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02
May
17

Vicios y virtudes

Para todos aquellos agoreros que durante los años 90 se les llenaba la boca hablando de la robustez del formato CD frente a la fragilidad del disco de vinilo. “Un CD dura toda la vida oyéndose siempre bien”, decían. Pamplinas. Esta semana descubrí con lástima que mi copia del CD de Duff McKagan “Beautiful Disease” ha muerto. Fallecido. Ni una pista se reconoce, oiga. Una pérdida, porque este era un disco con historia. Duff McKagan (por si hay algún despistado, bajista de Guns n’ Roses, entre otras encarnaciones) grabó ese disco en 1999, como el primer trabajo que registraba tras su salida de Guns n’Roses y tras su fallo pancreático que le dejó saludando a la parca. Pero, y ahí reside la gracia de la historia, ese disco jamás llegó a ver la luz. Por lo menos no de un modo oficial. Por lo visto, se grabó con la discográfica Polygram poco antes de que Universal la absorbiera y decidiese que, oh, cielos, no era un disco rentable para publicar, con los gastos de publicación, distribución y promoción que conlleva, y acabó en un cajón. ¿Cómo llegó, pues, a mis manos, se preguntará el lector? O tal vez no lo haga, hoy en día, buscando por internet, se puede encontrar hasta una grabación de Bob Dylan en la ducha cantando los éxitos de Falete. No importa, el caso es que me grabó una copia un tipo que trataba por aquél entonces, que escribía para la revista Popular 1, quienes en su momento entrevistaron a Duff y fue el mismo bajista quien entregó una copia de ese disco fantasma que, total, no le iba a rentar ni un dólar. Sospecho que a partir de ahí, copias de ese CD fueron pasando de mano en mano por toda Barcelona con la redacción de Popular 1 como epicentro, y de ahí, a vaya usted a saber. Esa era mi copia, con su historia, y le tenía cariño.

Tampoco es que sea un drama del siglo XXI, si uno escribe la cadena de palabras duff+mckagan+beautiful+disease en Google, no es difícil dar con algunas descargas. También se pueden encontrar copias de promo a la venta en ese sitio infernal para cualquier adicto a la compra de discos que es Discogs. No se encuentra, sin embargo, y como podría ser lógico, en Spotify. Y hace poco sentí la necesidad de escuchar uno de esos temas. Da igual que la época de la universidad haya quedado atrás hace lustros, pero la juventud es lo que tiene; igual te sorprende con una vieja canción que te pone en la piel de los veinte años.

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Los archivos centrales de Spotify (by @carloskarmolina)

En una época admiré mucho a Duff. Hoy, sin embargo, su pose me parece algo cargante. La historia es relativamente común, un joven rockero descarriado y muy desfasado, una situación que se convierte en vórtice (en este caso, su colapso pancreático y su marcha de Guns n’ Roses) del que sale hecho un hombre nuevo, virtuoso, amante de su familia, deportista, intelectual y, desde luego, limpio de adicciones. Demasiado perfecto. Tanto como para no creérselo. El mismo Duff llegó incluso a tener una columna acerca de política y economía en un semanario. Se nos ha convertido en una amalgama de dignidades.

Qué quieren que les diga, estos rockeros tan perfectos me aburren. Todas las familias dichosas se parecen pero las infelices lo son, cada una a su manera. En este tema, me viene siempre a la mente Eddie Vedder. ¿Hay algún ser en la tierra más perfecto que Eddie Vedder? Tiene una banda maravillosa, canta estupendamente, ha sido la imagen de los 90. Por si fuera poco, es políticamente comprometido con las causas más nobles, siempre cercano a la izquierda, no ha protagonizado escándalos, mantiene a su grupo desde hace ya 25 años. ¿Más? Es un surfero, guapo y al parecer, bastante cercano. Se le puede perdonar la frivolidad de haberse casado por segunda vez con una modelo, tras un primer matrimonio con una bajista de Seattle bastante feúcha. Vedder es también padre de dos hijos. Y ahora se va paseando por los escenarios con un ukelele… con un maldito ukelele con el que se dedica a grabar discos. Y aunque esto último sí que es imperdonable, pues un ukelele sólo puede ser utilizado si eres hawaiano o Marilyn Monroe, sigue siendo Eddie Vedder.

