Archive for the 'futbol' Category

06
Oct
15

Trabajos de adolescente (1): El Barça

Ah, los trabajos de estudiante. Martingalas variadas en las que algunos estudiantes nos vimos más o menos obligados a meternos con el fin de poder conseguir unas perrillas que gastar en vicios variados, ni que fuera el sobrante después de pagar la matrícula de la universidad. Eso era, claro, cuando para poder pagarse una universidad pública no hacía falta vender un riñón en el mercado negro de órganos. Eran otros tiempos.

Si lo miro de este modo, tampoco me puedo quejar. Otros han tenido que acumular curreles miserables aún acabada su etapa estudiantil. Y sin embargo, permitidme que esquive el rollo panfletario de la precariedad laboral y la lucha de clases. Y permitidme que me centre en esos trabajillos que fui haciendo durante mi etapa como estudiante, desde que tuve 14 años hasta que tuve 22 y firmé mi primer contrato de 40 horas semanales, nóminas, y todas esas cosas.

Como quiera que no pretendo relatar mi trayectoria profesional adolescente de modo cronológico y exhaustivo, me permitiré ir dando saltos y centrarme en aquello que considere, que para algo éste es mi blog y escribo sobre lo que me sale de los cojones.

De modo que comenzaremos por la primera entrega de la que espero, sea una saga: El Barça

Sí, habéis leído bien, el menda estuvo trabajando para el Futbol Club Barcelona, entre las temporadas 95-96 y la 98-99. Lamentablemente, no formaba parte de La Masia, ni del staff técnico, ni siquiera era el chico que le encendía los puros a Joan Gaspart. No. Mi tarea era la de dependiente, por decirlo de algún modo, de los puestecillos de alquiler de almohadillas en la tribuna del Camp Nou. Para aclarar, en la tribuna del estadio, se ofrecía la posibilidad de alquilar una especie de cojinete de espuma para que los socios con dinero que pululaban por la tribuna pudieran posar sus nalgas sobre algo más mullido que el frío plástico del asiento. La burguesía barcelonesa se llevaba uno de estos cojinetes y luego los dejaban en el asiento para su posterior recogida. El doctor Barraquer, familias de jugadores, etc…

Así, mi trabajo era básicamente el siguiente: Entrar con dos horas de antelación al estadio, lucir una fantástica bata azul de operario, arrastrar las cajas de cojinetes a mi puesto y pasarles un trapito para quitarles el polvo. A medida que se acercaba la hora, los socios amb caler iban pasando y por unas 125 ptas, creo recordar, se llevaban los cojinetes. Una vez comenzado el partido, guardábamos en un cuartillo inmundo las cajas y los cojinetes restantes, si los había, y se nos pagaba, a razón de 25 ptas por cojinete. En un partido mediano podías sacarte unas 3000-4000 pelillas, lo que no estaba mal, si contamos que comencé con 14 años. El que tenía un business interesante era el responsable del tinglado, que, ese sí, se llevaba 100 ptas por conjinete, con lo que haciendo números rápidos, si yo me levantaba 4000 ptas, él se llevaba 16.000 ptas. Eso sólo por mi puesto, y éramos 7 u 8 puestos.

Este año se ha celebrado la edición 49, poca broma...

Este año se ha celebrado la edición 49, poca broma… (by @carloskarmolina)

Una vez recogido el dinero, podía buscarme cualquier asiento que hubiera libre en tribuna (y siempre habían) y ver el partido. Al final del encuentro, tenía que recoger los cojinetes de los asientos, lo que solía ser una tarea rapidita. Y listo.

El gran aliciente se suponía que era poder ver los partidos gratis. Y sí, reconozco que tenía su gracia. Pero no os engañaré, aunque me gusta el fútbol, una cosa es ir al campo cuando te apetece y otra es ir siempre, por obligación, sea sábado o domingo y tragarse todo el partido, por coñazo que sea, fuera bueno o malo, y sin verlo entre amigos, que no deja de formar parte del ritual. Será que ahora me gusta más el fútbol que antes, pero os aseguro que llegaba a tocarme bastante las narices, y más de una vez hubiera querido recoger el dinero y largarme sin ver el partido. A mí me tocó, además, las dos temporadas en las que a Antena 3 le dio por emitir un partido los lunes a las diez de la noche. El horror. Había mucho flipado entre el grupo de gente que allí trabajaba, pero yo, si iba, y si aguanté cuatro años, era por el dinero. Llegó un momento en el que el Barça me la traía al pairo.

Aquél fue mi primer trabajo, más o menos, en los que, siendo un crío, me rodeaba de tipos, bastante mayores que yo. Eran otros tiempos, y era otro Barça, un Barça muy casero, muy poco profesionalizado en lo que a servicios se refería. No se me olvidará jamás aquél cuartucho donde se guardaban los cojinetes, con un escritorio de los de flexo deprimente, y con el jefe,  un burgués venido a menos, aprendiz de empresario (que sus buenos duros manejaba, el mamón), Ducados perennemente colgado de los labios, fumando en el cuartucho, claro, aires de superioridad y gris, todo muy gris, contaba los cojinetes devueltos y te pagaba acorde a las “ventas” de aquella tarde.

Por si fuera poco, a aquél curro yo llegué como se hacían antes las cosas, supongo que también ahora, colocado por un amiguete de mi padre. El tipo tenía un yerno que también había colocado, y llevaba años en ese trabajo. Al cabo de varios partidos, hubo una reorganización, quién sabe por qué, y en lugar de ponerme un puesto para mí solo, me colocaron en el puesto de ese tipo, por lo que pasé a ser “su ayudante”. Y el muy hijo de puta, en lugar de repartir las ganancias al 50%, me daba lo que él consideraba. Si se hacían, qué sé yo, 6000 ptas, él se quedaba 4000 y me daba 2000. Y así estuve al menos dos años. Y ahora puede parecer una chiquillada, el prisma del paso del tiempo, que todo lo deforma. Pero os juro que aún hoy de buena gana le reventaría la cabeza con un bate de béisbol, como Robert De Niro hacía interpretando a Al Capone en “Los Intocables de Elliott Ness”.

En cuanto al fútbol, qué puedo decir. Me tragué una etapa muy triste en el club. Sólo hubo un destello de diversión, el año de Bobby Robson, con aquél mágico Ronaldo, el gordo, antes de estar gordo, cuando de sus botas salía pura magia, y como nunca más volvió a salir. Por lo demás, yo vi jugar a Prosinecki, a Korneiev , a Bogarde o a Zenden. Ojo ahí.

Y al final lo dejé, aburrido. Cansado de aguantar gilipolleces del jefe, del yerno y de su puta madre. Decidí que para cobrar unas perrillas, podía buscarme otras cosas. Y que el futbol, en la tele, se ve muy bien. Desde entonces, no he vuelto al Camp Nou.

Canciones:

Pink Floyd: “Learning to fly”

Phoenix: “1901”

Royal Blood: “Figure it out”

16
Jul
13

De nuevo en Hamburgo (pt.1)

Hoy el trabajo me ha llevado a Hamburgo. De hecho, llegaba por estos lares anoche, y sólo ciertos problemillas técnicos me impidieron actualizar el blog. Superados los mismos, podemos volver a Hamburgo, ciudad que durante una época frecuenté, también por motivos laborales. Durante unos años viajé a Hamburgo al menos un par de veces al año. De eso hace ya bastante, y la sensación de dejà vu que he tenido en esta ocasión, tanto tiempo después, ha sido agradable. Lo digo aquí y ahora: me gusta Hamburgo! Ya hablé de ello hace bastante tiempo por aquí.

Tras la jornada laboral de hoy, he vencido a la pereza y he salido a las calles. Y eso que anoche fue una noche malísima, por culpa de esa costumbre tan centroeuropea de tener, como única ropa de cama, un edredón, en pleno mes de julio, de manera que si me tapaba, pasaba un calor tremendo, y si me destapaba, acababa teniendo frío. Y así me he pasado toda la noche, peleándome con mi edredón. Pero creo que alguna vez lo he comentado, cuando uno viaja por trabajo, ha de vencer a la pereza y a las obligaciones, y buscarse un rato para poder visitar el sitio donde está.

Hoy he seguido mi técnica de turismo de tienda de discos. Por tener un punto de búsqueda, más que nada. Así que he dado a parar en Burnout Records, una tienda bastante interesante, aunque con un grueso de material en vinilo. Y no pensaba comprar vinilo, voy ligero de equipaje, para este viaje, y cargar con una bolsa de vinilos en mi vuelta mañana, Hamburgo-Frankfurt, Frankfurt-Barcelona, no es lo recomendable. En su lugar he acabado teniendo un pequeño arrebato consumista en formato CD: Stooges, Band Of Horses, 13th Floor Elevators y un recopilatorio de la Vampisoul… ay…

Una de las tiendas cachondas de Sternschanze: Planet Nerd!

