Archivo de septiembre 2013

30
Sep
13

Historias de la universidad (Pt. I)

Al contrario que mucha gente, mis recuerdos de la etapa universitaria no son especialmente buenos. Tal vez por eso la pago con todo mi rencor y mi odio a esos universitarios inconscientes que viven de hacer el vago y luego lloriquean los meses de enero y junio. Tal vez por eso odio especialmente las becas Erasmus. Tal vez sea por eso. El caso es que mi paso por la universidad no fue algo halagüeño. Yo estudié una carrera que no me gustaba. Ustedes se preguntarán por qué lo hice, entonces. Las razones podrían ser varias. Hubo, no nos engañemos, una cierta presión paterna. No estoy por la labor de culpar a mi viejo de mis errores, pero mentiría si no dijera que la búsqueda de la aprobación paterna me llevó a escoger esos estudios. Él jamás me dijo “tienes que estudiar esto”. Insistía, sin embargo, en que estudiara una carrera de las que, y esto son palabras suyas, “tienen salida”. Sí, amigos, mi padre se preocupaba de que su retoño acabara la universidad y consiguiera un buen (y bien remunerado) trabajo. Y claro, estudiar historia, periodismo o audiovisuales me abocaba al fracaso. Esas carreras, que están muy bien, claro, son fábricas de parados. Sí, esto también era una frase suya. Por supuesto, el problema es mío, por no haberme atrevido a enfrentarme a perder la aprobación paterna y lanzarme a lo que quería estudiar. Equivocado o no. Con un negro futuro de parado o no. No voy a ponerme en plan freudiano y culpar a mi padre, pues si bien se podría haber mostrado algo más neutral, ¿qué padre lo es? Y al final, uno toma una decisión demasiado pronto. Con quince años hay que elegir, ciencias o letras. Y con diecisiete, qué carrera hacer. Ya me perdonarán, pero el que suscribe, a los dieciséis o a los diecisiete no tenía la cabeza para decisiones trascendentales.

Así, lo están ustedes adivinando. Estudié nada menos que ingeniería. La carrera definitiva. La de los superhombres. La de los tipos listos, pero que no son lo suficientemente raritos como para estudiar física o matemáticas. Cuidado con eso. La prueba, sin embargo, de que no las tenía todas conmigo, fue que me apunté a una ingeniería técnica. Hablando en plata, de las de tres años. No opté por esas respetables ingenierías que prometían un mínimo de cinco años de apasionante formación. Un lustro. Mínimo, por supuesto. Aunque eso lo averiguaría más tarde.

Canciones:

Charles Bradley: «Strictly Reserved For You»

R.E.M.: «Orange Crush»

Blind Melon: «Paper Scratcher»

26
Sep
13

jitazos fugaces. hoy… the presidents of the united states of america

A veces me pregunto si mi querencia por los tonti-hits saltarines de principios y mediados de los noventa no son sino resultado de un substrato sentimental que se me fue inoculado en una época y del que ya no me puedo librar. Igual sí, igual eran una basura inmunda como me parece que son muchos de esos éxitos que han ido trufando listas de éxitos en los últimos quince años. O igual no, y realmente el auge de ciertas sonoridades rockeras que se hicieron populares es la causa de todo ello y que, cuando el rock desapareció de las listas de ventas y de las radios en general, sencillamente, me dejaron de interesar esas martingalas.

Sea como fuere, me sorprende que en toda la historia de los jitazos fugaces, y llevo ya unos cuantos, todavía no hubieran aparecido este trío de cachondos mentales de Seattle, The Presidents Of The United States Of America (PUSA), quienes firman uno de los mejores Jitazos Fugaces que han pasado por esta sección: “Lump”

La fórmula es de manual, y sin embargo, irresistible. Un temita de punk rock con una melodía muy pop. No lo llamo punk melódico porque esa etiqueta me retrotrae a las épocas en las que la chavalería escuchaba a bandas de la escudería Epitaph que nunca me acabaron de gustar, a pesar de que a mis amigos del instituto les encantaban. Volviendo a PUSA y su “Lump”, lo publicaron en 1995 en su disco de debut, homónimo. De hecho, el LP que contenía “Lump” fue publicado un año antes por una discográfica pequeña, y al fichar por Columbia Records, éstos reeditaron el trabajo, que con la promoción adecuada, acabó haciendo sonar “Lump” como su primer single en todas las radios y bares del mundo occidental.

Eran otros tiempos, y las discográficas multinacionales andaban como locas fichando a pequeñas bandas de punk rock en busca de los nuevos Nirvana o los nuevos Green Day con los que poder llenarse los bolsillos a expensas de los zagales de las camisas de cuadros. Como suele ocurrir, hubieron más errores que aciertos, claro.

El disco de debut de los PUSA estaba bastante bien, y contenía un par de singles majetes, además de la citada “Lump”. Como curiosidad, decir que tanto el cantante y bajista, como el guitarrista de la banda, tocaban unos engendros extraños llamados, respectivamente, basitar y guitbass, que son unas guitarras modificadas de modo que la primera usa dos cuerdas de bajo (sólo dos) afinadas de un modo particular mientras que la segunda usa sólo tres cuerdas de guitarra. No sabría deciros la razón que les llevó a esos dos freaks a usar (y bautizar de ese modo) esos instrumentos. Pero ei, ¡esto es punk rock!

