esos fabricantes de hits para las discotecas y las FMs de medio mundo. Así que vayamos con las consabidas acotaciones.

Rebuscando entre mis pilas de revistas, encontré unos cuántos números de la revista Rockdelux. El cómo acabaron en mis manos, resulta ser algo cuanto menos peculiar. Todo viene de mi época estudiantil, cuando pasaba bastante rato en la biblioteca municipal de mi barrio. En los descansos, o durante los períodos de distracción, me acercaba a la sección de prensa, a ojear diarios y revistas. Y la dichosa Rockdelux siempre estaba. Y sí, ojeaba la revista Rockdelux, tal vez en busca de algo… no sé, quizás me estaba perdiendo algún apunte de modernidad que podría cambiar mi visión de la música. Evidentemente nunca llegó, pero durante diez minutos, me hacía pasar el rato. Un buen día, una de las bibliotecarias me comentó que estaban haciendo limpieza, tirando revistas pasadas, y que como me había visto ojeándolas, me ofrecía si quería llevarme a casa algunas. Sinceramente, me supo mal decirle que no, y acabé con varios números de Rockdelux, de las que me quedé unas cuantas en las que habían una serie de reportajes resumiendo distintos aspectos de lo que había sido, musicalmente, esa década de los 90s.

850 pesetazas que costaba, no era moco de pavo...

850 pesetazas que costaba, no era moco de pavo…

En lo que a los Black Eyed Peas se refiere, no me avergüenza decir que algunos de sus hits tienen su gracia. Por lo menos para su contexto, el de una discoteca o una radio convencional. El clásico “I’ve Got A Feeling” me parece un hit muy bien hecho, de esos que uno ya no puede soportar escuchar ni una vez más, a causa de su sobreexposición. Y bueno, sus primeros éxitos me recuerdan a una época muy fiestera que pasé, en el que solía acabar en locales muy poco rockeros, y en donde siempre, tarde o temprano, el DJ acababa pinchando alguna de sus canciones.

Así, llegamos a la confluencia de ambos conceptos, Rockdelux y Black Eyed Peas. No hace mucho, ojeando una de las revistas que os mencionaba anteriormente, en concreto el número de RDL 163, de mayo de 1999, me topaba con una reseña de un disco de los Black Eyed Peas. Una curiosidad. Aquí la tenéis.

RDL peas1

la foto 3

Como se puede ver, es una reseña hecha por un Óscar Broc que por entonces no tenía esa fama mediática de apariciones radiofónicas y televisivas que tiene actualmente. Nada que objetar, de hecho, los hermanos Broc, como colaboradores en programas, me caen bien. En fin, como se puede leer, hay más de un elogio a su concepto de hip-hop. Está claro que era otra época, y los tiempos de pasar a ser un cuarteto, con maciza incluida (Fergie) todavía quedaban lejos. Por entonces eran un trío masculino rapero. Supongo que todo el mundo tiene derecho a querer ganarse las habichuelas, y si me puedo comprar un Jaguar, pues mejor que mejor, y parece que Will I. Am vio claro que los cuartos no estaba en el hip-hop sino en la música de baile.

... sin la maciza Fergie no es lo mismo...

… sin la maciza Fergie no es lo mismo…

Habrían varios inconvenientes: seguramente la revista Rockdelux nunca jamás les volvería a reseñar un disco, y también, seguramente, ya no recibirían los elogios de Óscar Broc. Sospecho que la pena por ello les durará a los Black Eyed Peas el tiempo que tardan en quemar un billete de cien dólares para encenderse un puro. Y en cuanto a la revista Rockdelux, pues hace años que no ojeo ningún ejemplar, y supongo que seguirán con su rollo snob y pretenciosamente aburrido de siempre. No os creáis, durante los 80s aparecían por sus páginas personajes como Loquillo  o Willie DeVille, que jamás esperaríamos encontrarnos en tal publicación. Pero eso os lo reservo para otra entrega de esta hemeroteca.