Yo estoy más con el rockero decandente, el que se gasta dinerales en estupideces o el que sigue dándole al alpiste. Me cae mejor. Hace unos meses pillé, por casualidad, una película por televisión, algo que habitualmente no hago. Y la vi, casi toda, menos el final, que me dormí, así que no se preocupen por los spoilers. Se trata de la película “Nunca Es Tarde” (2015), con Al Pacino como protagonista. En la cinta, Pacino interpreta a un rockero que en su senectud, sigue viviendo gastando a espuertas, esnifando cocaína y girando sin parar interpretando aquellos temas que le dieron fama en los 60 y que le sirven para ingresar más dinero constantemente. En la película, su productor le regala una carta que le envió John Lennon en los 60, alabando alguna de sus canciones, y conminándole a seguir con esa carrera. Todo ello provoca una crisis en nuestro protagonista, quien se pregunta si cantar una y otra vez aquellos hits de los 60 que sólo quieren escuchar gente de su edad, sin volver a escribir ni una sola nota, es lo que esperaba de su carrera musical. El resto de la película se mueve en unos términos más sensibleros y sinceramente, no creo que nadie se esté perdiendo nada del otro jueves si no han visto “Nunca Es Tarde”. Se deja ver, y entretiene, sin más. Yo disfruté, pese a todo, con la composición del personaje del viejo rockero Danny Collins que dibuja Al Pacino. Y en esa imperfección, en ese derroche, en esa torpeza para moverse en un mundo real, en esa querencia a las sustancias, yo puedo ver personajes a los que tener más simpatía que a los pluscuamperfectos Eddie Vedder y Duff McKagan.

CANCIONES:

Southern Culture On The Skids: “Shotgun”

Jack Nitzsche: “The Lonely Surfer”

Nada: “Senza Un Perché”

01
May
13

Discos Piratas

Hace ya bastante tiempo que, existiendo Internet, comprar un disco pirata resulta ser un dispendio inútil. A veces me planteo si comprar un disco, en general, no es un dispendio inútil. Todos tenemos nuestro momento de duda. Durante una época, sin embargo, un disco pirata, o bootleg, era una pieza codiciada entre melómanos. Lo que ocurre es que esta clase de productos siempre tenían su riesgo: efectivamente, en un envoltorio sugerente, era fácil encontrarse con grabaciones de mala calidad, de sonido infame o coñazos solo aptos para los completistas más extremos.

Yo tuve también mi experiencia con los discos piratas, hace mucho, cuando comencé a comprar mis propios discos. Sería 1995, acudía a mi primera Fira Del Disc, de esas que organizaba Jordi Tardà en Barcelona. Todavía no sé muy bien cómo, acabé comprándome un disco doble que recogía el concierto que R.E.M. habían ofrecido unos meses antes en San Sebastián. Era la gira de Monster, y yo me había quedado con las ganas de acudir a su concierto de Barcelona, de modo que pensé que sería un buen fetiche para quitarme, de alguna manera, la espinita. El aspecto del CD era un poco cutre, unas fotografías mal tomadas, y un título, “Espana 95”, donde ni siquiera habían podido usar la Ñ. Que digo yo, si no había Ñ, ¿por qué no titular “Spain 95”? En fin, que pagué por ese disco lo que en su momento me pareció un dinero considerable. Podrían ser 4000 pesetas.

Portada fea, fea...