Una de las tiendas cachondas de Sternschanze: Planet Nerd!

La tienda esta en Sternschanze, y de camino, bajando por Budapester Straße se llega a St. Pauli, la zona más interesante de la ciudad, con mucha actividad de ocio y cultural. El día era estupendo para pasear y empaparse un poco del ambiente. En esa zona todo eran referencias al club de fútbol local, el St. Pauli FC, que ahora milita en la 2ª división de la Bundesliga. Poco importa, cuando se trata de un equipo que sale al campo mientras suena “Hells Bells” de AC/DC y su afición se postula claramente como antifascista, anarquista, comunista y socialista, y adopta como emblema la bandera negra con la calavera y las tibias cruzadas. En contraposición, claro, está el Hamburgo SV, club más grande, sus archienemigos.

Banderas del St. Pauli FC... OI!

Banderas del St. Pauli FC… OI!

Y bajando un poco más, se llega a la arteria que es Reeperbahn, la zona más golfa. Curiosamente, se concentran varios teatros, pero también enormes sex shops, peep show, lap dance halls y bueno, ahora que la prostitución en Alemania es legal, pues también putiferios. Y por supuesto, todo tipo de bares, tabernas y clubs. Mucha actividad nocturna, y desde hace décadas. Por todos es conocida la etapa en Hamburgo de The Beatles, que se describe de forma magistral en este artículo de Jot Down Magazine. No sólo los Beatles, sino también, por ejemplo, unos grandes del rock sesentero español, los muy reivindicables Los Salvajes también tuvieron su (breve) etapa en Hamburgo.

Te lo dice el maestro Yoda

Te lo dice el maestro Yoda

Y para acabar el paseo, nada mejor que recalar en uno de los múltiples locales para cenar currywurst, un plato a base de lo que conocemos como salchichas de Frankfurt con salsa de curry y patatas fritas, regado con una buena jarra de cerveza. Así, sí.

 

Canciones:

13th Floor Elevators: “You’re Gonna Miss Me”

The Police: “Synchronicity II”

Bronsky Beat: “Smalltown Boy”

08
May
13

El Mundial De Italia ’90

Cuando era un chavalín me interesaba mucho más jugar al fútbol que verlo por TV. Así, pues, no tengo grandes recuerdos del fútbol de los 80s. Sí me acuerdo que el equipo de mi padre era el FC Barcelona, y como es lógico, el mío también. Aquella época fue francamente complicada para todo culé, no se ganaba ni al parchís, y una victoria sobre el Real Madrid podía salvar una temporada, aunque hoy en día parezca imposible de creer. ¿Cómo acabé tragándome partidos del mundial de Italia de 1990? Pues no lo tengo muy claro, la verdad es que tengo recuerdos difusos. Tal vez fuera la influencia de “Campeones (Oliver y Benji)”.

Yendo yo a remolque lo que los demás me decían, amigos, familia, compañeros de clase, inevitablemente la cosa pasaba por seguir los partidos de la selección española. El combinado de aquél año estaba dirigido por Luis Suárez, quien lo fue todo en el fútbol español, estrella en uno de los Inter de Milán más gloriosos y el único jugador nacional que ha ganado un balón de oro. Su trayectoria en los banquillos, sin embargo, no fue gran cosa, y no pasó de los tres años al frente del equipo español. Esa selección estaba copada por jugadores de la Quinta Del Buitre, sin embargo, la presencia de tipos como Génar Andrinúa ya hacía presagiar que no nos encontrábamos ante un equipo de técnica depurada.

Bélgica, Corea del Norte y Uruguay eran los rivales en la primera fase. España debutaba frente a Uruguay, y recuerdo como si fuera hoy a un chaval uruguayo de mi barrio emocionado con ese choque, y destacándome las virtudes de Rubén Sosa y de Rubén Paz, dos nombres que me parecían de lo más jocoso, pero de los que nunca me atreví a reírme frente a ese muchacho, no era plan de herir susceptibilidades nacionales.

Rubén Sosa. El cromo...

Rubén Sosa. El cromo…

Lo divertido de los mundiales son los equipos que acceden inesperadamente. En esa ocasión, estaba la selección de Costa Rica, la de los Emiratos Árabes o la de Escocia. En este último caso, resultó ser todo un acontecimiento, perfecto para que miles de hooligans escoceses asolaran tierras italianas, aprovechando la excepcional participación de su selección, poniéndose hasta el ojete de alcoholes varios y tratando de liarla lo máximo posible mientras el equipo se hundía con una trayectoria mediocre que no pasó de los 3 partidos básicos. Irvine Welsh daba cuenta de ello en su novela “Cola”, que es de lo mejor que he leído del autor de la celebérrima “Trainspotting”.

Dos tipos que se acercaban a edades razonables como para el fútbol de primer nivel, tuvieron una participación notable, me refiero al clásico portero de Inglaterra, Peter Shilton, quien cumplidos los 40 defendía la meta inglesa, y de Roger Milla, que a sus 38 seguía capitaneando al Camerún que tenía a Tommy N’Kono como guardameta. De Milla puedo recordar su celebración de los goles bailando frente al banderín de córner, algo que hoy en día cualquier alevín hace en su partido interescolar, pero que en 1990 NADIE hacía en el regio y vetusto fútbol europeo. Roger Milla jugaría otro mundial más, en 1994, con 42 años. Poca broma.

Roger Milla, el bailongo...

Roger Milla, el bailongo…

Mi recuerdo más vívido lo tengo en la eliminación de la selección española, en octavos de final. Allí estaba yo, una calurosa tarde de verano, sólo frente al televisor, seguramente mi padre estaría trabajando. Se jugaba el cruce con Yugoslavia… sí, suena a la prehistoria… en fin, sea como fuere, marcó primero Yugoslavia, cuando el cero a cero amenazaba con llevar el partido a la prórroga. Y ahí comenzó un tramo emocionante, con Salinas empatando cinco minutos más tarde, pero con un triste gol yugoslavo en el minuto 91 que enviaba a los españoles para casa. Obviamente, todo ese coñazo de la roja y de los torneos ganados y el buen fútbol estaban a años luz. Lo de entonces era patadón y tentetieso, y orgullo torero, y gallardía española, y todas esas chorradas más propias del Siglo de Oro castellano, es decir, que se les va la fuerza por la boca y al final, armada invencible hundida.

Dos jugadores, finalmente, se quedaron grabados en mi memoria, de ese mundial: Totò Schillaci y Lothar Matthäus. De este último, qué decir. Uno de los grandes del fútbol, que lució junto a la última selección alemana campeona, llevándose el torneo en la final frente a Argentina. Fue la última participación como RFA, antes de la unificación. En cuanto a Schillaci, de nombre Salvatore, aunque se le conocía como Totò, como el jodido perro de Dorothy, la de El Mago De Oz, resultó ser de esos jugadores que brillan exageradamente en un mundial, para luego desinflarse. Sin embargo, Baggio, quien no figuró tanto en esa Italia que quedó en 3º lugar, acabó siendo mayor estrella.

Mascota fea, fea...

Mascota fea, fea…

¿Y Holanda? ¿Qué pasó con esa Holanda de los Van Basten, Gullit, Rijkaard, Koeman, Wouters, Blind o Wistchge (AKA richi wichi)? Pues que tuvieron la mala suerte de toparse con la RFA demasiado pronto. Cosas de los mundiales.

A partir de ahí me engancharía a ver fútbol, con la llegada de Cruyff al Barça, con las emisiones de Canal + y con el hacerme más mayor y pasar de jugar a fútbol en las calles a ver futbol en la tele. Del Mundial de Italia’90 guardo en el recuerdo esa extraña mascota, que intentaba destilar modernez y diseño transalpino, y, sobretodo, el videojuego Italia’90, que me proporcionó muchas horas de diversión en mi Master System II.

Horas y horas perdidas (invertidas?) en este videojuego...

Horas y horas perdidas (invertidas?) en este videojuego…

 

Canciones:

The Rolling Stones: «Dandelion»

Ocean Colour Scene: «Weekend»

The Strokes: «12:51»

 

 

18
Mar
13

lo mejor de la semana. semana 17

Una semana en la que hemos retomado dos secciones fijas de este blog, El Libro Del Mes y los Jitazos Fugaces. Podría calificarse de falta de ideas. O cuanto menos de falta de improvisación. Y esto último lo reconoceré. Será verdad que en realidad los humanos somos simios que adoramos las costumbres, y las cosas que se repiten. Repitamos, pues, como decía Ronaldinho en ese anuncio de natillas que llevaba a la ruina futbolística a cuantos futbolistas lo protagonizaban, siendo emitir el spot y  presentar un bajón cualitativo de juego, todo uno. ¿Lo recordáis? Vayamos, en cualquier caso, a lo mejor de esta semana que ha concluido:

3.- Restaurante Somorrostro: Es por todos conocido que uno de los atentados gastronómicos más habituales resultan ser esas cenas de grupo, cumpleaños o celebraciones varias, en donde el restaurante de turno ofrece un variado de picoteo inicial, y cada comensal puede elegir entre (generalmente) dos ofertas distintas como segundo plato. Habitualmente, lo mejor que se puede hacer en esos casos es merendar fuerte antes de la cena en cuestión, o acabar la noche visitando el McAuto, tras las copas. Por ello, me sorprendió gratamente el Restaurante Somorrostro, en la Barceloneta, donde acudí el sábado para una cena con un grupo francamente grande, y donde el menú, tanto el fijo como los platos a escoger, estaban más que bien. Enhorabuena. Agradable sorpresa.