 

Canciones:

Santana: «Guajira»

The Flaming Sideburns: «Loose My Soul»

Hanoi Rocks: «Tragedy»

 

 

04
Feb
13

jitazos fugaces. hoy … OMC

El otro día leía que los de Jot Down Magazine publicaban un artículo sobre Jitazos Fugaces… ay, qué mala es la falta de ideas, cuando tienen que robar una idea que era claramente mía y que nadie más en Internet había desarrollado jamás, un clásico de NDK… simplemente tuvieron la falta de originalidad de utilizar el término original inglés (One Hit Wonders) y así se ahorraban de enviarme el cheque… Por si fuera poco, tuvieron la indecencia y la mala leche de incluir el “No Rain” de Blind Melon como Jitazo Fugaz/One Hit Wonder, lo cual es una injusticia hacia una banda que grabó 2 discos maravillosos (“Blind Melon” y “Soup”) y que despidieron con un disco de refritos y descartes que, para variar, mantenía un nivel francamente alto (“Nico”). Muy mal, Jot Down Magazine. En fin, les perdonaremos el patinazo porque resulta una revista/web que verdaderamente da gusto de encontrarse en Internet, y cuya versión en papel está muy bien hecha.

Pero me estoy enrollando, cuando lo que quería era presentar otro de esos Jitazos Fugaces que, además, me sirve para recuperar una serie que tenía algo olvidada. Los protagonistas de hoy son OMC, banda neozelandesa (ojito!) con un nombre demasiado similar a aquellos clásicos de los 80’s que eran OMD. Nada que ver, obviamente.

Bueno, esta canción llegó a los charts europeos, y también a los hispánicos en 1995, siendo visto aquí como una suerte de curiosidad, por aquello de tratarse de las antípodas, y tal… porque música australiana siempre ha llegado mucha, vía UK, habitualmente, pero ¿de Nueva Zelanda? Eso era algo nuevo. OMC grabaron este “How Bizarre” como single, cuando aún se grababan singles, y luego, tras el éxito mundial, grabaron el álbum que contenía ese single, disco que obviamente no interesó a nadie. Tuvieron la grandísima suerte de ser contemporáneos de esos melómanos de los 90’s que jamás imaginaron que haciendo un par de clics podrían obtener, gratis, aquella canción que les gustaba, sin tener que aguantar el tostonazo de disco, ni, obviamente, pagar por ello.

Y qué os puedo decir, la canción tiene su gracia, especialmente por esas trompetas que me recuerdan a la época en la que al gran Willie DeVille le dio por los sonidos más tropicales. Por supuesto, hubo el videoclip de rigor, y demás parafernalia que era obligatoria para todo Jitazo Fugaz que se precie. Según esa fuente de rigor informativo que es Wikipedia, “Between 1995 and 2000, OMC is estimated to have sold between three and four million records worldwide” … es decir, tres o cuatro millones… como el que se come seis o siete olivas… como el que llegará cinco o diez minutos tarde… qué más dará un millón más o un millón menos de discos vendidos…

Como suele ocurrir en estos casos, OMC grabaron un par de discos más que, si el que contenía el single “How Bizarre” no interesó a nadie, ni os cuento sus continuaciones. Por supuesto, poco importa, cuando amasaron tanto dinero en royalties que acabaron el cantante y el productor enfrentados por ellos en los tribunales. Y como si de un telefilm de mediodía de domingo se tratara, tras llegar a un acuerdo extrajudicial, dicho cantante, Pauly Fuenama, moría con tan solo 40 años, de una enfermedad degenerativa.

No quisiera acabar sin mencionar que probablemente los que escuchamos esa canción en 1995 íbamos a imaginar que la palabra “bizarro” se iba a poner de moda varios años más tarde… con la particularidad de que se utilizaría con el significado en inglés (bizarre, extraño o estrafalario) en lugar de con el significado real en castellano (bizarro, valiente o gallardo), creando uno de los pocos casos de “false friends” a la inversa (del inglés al castellano) que se acaba extendiendo tanto que casi hace olvidar la definición real. Eso sí que es bizarro…

