Posts Tagged ‘Redd Kross

03
Abr
17

Canciones y años

Ah, el tempus fugit y todas esas mandangas que han inspirado al ser humano desde tiempos inmemoriales. El vértigo que provoca darte cuenta de que no eres el amo de tu vida. Es sólo eso. Esos versos de Gil de Biedma, tan repetidos, tanto que casi desdibujan su verdadero significado, quizás también porque expresan algo tan difícil de advertir e imposible de corregir: “que la vida iba en serio, uno lo empieza a comprender más tarde”. Cuando eres más joven, no te importa una mierda nada, la mayor parte del tiempo, y son los años quienes acaban dándole la vuelta a eso: es el tiempo a quien no le importas una mierda.

Los años son una impostura, un invento del papa Gregorio XIII, una cifra que nos ayuda a recordar, pues los recuerdos son lo que somos. Los recuerdos que yo tengo de mi romance con aquella joven Kate Moss, allá por 1999, son tan vagos  y borrosos que ya me entra la duda de si me lo habré inventado yo. ¿O sería 1989? Esas cuatro cifras fatales que quieren decir algo. Lo que sea. Algo querrán decir. Ni que sea para inspirar a peludos que se suben a un escenario.

1916

Para Lemmy, de Mötörhead, ese 1916 estaba marcado por la I Guerra Mundial, y como tal quiso plasmarlo en esa canción que a su vez daba título al disco con el que traspasaban la década de los noventa. Un tema distinto, fuera del estándar del trío, de velocidad y fiereza. Lemmy era un gran amante de la historia bélica. Yo nunca he sido un gran amante de Mötörhead, por más que ahora, y muerto el hombre, parece que salen fans de debajo de las piedras. Me temo que a Lemmy le ha pasado un poco (a menor escala, eso sí) lo que le ocurrió a Bob Marley, o a James Dean o al Che Guevara: se han convertido en un póster, en un estampado de camiseta o (horreur!) una frase de muro de Facebook.

1939

Algo parecido le pasó a Brian May, de Queen, cuando compuso el tema “’39” inscrito en el celebérrimo “A Night At The Opera”, también conocido como el-disco-de-boemianrapsodi. En este caso, May no es un experto en historia bélica, sino en astronomía y astrofísica. La historia relata un experimento en el que unos exploradores son enviados al espacio y a su retorno han pasado cien años, según la teoría de la dilatación del tiempo en la teoría de la relatividad de Einstein. Hubo quien quiso ver algún tipo de alegato belicista, sin embargo May siempre lo negó y su trayectoria científica da más peso a la primera versión. Al final, esa “’39” es una canción que cantó el propio Brian May y suena más cercana a los dos primeros discos de La Reina que al LP en el que se incluyó.

1969

Saltamos treinta años para meternos en terreno grasiento, sucio, que huele a alcohol y a violencia gratuita. ¡Son The Stooges, hombre! Todo en esta canción está bien colocado, todo tiene sentido en el marco en el que se circunscribe, comenzando con esa intro de guitarra que raspa como papel de lija, y con Iggy declarando, “all right”, antes de comenzar con un ritmo casi tribal y de acabar como acaba, a voces.  Fijémonos en la letra:

It’s another year for me and you
Another year with nothing to do
Last year I was twenty one I didn’t have a lot of fun
And now I’m gonna be twenty two I say oh my and a boo-hoo

Seguramente Gil de Biedma lo dijo de una manera más bonita, no obstante, en el fondo, acaba siendo lo mismo.

1970

Y el reverso aún más oscuro y más depravado nos lo proporcionaban los mismos The Stooges, un año más tarde, en el siguiente LP del grupo. Un Iggy Pop más chulesco todavía declarando “I feel alright”. Si alguien me preguntara cuál es la mejor canción de The Stooges, probablemente diría que esta “1970”. Y si alguien me preguntara acerca del mejor solo de saxo en el rock n’ roll, seguramente mencionaría el que cierra el minutaje del tema, sonando tan sucio y descarnado como la guitarra más distorsionada.

1976

Más que una canción, una declaración de intenciones, esta “1976” de Redd Kross. Una visión edulcorada de una década en la que los miembros del grupo vivieron su primeriza adolescencia y niñez. ¿Cómo sonaría una canción si yo escribiera un tema llamado “1993”? La pregunta es una estupidez, yo apenas soy capaz de tocar tres acordes seguidos en una guitarra sin meter la pata. Pero seguramente, a nivel espiritual, sería parecido, porque el tiempo constituye un prisma cabrón que deforma los recuerdos, en especial los de esa época de pre-adolescencia, y una vez más, Gil de Biedma, otro cabrón que tenía razón. Como nota curiosa, en dos ocasiones, antes del estribillo, canta alguien que suena igual a Paul Stanley de Kiss, y tratándose de una banda tan fanática de Kiss como los Redd Kross, pudiera ser. Pero no lo es, en aquellos tiempos Redd Kross eran muy minoritarios y no tendrían el dinero suficiente para que el tío Stanley moviera su culo. En realidad se trata de su guitarrista de entonces, quien, hay que decir,  lo clava.

1979

“1979” de Smashing Pumpkins, podría ser el reverso a la canción de los Redd Kross, pero con ese aura más intensito que gastaba Billy Corgan. Menos sutil y menos divertido que Jeff McDonald, de Redd Kross, compone sin embargo una buena canción, aunque no puedo dejar de preguntarme si el tema hubiera sido tan apreciado por los fans de la banda de no ser por ese videoclip que lo acompañaba.