2.- Jitazos Fugaces: Volvieron, una vez más, a NDK, una sección muy celebrada en el pasado, aunque algo Guadiana. La maravillosa idiosincrasia del mundo de la música. Unos días estás arriba del todo y cuando menos te lo esperas, el batacazo puede ser de órdago. Y es que no es nada extraño el toparse con una banda o artista que de repente, parece surgir de la nada con una canción, unos pocos minutos en los que concentra su arte y resulta ser su cenit creativo. Los dioses son favorables, y resulta que esa canción acaba sonando en todas las radios y el pertinente videoclip aparece en la MTV y otros programas televisivos musicales. Sin embargo, la alegría es efímera, y tan rápido como ascendió, esta banda cae en el más cruel de los olvidos. Jitazos fugaces. El circo de la música. Pasen y vean.

1.- Visitas: Quisiera agradecer profundamente a todos los que leéis estas líneas. Que sí, que yo escribo para mí mismo… y por eso lo cuelgo en una página pública de Internet… y lo publicito en Twitter (@carloskarmolina) … juas… puedo ser vanidoso pero no hipócrita, queridos míos. En lo que va de mes estamos experimentando un incremento de visitas, lo que nos lleva de orgullo y satisfacción. Y aprovecho para pediros que comentéis, que eso lo hace todo más divertido. Prometo contestar a todos los comentarios. Contrarréplicas permitidas, claro que sí.

Canciones:

Foo Fighters: “One Of This Days”

Ocean Colour Scene: “Sail On My Boat”

Eli “Paperboy” Reed: “Come and Get It”

27
Oct
12

Spasić

¿Alguien recuerda a Pedrag Spasić? Fue un jugador de fútbol de una época en la que el fútbol no estaba plagado de mamarrachos preocupados por lucir looks arrebatadores y rodar anuncios de ropa. Tampoco tenían clausulas de rescisión de contratos que superaban presupuestos de países. O tal vez sí. Es fácil escudarse en los tópicos que pueblan el fútbol profesional actual: niñatos malcriados, tatuados y depilados con cortes de pelo imposibles y vestidos de fantoches que, para colmo, cobran barbaridades. Sería incierto, sin embargo, no reconocer que eso no es una situación tan reciente como pudiera parecer, y probablemente lo mismo que los seguidores veteranos critican de los jugadores actuales, sus predecesores criticaban las formas y actitudes del constantemente citado George Best, del mismísimo Johan Cruyff o del nostrat Carles Reixach, que las mataba callando.

Volviendo a Spasić, fue un defensa central serbio que hizo un buen papel en la selección yugoslava durante el Mundial de Italia de 1990 (la que eliminó a España en cuartos, antes de que ésta fuera “la Roja”), y por sorpresa, Ramón Mendoza fichó para el Real Madrid en ese mismo verano de 1990. Y ahora que lo menciono, Ramón Mendoza, un personaje que formaba parte de una manera de entender el fútbol que actualmente queda tan enterrada en el pasado que me acongoja.

… era más feo que Picio…

En esa época, ser el fichaje extranjero de un equipo como el Real Madrid no era moco de pavo, pues cada equipo podía tener solamente 4 extranjeros en plantilla, siendo posible la alineación de 3 simultáneamente en el campo. Se suponía que el jugador extranjero era el que aportaba el plus de calidad. Se suponía. Spasić resultó ser uno de esos casos en los que esta norma no se cumplía.

Pronto ese fichaje comenzó a ser decepcionante y a mostrar un rendimiento francamente inferior al esperado. La puntilla llegó en un partido F.C.Barcelona – Real Madrid, en el Camp Nou. El Barcelona iba ganando por un tanto a cero, y en una jugada realmente desgraciada, Spasić despejó de cabeza un centro aparentemente no muy complicado, empujando el balón hacia su propia portería, y significando el 2 a 0. Butragueño recortaría distancias, pero no lo suficiente como para que el Real Madrid, que hasta ese año había arrasado en las cinco ligas anteriores, no acabara perdiendo ese partido por 2 a 1.

Resulta de una comicidad especial para mí esa jugada y sobretodo la expresión corporal del serbio, cuando se da cuenta de la trayectoria que adopta el balón, y ese espacio de menos de un segundo, pero que seguro que le parecieron varios minutos, en el que sabe que va entre palos y no hay nada que pueda hacer para evitarlo. Aquello fue la puntilla para Spasić en el conjunto blanco, donde perdió la titularidad, para acabar traspasado a Osasuna a final de temporada.

Por alguna razón, aquella jugada resultó francamente popular entre la chavalería de mi clase, que éramos eminentemente barcelonistas. Desde aquél momento, en todo partidillo callejero que jugábamos, cuando alguno de los niños cometíamos el error de marcar un gol en propia puerta, todo el equipo rival se mofaba, al grito de “Spaaaaasić, Spaaaaasić”. Aquella tontería nos duró por lo menos un par de años más, cuando seguramente ni recordábamos la razón por la cuál llamábamos de esa manera al que se marcaba un autogol. Spasić ha pasado, pues, con méritos propios, a mi substrato personal. No hacen falta las felicitaciones.

Canciones:

Elliott Murphy: «The Last Of Rock Stars»

Sloan: «Loosing California»

Alabama Shakes: «Hold On»

07
Ago
12

Viaje a Qatar

(texto de hace un mes)
 
A día de hoy es hablar de Qatar y rápidamente relacionarlo con el Barça y el patrocinio que este estado, bajo el subterfugio de una fundación, hace al equipo de fútbol del club. Tras todas las polémicas generadas al respecto de que un estado totalitario y no democrático patrocine al equipo, cosa que personalmente no me gusta, el presidente del FCB, Sandro Rosell, declaraba algo así como que realmente hay que conocer el país, hay que viajar allí y palpar su realidad antes de hablar. Y en eso le tengo que dar toda la razón.
 
Pues bien, he pasado seis días en Qatar, cosas de trabajo, y cuanto menos, es un país curioso. Comenzaré hablando del tópico del calor. Que sí, que es algo de una evidencia que abruma, pero queridos, hay que vivirlo… Qatar en Julio, con esas temperaturas que se mueven entre los 33ºC de mínima y los 46ºC, con una humedad que puede llegar al 60%, no en vano es un país costero, aunque desértico. Sin duda esta situación climática condiciona la vida, aún en una época moderna como la nuestra. Afortunadamente, me atrevería a decir, anochece francamente temprano, a las siete de la tarde ya es negra noche, y aunque el calor puede estar en unos 35ºC, por lo menos el sol no quema.
 
Así, obviamente, no se hace vida en la calle, por lo menos no diurna. Todo el mundo intenta no estar a la intemperie, y todos los edificios tienen aire acondicionado. De hecho, unos aires acondicionados brutales, de locura, yo he vivido estancias a 21ºC, 20ºC o incluso 19ºC, cuando en la calle hace más del doble. Ahora imaginad, estáis en una estancia, a esas temperaturas, y cruzáis la puerta de la calle, y de repente tenéis el doble de temperatura, y las gafas de sol (accesorio completamente imprescindible) se empañan de golpe como si hubiéramos entrado en una sauna húmeda. En los coches, en los hoteles, en las oficinas, siempre a esa locura de aire acondicionado. Estoy en un hotel con termostato centralizado, sólo puedo regular si quiero más potencia de aire o menos, pero no la temperatura, y os prometo que a día 4 de Julio, duermo tapado.
 
Otro de los tópicos al hablar de Qatar es el dinero. Y no por tópico se tiene que obviar, pues es una clara muestra de la realidad del país. En Qatar, gracias a sus recursos energéticos, hay muchísimo dinero. Mucho. Pero mucho, eh? Quiero decir, Dubai, por ejemplo, es muy conocido, se ha vendido muy bien, pero en realidad, no hay ni la mitad del potencial económico de un Qatar que era un completo desconocido hace dos o tres lustros. En Qatar no hay  apenas turismo, y la gente que viene aquí está de paso, al ser un hub de Qatar Airways, o está, en su inmensa mayoría, trabajando.
 