Portada fea, fea…

Imaginad ahora que dais una fiesta en vuestro piso, y para animar el cotarro, contratáis a los R.E.M. de 1995. Los ponéis a tocar en el comedor, con vuestros amigos esparcidos alrededor. Y entonces, ponéis una grabadora en el lavabo, y registráis todo el audio. Pues bien, mi flamante doble CD se oía más o menos de ese modo. Os podéis imaginar mi decepción, la cara de idiota que se me quedó. Una banda en un buen estado de forma. Un repertorio maravilloso. Un jovencísimo Kar desplegando su fanatismo. Y ese disco con un sonido atroz. Horroroso. No se puede escuchar, apenas se distinguen los instrumentos, la batería suena como si golpearan una lata, y, por si fuera poco, se oye la charleta del público. Fatal.

El set list era estupendo... lástima del pequeño detalle de que... tenía que sonar!!

El set list era estupendo… lástima del pequeño detalle de que… tenía que sonar!!

Pero como si no hubiera escarmentado del asunto, ¿adivináis qué hice al año siguiente, en la correspondiente celebración de la Fira Del Disc? Pues evidentemente, comprarme otro disco pirata. En esta ocasión no me costó un dineral, era ya gato escaldado. Pero no lo suficiente, por lo que parece, y mi fanatismo por otra banda, en esa ocasión Radiohead, causó que me hiciera con un disco pirata que recogía un concierto de la banda, cuando presentaban esa genialidad que es “The Bends”. Sí, lo habéis adivinado, también me quedé con las ganas de ir a ese concierto. Permitidme una moraleja, nunca dejéis de ir a un sitio por tener que hacerlo solos. Pero claro, tenía entonces 16 años.

La portada mejoraba... ese CD en amarillo, puro 90's

La portada mejoraba… ese CD en amarillo, puro 90’s

Afortunadamente, ese “The Warehouse”, disco pirata de Radiohead que contenía una grabación de su concierto en la sala Warehouse de Toronto, también de 1995, tenía una calidad de sonido no solo mil veces superior al pirata de R.E.M., cosa francamente fácil, sino que podríamos decir que con un ligero filtraje, podría pasar por un disco en directo oficial bastante apañadito. La banda estaba en un gran estado de forma, y además, incluía un tema que formaría parte de su siguiente álbum, el celebérrimo “OK Computer”, el corte “Lucky”. Para entonces tenía los dos LPs oficiales de Radiohead, y el EP “My Iron Lung”, así que comprar ese directo resultó, claro, un paso lógico. Era muy fan de la banda, y lo seguí siendo hasta el mencionado “OK Computer”. Disfruté mucho de ese disco, también, pero significó el principio del fin. Luego vinieron los coñazos de “Kid A” y posteriores, la pose, las chorradas, las grabaciones aburridas… pero la parroquia que sólo conoce a los Radiohead actuales, que sepa que antes del siglo XXI, eran un grupo fantástico.

Definitivamente, eran otros tiempos para Radiohead

Definitivamente, eran otros tiempos para Radiohead

Aquella fue mi toda mi andadura en el mundo de las grabaciones piratas. A pesar de que esa segunda adquisición sí que cumplió las expectativas, por entonces me di cuenta de que había demasiados discos por conseguir y demasiadas bandas por descubrir como para perder el tiempo y arriesgar mi dinero en discos piratas. Para qué iba a comprarme un pirata de, qué sé yo, Guns N’ Roses, si todavía no había conseguido ningún disco de Led Zeppelin o The Stooges. Pero guardo todavía esos dos CDs, incluido el de R.E.M. , si bien en alguna ocasión me había planteado venderlo, a ver si algún incauto pagaba algo por él. Por suerte, nunca lo hice, y me sirve como recordatorio, de una época, y antes de hacerlo, plantearme en qué me gasto los cuartos.

Canciones:

Nick Cave & The Bad Seeds: «Do You Love Me?»

Nick Cave & The Bad Seeds: «Nobody’s baby now»

Kadavar: «All Out Thoughts»




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