Lo que pasó después resulta lo de siempre. De hecho, podría hacer un copiar-pegar de anteriores capítulos de los Jitazos Fugaces. A saber, sacan un segundo disco, en 1996, pero quizás ya era tarde, quizás el público ya no estaba por la labor, quizás habían sido fagocitados por el tremendo éxito de su debut en general y de “Lump” en particular. Total, unos resultados artísticos y, sobretodo, comerciales, lejos, muy lejos de su cénit. A pesar de ello, todavía se las apañaron para grabar, en 1998, una versión del clasicazo de los Buggles “Video Killed The Radio Star” que me parece muy logrado. Era su canto de cisne, y aunque hubieron reuniones posteriores (en 2000 y en 2004, aunque esta última sin su cantante original), me temo que ya a nadie le importa.

23
Sep
13

DISCOS 7 PULGADAS – RELOADED

Por si alguien no lo sabía, yo tenía antes un alojamiento de Blogspot para este, vuestro blog favorito. Luego, se hizo mayor, y me monté el chiringuito por mi cuenta, este www.notasdekar.com aunque el sitio de blogspot sigue abierto. Más que nada porque nunca me he preocupado en cerrarlo. Y es que, amigos, mi blog es ya un vejestorio de la blogosfera, desde julio de 2005. Cuidado.

El logo tenía su gracia...

El logo tenía su gracia…

El caso es que de vez en cuando lo reviso, ya que todavía hay gente que comenta. Porque amigos, mi blog es ya un vejestorio de la blogosfera, desde julio de 2005. Cuidado. En esta ocasión había un par de sorpresas. La primera venía de otro comentario en la que podríamos calificar como mi entrada más popular, la dedicada al Señor Lobo, demostrando que a la parroquia de NDK le va más el rollo nostálgico que a un tonto un yo-yo. Lo interesante del asunto es que era alguien que me recordaba el Pop Festival de Badalona de… 1995!!! ¿Lo recordáis? Era de los primeros tinglados “alternativos” más o menos grandes, tocaron Paul Weller, Sonic Youth, Yo La Tengo o Beck, y unos Australian Blonde que eran, por entonces, la gran esperanza blanca del indie hispánico. Yo quería ir, y como siempre, no fui. Era muy pipiolo, mis amigos no estaban por la labor, y bueno, me lo perdí. Con la perspectiva del tiempo, no ver a los dichosos Australian Blonde o a Beck no me parece una tragedia. Pero en aquél momento, me hubiera gustado,  más por el ambiente de festival que por el cartel.

Cartel del Pop Festival de Badalona 1995 (la imagen es de http://xavigorro.blogspot.ch/2013/01/afraid-to-speak-in-public.html)

Cartel del Pop Festival de Badalona 1995 (la imagen es de http://xavigorro.blogspot.com)

Había, sin embargo, un segundo comentario en otra entrada, que me ha parecido mucho más entrañable. Resulta que hace unos años escribí una entrada sobre la mítica tienda de discos de Barcelona Discos 7 Pulgadas, ya desaparecida. Sí, haciendo click en el nombre, accedéis al texto. De nada. Pues bien, resulta que hace unas semanas me escribió un comentario el que había sido dueño de la tienda:

Hola!!! 
Un amigo acaba de enviarme este enlace. Soy el propietario de lo que fue 7 Pulgadas. Gracias primero por el pequeño homenaje.
Y añadir una explicación: las muescas de los CD’S se hacían en origen. Eran discos descatalogados y las compañías discográficas les hacían esas marcas al venderlos a bajo precio. Más que nada para evitar impuestos a pagar. Esos discos recibían en origen otro tratamiento fiscal. Nosotros acabábamos pagando los mismos impuestos, pero los fabricantes no.
En fin, espero haber aclarado el asunto.
Hasta otra

Qué queréis que os diga… lo bueno de escribir en Internet es precisamente esto… quiero decir, me encanta saber que alguien lee estas líneas. Y me gusta interactuar con mis lectores, y recibir vuestros comentarios. Pero además, esta sensación de “el mundo es un pañuelo” que proporciona la red hace que los otros muchos inconvenientes que tiene (SPAM, trolls, idiotas sueltos, …) se queden diluidos.

Canciones:

Gram Parsons: “In My Hours Of Darkness”

The Answer: “Pride”

QOTSA: “Kalopsia”

21
Sep
13

«Green» – R.E.M. (1988)

Esta es mi primera colaboración con los amigos de #FFVinilo:

A veces los discos llegan a ti de la manera más inesperada. Conseguí este vinilo de mis adorados R.E.M. hace más de una década. Paseaba por una de las calles del barrio de Sants en Barcelona, tal vez sería la calle Vallespir. No lo recuerdo bien. Pasé por delante de una tienda que parecía ser un anticuario, eso siendo benevolente, aunque el término trapero tampoco desentonaría. El caso es que en la misma puerta, apilotonados en una caja de naranjas, había diversos discos. Hasta ahí, nada nuevo. En anticuarios, tiendas de viejo o cualquiera de las múltiples tiendas de segunda mano que proliferan últimamente, es sencillo encontrar LPs amontonados de cualquier manera. El problema es que habitualmente hay mucha basura (lo cual da una muestra de qué clase de música se escucha por estos lares) y, en general, en unos estados de conservación pésimos.