El look favorito de la mujer qatarí (y un homenaje a mi infancia con la Master System II de SEGA)
 
Pero lo más interesante para mi gusto es la condición de país con una curiosa concepción de la multiculturalidad. El estado de Qatar tiene 1,4 millones de habitantes. De todos ellos, sólo unos 300000 son ciudadanos qataríes. El resto son inmigrantes y expatriados. Con lo cuál, tenemos un estado en el que todo el mundo necesita comunicarse en inglés, el esperanto moderno, porque pese a haber una masa árabe-parlante, en forma de qataríes y también del grueso de expatriados de Egipto, Jordania, Siria o Palestina, también hay una alta población originaria de India, Sri Lanka, Filipinas, Malasia, Indonesia, y por supuesto, un grupo de expatriados de países occidentales, que, si bien su peso en el conjunto de la población no es muy significativo en número, sí lo es en cuanto a su posición social. Porque queridos, esto es Qatar, y la sociedad está plenamente estratificada. Volviendo al tema idiomático, el inglés se convierte en una lengua vehicular, de manera que todo, por ejemplo, está escrito en inglés y también en árabe. Resulta, sin embargo, una versión muy particular del inglés, chapurreado, maltratado, lleno de influencias de múltiples idiomas, muy lejano del purismo de la BBC o del argot de la MTV. Si el inglés sobrevive de aquí a unas décadas, probablemente sonará a algo parecido a esto.
 
En cualquiera de los casos, Qatar dista mucho de ser un crisol de culturas donde las gentes de distintas procedencias viven hermanadas. Qatar tiene ciudadanos de primera, de segunda y chusma. Los ciudadanos de primera son, obviamente, los qataríes. Para ser qatarí, hay que serlo de nacimiento e hijo de varias generaciones de qataríes. Son los que mueven las instituciones y, en general, el dinero. A la zaga del respeto social estarían los occidentales, europeos o americanos. En realidad no son especialmente apreciados en el país, pero al aportar sobretodo especialización técnica, lo que genera más dinero, resultan un mal necesario, y por lo tanto, cuentan con una visión entre indulgente y respetuosa por parte del ciudadano de Qatar. En un escalafón relativamente medio se encontrarían los oriundos de países árabes, jordanos, sirios, y demás. Claramente, son inferiores, pero por lo menos son musulmanes, y eso, quieras que no, da puntos. Y al final, nos encontramos con el resto, principalmente, inmigrantes asiáticos, indios y filipinos en su amplia mayoría. Los indios se especializan en puestos técnicos,  ingenieros,  informáticos, por ejemplo. Los filipinos se centran principalmente en servicios y hostelería.
 
Las condiciones para trabajar en Qatar son duras. Se requiere de lo que llaman un “sponsor”, esto es, un ciudadano qatarí o empresa regentada por un qatarí que avale la presencia y el trabajo de ese filipino, indio o lo que sea. Hecho esto, el inmigrante necesita el permiso de su sponsor para dejar el país, ya sea en vacaciones, o si decide volver a su tierra de origen, o emigrar a otro lugar. Incluso necesita el permiso de su “sponsor” si quiere cambiar de trabajo. En ese caso, la segunda empresa pasaría a ser el “sponsor” si es que se pone de acuerdo con la primera. Todo ello, como el lector avispado habrá podido averiguar, puede generar tensas situaciones de abuso. En este caso, se juega a la lotería. Un “sponsor” que sea algo cabrón puede amargar la vida a un trabajador extranjero que, de alguna manera, se encuentra en un régimen de semi-esclavitud. He escuchado algunas historias duras al respecto, estos días.
 
Sin embargo, así mismo, Qatar es una tierra de oportunidades, hay una gran cola en India o Filipinas, por poner dos ejemplos, de personas que optan a trabajar allí. Los salarios son francamente superiores que en esos dos países y las cargas impositivas son definitivamente muy bajas. Hablando en plata, el trabajador puede estar unos años y ahorrar.
 
Así pues, ¿en qué quedamos? ¿Tierra de oportunidades o sociedad clasista que abusa del obrero emigrante? Probablemente ambas versiones sean válidas, y a menudo depende de la suerte que se tenga al encontrar “sponsor”.
 
Lo que sí está claro, y en eso el amigo Sandro Rosell no decía toda la verdad, es que Qatar no es una sociedad libre y democrática. El pueblo no elige a sus gobernantes, por poner un ejemplo. Claro que, con los tiempos que corren, en esta Europa tan resabiada nos queda la duda de si esta libertad es real o sólo en el papel, y aquí la fuerza no la tiene el Emir pero sí los poderes económicos establecidos. Y en cuanto a la elección del gobernante, hay un país llamado Italia que un buen día despertó con un nuevo presidente elegido a dedo. Lo que sí es la sociedad Qatarí, es racista y clasista. Otra cosa es si esta concepción de la sociedad resulta una idea establecida en las personas o un régimen social legalizado.
 
Por lo demás, el emirato lo gobierna una familia desde su independencia como protectorado británico, hace tan sólo 40 años, los Al-Thani. En 1995, Hammad Bin Khalifa Al-Thani le quitó el puesto de Emir a su padre, en un ejercicio propio de un Falcon Crest del Golfo Pérsico. Lo más cachondo es que el chaval se hizo con el poder mientras su viejales estaba de vacaciones en Suiza. Todo un show familiar. Y desde entonces, venga a amasar dinero. Por si alguien se lo piensa, un sueldo medio para un europeo, profesional especializado, que trabaje en este lugar es de unos 30000 riales qataríes al mes, limpios, lo que en euros suma la bonita cantidad de unos 6500 lereles… por si alguien se lo piensa…
 
Canciones:
 
Oasis: «Go Let It Out»
The Beach Boys: «You’re So Good To Me»
The Smiths: «What Difference Does It Make»
 
 
15
Nov
11

Un Barça convulso (1994-2003) Pt.3 (y última)

Bueno, bueno… habíamos dejado al Barça sumido en una crisis, probablemente de identidad, más que de resultados, al fin y al cabo, la 99-00 había sido una temporada en blanco, pero se venía de dos ligas encadenadas. El efecto Van Gaal, sin embargo, había arrasado con todo. Y después de una crisis, qué iba a venir? Pues está claro, una crisis aún mayor. Se podría decir que la mayor desde principios de los ochenta. O más. Y como en todas las casas mola tener un culpable, aquí podemos poner nombre y apellidos: Joan Gaspart. Un tipo que en apenas tres años dilapidó una fortuna que el club no tenía ni generaba, y se cargó una reputación, con unas decisiones inverosímiles, que hicieron del club una especie de chiste de mal gusto, cerrando para siempre una etapa del barcelonismo, el nuñismo.

Y es que tras la dimisión de Núñez en verano de 2000, se celebraron unas elecciones a las que concurrían bastantes candidatos, pero con una polaridad clara: el continuísmo que propugnaba Joan Gaspart, más de veinte años en la vicepresidencia con Núñez, o la ruptura, que en aquél momento tenía un nombre, Lluís Bassat, que aglutinaba también a la corriente de l’Elefant Blau.Y como el Barça es un club bastante particular, contra cierto pronóstico, fue Gaspart quien se llevó el gato al agua. Visto ahora, parece que no se entienda, pero en aquél momento la masa social más chapada a la antigua, no le agradó la pátina de supuesta modernidad que quería imprimir Lluís Bassat. La campaña electoral fue bastante ridícula (con acusaciones a Bassat de ocultar su condición de judío incluidas), y como suele ocurrir, al final, otros candidatos de menor peso se unieron a candidaturas con mayor representación. Así, Joan Gaspart ganó las elecciones, incluyendo en su grupo a otros dos candidatos, Àngel Castells y Àngel Fernández, AKA, Don Piso, un tipo que se había presentado en dos ocasiones más a la presidencia y que nos regaló declaraciones de lo más hilarante. Al final, la junta Gaspart resultó la más numerosa de la historia culé, con 75 miembros (¡!!!)

Así, la temporada 2000-2001 no podía ir bien, de  ninguna de las maneras. Y más si contamos con la bomba que le estalló a Gaspart en sus primeros días de presidencia: Luis Figo fichó por el Real Madrid, en un acto que la culerada no perdonó. Florentino se presentaba a la presidencia con ciertas posibilidades, y necesitaba un gancho, y cuál mejor que “robar” al jugador más en forma del Barcelona. No sería el primero ni el último en cambiar la chaqueta del modo más radica, pero hay que reconocer que ése, hizo daño.

El puesto de entrenador recaía en Serra Ferrer, quien había hecho un buen papel tanto con Mallorca como con Betis, pero al que el puesto le iba a quedar grande. Tampoco le culpemos, el ambiente era de todo menos propicio. No sólo la temporada comenzaba enrarecida, por el abrupto final de la anterior, la contienda electoral y el caso Figo, sino que también se inició una carrera de fichajes esperpéntica.
Dutruel: Ahí va, los Donuts!!