14
Mar
12

Elliott Murphy en Bikini

De acuerdo, el título podría llevar a un equívoco propio de chiste de Arévalo, así que me centraré en el neoyorquino. De cómo acabé interesándome por la carrera de Elliott Murphy, podríamos usar el tópico del cúmulo de casualidades. Mi primer contacto fue a través del mítico programa Bulevard, de Radio 3, que escuchaba con bastante frecuencia y que, de paso, quisiera reivindicar. Entonces, Elliott Murphy publicaba un disco en directo, recogiendo la que era su realidad por aquél entonces, un Neverending Tour de conciertos acústicos junto con la que era su “nueva” mano derecha, su escudero, un francés que atendía al nombre de Olivier Durand. Sin recordar muy bien cómo, conseguí ese disco en cuestión, “April”, del que ya hablé por aquí. Y tras la agradable sorpresa, me dije que en la primera oportunidad que tuviese, tenía que ver a Elliott Murphy en directo. Poco sospechaba entonces que esa “primera oportunidad” se daría tantos años más tarde.
Y fue la casualidad la que me llevó a Bikini el sábado pasado. A ultimísima hora, como movido por un resorte, compré entradas en taquilla, quince minutos antes de la hora marcada, y, oh, sorpresa, habían tickets. Siempre es agradable volver a un concierto en la sala Bikini. Buena visibilidad, buena acústica (aunque al principio del concierto fallara, no por culpa de la sala, sino del ecualizador), un espacio limpio (que yo me pregunto, ¿qué norma no escrita indica que los conciertos de rock tengan que ser en pocilgas con lavabos mugrientos y con tanta roña en el suelo que te quedes pegado a él?), una camarera bonita que en momentos de poca demanda, atendía el show moviéndose al son de las guitarras…
Murph the Surf con Olivier Durand en Barcelona (foto de El Periódico de Catalunya)
No conocía nada más de Elliott Murphy, nada más allá de los cortes que componían ese “April” y de un “A Little Push” que sonó como single en Radio 3 de su disco de 2002. Y aún así, no hizo falta. En esta ocasión, le acompañaba, además del clásico Olivier Durand, un bajista y un batería, lo cuál le daba un aire más rockero a su música, sin restar intimismo allí donde los temas lo requerían. Aunque un inicio un poquito frío me hizo presagiar algo malo, al tercer tema ya estaba la sala patas arriba, con un Murphy que fue de menos a más, que aunque comenzó callado, al poco no paraba de interaccionar con el público, así, hasta llegar a las dos horas de concierto. 62 añazos que tiene el amigo. Yo quiero llegar a los 62 así.
Por alguna razón, algo en mi cabeza relaciona a Elliott Murphy con el malogrado Willie DeVille. No sé, ambos de NYC, ambos siempre moviéndose a la sombra de otras grandes estrellas probablemente mucho menos dotadas, ambos trufando de versiones sus directos. Con Willie DeVille no reaccioné a tiempo y ahora es ya tarde para poder verle sobre las tablas, y me alegro de que no sea así con Murphy. Se le suele situar a medio camino entre Dylan y Springsteen. Pero lo diré aquí y ahora, me gusta mucho más la propuesta actual de Murphy que la de Dylan, y me parece bastante mejor que Bruce Springsteen.
Y poca cosa más me queda que decir, tal vez una recomendación, la próxima vez que Elliott Murphy esté en vuestra ciudad, no dejéis de verle. Para el recuerdo me queda ese broche de dos temas (“Rock Ballad” y el celebérrimo “Keep On Rockin’ In A Free World”) a pelo, dos guitarras desenchufadas y sin micro.
Canciones:
Elliott Murphy: “Rock Ballad”
Joe Cocker: “Do I Still Figure In Your Life?”
The Flaming Sideburns: “Flowers”
03
Dic
11

Doc Pomus – Save the last dance for me

Ok, seguro que el nombre de Doc Pomus no dice mucho a casi nadie, y me permito poner el “casi” por aquello de la presunción de inocencia. En fin, tampoco me sonaba a mí, hasta hace bien poco. Doc Pomus fue un compositor profesional que entre los 50’s y los 60’s escribió una serie de hits de esos que a todos nos suenan y que han grabado docenas de bandas y solistas. Trabajó con Leiber & Stoller, con Mort Shuman o con Phil Spector, y sus canciones fueron interpretadas por Elvis, por The Drifters, por The Coasters, por Willy DeVille o por BBKing. Si ponemos títulos a estas canciones, la incógnita queda, ya, despejada: “Sweets for my Sweet”, “Save The Last Dance For Me” o “Viva Las Vegas” … por poner algunos de los ejemplos más celebérrimos.
El caso de “Save The Last Dance For Me” me resulta especialmente particular. Originalmente grabada por Ben E. King & The Drifters, la han cantado también Willy DeVille, Dolly Parton, Ike & Tina Turner o Michael Bublé, quien grabó la última versión exitosa de este single, hasta el momento. Prefiero, no obstante, poner la de The Drifters:
Si le echamos una ojeada a la letra, fijémonos en lo que dice:

