Siempre se ha acusado a David Bowie de ser un copión. De ser un aprovechado de ideas ajenas para apropiarse de ellas, venderlas como propias, y ya de paso, hacer unos cuartos. Algo de eso es verdad, cierto. Y sin embargo, hay que sacar a la palestra que también hubo ocasiones en las que ayudó de una manera crucial como para re-encauzar las carreras de los que consideraba sus ídolos o incluso mentores. Uno de estos casos es la ya celebérrima asociación de David Bowie con Iggy Pop. Resumiendo la historia, Bowie admiraba al Iggy de los Stooges, que ahora todo el mundo asumimos como piedra angular del rock n’ roll, pero no lo olvidemos, en su momento, no vendieron un carajo, y entre 1972 y 1976 la carrera de Iggy estaba acabada, su disco junto con James Williamson ni siquiera se llegó a publicar, y el mismo Iggy había entrado en una peligrosa espiral de drogas y problemas mentales. Seguramente, sin la ayuda de su amigo Bowie, empeñado en que publicara un disco en solitario, Iggy no habría sacado adelante su carrera. Sí, ahora el lector avispado me dirá que Bowie aprovechó ese disco de Iggy para experimentar sonoridades que luego desarrollaría en sus propios trabajos. Sea como sea, y yo no pienso que de eso se trate, pero aunque así fuera, si hoy tenemos discos de Iggy Pop, probablemente sea en gran parte gracias a David Bowie.
Algo similar ocurrió con Lou Reed. Recordemos que el duque blanco era un gran fan de la Velvet Underground. Recordemos también que en vida, The Velvet Underground vendió pocos discos, o por lo menos muy pocos si lo comparamos con la fama y el reconocimiento global que tienen hoy en día. A la disolución de la banda, Lou Reed publicó un primer disco, de título homónimo, compuesto en su mayoría por temas rescatados de su etapa Velvet. Lou no quedó muy satisfecho del resultado, y aunque se empezaba a reverenciar el legado de Velvet Underground en ese 1972 en que se publicó el disco, comercialmente fue un fiasco. Pero ahí estaba el tío Bowie para echar un cable a un admirado amigo. En este caso no estaba solo, le acompañaba el nunca suficientemente reivindicado guitarrista Mick Ronson, quien se entregó al máximo en el que sería segundo disco de Lou Reed, que titularía “Transformer” y publicaría a finales del mismo año 1972. Tanto Bowie como Ronson constan como co-productores, y en temas como “Vicious” esa influencia no se puede negar.
Podría calificarse como el disco glam de Lou Reed. Salvando las distancias, claro, pues la personalidad de Reed era tan aplastante que los paralelismos resultan más difuminados. Aún así, en la bonita “Perfect Day” podemos encontrar ese dramatismo en los arreglos que vemos también en, por ejemplo, “Life On Mars?”. Y qué me dicen de “Satellite Of Love”, o acaso no piensan ustedes en ese muchacho con el rimmel corrido (con perdón) tarareando ese estribillo de vuelta a casa, tratando de no trastabillarse con esos botines de plataformas. “Transformer” es también el LP que contiene la que podría ser calificada como la canción más popular de Lou Reed, “Walk On The Wild Side”, el tema por el que Lou Reed se hubiera podido retirar y dedicarse a hacer bolos en el circuito de viejas glorias americanas. A pesar de su enorme popularidad, hacerse el exquisito es ridículo: “Walk On The Wild Side” es una canción fantástica, además de tener una letra muy interesante acerca de personajes que Lou Reed conoció en su etapa de la Factory, y que da una visión bastante clara de lo que eran aquellos años.
Todo en “Transformer” es especial, comenzando por la portada. Es una de las portadas de discos de los 70’s que más me gustan. En realidad, la foto se le desenfocó a Mick Rock, el autor, en el cuarto oscuro (no me piensen mal, marranos), pero la realidad es que quedaba mejor que una imagen pulida. Le da un aire más decadente, el maquillaje, la pose de ese Lou delgadísimo, casi andrógino, combinado con el dorado de los márgenes. La contraportada también dejaba claro que la cosa no iba de medias tintas.
Y ahora os voy a confesar una cosa… durante una época, cuando era un chavalín y comenzaba a escuchar esto del rock n’ roll, tenía un feo vicio de robar discos. No en las tiendas, nunca tuve suficiente arrojo para ello. Sí a las personas. Y “Transformer” fue uno de los discos que robé en su momento. Dí con una copia en vinilo, original de la época, en casa de mis abuelos. Probablemente pertenecía a uno de mis tíos, dudo mucho que mis abuelos quisieran saber nada de ese cantante de Nueva York con pinta de yonki y aprendiz de marica a tiempo parcial. Por supuesto, y dado que mis tíos, al parecer, no lo habían reclamado, me llevé ese vinilo a casa. El hecho de tratarse de una copia en vinilo lo hacía incluso más atractivo, ya sabéis, yo sigo considerando el rock como algo orgánico, y el tener esa pieza en casa era como llevarme un pedacito de historia. Más tarde vi una vez, en casa de mi tío, una copia en CD de “Transformer”. Al verme con el CD en las manos, mi tío me dijo algo así como “yo me compré ese disco cuando salió, hace años. Pero lo perdí.”
Para cuando descubrí “Transformer”, título que, por otra parte, me transporta a mis meriendas viendo las andanzas de Optimus Prime, ya había comenzado a sumergirme en la carrera de Lou Reed a través de “Berlin”, el disco que publicaría LouLou posteriormente, y que bastante poco tenía que ver con su predecesor. Y ya no escuché ningún LP más del neoyorkino hasta mucho tiempo después, cuando grabó “The Raven” en 2003, un disco que por cierto, no estaba nada mal. Era, claro, francamente difícil competir con aquellos dos trabajos que convirtieron a Lou Reed en el mito del rock n’ roll que pasó a ser.
Canciones:
Travelling Wilburys: “Handle with care”
Radiohead: “Black Star”
Aerosmith: “The Farm”
Un disco magnífico de principio a fin. Me hipnotiza la base rítmica de «Vicious» y «Perfect Day» me hace viajar en el tiempo, en una época donde no paraba de sonar en mi coche. Luego la asociaría con Trainspotting, pero eso es otra historia…
Claro, también sonaba en «Trainspotting»… todo el disco, en general, es muy drogota… A mí, de «Vicious» me gusta esa guitarra, que parece que suena como un chispazo…
Un clásico, sin duda. Lo poco que no me gusta del disco me hace gracia, así que perfecto.
Un saludo
Sí, la verdad es que hablar de discos como este es muy fácil, a cualquier persona que le guste el Rock n’ Roll le gustará… supongo que debería investigar un poco más en la carrera de Lou Reed…