Veamos, se fichó a otro portero, Dutruel, que añadía un capítulo más al show de la portería azulgrana. Se fichó a otro holandés, seguramente, herencia de Van Gaal, Marc Overmars, quien había figurado en la órbita barcelonista durante años (era el clásico fichaje que el Sport y el Mundo Deportivo daban por hecho cada mes de julio, para no materializarse). Tras triunfar en el Ajax, recaló en el Arsenal con más pena que gloria, y lo mismo proporcionó a la afición catalana, más pena que gloria. 6500 millones de pesetas, el fichaje más caro de la historia blaugrana, ahí es nada. En el paquete se trajo a Emmanuel Petit, también del Arsenal, por el que se pagaron 2500 millones de pesetas. Es decir, de una tacada, l’amic Joan había pagado 9000 millones al club londinense que, desde aquél momento, claro, ponía una alfombra roja cada vez que un directivo del Barça llamaba. Y para acabarlo de rematar, se recuperó a Gerard, centrocampista del Barça B que, al no ver oportunidades en el club, se marchó, y acabó triunfando en ese Valencia que machacó siempre que quiso al Barça de Van Gaal. 3100 millones de nada. Pagar esa cantidad por un jugador que había marchado “de casa”  fue una jugada arriesgada que no gustó a mucha gente.

Y qué podemos sacar de todo esto? Pues que absolutamente nada funcionó. Los fichajes dieron un rendimiento lamentable, total y absolutamente. Petit publicó no hace mucho una autobiografía en la que se despachaba a gusto con su año en can Barça, describiéndolo como un club ridículo y dividido entre los holandeses, los catalanes, y los demás. Y visto en perspectiva, no parece estar muy equivocado. Serra Ferrer fue cesado en Mayo, y un viejo conocido se hizo cargo del club, Carles Reixach. Sin embargo, sólo pudo salvar los muebles clasificándose, en el último partido, como en la 4ª posición liguera, la última con acceso a Champions League, y gracias al mítico gol de chilena de Rivaldo. Liga que ganaría el Real Madrid. Por lo demás, sería la segunda temporada seguida en blanco.

 Y pensar que este fulano fue portero titular del Barça…

Y tras el fiasco, se afrontó la temporada 01-02 con Reixach en el banquillo y de nuevo con Gaspart tirando de talonario. Comenzamos, cómo no, con otro portero. El baile de porteros azulgrana aumentaba su cuenta, y se fichó al argentino Bonano, quien pese a entrar de suplente, acabó haciéndose con la titularidad. Otro argentino, Javier Saviola, era llamado a ser el gran crack del Barça, el nuevo Maradona. Pero si citamos el resto de fichajes, bueno, deja en agua de borrajas los Okunowos, Dehús y otras perlas que habían pasado por el vestuario barcelonista en los años anteriores. Ojo a la lista, que no tiene desperdicio: el central sueco Andersson, el brasileño Rochemback, otro brasileño, Geovanni, el francés Christanval y a mitad de temporada, Francesco Coco, italiano. Qué? Puestos así, en forma de lista, no me negaréis que no acojona… La cosa, claro, se había desmadrado definitivamente.

Y eso que en lo deportivo, hubieron algunos destellos de ilusión, especialmente en la Champions, cuando se llegó a semifinales, siendo eliminados por un Real Madrid que se llevaría el trofeo ese año. Aquél fue un golpe duro. Y al final, cuartos en la liga y tercer año consecutivo en blanco.

De modo que para la temporada 2002-2003 hacía falta un revulsivo. Carles Reixach había sido invitado a marcharse, pero siendo honestos, nadie quería hacerse con el puesto de ese Barça denostado, enloquecido y con unas urgencias que muy pocos querían aguantar. Así que Joan Gaspart tuvo una feliz idea, idea que cuando se sugería como posibilidad aquél verano en la prensa, nadie quería creer… pero ocurrió: sí, a Joan Gaspart no se le ocurrió otra cosa que fichar de nuevo a Louis Van Gaal.

Aquello era como un chiste. Como si se hiciera a propósito. Como cuando sales con unos amigos y te apuestas a ver quién se liga a la chica más fea. Pues Van Gaal era, en ese caso, la más fea. Con esta premisa, nadie ya esperaba nada, y mira, en eso la afición se equivocó… sí pasaría… se hizo el mayor ridículo de los últimos 30 años. O más.

Otra vez, el capítulo de fichajes daba risa. Comenzando, otra vez, por la contratación de un nuevo portero, como si del día de la marmota se tratara: Robert Enke, alemán que ni siquiera tuvo la titularidad. Completaban el póker de refuerzos los argentinos Riquelme, otra supuesto diamante en bruto a explotar en Europa y Sorín, conocido por unas imágenes suyas bailando en el escenario de un concierto cuando estaba lesionado. Y finalmente, Gaizka Mendieta, otro fichaje de ese Valencia que hundía al Barça en cada enfrentamiento. Y es que con Gerard y Mendieta, sólo faltaba haber repescado al Piojo López. Una lástima que se fichara a un Mendieta en horas bajas, tras una temporada en el Lazio y lejos del jugador que maravilló en Mestalla.

Mendieta pre-alopecia
La temporada fue de pena, tanto es así que se cesó a Van Gaal con el equipo a 3 puntos del descenso. Y Gaspart, en medio de una grave crisis institucional y deportiva, acabó dimitiendo, saltando del barco que se iba a pique, no sin antes colocar a su valido, un Enric Reyna que en un principio no quiso aceptar su condición de interinidad, y se vio como si fuera un presidente legítimo. Para arreglar el desaguisado se contó con Radomir Antic, y hay que decir que realizó un muy buen papel, incluso un poco ilusionante de un eventual futuro. Porque en la temporada 2002-2003 no pudo sino clasificar al equipo, en la última jornada, en la 6ª posición liguera, lo que daba acceso a la última plaza de Copa de la UEFA.

Y el final es por todos conocido. Tras unas elecciones, Joan Laporta vence a Lluís Bassat (en una lucha fraticida) y se trae a Ronaldinho y a Rikjaard, quien sustituiría a un Antic que tal vez mereció una oportunidad, pero que sin duda pagaba los platos rotos. Como epílogo, diré que esa siguiente temporada, 2003-2004 tampoco se ganó título alguno, sumando la quinta temporada en blanco. Y sin embargo, para que veamos que a veces, en el fútbol, los títulos no lo son todos, la afición estaba razonablemente contenta. Y con ello se cerró una etapa más que convulsa de la historia del Barça. Pero diablos, con unos momentos de esperpento de lo más divertidos. A toro pasado, claro.

Canciones:

John Lennon: “Mother”

Loquillo y Trogloditas: “Arte y Ensayo”
Iggy Pop: “Dum Dum Boys”

05
Nov
11

Un Barça convulso (1994-2003) Pt.2

Habíamos dejado al Barça habiendo pasado lo que desde un buen principio se denominó “una temporada de transición”. Y por más que se hubiera negado en su momento, tal como vino, ese entrenador con aires de Lord inglés que era Bobby Robson, se fue. Y en su lugar vino la gran esperanza blanca. El hombre que llevaría al Barça a sus años de gloria. A retomar la escuela holandesa. El entrenador que llevó al Ajax a conquistar la Champions League frente al entonces todopoderoso Milan con un juego de toque, dos años antes. Bajo esa estela, en verano de 1997 se presentaba Louis Van Gaal, y toda la culerada le recibía ilusionada y con el “aquest any sí” en la mente. Se traía a 2 ayudantes, Van Der Lem y Franz Hooke, y a un par de fichajes, Hesp y Reiziger.
Lo de Hesp añadió otro capítulo a ese esperpento de la portería blaugrana, que parecía un puesto más complicado que el de batería en Spinal Tap. Y aunque Hesp en principio venía como suplente de Vitor Baía, no tardaría en hacerse con la titularidad. Y con méritos propios, todo hay que decirlo.
 El capítulo de fichajes extraños no se cerraba, claro, y se incorporaba un desconocido delantero brasileño, Anderson, y un serbio, Ciric, que atufaba a desastre desde un principio. Visto lo visto, la directiva no tuvo por más que fichar a una estrella de verdad, haciendo esa canallada que fue fichar a Rivaldo a golpe de talonario (pagando cláusula de rescisión), “robándole” al Depor su jugador estandarte, el último día antes del cierre del mercado de fichajes. Una jugada francamente fea. A media temporada se incorporó, a petición del técnico, Winston Bogarde, un tipo de técnica nula que en seguida, y no sin razón, acabó siendo el receptor de todas las puyas de una grada que no estaba contenta.

