Con el buche lleno y un sol de justicia, enfilo hacia Venice Beach. El camino desde Sunset hasta Venice es largo, unos 40 minutos, que aprovecho para pegar un repaso a la radio local. Hay mucha basura en forma de emisora dedicada a la comunidad latina, varias de ellas en español, y con una programación basada en reguetones y ese tipo de cosas. A pesar de todo, doy con una emisora interesante en la que se programan rock actual y también grandes éxitos de los últimos 20 años, combinando los últimos singles de The Killers o Depeche Mode con clasicazos en toda regla de Nirvana, Green Day o Smashing Pumpkins.
Cuando llego a Venice, me doy cuenta de que no he sido el único con esa idea. Probablemente porque el día acompaña, la zona está abarrotada de coches y el aparcar se convierte, una vez más, en utopía. De modo que parking otra vez, y tengo la sensación de que me estoy dejando el sueldo en parkings.
El paseo de Venice Beach se me antoja mucho más turístico que la última vez que estuve, seguramente por ser sábado por la tarde. La multitud y la presencia policial aleja a una serie de freaks y de gangs de la zona. No quiero decir que no pululen por ahí, freaks los hay siempre, y también una serie de hispanos con pintas que no quisiera ver en un callejón oscuro. Sin embargo todo es más, digamos, estándar. Me paseo entre los puestos de los hippies (genuinos), las tiendas de objetos extraños y otras tiendas de ropa y complementos más o menos alternativos.
Cuando el sol comienza a ponerse, me descalzo, me arremango los pantalones y entro en la playa. Cerca de la orilla, me siento y le hago mi particular homenaje a The Doors escuchando “Moonlight Drive”. En algún lugar no muy lejos de aquí, pero hace más de 40 años, Ray Manzareck se topó con su antiguo colega Jim Morrison. Éste le mostró unos poemas en los que había estado trabajando. Concretamente uno que acabaría siendo “Moonlight Drive”. A Ray le encantó ese material y le propuso a Jim formar un grupo. El resto, como se suele decir, es historia. ¿O tal vez eso sólo ocurriera en la película de Oliver Stone? Qué más da. Luego me acerco al agua, dejo que moje mis pies. Está helada, a pesar del calor que ha hecho todo el día. Y allí dedico un pensamiento a Dennis Wilson, el único y verdadero surfer de los Beach Boys.
Cuando el sol comienza a desaparecer, considero que ya es hora de volver a la ciudad, lo cuál me cuesta más de la cuenta debido al tráfico. Descanso en el hotel un rato, y ya bien avanzada la noche, salgo en dirección a una zona ya conocida de Sunset Strip. Podría ir a otros sitios, pero estoy solo y me apetece la tranquilidad de lugares ya controlados. Ceno en una pequeña pizzería que hay justo enfrente del Viper Room. Me extraña ver en la tele el partido del Barça de ese día, en diferido. Le pregunto al dueño y me comenta que había vivido en Inglaterra varios años, y que le gusta el “soccer”. El restaurante está vacío, y dueño y camarero se sientan conmigo a ver y comentar el juego, en una situación muy extraña: qué diablos hago yo viendo un partido del Barça a las 11 de la noche en una pizzería de Los Angeles??? Miro un rato el encuentro mientras ceno y luego me marcho. Desde el Viper Room se oyen sonoridades rockeras, lo cuál contrasta con lo del viernes, cuando una cola de negros y de blancos disfrazados como negros aguardaba en la puerta, y desde allí surgían sonidos de lo que se da en llamar R&B (aunque para mí, R&B es Martha & The Vandellas o The Temptations, no eso).
Por esa zona se mezcla el público más rockero con aquellos que se mueven en ambientes más convencionales. Estos últimos van muy arreglados, americanas, vestidos de noche y tacones abundan. La acera entre el Whisky A Go-Go y el Roxy está bastante llena. Me decanto una vez más por el Cat Club, donde tocan una serie de bandas locales. El segurata de la puerta, extremadamente amable pero estricto (qué emoción cuando me pide una identificación para comprobar que no soy “underage”) me pregunta que a qué banda voy a ver. Le cuento que a ninguna en especial, lo que haya. Y le pregunto que cuál es la mejor de esa noche. Un par de tipos que están hablando con él me dicen que “la mejor ya ha tocado” (nota para los lectores poco avispados: hablan de su banda). Se me presentan y me comentan su agenda de conciertos, y me dicen que también tienen un grupo de versiones de Led Zeppelin.
Dentro un combo punk descarga su energía, me recuerdan un poco a esos Electric Frankenstein que tuvieron sus cinco minutos de fama, pero en malo. En el tiempo de ir a la barra y pedir una cerveza, ya han acabado y dan paso al siguiente grupo. Se trata de una banda con un cantante que ronda peligrosamente la cuarentena y luce una camiseta muy molona de Jane’s Addiction, con un cartel de uno de sus shows de fin de año. El resto del combo es más joven, especialmente el guitarra rítmica, luciendo una Flying V y melena jevi al viento. No están mal, su música bascula entre el rock “alternativo” de los 90’s y el hard rock más ramplón, a lo que contribuye el guitarrista jevi, que para mi gusto, se carga algunos temas. El local está bastante vacío, supongo que el efecto Festival de Coachela se nota. Siento las miradas posadas en mí, ya que soy el único que va solo y que no es amigo, conocido o fan del grupo. Entre esto y los comentarios de los chicos de la entrada, se me ocurre que me han tomado por una especie de cazatalentos en busca de la próxima gran banda. En el escenario tocan una versión del “Wax extasic” de los olvidadísimos Sponge, sorpresa agradable. Y cuando acabo mi cerveza, tras un rato, me voy. Lo siento, chicos, pero NDK Records no está interesada en vosotros.
El día siguiente, domingo, lo dedico a las compras y a ir tirando hacia San Diego. Paro en un par de librerías buscando infructuosamente la autobiografía de Aerosmith “Walk This Way”, sin suerte, y desayuno en Jack In The Box mi ya típica hamburguesa con Dr. Pepper’s. Y de camino a San Diego, paro en uno de esos outlets maravillosos de este país, donde es demasiado fácil perder los ahorros, la cabeza y la decencia, gastando en marcas americanas (Calvin Klein, Converse, Vans, Nike, …) a precios realmente muy bajos. La temperatura es de unos implacables 95ºF, unos 35ºC y la próxima semana promete ser calurosa. A media tarde llego sin incidencia alguna a La Jolla (San Diego), última parada de mi periplo americano.
Canciones:
Sponge: “Wax Extasic”
Thin Lizzy: “Dancing in the Moonlight”
Kortatu: “La Línea del Frente”