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18
Sep
13

UNA HISTORIA DEL BRONX

“No hay nada más triste que el talento malgastado”. Eso le dice el conductor de autobuses Lorenzo a su hijo Calogero cuando éste era un crío. Luego las cosas se complicaron más, y sin embargo, al final, Lorenzo tenía razón. De adolescentes acostumbramos a creernos que los adultos nos han ido engañando siempre. Y no, no fue siempre. La cuestión es dilucidar cuándo.

Hace unos días os hablaba de la proliferación de múltiples canales de TV en esa francachela que ha dado en llamarse TDT. A destacar, y con muchísimos cuerpos por delante, La Sexta3 y su posterior “imitadora”, Paramount Channel. De acuerdo que emitir las mismas películas una docena de veces cada mes, mes tras mes, es demasiado. Y sin embargo, qué puedo decir… cada vez que pillo alguna de las tres partes de El Padrino, por lo menos un trozo sí que veo.

“Una Historia Del Bronx” es otra de esas frecuentes. También era de las habituales, no obstante, en la parrilla televisiva antes de aparecer la dichosa TDT. Y como “Forrest Gump” o “Cadena Perpetua”, si la cojo, por casualidad, por la tele, al menos un rato, me quedo viéndola.

Calogero entre los dos hombres que marcaron su niñez: su padre y Sonny

Calogero entre los dos hombres que marcaron su niñez: su padre y Sonny

Calificar “Una Historia Del Bronx” de entrañable me parece injusto, porque parece querer decir que es una mierdecilla pero que me gusta. Nada más lejos de la realidad. Es una película sencilla, sí, pero, en general, muy bien hecha. Y sí, me gusta. Me gusta mucho. Me toca un poco la fibra, he de reconocer. Ay, qué sensiblón ha sonado eso. No me hagáis mucho caso, estoy en esos días…

La cinta se estrenó en 1993, y fue el debut a la dirección de un Robert DeNiro que todavía tenía esa estela de los más grandes. Nos quedarían pocos años de grandeza para DeNiro, y pocos trabajos memorables… Diría yo “Casino” (1995), “Heat” (1995) y tal vez, más por la cinta que por su papel, “Jackie Brown” (1997). ¿Cuándo cayó (solito, y voluntariamente) en desgracia? Yo creo que a partir de 1998 ya no volvió a protagonizar, ni siquiera a actuar como secundario, en ninguna película que realmente fuera memorable. Una lástima.

Pero ei, volvamos a aquél maravilloso 1993 cuando DeNiro aún era un semidios. Para su primer largometraje como director decidió comprar un guión de Chazz Palminteri, y contar con el actor como el intérprete del carismático gangster Sonny. Palminteri, otro que prometía grandes momentos y realmente, no sé qué pasó con él.

El James Cagney de los 90s

El James Cagney de los 90s

La historia es sencilla, en el barrio del Bronx, a finales de los 50s, vive un niño italoamericano, Calogero, hijo de un hombre honrado, sencillo y temeroso, el conductor de autobuses Lorenzo (DeNiro). De casualidad, Calogero presencia un asesinato por parte de Sonny, el capo del barrio. Cuando la policía le interroga, Calogero encubre a Sonny. Gracias a ello, el chaval acaba cayendo en gracia a la mafia local, que le tiene fascinado. A Lorenzo no le gusta nada que se relacione con ellos, pero esa vida, la de los “chicos listos” que decían en “Uno De Los Nuestros”, fascina a Calogero, tan alejada de la miseria y el trabajo agotador de su padre. Con el tiempo, Sonny le va tomando cariño a Calogero, quien ve en él otro tipo de figura paterna, especialmente en su adolescencia, lo cual, claro, generará conflictos entre el gangster Sonny y el conductor de autobuses Lorenzo.

Los conflictos entre la atractiva vida del gangster y la moral, el amor familiar, la amistad y los conflictos raciales (representados con los enfrentamientos entre italoamericanos y negros) se entremezclan en una historia en apariencia sencilla, pero muy bien explicada. DeNiro demuestra haber mamado cine y los recuerdos a Scorsese son inevitables. Por si fuera poco, la banda sonora está compuesta por pequeñas maravillas que se van sucediendo, de cariz blanco o negro en función de la época narrada en la historia (finales de los 50s o mediados de los 60s) y de la narración.

Lorenzo y su hijo

Lorenzo y su hijo

Recurrir a buenas canciones como banda sonora de una película es un recurso fácil. Lo complicado es que la canción acabe formando parte natural de la historia, y que esas imágenes parezcan creadas para acompañar a esa canción. Por ejemplo, eso pasa cuando suena el clasicazo “I Only Have Eyes For You” de los Flamingos. Cada vez que la escucho, recuerdo las imágenes de Calogero y su chica.

No creáis que, aunque se trate de un homenaje a los valores de la amistad y de la familia, “Una Historia Del Bronx” contiene moralina de baratija. En realidad, Calogero protege a un asesino, sin ir más lejos, y sus admirados amigos Sonny y pandilla son, en realidad, unos mafiosos. Algo así como Goodfellas vs. La Famiglia.

Dolorosas lecciones de vida...