You can dance-every dance with the guy
Who gives you the eye,let him hold you tight
You can smile-every smile for the man
Who held your hand neath the candle light
But don’t forget who’s takin’ you home
And in whose arms you’re gonna be
So darlin’ save the last dance for me
Ok, las interpretaciones pueden ser varias. Un novio que se dirige a una novia zorrón que se pasa la noche tonteando con otros. Un amigo pagafantas que se dirige a su amiga deseada, con quien ha salido, que no le hace ni puto caso pero aún así la llevará en coche a casa. La realidad nos la proporciona Lou Reed en el número de Rolling Stone de Noviembre de 2011, hablando de esta canción. Resulta que Doc Pomus contrajo la polio en su infancia y acabó postrado en una silla de ruedas. Una noche estaba de fiesta con su prometida, y varios amigos. Ella estaba bailando con sus amigos. Él miraba desde la mesa, como ella bailaba y se divertía con los chicos. Entonces, en esa misma mesa, escribió la canción. No sé a vosotros, pero a mí no se me queda el cuerpo igual que antes de conocer esta historia. Ahora es cuando la letra, susceptible a diferentes interpretaciones antes, toma todo su sentido. Ahora que sabéis la realidad tras esta canción, ¿no os ocurre que la escucháis de un modo diferente? ¿No os ocurre que parece otro tema?

Canciones:

Elvis Presley: «An American Trilogy»
Guns n’ Roses: «Better»
My Morning Jacket: «Wordless Chorus»
21
Nov
11

Le Chat Bleu – Mink DeVille

Para que nadie se lleve a equívoco, Mink DeVille era el nombre de la banda que lideraba, era imagen y alma el malogrado Willie DeVille, hasta que en 1986, el grupo, como tal, desapareció, y Willie retomó su carrera en solitario. Todo el mundo conoce al Willie DeVille de principios de los 90’s, cuando se hizo muy popular en España por dos canciones. Por un lado, su celebérrima versión del clásico “Hey Joe”, que aunque fuera Jimi Hendrix quien lo popularizó, no era su autor. ¿Y qué tenía de especial este tema, por otra parte, un blues bastante sórdido, para que triunfara en las listas españolas? Pues que contaba con el acompañamiento de un combo de mariachis. Así va la cosa. Eso fue en 1992, y al año siguiente publicó un disco en directo, bajo el original título “Willie DeVille Live”, del que se extrajo otro single que también sería francamente radiado por las Cadena 100 de turno, me refiero a ese “Demasiado Corazón”, que explotaba, una vez más, la vena latina del neoyorquino. Y que nadie me entienda mal, me gustan ambas canciones, solo que me da pena que un tipo con ese bagaje se viera reducido a compartir espacios con Juan Luís Guerra o Thalía.
Las cosas no tardarían mucho en volver a su estado natural, es decir, Willie DeVille a los clubes y los programas de radio de madrugada, para desgracia de su bolsillo. Su presencia en los medios generalistas sería casi efímera hasta las cuatro líneas que le dedicaron ese fatídico verano de 2009, en que murió, víctima de un cáncer de páncreas.
Personalmente, debo reconocer que comencé a descubrir su carrera poquito antes de su muerte, demostrando una vez más lo oportuno que soy. De hecho, me enamoré de una canción suya. Tanto, que ahora necesito espaciar sus escuchas. ¿No os pasa? ¿Nunca os obsesionáis con una canción, tanto que luego necesitáis semanas o incluso meses de descanso para poder volver a disfrutarla? Eso me ocurrió a mí con un tema ciertamente no muy conocido de Mink DeVille, un tema de aires soul con un acordeón muy francés (o debería decir criollo?) que se titula “Just To Walk That Little Girl Home”. Llegué a ella de una manera muy casual, en una recopilación de canciones que alguien había hecho de un modo casero y a la que accedí mediante el programa de descargas SoulSeeker… creo… mi memoria no me llega para tanto.
La persona que luce ese tatuaje tan discretico era la señora DeVille (por aquél entonces)
Recordáis SoulSeeker? A priori era el típico programa peer-to-peer, pero a mí me gustaba por una razón: podías buscar una canción, y cuando la encontrabas, podías seleccionar el buscar entre los archivos que compartía ese usuario. Dicho de otro modo, podías fisgonear qué clase de música tenía esa persona que también poseía el tema que te gustaba y que andabas buscando. Voyeurismo y melomanía, todo junto. El icono de acceso al programa, algo así como una especie de águila muy pixelada, en azul, hacía que el programa fuera conocido coloquialmente como “el pollo”. Que viva la cultura popular.
En fin, aquello me llevó a la búsqueda del disco que contenía aquél “Just To Walk That Little Girl Home”, titulado “Le Chat Bleu”. Y a la decepción… en todas las tiendas tenían el debut, “Cabretta” (1977) y su continuación, “Return To Magenta”(1978), pero ni rastro de “Le Chat Bleu”. Y así pasó un tiempo, hasta que descubrí ese maravilloso mas peligrosamente adictivo mundo de las compras online… heroína blue magic para el yonqui… Amazon genera ansiedad, destroza hogares y convierte cualquier economía casera en una Grecia cualquiera. ¡Si una vez te has logado, ya no tienes ni que escribir el número de la tarjeta!!! Cuántas veces estoy en el sofá, con el portátil, y miro algo susceptible de ser comprado, pero cuando llega el momento de entrar el número de tarjeta, y me tengo que levantar para buscarla, abandono la compra por unos minutos más de mi culo en una superficie mullida. Luego pasa una mosca, me distraigo, y me olvido de la compra. ¡MaRditos!
Qué bonito era cuando en los vinilos vendidos en España traducían al castellano los títulos de las canciones que estaban «en extranjero»