Con esa cara… de verdad alguien se esperaba algo bueno de este tipo?
Y eso que al final, el equipo acabó conquistando la Liga, 4 años después, la Copa del Rey, y la Supercopa de Europa. Es decir, el club hacía triplete, pero la culerada no estaba del todo satisfecha. Probablemente, a esas alturas, sería por las expectativas puestas en Van Gaal como el Mesías. Posiblemente, también, porque ese año el Real Madrid ganó su primera Champions League “en color”. También es posible que influyera el hecho de que la directiva de Núñez era cada vez más criticada. Tanto que ese año apareció el que acabaría siendo un viejo conocido, Joan Laporta, quien, como cabeza del movimiento Elefant Blau, promulgó una moción de censura, que acabaría perdiendo.
La segunda temporada de Van Gaal fue rara. A priori el aficionado debería estar contento, pero no era así. La 98-99 se celebraba el centenario del Futbol Club Barcelona, y en conmemoración, se jugaría la final de la Champions League en el Camp Nou.
Todo comenzó con una serie de fichajes, entre los que destacaban Patrick Kluivert, delatero de toque fino y olfato goleador que venía de la gloria en el Ajax y la pena en Italia, con ganas de volver con su mentor. Cocu y Zenden completaban una tríada holandesa que daría que hablar. A ellos se les unía un central argentino malote, Pellegrino, y Okunowo, otro de esos fichajes anodinos que hacen que el aficionado sospeche de que más de una comisión ha corrido por ahí. El retrato de la temporada se presentaba un poco como la anterior, con un Barça de toque y en buena posición, pero con un aficionado culé decepcionado por no ver en su equipo el fútbol mítico del Ajax y con un Van Gaal que ya tenía una guerra abierta con la prensa.
Okunowo…  ni siquiera soy capaz de recordar en qué posición jugaba…
En este sentido, la relación prensa-Van Gaal fue algo injusta. Cierto es que el míster no era la alegría de la huerta, y desde luego no supo mesurar la importancia de los medios en la Liga Española. Sin embargo, la prensa no le perdonó ni una. Y sólo faltó el fichaje de los dos hermanos gemelos Frank De Boer (AKA “el bueno”) y Ronald De Boer (AKA “el malo” o “el añadido”) para que la culerada sintiera una desafección máxima ante un equipo que en su once titular solía presentar 6 jugadores holandeses.
La temporada fue buena, el Barça encadenó su segunda liga consecutiva, siendo éste un dato importante, si se tiene en cuenta que tal evento había sucedido con Cruyff, y luego nos tenemos que remontar al período de 1958 a 1960 para volverlo a ver. En la Champions League se fracasó, siguiendo la maldición del equipo que acoge la final (que jugaron Manchester United contra Bayern Munich). Y al fin, quedó esa sensación extraña que seguro que ni Louis Van Gaal entendía… un equipo que gana dos ligas consecutivas, pero que aún así, no tiene a sus socios contentos. Lo cuál demuestra que, a veces, llevar un club de fútbol no es tan sencillo. ¿Qué más necesitaba el aficionado blaugrana? Pues por lo visto, necesitaba algo más.
De ese modo, Van Gaal afrontaba su tercera temporada, la 1999-2000, esta vez sin su ayudante de siempre, el hombre a un Farias pegado, Van Der Lem, quien iniciaba una carrera en solitario, como un Mick Jagger cualquiera. Las malas lenguas del Camp Nou, que las hay, y muchas, dijeron que en realidad, quien ponía el talento en la pareja Van Gaal-Van Der Lem era, en realidad, el segundo, decían que él era el cerebro en la sombra. Fuese eso cierto o no esta tercera temporada fue la del fin de la era Van Gaal.
Pero no adelantemos acontecimientos, y hablemos de esos fichajes que nos hacían echarnos unas risas cada verano. Llegaron Dani, delantero“promesa eterna”, que venía de una buena temporada en el Mallorca, el portugués Simao, llamado a ser “el nuevo Figo”, muy flojo, el otro delantero del Ajax clásico de Van Gaal, el finlandés Litmanen, con lo cuál se demostraba que el holandés no era muy bueno con el mercado y tiraba de contactos, y luego, el clásico fichaje tonto para las comisiones de turno, el francés Dehu… premio si alguien es capaz de recordar su cara. Por lo menos la portería seguía, por tercer año consecutivo, siendo un puesto estable.
Va, que nadie se acordaba de su cara…
En esta tercera temporada todo estalla por los aires. El juego nunca deslumbró, pero era efectivo, antaño. Cosa que no continuó siendo en esta 99-00. La relación con la prensa era más mala que nunca (“interpretación siempre negativa, nunca positiva”, espetaba Van Gaal cabreadísimo en una rueda de prensa), y el enfrentamiento, televisado, del técnico con Òscar Garcia, echándole a empujones de un entrenamiento (con la mítica frase “tú no tienes ritmo! Fuera!”) acabó de poner al público en su contra. El culé medio consideró aquello como una suerte de “toma de la Bastilla”, simbolizando al canterano como el jugador del Barça de raíces contra un entrenador antipático que sólo se traía jugadores holandeses. Parte de razón había, claro, aunque el tiempo ha demostrado que seguramente Òscar Garcia no era un jugador para el Barça. Y como en todo circo que se hunde, le crecen los enanos, Rivaldo entró en rebeldía, diciendo que se negaba a jugar si el entrenador le colocaba, como solía hacer, en el puesto de extremo. Una indisciplina que hubiera sido inaceptable en cualquier club normal, demostró que la situación en el Barcelona no era normal. Por si fuera poco, Kluivert, en su segunda temporada, andaba más perdido que nunca, tras un primer año decepcionante, y se dice, se comenta, que pasaba más tiempo en la Sala Bikini que en el campo entrenando.
Al final, el Deportivo de la Coruña ganó la Liga, el Real Madrid, su segunda Champions en 3 años, y eso puso la puntilla: Van Gaal dimitió, y en su defensa hay que decir dos cosas, una, que se negó a cobrar el millonario finiquito que le correspondía, lo cuál le honra, y dos, que era un experto en frases para la historia, con esa rueda de prensa final diciendo aquello de “Señores de la prensa, felicidades, me voy”.
La temporada se saldó sin título alguno. Y con un Josep Lluís Núñez que también dimitió, tras 22 años en el club, cerrando, verdaderamente, toda una etapa. 

Canciones:

Miguel Ríos: «Banzai»
U2: «So Cruel»
UFO: «Doctor, doctor»
04
Nov
11

Un Barça convulso (1994-2003) Pt.1

#Para los miles de fans de NDK a los que a su vez, no les gusta el fútbol, denle una oportunidad a este texto… ésto no son entradas dedicadas al fútbol, sino que son más bien reflejo de una época, de unas sensaciones… y si aún así, no lo aguantan… bueno, no serán más de un par de entradas#
Sucedió como una epifanía. Estaba cenando en un restaurante donde tenían esa costumbre tan típica de colgar en las paredes fotos de los famosos, famosillos y famosetes que hayan llenado la panza allí. Así, vemos a la celebrity en cuestión rodeando con su brazo al dueño o al cocinero, quien no puede disimular su gozo de haber alimentado tan ilustre estómago y tratando de empaparse de un poquito de glamour. O de lo que sea.
Uno de esos retratos que amarilleaba en la pared mostraba un grupo, amplio, de hombres en torno a una mesa. Me hizo falta un segundo vistazo para vislumbrar algunos rostros conocidos… Ronald Koeman… José Mari Bakero… Hristo Stoichkov… pero también Julen Lopetegui… Jordi Cruyff… y … ta-ta-chaaaaan: Igor Korneiev. Entre otros.

Una Última Cena moderna
Automáticamente, todo ello me llevó, de golpe, sin avisar y sin DeLorean que valga, a una regresión, a un tiempo en el que los componentes del Barça no meaban colonia ni pretendían optar al premio Nobel de la paz, ni tan siquiera ser ejemplos dels catalanets que els admiren. Se conformaban con ganar. Ganar, aunque fuera de penalty en el minuto 90.
Nunca he hablado mucho de fútbol en estas líneas. Pero para todos aquellos (miles de) lectores de NDK que rebosan juventud y algo de acné, y se piensan que el Barça ha sido siempre un equipo que ganaba ligas, Champions Leagues y que alucinaba con su juego, que sepan que no. Y no me refiero a la época de la 5ª del Buitre y Migueli, y todo aquello que suena más rancio que la canción de la Colonia Chispas. Para todos aquellos que se piensan que con Johan Cruyff y el Dream Team el Barça se volvió un club ganador para siempre jamás, que sepan que no. Que desde mediados de los 90’s y hasta la llegada de Ronaldinho hubieron largas travesías en el desierto, mucho esperpento, fichajes descacharrantes y mucho anecdotario. Y de eso tratarán las siguientes líneas.

