Cuando conocí de la existencia de un libro con semejante título, no pude sino hacerme con él. Y es que, por más oportunistas que pululen en el mundillo del rock n’ roll, todas las fuentes parecen indicar que Tony Sánchez, también conocido como Spanish Tony, tuvo una estrecha relación laborable-amistosa con los Rolling Stones entre los 60s y primeros de los 70s. Y bueno, el título es bastante significativo de lo que nos podemos encontrar entre sus páginas: carroña de la buena. Todo ello desde el prisma no de un plumilla ajeno sino viniendo de un tipo que estuvo allí. Con ellos.
Resumiendo, Tony Sánchez era una suerte de personaje del hampa londinense, de orígenes españoles, que, metido en negocios de antros nocturnos y conocedor de la distribución de droga en la city, acaba conociendo y haciéndose amigo de Brian Jones. Y a partir de él, de toda la troupe stoniana, a saber, Keith y Marianne Faithfull, principalmente, pero también del resto. Bien como amigo, bien como asistente personal (ahora quiero unos gramos, ahora acabo de estrellar el Bentley y no sé qué hacer, ahora estoy tan colocado que no puedo aparcar…), puede aportar una visión menos censurada que la de la literatura oficial acerca de los Rolling Stones.
Y resulta francamente divertido, este libro, ahondando en el anecdotario, esquivando detalles musicales o históricos por todos conocidos. Para mi gusto, pudiera ser el reverso a aquel celebrado “Vida” de Keith Richards. Si en su autobiografía, como le corresponde a todo autobiografiado, Keith trata de hacer un lavado de cara y pasar de puntillas por asuntos escabrosos, en el presente libro, Tony Sánchez hace todo lo contrario. Obviamente, también el escrito de Sánchez lima sus actos para hacerlos todos más suaves y benevolentes con su persona.
Lo mejor es ese retrato de la vida de los Stones, Brian, Keith, Mick, Anita y Marianne, como estrellas del rock en crecimiento y luego en decadencia. Muestra a una pareja Keith-Anita como esos yonquis ricos pero con todos los tics del drogata: extremadamente egoístas, crueles, desconfiados, violentos a veces, desastrados. Y lo hace sin caer en hipérboles, si bien podemos imaginar que no toda la vida de Keith entre 1968 y 1974 fue consumir heroína, tampoco se puede decir que el relato que explica sea extraño o parezca (porque no tenemos la certeza, claro) irreal. A Mick tampoco le trata muy bien, considerándole como un tío endiosado y algo hipócrita. Y, probablemente porque está muerto, deja en mejor posición a Brian Jones.
Tony Sánchez siempre adopta una repelente pose de “yo no les vendía, yo sólo les ayudaba a conseguir la droga”, o de “yo le decía a Keith que era demasiado, que se estaba pasando, pero Keith nunca me escuchaba” y de “yo esnifé heroína de vez en cuando pero no estuve metido tan a fondo en ello”. Es decir, San Tony, el bueno, el amigo de la banda, el empleado fiel. Y claro, todos sabemos que no sería así.
No importa demasiado, este último dato. Lo importante del libro es que es muy divertido, incluso para, y odio utilizar este término, lectores avanzados, que ya han devorado varias biografías de la banda o de sus miembros. Muy recomendable, pues.
Canciones:
Cactus: “Long Tall Sally”
Masters Of Reality: “The Blue Garden”
Wolf People: “Empty Vessels”
1 Respuesta to “YO FUI EL CAMELLO DE KEITH RICHARDS, TONY SÁNCHEZ”