Dolorosas lecciones de vida…

No puedo dejar de contar una curiosidad que me parece muy cachonda. El personaje del Calogero adolescente está interpretado por un actor llamado Lillo Brancato, cuya carrera pasa muy desapercibida para mí, hasta que le veo tener un papelito en Los Soprano. Efectivamente, en LA SERIE, Brancato interpreta a Matt Bevilaqua, un gangstercillo de poca monta que hace unos trabajitos para Chris Montisalti. Harto de que Chris le trate como lo que es, un triste peón en la organización, acaba por tratar de asesinarle, por encargo de Ritchie Aprile. Falla en su cometido, y acaba muriendo a manos de Tony y Pussy de un manera muy chunga. De hecho, ¿no tenéis la sensación que todos los actores que habían tenido algún papel en películas de la mafia acabaron, de una u otra manera, apareciendo en Los Soprano? La realidad es, sin embargo, más cruda que la ficción, y resulta que Lillo Brancato acabó metido en un robo que finalizó con un tiroteo y muerte de un policía, en 2005. Aunque absuelto de los cargos de asesinato (por lo visto, el que disparó fue su compinche), Brancato fue condenado a diez años de prisión. Puede parecer frívolo, pero qué puedo decir: esta clase de historias con ficción, casualidades y realidad, me parece lo más cinematográfico que hizo Lillo Brancato desde aquel lejano 1993.

Canciones:

Noir Desir: «Tostaki»
Daft Punk: «Lose yourself to dance»
R.E.M.: «Stand!»

16
Sep
13

Counting Crows: Pero quién coño era Mr. Jones?

El tener como referente a los programas de videoclips hacía que me moviera por coordenadas más estéticas que éticas. Un bonito hit perpetrado por unos tipos que lucieran pelo largo, tejanos raídos, perillas y cara de tener una resaca descomunal era, a menudo, suficiente como para captar mi atención. Tuviera o no nada que ver con el grunge, eso ya lo he explicado. Y desde luego que los Counting Crows no tenían nada que ver con el dichoso grunge. Lo suyo era un rock de raíces mucho más clásicas bebiendo del nuevo rock americano de mediados de los 80s y con unas influencias evidentísimas de mis adorados R.E.M.

Era 1993 cuando el vocalista Adam Duritz cantaba un sha-la-la-la-la-la-la que sonaba tan extremadamente retro que parecía moderno, mientras agitaba su melenita a base de unas rastas que, lo reconozco, me encantaron. Era su primer sencillo, “Mr. Jones”. Luego, en su segundo single, luciría una perilla de mosquetero que completaría el look 90s definitivo.

Y aunque lleve dos párrafos sin hablar de música, lo de los Counting Crows era cosa seria. Sus dos primeros discos, el celebérrimo “August and everything after” que contenía “Mr. Jones” y su continuación, el todavía mejor “Recovering The Satellites” los situaría en mi top100 de mejores discos de los 90s que no voy a hacer nunca.

“Mr. Jones” no fue nunca uno de los temas más celebrados en las discotecas a las que acudíamos con dieciséis años. Carecía de guitarrazos y de bajos marcados, no tenía tampoco un estribillo que berrear. Se solía pinchar o bien al principio de la sesión, cuando había poca gente, o bien al final, cuando íbamos desfilando hacia el exterior. Cantando sha-la-la-la-la-la-la.

De vez en cuando, compartía algunos gustos con mi hermana, y ella fue la que compró, en formato cinta de cassette, una copia del “August and everything after”. Así, tuve acceso a las letras de las canciones, algo que obviamente no podías conseguir en aquella época a no ser que tuvieras una copia original del disco y que las letras estuvieran impresas en el libreto. No había, claro, Internet. Por lo menos no como algo de uso habitual. Sí, era como el paleolítico superior.

Hola, soy Van Morrison y estoy cabreado porque otro está cantando sha-la-la... no me he quitado el sombrero desde 1983...

Hola, soy Van Morrison y estoy cabreado porque otro está cantando sha-la-la… no me he quitado el sombrero desde 1983…

Así, tirando de diccionario y con varias escuchas, pude tener acceso a algo que por entonces daba casi por imposible: el significado de las canciones. No es que la letra de “Mr. Jones” escondiera los secretos de la civilización occidental, y sin embargo, ¿quién diablos era el tal señor Jones? ¿Sería el marido cornudo de la famosa Ms. Jones?

Por los versos que canta Duritz, parece ser su amigo follaca, aquél con quien se va de bares para ponerse hasta el ojete y tratar de ligarse con alguna de las muchachas que su camarada atrae. Lo que sería en el reino animal ser una rémora, ese entrañable pez que sigue a un tiburón y se alimenta de esos pedazos de carne que el escualo deja escapar mientras está engullendo a su pieza. Ah, la táctica de ligoteo de la rémora, tan socorrida.

Bob Dylan, Picasso, “black-haired flamenco dancers”… demasiadas referencias culturetas para una canción pop… sha-la-la-la-la-la-la-la-la-la … aunque presuntuosas, a menudo, no tenían malas letras los Counting Crowes. Y sí, hablo de ellos en pasado a pesar de ser plenamente consciente de que siguen en activo. Pero por lo que a mí respecta, es una banda que murió el 31 de diciembre de 1999, justo antes de las doce de la noche, de que bajara la dichosa bolita (glinglinglinglin), sonaran los cuartos, las doce campanadas y surgiera el efecto 2000 barriendo la civilización. No es que los discos posteriores sean malos. Pero ya no eran lo mismo. Tal vez yo ya no era el mismo.

