He de reconocer que no las tenía todas conmigo cuando este libro cayó en mis manos. He de reconocer también que la faceta radiofónica de su autor, Òscar Andreu, me gusta. Lo cual puede distar mucho de que me interesen sus habilidades literarias. Sí, Òscar Andreu podría entrar un poco en la categoría de “autores mediáticos”, o si más no, en la de esos escritores cuyo éxito, al menos inicial, no se debe a sus capacidades frente al teclado sino frente al micrófono, en el escenario o en la televisión. Nada que no le pueda pasar a un Steve Earle cualquiera. Podemos conceder el beneficio de la duda, sí, pero definitivamente, parece bastante claro que un debut literario resulta más sencillo y más arropado si su autor tiene un nombre en alguna otra disciplina popular: televisión, radio o música, por ejemplo.
Òscar Andreu conduce junto con Òscar Dalmau un programa radiofónico diaro en RAC1, actualmente la radio líder en Catalunya. Y sí, el programa me gusta, me divierte y me parece de lo más fresco que se puede encontrar en la radio actual. Para los muchachos chapados a la antigua como yo, que todavía escuchan la radio. ¿Cómo acabé con la primera novela de Andreu entre mis manos? Se lo pueden imaginar: un regalo.
Y bien, debo tragarme mis palabras, y mis prejuicios. “Disset maneres de matar un home amb un tovalló” (escrito en catalán, “Diecisiete maneras de matar a un hombre con una servilleta”) me ha gustado bastante. El libro, pues no sé si calificarlo de “novela” tiene un mecanismo más simple que el de un yo-yo, y no es otro que el de jugar con la identificación del lector con lo leído, abusar de esa memoria que tiene un prisma traicionero y cabrón, y hacer gala de un sano sentido del humor.
En realidad, se trata de una conjunción de memorias de un eventual alter-ego de Òscar Andreu de su niñez y adolescencia entre los 80s y primeros 90s en un barrio entre obrero y marginal de una de las muchas ciudades dormitorio que rodean Barcelona. Una cierta marginalidad, sin caer en lo sórdido, esa entrañable cutrez del barrio, ese arraigue por la calle. Lo reconozco, leía esas páginas (rapidísimo, de un tirón) y podía fácilmente rememorar historietas que yo mismo viví en mi barrio, extrarradio de Barcelona. Escrito en catalán, la mayoría de los diálogos están directamente escritos en castellano, porque ése era el idioma de los barrios periféricos.
¿Me seguiría gustando si yo hubiera crecido en una zona céntrica de Barcelona? ¿En un pueblo de Girona? ¿Tal vez fuera de Catalunya? ¿Y si mi niñez no hubiera transcurrido en los 80s? Es difícil de decir. Desde luego, la sencillez le suma enteros, y sin embargo, no creo que funcionara igual de bien sin el factor de tocar el substrato personal. Claro que también me encantaron las andanzas de Arturo Bandini y no fui un niño en una familia italoamericana ultracatólica de los años 30s.
Canciones:
Fleetwood Mac: “Your Own Way”
Brant Bjork: “Hynda 65”
Mark Lanegan: “You only live twice”