1984

Aunque podría referirme a ese corte instrumental que abría el disco de Van Halen. Pero no, en esta ocasión me refiero a la canción de David Bowie de su disco “Diamond Dogs”. Una empanada inspirada por la clásica novela de George Orwell, quien quiso ver un futuro en ese año (Orwell, no Bowie) que tardaría unas décadas más en producirse. Aunque el disco lo grabó aún sin el guitarrista Carlos Alomar, aquél LP ya rezumaba lo que iba a ser la encarnación de Bowie para el siguiente lustro, el del enamorado de la música negra, y con Alomar de mano derecha (quien se incorporó para la gira de “Diamond Dogs”). ¿La canción? Un trepidante estallido de soul funk elegante.

1999

Y si hablamos de temas futuristas, puedo mencionar la que es mi canción favorita de Prince, “1999”. Del disco que la contenía, titulado también “1999” la gente suele recordad “Little Red Corvette”. No se me ocurre un mejor inicio para un álbum, no obstante, que esta “1999” -la canción-  que contenía un rollo proto-futurista con vistas a ese temible año 2000 que acechaba y que, ya ves, pasó, y ni un triste avión cayó del cielo en aquella nochevieja de 1999. Un timo, vaya.

10
Nov
13

Pixies En Madrid

Vengo de pasar un par de días en Madrid, con la excusa, que no es poco, de asistir al concierto de Pixies en la capital española. La ocasión era inmejorable. De hecho, Pixies eran, para mí, uno de esos grupos que había asumido que nunca iba a ver en directo. Y no sería por ocasiones. Obviamente, hablamos de giras de reunión, porque la formación original se rompió en 1992, cuando Frank Black (entonces Black Francis), simplemente, les envió un fax a sus compañeros indicándoles la circunstancia. Siempre me ha encantado esa historia, esa manera tan poco ortodoxa de acabar con la banda. Sencillamente, Frank Black ya no aguantaba a la bajista Kim Deal.

En 2004 volvieron, sorprendentemente, a la actividad. No se soportaban, en especial Frank Black, Kim Deal y Joey Santiago. Pero amigos, los Pixies daban pasta, lo cual no deja de ser un motivo tan lícito como cualquier otro para volver. Tocaron en el Primavera Sound de 2004, y me lo perdí. No recuerdo muy bien el motivo, sería una estupidez. No sería, sin embargo, la última gira de reunión de los duendecillos de Boston. Repetirían Primavera Sound en 2010 y… me los volví a perder. En esta ocasión, tenía justificante firmado por mi mamá… en ese año pasé una etapa complicada que me hizo perderme muchas cosas, y de la que no vale la pena hablar.

Y por fin, cuando había colocado a los Pixies en el casillero de los grupos que nunca iba a ver, me enteré de sus dos conciertos en Madrid. Y claro, no iba a dejarlos escapar en una tercera ocasión. Lamentablemente, Kim Deal había tenido suficiente, o no se había fundido la pasta, vaya usted a saber. Sea como fuere, la gorda bajista no se apuntaba a la fiesta, lo cual no dejaba de ser una lástima. Kim Shattuck, de The Muffs, cubre la plaza.

Tengo que decir, no obstante, que a pesar de la emoción que me causaba el poder presenciar un concierto de una banda que seguía desde hacía más de quince años, no me entusiasmó. ¿Qué falló? Para mi gusto, un aspecto principal: el repertorio. De acuerdo, esto de los repertorios es algo muy personal, muy diverso, y cada fan tendría uno diferente. Pero qué os puedo decir… ir a un concierto de Pixies y que no toquen “La La Love You”, “U-Mass”, “Here Comes Your Man”, “Digging For Fire”, “Caribou”, “Gigantic”, “Velouria”, “Cecilia Ann”, “Bone Machine”, “Gounge Away”, “Nimrod’s Song”, “Cactus”, “Havalina”, “I Bleed”, “Stormy Weather” o incluso “Manta Ray” … insisto, esto entra dentro del bonito mundo de los gustos personales, pero no me negaréis que de la quincena de temas que cito, al menos la mitad pertenecen a lo mejorcito que han grabado el cuarteto de Boston… pues no, ni rastro de esas canciones. He de reconocer que alguna de ellas sí que cayó en la noche anterior (tocaban dos noches seguidas en Madrid), lo cual ya es mala suerte.

Total, que a pesar de esa mística de tener a los Pixies frente a mí, y de algunos momentazos que tuvo el show (espectaculares David Lovering y Joey Santiago), me quedé un poco frío en varios momentos, y en general, el concierto me emocionó mucho menos de lo que quisiera. Me recordó a la noche en que vi a los Redd Kross, otros que andaba años detrás suyo y que había borrado de mi casillero de futuribles, para que, de repente, en 2007 decidieran, por fin, girar, y recalaron en Apolo, para dedicar más de la mitad del bolo a repescar temas de su discografía anterior a “Third Eye”, para mí, claramente inferior a lo que vendría después. Te quedas con cara de tonto. Y un poco, es lo que me volvió a pasar ayer. Por lo menos interpretaron mi Pixie-canción favorita: “Debaser”.

Canciones:

Pixies: “U-Mass”

Pixies: “La La Love You”

Pixies: “Gigantic”




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