Siempre defenderé con uñas y dientes el “Recovering The Satellites”, por resultar más guitarrero, si bien “August…” tiene esa aureola depresiva acústica tan buena para los días de lluvia, de cigarrillos y café, como decía Otis Redding. Diablos, si suena hasta un acordeón. Un jodido acordeón, ese instrumento de María Jesús y de los gitanos rumanos del metro. Pero en qué momento. Me encanta esa canción donde suena, “Omaha”, dedicado al lugar, con esos versos que dicen: I think you better turn your ticket in / And get your money back at the door. Viajo mucho por trabajo, a muy distintos lugares, y tengo esa exacta sensación demasiado a menudo.

Para mis compis grunchi punki del instituto, eran una banda demasiado blandengue, y suerte que mi hermana (hola!) me apoyaba en el amor profesado hacia los muchachos de Adam Duritz. ¿Recomendables? Por supuesto que sí.

PD: a menudo escribo «black crows» y «counting crowes»… yo soy así…

Canciones:

Led Zeppelin: «I’m gonna crawl»

R.E.M.: «Orange Crush»

Otis Redding: «Cigarrettes & coffee»

14
Sep
13

libro del mes (septiembre): “disset maneres de matar un home amb un tovalló”, òscar Andreu (diecisiete maneras de matar a un hombre con una servilleta)

He de reconocer que no las tenía todas conmigo cuando este libro cayó en mis manos. He de reconocer también que la faceta radiofónica de su autor, Òscar Andreu, me gusta. Lo cual puede distar mucho de que me interesen sus habilidades literarias. Sí, Òscar Andreu podría entrar un poco en la categoría de “autores mediáticos”, o si más no, en la de esos escritores cuyo éxito, al menos inicial, no se debe a sus capacidades frente al teclado sino frente al micrófono, en el escenario o en la televisión. Nada que no le pueda pasar a un Steve Earle cualquiera. Podemos conceder el beneficio de la duda, sí, pero definitivamente, parece bastante claro que un debut literario resulta más sencillo y más arropado si su autor tiene un nombre en alguna otra disciplina popular: televisión, radio o música, por ejemplo.

Òscar Andreu conduce junto con Òscar Dalmau un programa radiofónico diaro en RAC1, actualmente la radio líder en Catalunya. Y sí, el programa me gusta, me divierte y me parece de lo más fresco que se puede encontrar en la radio actual. Para los muchachos chapados a la antigua como yo, que todavía escuchan la radio. ¿Cómo acabé con la primera novela de Andreu entre mis manos? Se lo pueden imaginar: un regalo.

Locutor...

Locutor…

Y bien, debo tragarme mis palabras, y mis prejuicios. “Disset maneres de matar un home amb un tovalló” (escrito en catalán, “Diecisiete maneras de matar a un hombre con una servilleta”) me ha gustado bastante. El libro, pues no sé si calificarlo de “novela” tiene un mecanismo más simple que el de un yo-yo, y no es otro que el de jugar con la identificación del lector con lo leído, abusar de esa memoria que tiene un prisma traicionero y cabrón, y hacer gala de un sano sentido del humor.

En realidad, se trata de una conjunción de memorias de un eventual alter-ego de Òscar Andreu de su niñez y adolescencia entre los 80s y primeros 90s en un barrio entre obrero y marginal de una de las muchas ciudades dormitorio que rodean Barcelona. Una cierta marginalidad, sin caer en lo sórdido, esa entrañable cutrez del barrio, ese arraigue por la calle. Lo reconozco, leía esas páginas (rapidísimo, de un tirón) y podía fácilmente rememorar historietas que yo mismo viví en mi barrio, extrarradio de Barcelona. Escrito en catalán, la mayoría de los diálogos están directamente escritos en castellano, porque ése era el idioma de los barrios periféricos.

¿Me seguiría gustando si yo hubiera crecido en una zona céntrica de Barcelona? ¿En un pueblo de Girona? ¿Tal vez fuera de Catalunya? ¿Y si mi niñez no hubiera transcurrido en los 80s? Es difícil de decir. Desde luego, la sencillez le suma enteros, y sin embargo, no creo que funcionara igual de bien sin el factor de tocar el substrato personal. Claro que también me encantaron las andanzas de Arturo Bandini y no fui un niño en una familia italoamericana ultracatólica de los años 30s.

 

Canciones:

Fleetwood Mac: “Your Own Way”

Brant Bjork: “Hynda 65”

Mark Lanegan: “You only live twice”

09
Sep
13

Honest Man

Esta es una pequeña historia para mostrar que a veces, lo que llega a los discos no es siempre lo mejor. Alguna vez lo he explicado, yo descubrí a los Rolling Stones a través del disco “Voodoo Lounge” (1994). De acuerdo, probablemente no es la forma más ortodoxa de comenzar a escuchar a esta banda. Pero diablos, “Voodoo Lounge” era un muy buen disco!