Quisiera comenzar esta historia en la temporada 94-95. Después del varapalo de la final de Atenas, se oye la expresión “fin de ciclo”. Laudrup ficha por el Madrid, y en los burladeros de can Barça se dice que se había liado con la hija de Cruyff. Información totalmente sin contrastar, pero es que el Camp Nou resultaba ser el peor de los patios de vecinas. Ese Real Madrid, de la mano de Jorge Valdano, había confeccionado un buen equipo, con el danés, con Fernando Redondo y con ese oportunista del gol que era Iván Zamorano. ¿Y el Barça? Pues en su renovación de fin de ciclo comenzó con una serie de fichajes que vistos hoy en día resultan aún más absurdos que en su momento. Hablo de traerse a Hagi, el llamado “Maradona de los Cárpatos”, rumano de 29 años que ya había fracasado en el Madrid años atrás (de 1990 a 1992). No contento con eso, Cruyff se trajo primero a Xavi Escaich y luego a Igor Korneiev, es decir, a la delantera con la que había bajado el Español (entonces todavía con eñe) a segunda un año atrás. Eskurza y Jose Mari suponían ser el relevo a los Bakero o Beguiristain.
El Maradona de los Cárpatos… poca broma
Mención aparte merece Julen Lopetegui. Ok, hoy en día Lopetegui es un chiste, es el tío que tuvo la lipotimia más graciosa de la tele en directo. Pero por aquél entonces, el que había sido portero del Logroñés pasaba por ser el meta con mayor proyección de la Liga. Y fue el elegido cuando se le dio la patada a Zubizarreta. Todo pintaba bien… pero en el partido de Supercopa de España contra el Zaragoza, en pleno agosto, en casa, frente a un chute fácil, se tira haciendo una vistosa palomita… para que se le escape el balón de las manos y quede en el ridículo más espantoso. Frente a una afición que entonces no pudo evitar ese mantra tan culé del “aiaiaiaiquepatirem”. ¿Premonición? Tal vez. La realidad es que a partir de ese momento, la carrera de Lopetegui fue de mal en peor y acabó la temporada con Busquets (padre) quitándole el puesto titular en la portería blaugrana. Otro que tal, tío más bien quinqui, que vestía siempre pantalón largo para jugar y no era capaz de parar ningún balón, sino que siempre despejaba como si de un portero de balonmano se tratara. El esperpento en la portería del Barça dará mucho que hablar en los próximos años, eso era sólo el principio.
Por si fuera poco, un Romario, dicho sea de paso, de lo mejor que jamás he visto en un campo de fútbol, que acaba de ganar un mundial, se convierte en un foco de problemas. Comienza mal, decidiendo unilateralmente alargar sus días de vacaciones tras el mundial de USA’94. Luego se pasa media temporada yéndose de fiesta. Más tarde unos rateros de poca monta le secuestran al padre en Brasil. Y al final, la cosa acaba como no podía ser de otro modo, con Romario dejando el Barça (o siendo invitado a hacerlo) en invierno para fichar por el Flamengo. Una pena.
Fue portero del Barça, antes que especialista en las escenas de  acción de La Sexta
La temporada acaba siendo nefasta, un sólo título, menor, la Supercopa de España, dos severos correctivos, 5 a 0, uno doloroso en el Bernabéu y otro ridículo frente al Racing de Santander, el Real Madrid se lleva la liga y el Barça acaba 4º. Y sólo se puede señalar que jugadores de B comienzan a tener una presencia que se haría más notoria con el tiempo: Roger Garcia, Sánchez Jara (un hombre a un bigote pegado) y (oh-oh) Jordi Cruyff…
Y si en la temporada 94-95 se hablaba de renovación, en la 95-96 esta renovación es un hecho. Figuras como Stoichkov abandonan el Camp Nou (para militar en el Parma) y se fichan 4 extranjeros nuevos: Figo, Kodro, Popescu y Prosinecki… veamos, Figo resulta ser una apuesta, muy interesante, pero lejos aún de lo que daría. Kodro era un jugador bosnio que el año anterior había conseguido el pichichi con la Real Sociedad. En un ideal, un tío que marcaba tantos goles en un equipete mediano como la Real, debería haberse hartado a marcar de azulgrana… pero no, amiguitos, esto es el Barça, y nada es “normal”. En esa época estalla la guerra de Bosnia, lo cuál afecta psicológicamente y de un modo grave a Kodro, que acaba siendo un bluff, incapaz de ver puerta. Popescu se supone que aportaría músculo al equipo, y sin ser gran cosa, se mueve en lo aceptable. Y Prosinecki resulta formar parte de eso que se conocería como cruyffadas: el holandés decidió que podía recuperar a un Robert Prosinecki que, en honor a la verdad, venía de una temporada muy buena en el Oviedo, tras su triste paso por Madrid. Al final, nada, un trofeo Gamper vistoso, y a arrastrar penas y lesiones por el campo el resto de temporada. Esto de recuperar jugadores que habían fracasado previamente de blanco se estaba convirtiendo en una costumbre bastante tonta. Finalmente, también destacar a Ángel Cuéllar, fichado del Betis y que se lesiona en la primera jornada de liga para varios meses. Muy significativo de cómo iba a ser la temporada.
A pesar de todo, el Barça acaba estando ahí, peleando por una Liga y una Copa que se acaba llevando el Atlético de Madrid de Radomir Antic, Pantic, Simeone, Caminero y Penev. Gran parte de la culpa la tiene la llamada 5ª Del Mini, un grupo de jugadores que suben del Barça B e insuflan descaro y buen toque al equipo, hablo de nombres como Roger Garcia, Jordi Cruyff, Celades, Toni Velamazán, Juan Carlos Moreno o un celebérrimo De La Peña. Al final, terceros en Liga y subcampeones de copa. O sea, nada, en una liga que sería la liga de 22, por esa moratoria que permite a Sevilla y Celta mantenerse en primera división, previas manifestaciones en ambas ciudades, Sevilla y Vigo (hay que joderse), cuando legalmente, y por no cumplir con la normativa que obliga a la conversión de los clubes en Sociedades Anónimas Deportivas, deberían haber descendido a 2ªB.
Esperpento tras esperpento, en la portería culé continúa el show. Lopetegui pasa de ser el 2º portero a ser el 3º, porque Mariano Angoy pasa a defender, en ocasiones, la meta blaugrana. Angoy es, además, yerno de Cruyff, quien por si fuera poco, tiene a su hijo en plantilla. Veamos, lo del hijo, puede pasar, el chaval no era malo, aunque sin apellidarse como se apellidaba, jamás hubiese vestido la zamarra del Barcelona. Pero lo de Angoy no tenía nombre. El tipo acabó su carrera deportiva como kicker del equipo de fútbol americano de los Barcelona Dragons, no te digo ná y te lo digo tó.

El yerno
Al final de la temporada, las peleas Cruyff-Núñez se elevan tanto de tono que, dado que los resultados tampoco acompañaban, la cosa acaba con el cese del holandés, tras una grave pelea verbal con Núñez, en donde no faltan insultos personales. El presidente llega a insinuar que Cruyff “deseó un mal” a su recién nacida primera nieta. Sin Cruyff en el banco, Carles Reixach toma las riendas durante las pocas jornadas que faltan, para acabar dejando también el club y yéndose a entrenar a un destino muy de moda entre las vacas sagradas del fútbol de los 90’s, Japón, que se convierte en un cementerio de elefantes en versión balompédica. Le sufrirían durante varios meses en el Yokohama Marinos. Pobre gente.
La temporada 96-97 comienza con un entrenador nuevo, Bobby Robson, un abuelete inglés con mucha flema que había hecho historia al llevar a un club humilde como el Ipswich Town al subcampeonato de la Premier League y a ganar una UEFA. Como segundo, el que sería un tío muy (demasiado) popular años más tarde, José Mourinho. Desde el principio, no obstante, se decía que ésa iba a ser una temporada de transición, esperando la llegada, en la siguiente temporada, del que era el míster de moda por entonces, Louis Van Gaal. Pero mientras tanto, y un año más, comienza el baile de nombres y fichajes.

Un hombe. Un bigote. Dos apellidos. Sánchez Jara
La 96-97 es la temporada de aplicación, por vez primera, de la Ley Bosman, y pronto las cosas se desmadrarían. De entrada, llegan Luís Enrique y Lauren Blanc, fichados el año anterior por Cruyff. La temporada del central francés, de toque finísimo, resulta ser fantástica. Luego, en un golpe de efecto que resultó ser gaseosa pura, gesto de cara a la galería, se repesca a un Stoichkov en horas bastante bajas. Por si fuera poco, llegan también Fernando Couto, central leñero portugés, Pizzi, el eterno delantero revulsivo y salvapartidos, un brasileño de poca fortuna, Giovanni y un capricho de Robson, el nigeriano Emmanuel Amunike, popularmente conocido como “Manolo”.
El culebrón de la portería tiene un capítulo nuevo, con la llegada de Vitor Baía, más estrella mediática y chico guapo que portero. Un bluff en toda regla que se ganó la antipatía de la grada (y los beneplácitos del sector femenino de la afición).
Mención aparte merece el que me parece el mejor brasileño que he visto en el Barça, me refiero a Ronaldo. El chaval era una estrella en su país y fue llamado a la selección con sólo 17 años, para recalar luego en el PSV Eindhoven. El Barça sería su primer gran club, y la temporada que hizo fue inigualable. Él solito eclipsó a todos los demás.
Una lástima que ese año el Real Madrid hubiera fichado a Capello entrenando a un grupo que contaba con Suker, Mijatovic, Roberto Carlos y Seedorf. Y aunque el Barça plantó cara hasta el final, la liga se fué para Madrid, teniéndose que conformar la culerada con el 2º puesto.
Acabó el club ganando la Recopa de Europa, que compitió porque el Atlético de Madrid jugaba la Champions League. Ese título, a pesar de ser el primero en 3 años, supo a muy poco, y al final, la etapa Robson se cerró tal y como estaba previsto, en verano del 97.