En fin, que lo compré, claro que sí. Y cuando llegó a mi casa ese bonito CD, Mink DeVille, “Le Chat Bleu” – Expanded Edition… lo tengo que reconocer, me sentí bien. Me gusta comprar música. Hubiera preferido encontrarlo en una tienda tras repasar decenas de discos, pero aún así, todo el mundo debería saber disfrutar del momento de desprecintar un disco, sentarse en el sofá y escucharlo por vez primera, mientras revisas el libreto. Que se joda iTunes.

Y el disco, menudo trabajo se saca de la manga Mink DeVille, una trituradora de soul, de blues, de influencias latinas directamente de los barrios de Nueva York, romanticismo, pose y unas gotitas de punk de la Gran Manzana. Afrancesado? Pues yo creo que menos de lo que Willie DeVille quería. Por supuesto, está “Just To Walk That Little Girl Home” reinando, pero también la vacilona “Lipstick Traces”, “Slow Drain”, esa “Mazurka” por la que matarían Los Lobos y una versión que popularizó el cine (“Sin Aliento”, “Cry Baby”) y la publicidad, “Bad Boy”.
Qué puedo decir, es una pequeña maravilla. Como añadido, la Expanded Edition del disco incluye ocho cortes en directo de la banda entre 1982 y 1984, que me hacen desear haber podido presenciar alguna vez un concierto de Willie De Ville, algo que obviamente, no será nunca más posible. Así que aprendamos todos la lección, queridos amiguitos.
Canciones:
Afghan Whigs: “John The Baptist”
LCD Soundsystem: “Drunk Girls”
U2: “So Cruel”
02
Nov
11

Lista NDK Octubre 2011

Una idea que se me ocurrió, por aquello de darle un poco más de vidilla al blog, fue la de publicar la lista de las canciones que voy citando al final de cada entrada en Spotify. La realidad es que ahora mismo, la versión gratis de Spotify es un verdadero coñazo, con tanta publicidad, pero no deja de ser la opción que me parece más viable para estos menesteres. Por lo menos hoy en día. En lo que a disponibilidad de temas se refiere, la mayoría de los que he ido usando para cerrar cada entrada están disponibles. Por lo menos de momento. Alguno se ha quedado en el tintero, pero una minoría.



Tanto si tienes Spotify gratis como de pago, puedes conseguir aquí la lista NDK Octubre 2011.

Tres nombres sobresalen este mes: Pearl Jam, Mink DeVille y mis queridos Fun Lovin’ Criminals. De los primeros, ya hablé suficiente. Como también del trío de Nueva York. La presencia de Mink DeVille es gracias al descubrimiento de su disco definitivo, «Le Chat Bleu».

Una nota comercial, con Adele, una modernez probablemente carne de hype, como los cachondísimos Vaccines, la nostalgia del denostado disco de debut de Chris Cornell, que poco hacía presagiar lo difíciles que serían sus siguientes movimientos para la parroquia rockera, un oscuro tema de los muy reivindicables Generation X (con Billy Idol al frente), el debut de Nirvana o algo que parece perdido en el túnel de los tiempos como Rocket From The Crypt… tenemos un poco de todo, señora! A disfrutarlo con salud.



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