En esa época solía escuchar cada tarde de sábado el programa que Jordi Tardà tenia en Catalunya Ràdio. Tardà es un stoniano de los cansinos, pero el tío muestra pasión en lo que hace, y tenía contactos. Una tarde pinchó un par de canciones que habían estado en la lista de posibles para “Voodoo Lounge” pero que al final se quedaron atrás. Una de ellas era esta “Honest Man”, hoy en día, fácilmente localizable en Youtube:

Y bueno, no me diréis que no suena francamente bien. Es un rock stoniano clásico, con esas bases endurecidas y esa fantástica harmónica. ¿Por qué se quedó fuera? ¿Todas las canciones que se incluyeron en “Voodoo Lounge” son mejores que esta “Honest Man”? Definitivamente, no. Cosas de la banda, qué sé yo. Los Rolling Stones suelen preparar algo así como una treintena de canciones para cada disco, y de esa lista, van filtrando, puliendo y regrabando hasta quedarse con el conjunto de temas definitivo. Sin duda, podría haberse guardado, si no para “Voodoo Lounge”, para su continuación, “Bridges To Babylon” (1997), que supuso una decepción mayúscula.

Pero en fin, las cosas son como son, y esta canción permaneció, y permanecerá en el anonimato, como decía Carlos Carnicero en aquél mítico programa “Confesiones”. Tal vez cuando se publiquen los archivos de los Stones, se incluya. Tal vez no. Porque os hablaba al principio de esta entrada que Tardà pinchó, aquella tarde de 1994, dos canciones que iban a entrar pero al final se quedaron fuera del LP. La primera era el mencionado “Honest Man”. Y la segunda, era una balada, “Anyway You Look At It” que sorprendentemente incluyeron en aquél disco “Rarities 1971-2003” y que jamás ha tenido continuación.

Canciones:

The Beat: «I am your flag»

Phoenix: «Run, run, run»

Bunbury: «El viento a favor»

08
Sep
13

The Rolling Stones y el pop

Los Rolling Stones son una banda de rock. Esa es una obviedad. No solo son “una” sino que tal vez, incluso, debería decir son “la” banda de rock. Por eso quisiera centrar las siguientes líneas en una faceta que mucha gente desconoce, y es la de los Rolling Stones como banda de pop. Fue hace mucho tiempo. Además, sin duda, habrá una mayoría de entendidos o de fans que calificarán esos escarceos como fruto de una banda que estaba, todavía, tejiendo su propia personalidad. Y parte de razón no les faltará.

Aquello sucedió entre 1966 y 1967. Aproximadamente. Si se considera que la primerísima etapa stoniana, la de grabar una mayoría de versiones de blues, rock y R&B, fue una etapa de purismo (1963-1966), y que los Stones “de verdad” nacen con discos como “Beggar’s Banquet” (1968), nos queda un período de indecisión intermedio.

Ésa era la imagen...

Ésa era la imagen…

Muchas cosas pasaron entre esos dos años que pudieran hacernos entender ese cambio de tendencia, aunque fuese de modo temporal. Por un lado, tenemos el hecho de encontrarnos a una banda que decide ya no grabar versiones sino canciones propias, y que crece desmesuradamente. Por otro lado, está también la influencia del momento. Los Stones pasan de ser una banda de rock a ser superestrellas, a codearse con la gente guapa, a ser admirados, pero también perseguidos. Es en 1967 cuando tras una redada en casa de Keith Richards, detienen a éste último y a Mick Jagger y les colocan a un paso de sufrir una injusta, por ejemplarizante, condena de cárcel por devaneos con drogas. 1966 es el año de gran explosión de lo que se dio en llamar el “Swinging London”, y los Rolling Stones pasaron a formar parte de ello.

Pero aún hay más. El desarrollo como multi instrumentista de Brian Jones, especialmente latente en el LP “Aftermath” (1966) abrió posibilidades a incluir algo más que la clásica estructura guitarra-guitarra-bajo-batería. Finalmente, la aparición de discos como “Pet Sounds” de los Beach Boys (1966), el celebérrimo “Sergeant Pepper’s Lonely Hearts Club Band” de los Beatles (1967) y el debut de Pink Floyd “The Piper At The Gates Of Dawn” (1967) influye poderosamente al grupo, que en esa época es más permeable que nunca.

Muy gráfico...

Muy gráfico…

Finalmente, podríamos destacar que los problemas con las drogas, y por ende, con la justicia, de Brian Jones hacen que el grupo no pueda girar en USA, ni en varios otros países fuera de su Reino Unido natal, por lo que la actividad sobre los escenarios baja. Y ya sabemos que cuando un grupo vive de gira en gira y de escenario en escenario, suele endurecer su sonido y, hablando en plata, rockear más, mientras que el estudio da más posibilidades para la experimentación con otras sonoridades.

De este modo, las primeras incursiones stonianas en el pop más típicamente sixties británico lo podemos encontrar en singles como ese “Have you seen your mother, baby, standing in the shadow?”, en donde una corte de trompetas y trompas acompañan a una estructura más o menos clásica. Es 1966 y definitivamente, aquello no suena a blues por ninguna parte. Otra nota más clara podemos encontrarla en una de las canciones más célebres de su LP “Between The Buttons”, también un ejercicio de brit-pop 60s que fue “Ruby Tuesday”. Esos arreglos clásicos y ese estribillo que reina en la canción no son, definitivamente, el estilo de lo que conoceríamos como el rock stoniano.

La portada y el título del recopilatorio de 1967, “Flowers”, no dan pie a equívoco. Aunque los temas recogidos no lo son, ese estilo es puramente pop psicodélico. En ese 1967 publicaron también un single con dos canciones que seguían esa senda que se comenzaba a trazar, “We Love You” y “Dandelion” (caras A y B, respectivamente). No aparecieron en ningún LP, si bien constituyen un ejercicio de estilo. Coros, pianos, guitarras en segundo plano, arreglos de orquesta, aires orientales… lo teníamos todo.

