Vamos con otra de sueños. ¿Alguna vez os he dicho lo mucho que me fascina el mundo de los sueños? No es nada original, lo sé. Y sin embargo, cuando recuerdo mis sueños, me agrada pensar en ellos. Pensar sobre ellos. No creáis que me voy a poner en plan esotérico, y disertar acerca del significado de los mismos. Tampoco es una cuestión científica, un rollo freudiano. Lo realmente interesante de los sueños es que carecen de un código moral de conducta. En los sueños nos comportamos de una manera que, seguramente, no haríamos en la realidad. Claro que las situaciones que afrontamos tampoco son, aunque se parezcan, situaciones reales.
Del sueño de anoche, como suele ocurrirme, no recuerdo todo. Tampoco hay una secuencia lineal de los acontecimientos, lo que, a la hora de recordarlos, me cabrea. El caso es que estaba con un amigo en un concierto de Ocean Colour Scene. Toma ya. ¿Por qué Ocean Colour Scene? ¿Por qué ellos, precisamente, y por qué ahora? Haciendo memoria, en los últimos días no he escuchado su música. De hecho, escuché su último disco a través de Spotify hace varias semanas, recién publicado, nada del otro jueves. Pero eso fue hace más de dos meses, y desde entonces, nada. OCS es una banda que me gustan, que me gustan mucho, si a su material primigenio nos referimos, y que además, he visto en concierto en cuatro ocasiones, al menos. Sin embargo, de la última de esas ocasiones hace ya tres años.
En definitiva, que nada justificaba mi presencia onírica en un show de OCS, pero allí estaba, en algo que se suponía era Razzmatazz, pero que realmente no se parecía nada al Razzmatazz que conocemos. Era un local mucho más pequeño, con una suerte de gradería, de tres o cuatro escalones donde el público se sentaba, frente al escenario. De alguna manera me recordaba a la pista del mítico local barcelonés Bóveda. Pero no era el Bóveda.
Otra curiosidad está en que me acompañaba un amigo, alguien que conozco desde el parvulario, pero desde luego jamás iría a un concierto de OCS. En el supuesto que conociera quién son los OCS.
Estamos los dos sentados en esa gradería, y la banda está tocando. Canta, claro, Simon Fowler, que luce una de esas gorras de ferroviario o de obrero de principios del siglo XX que gustaban de lucir los brit-poperos que tiraban más hacia lo mod. Steve Cradock a la guitarra, claro que sí. Del resto, no tengo memoria. Pero sí recuerdo que había mucha más gente en el escenario. Llevaban a un pianista, un negro gordo que ya había tocado en alguna ocasión con ellos en una de sus últimas giras. También tenían un teclista, otro guitarrista, y un bajista. Total, una multitud de gente para interpretar la música del cuarteto.
Cerca nuestro, diviso que se sientan dos chicas. A una de ellas la conozco vagamente, como si hubiéramos sido amigos en el pasado. Sé que la conozco, pero ahora mismo, si me preguntas a mí, no al fulano que hacía de mí mismo en el sueño, no sabría decirte quién es. El del sueño sí que lo sabe, desde luego. O como mínimo cree saberlo, y por eso está dudando entre saludarla o no. Por alguna razón, decido no hacerlo. Pero, qué rabia, no sé quien es esa chica ni por qué razón, pese a conocerla, no quiero saludarla…
Y así se acabó el sueño. Dejándome con las ganas de saber quién era esa misteriosa muchacha y por qué, en su momento, consideré que mejor hacerme el loco y no saber nada de ella. ¿Qué me habría pasado con ella para decidir que mejor simular que ni la he visto? ¿Quién sería?
Canciones:
Jimmy Reed: «The Moon Is Rising»
Ray Charles: «Night Time is the Right Time»
Blondie: «Heart Of Glass»
Amigo/hermano, le doy mi palabra que ayer escribí un comentario en esta entrada. Una de dos, o de alguna manera me equivoqué de botón (haría falta ser corto) o lo escribí en una entrada antigua dedicada también a OCS (tenía unas cuantas abiertas) pensando que era ésta, la más reciente.
Anonadado me hallo.
Bah, seguro que está en el limbo del interné… Fuerte el abrazo!