Canciones:

Poison: «Talk Dirty To Me»
Keith Richards: «You Don’t Move Me»
The Muffs: «Sad Tomorrow»
31
Oct
11

100% Colombian

Volví ayer de un viaje de trabajo a Colombia. Venga, reconocedlo… ha sido acabar la frase y todo el mundo ha pensado en hacer el chistecito. Que si me he traído bolas de coca metidas en mi estómago (u otra parte de mi cuerpo). Que si me había secuestrado la guerrilla. Que si había estado en una fiesta en casa de uno de los capos de Cártel de Cali y habíamos acabado borrachos de ron disparando las uzis. Sí, por más que les pese al los colombianos (el tema salió en varias conversaciones), los tópicos pesan mucho. En todos los países, claro está. Lo que ocurre es que en Colombia los tópicos son francamente chungos, y apenas pasan de la violencia, la corrupción, la droga y la Guerrilla. Si hasta Steven Tyler, en la biografía de Aerosmith (excelente, “Walk This Way”, de 1997) se refería a su etapa de mayor adicción a la cocaína con una frase que venía a ser algo así como “he relanzado la economía de Colombia”. Tampoco me andaré ahora con otro clásico de los reportajes de viajes, “Colombia es un país maravilloso” y blablabla. Pero sí es cierto que hay mucho tópico por superar.
En realidad se trataba de mi segundo viaje al país este año, a Bogotá, concretamente. Lo que ocurre es que el anterior lo realicé en medio de esa travesía por el desierto que me alejó de este, vuestro blog favorito, y bueno, por lo que sea, jamás hablé de él. En fin, mis viajes laborales son particularmente poco atractivos para el relato. En un viaje por trabajo, habitualmente, no hay tiempo de hacer turismo, y uno pasa por los sitios sin ver ese monumento, ese museo, esa playa o esa calle tan característica. Tampoco se puede decir que me de margen para “diluirme con la población nativa” y todo ese rollo tan de libro de viajes. En general, hay demasiado de ese triunvirato mágico aeropuerto-hotel-oficina que, lamentablemente, apenas tiene diferencias apreciables por todo el mundo. Lo intento, no obstante, buscar un poquito de tiempo para el turismo y, sobretodo, más por ser casi lo único que puedo conseguir, tratar de mezclarme con la gente del lugar.
 
Venga, un poquito de exotismo, que no se diga…
Una de las cosas que me llamó la atención fue el ritmo de trabajo. Reconozcámoslo, todo el mundo tiene en mente la idea de una cierta, digamos, relajación laboral. Bueno, supongo que de todo habrá, pero tengamos en cuenta un detalle: la jornada laboral en Colombia es de 48 horas semanales. Es decir, se trabaja los sábados. O en ocasiones, se trabaja 9 horas semanales y sábados alternativos. No sólo eso, sino que además hay tan sólo 15 días (naturales!!!) de vacaciones al año.
Bogotá es una ciudad enorme, con unos diez millones de habitantes, situada a entre 2600 y 3000 metros por encima del nivel del mar. Eso, que parece un dato intrascendente, es algo que noté al despertarme la primera noche. Una sensación como de congestión nasal, pero sin tenerla. Entre la respiración un poco más costosa (me pregunto cómo será en La Paz o Cuzco) y el desbarajuste del cambio horario, no resultan ser las mejores condiciones para trabajar. Pero amigos, uno es un profesional y lo afronta todo con la mayor dignidad de la que puede hacer gala. Mi contacto en Bogotá me recoge en el hotel y nos disponemos a llegar a la oficina. Las calzadas de las calles están destrozadas, en pleno centro financiero hay unos socavones que hacen necesarios unos buenos amortiguadores en el coche. El tráfico es caótico, pero no sólo por la cantidad ingente de coches que hay, sino por el desprecio a las normas más elementales de seguridad al volante. Sin embargo, y como suele ocurrir en estas situaciones, nadie se cabrea, nadie toca el cláxon. En Barcelona, una indecisión o un cambio de carril inesperado provocará una pitada monumental con mención a la madre incluida por parte del conductor de detrás. No era el caso de Bogotá, donde todo el mundo aceptaba ese caos con resignación y calma. Para tratar de mejorar eso, el ayuntamiento restringe la circulación a días tres días de la semana por número de la matrícula del vehículo. Es decir, el conductor de Bogotá no puede sacar su vehículo un par de días determinados de la semana, que el local define con una expresión graciosa, “tener pico y placa” (??), y el fin de semana es abierto para todos los coches.
No está nada mal…

 
Tres acontecimientos marcaban el pulso de la semana: la cercanía de Halloween, las elecciones municipales que se han celebrado hoy, domingo, y la final de la Copa de Colombia. Como suele ocurrir en casi toda América Latina, la influencia de los USA es muy fuerte. Por eso, si en España, cásica, orgullosa, rancia, católica, apostólica y romana, resulta cada vez más difícil evitar la incorporación de Halloween a la festividad de Todos Los Santos, en Colombia ya forma parte del imaginario colectivo, con niños disfrazándose y pidiendo caramelos incluidos. Todos los locales de ocio de la ciudad estaban decorados con telarañas de pega, calabazas, lápidas y muñecos de brujas. Las fiestas prometían ser grandes, aunque se adelantaban al fin de semana, ya que al caer el día 1 en martes, se trasladaba el festivo a un lunes de otra semana. Sin embargo, había un problema: las elecciones municipales del domingo. Y por qué suponía eso un problema, se preguntará el lector de estas líneas. Pues porque en Colombia, la jornada de reflexión previa a la cita electoral incluye el establecimiento de Ley Seca. Es decir, desde las seis de la tarde del sábado, estaba prohibida la venta de alcohol tanto en bares como en licorerías y supermercados. Con lo cuál, había un cierto stress en comprar las botellas antes de esa hora para consumirlas en casas, en fiestas particulares o antes de, como dicen allí, “irse de rumba” (ya me perdonaréis, a mí, que soy tontito, me hacen gracia estas expresiones).
Y aunque el fútbol colombiano hace tiempo que está de capa caída, y los años de gloria de la selección colombiana quedan muy atrás, sigue siendo un entretenimiento muy seguido. El jueves se jugaba la final de Copa (partido de vuelta), y muchas personas de la oficina donde trabajaba esa semana se reunían para ver el partido en un bar, así que me invitaron a unirme a ellos. Todos los bares llenos a rebosar de hinchas siguiendo con ese entusiasmo que todo el mundo relaciona con el fútbol argentino para ver el partido: Millonarios de Bogotá contra Boyacá Chicó. En fin, ni siquiera beberme varias botellas de cerveza Club Colombia me hizo superar mejor un partido que definiría el gran José María García de ramplón, ramplón. Pero amigos, en ese bar se podía sentir la Pasión. Al final, que sé que andábais en un sinvivir, y pese al penalty fallado, acabó ganando Millonarios, “los millos”, lo que desbordó la alegría en las calles por parte de los hinchas (y el puteo por parte de la vecindad, supongo). Después, una cena a base de picada, un plato para compartir a base de patata criolla, morcilla y salchichas, en el cerro Santa Bárbara, y un canelazo, licor caliente y muy dulce para una noche como ésa, lluviosa y algo fresca, como fue toda la semana.
Vista de la ciudad desde el cerro, con un canelazo en la mano.
En fin, por supuesto que también trabajé. Lo malo de esos viajes que, para ser en el otro lado del mundo, acaban siendo cortos, es que entre la jornada y el mal dormir por el cambio de hora, uno llegaba al hotel bastante cansado. Y los cachondos del hotel, además de surtir el baño con los clásicos jabones, pasta de dientes y demás, incluían un preservativo en el kit. Me pregunto si lo renovarían al día siguiente, en caso de que lo hubiera usado…
Canciones:
Mother Love Bone: “Stargazer”
Fun Lovin’ Criminals: “Up On The Hill”
Vampire Weekend: “Mansard Roof”



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