El paso final acabó siendo un LP que todo el mundo calificó como “la respuesta de los Rolling Stones al “Sergeant Pepper’s” de los Beatles”, si bien, personalmente, le vería más relación con el debut de Pink Floyd: “Their Satanic Majesties Request”. El título es genial, la portada es una maravilla psicodélica, y solo por ello, vale la pena la adquisición en formato vinilo. De la música, qué puedo decir… Durante años consideré que lo mejor del disco era su portada. Lo reconozco, se les fue de las manos, y ¾ partes de su duración es insoportable. Efectos, guitarras casi inexistentes, theremin, coros,… Hay, no obstante, tres joyas que no puedo dejar de mencionar. En primer lugar, la preciosa “She’s A Rainbow”, donde el piano de Jack Nietsze suena como una delicada caja de música, o la inquietante “In Another Land”. Y desde luego, también, “2000 Light Years From Home”, quizás la pieza más rockera del álbum. Lo demás, pasa entre lo aburridillo y lo insoportable. Esa es mi opinión, pero viendo la increíble versión que Ace Frehley en Kiss se marcó de un insulso tema del disco, “2000 Man”, igual estoy equivocado y hay mejor material de lo que parece.

La pregunta sería, ¿cómo dos tíos como Keith Richards y Brian Jones, tan ajenos, en apariencia, a estas zarandajas de las modas, cayeron en ella? Dejo a Mick Jagger al margen, por ser estilísticamente más abierto y porque al tío Mick la fama siempre le ha perdido. Pensemos en Brian Jones, un verdadero purista del blues a quien las canciones de Jagger y Richards no le acababan de satisfacer. Pues sorprendentemente, parece ser que no quedó insatisfecho con “Their Satanic…”, puesto que por esa época descubrió la psicodelia californiana, que le encantó. Y de todas formas, apenas tenía ni voz ni voto en los Stones, por lo que ya no los consideraba como su banda y se podía permitir el lujo de experimentar. En cuanto a Richards, a pesar de su eterna pose de rockero malote, siempre ha sido más permeable y abierto de lo que jamás le ha gustado reconocer.

El batacazo ingente que se pegaron con “Her Satanic Majesties Request” hizo que se replantearan el sonido. Así mismo, los tiempos corrían que se las pelaban, y las alegres canciones pop de 1966-1967 daban paso a sonidos más duros y más oscuros, como el hard rock blues, que se puso de moda. Y ya nunca más practicaron ese pop de sonido más estándar pero de bonita factura. Lo bueno estaba por llegar, claro, pero yo no despreciaría nunca esa época.

Canciones:

Phoenix: «Everything is everything»

Big Star: «Thirteen»

Supersuckers: «The Evil Power of Rn’R»

07
Sep
13

Brian Jones

Desde que comencé a conocer a los Rolling Stones, siempre me llamó la atención la figura de Brian Jones, quien en este 2013 hubiera cumplido 71 años, si no hubiera muerto en 1969. Desde luego, se trata de la representación de un perdedor. De un tío rarito. De un superdotado musical. De un inconstante. De un drogota. De un engendrador de hijos bastardos y no reconocidos.

Por supuesto, esta tumba está vacía, y Brian vive con Jim en África.

Por supuesto, esta tumba está vacía, y Brian vive con Jim en África.

Veamos, la versión oficial y conocida por todos es que Brian Jones era el virtuoso de la banda, pero con una personalidad débil que quedó eclipsada por Mick Jagger especialmente, y también por Keith Richards, por lo que nunca mostró su potencial sino como el instrumentista capaz de darles giros particulares a las canciones que sus dos compañeros componían, y al que las adicciones acabaron por dejarle en dique seco. Probablemente todo aquello sea cierto, y a pesar de ello, quedan más sombras que luces.

Parece evidente que Brian Jones era un músico que se metió en el jazz desde su adolescencia, tocando clarinete y saxofón. De ahí, fue pasando a apasionarse por otras músicas negras como podían ser el blues y el R&B. En 1961,  Brian Jones, que era ya un prenda de cuidado, se las daba de bluesman, y tenía dos hijos. Entonces ya era guitarrista. Ese año contactó con el patriarca del blues británico, Alexis Korner, con quien colaboró, aunque su ambición era crear una banda propia. Así, y asociándose con Ian Stewart, el verdadero 6º Rolling Stone durante todos los 60s (aunque al pobre le eliminaron de la plantilla oficial de la banda porque era muy feo y tenía aspecto de señor mayor), fue reclutando a lo que acabaría convirtiendo en The Rolling Stones. Keith Richards niega este hecho en su autobiografía, aunque también es cierto que a pesar de los 50 años transcurridos, Keith no es imparcial con su antiguo amigo Brian.

Brian era un músico experimentado en 1963 cuando sus compañeros de banda Mick y Keith eran unos pipiolos. No así Charlie Watts, por ejemplo. Pero nunca tuvo un peso específico real en la banda. De este modo, se puede decir que a principios de los 60s, The Rolling Stones eran la banda de Brian Jones, y como tal lo demostraba, ocupando un primer plano en el escenario. Su gran problema fue entonces Mick Jagger. Aunque jovencísimo y con pocas tablas, Jagger comenzaba a desprender el magnetismo que le conocemos, y además era cantante, por lo que tenía todos los números para ir quitándole protagonismo al rubio guitarrista, por más que éste se empeñara en captar la atención. Mientras que Brian anhelaba desesperadamente las miradas del público, Jagger, directamente, las acaparaba sin, aparentemente, buscarlas. Pronto vería que era batalla perdida. Y eso le jodió bastante, hablando mal y pronto.

Un tío con clase...

Un tío con clase…

Por si fuera poco, al manager Andrew Loog Oldham se le ocurrió que grabaran canciones propias, firmadas por Jagger-Richards. Siempre me he preguntado por qué se excluyó de ese modo a Brian Jones. Si tan buen músico era, por qué no componía canciones. Hay quien dice que sí, que componía, pero que era demasiado inseguro al respecto y nunca se atrevió a aportarlas y a defenderlas como adecuadas para la banda. Por supuesto, Jagger y Richards, envalentonados por Oldham, se ocuparon de acentuar esta inseguridad como compositor de Brian Jones. Y a Oldham ya le iba bien, pues en esos tiempos, los futuros Glimmer Twins eran dos jovencitos más maleables y fáciles de controlar para sus planes que Brian. No obstante, resulta francamente llamativo que nunca compusiera sus canciones. Dentro o fuera de la banda. Aunque sobre esto último, no hay nada especialmente claro. Algunos biógrafos, como Mariano Muniesa, sostienen que sí que tenía bastantes temas en su haber, pendientes de publicación con algún otro proyecto que no era The Rolling Stones. En cualquiera de los casos, me cuesta creer que no exista grabación alguna de esas canciones, por pirata y de mala calidad que sea. Y si hay grabación, cómo, en 50 años, o incluso en esta época de la difusión indiscriminada vía Internet, jamás haya salido nada a la luz.

Friends will be friends.

Friends will be friends.

También se ha dicho siempre que Brian Jones era un purista del blues y del R&B, y cuando los Stones comenzaron a grabar algunos números más pop, orientados a las nuevas listas de éxitos, se empezó a desengañar. A pesar de este purismo blues, a partir de la segunda mitad de los 60s, Brian Jones se comienza a meter a fondo en la psicodelia, y fue uno de los pocos que quedaron satisfechos con el resultado de un disco irregular como “Her Satanic Majesties Request”. ¿No es contradictorio que un purista del blues se meta en los terrenos pantanosos de la psicodelia sesentera? Que se empeñara en colar sonoridades tan alejadas del delta del Mississippi como son los sitares, dulcimeres, arpas, marimbas, flautas, melotrones o clavicémbalos… aunque suya es la responsabilidad de aportar las guitarras con slide, eso sí. A finales de los 60s comenzó a descubrir lo que se iba cociendo en USA, siendo, por ejemplo, invitado especial de Hendrix en el clásico Festival de Monterrey.

A medida que iba metiéndose en la psicodelia, algo que Anton Newcombe y sus The Brian Jonestonwn Massacre agradecerán toda su vida, Jones se codeaba con gente como Hendrix, Dylan o un John Lennon en pleno viaje. Y entonces quedó patente como cada vez estaba más lejos de la banda que había creado, y en la que el tándem Jagger-Richars habían dado un golpe de estado. Pero Brian Jones, en lugar de capear el temporal, se dedicó a aislarse más de sus compañeros y a malgastar su tiempo y su talento grabando un disco a unos pastores del Atlas marroquí que tocaban unas flautas que, por alguna razón, impresionaron al rubio guitarrista.

Una banda extraña, un gran nombre para un grupo...

Una banda extraña, un gran nombre para un grupo…

No creo que haya que reprochar a Jagger y Richards la expulsión de Brian Jones de la banda. Era un tipo tan brillante como difícil, de eso no cabe duda. Era paranoico, maniático, violento con sus mujeres y agresivo con sus propios compañeros cuando las cosas no eran como él consideraba. Su adicción a las sustancias variadas exacerbaron esos comportamientos,  y parece claro que en discos como “Let It Bleed”, según declaran sus excolegas de grupo, apenas era capaz de sostener la guitarra durante las sesiones de grabación. No quiero ser condescendiente con Jagger y Richards, como personas, como compañeros y como amigos, fueron unos auténticos puercos para con Brian Jones. Sin embargo, si sumamos todo esto al hecho de que no podía entrar a los Estados Unidos por tener causas pendientes, se puede concluir que Brian Jones acabó siendo un lastre. Y fijémonos que todavía ni he mencionado a Anita Pallemberg. Eso lo hizo todo más difícil, claro, tanto que la propia expulsión de Brian de SU banda no fue tomada como algo sino de esperar.

Y luego murió, y con ello, comenzó el mito y las mil y una leyendas, sobre conspiraciones para matarle, sobre sus supuestos proyectos con músicos de renombre, etc. No más que eso, leyendas poco contrastadas, que hacen más interesante el personaje. ¿Qué hubiera sido de Jones de no haber terminado tan joven en el fondo de aquella piscina? Para acabar, me permitiréis que me ponga en plan superficial y destaque el hecho de que Brian Jones realmente tenía estilo y sabía vestir francamente bien. Era un tío con clase.

 

Canciones:

Joe Cocker: «Night Calls»

The Brian Jonestown Massacre: «Who?»

Bob Seger: «Against The Wind»




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