09
Nov
12

australian chronicles (v)

Os voy a contar un truco que uso para viajes interoceánicos. Lo peor de viajar tan lejos es el jet-lag. Cuando uno está de vacaciones, se puede sobrellevar. Pero si hay que trabajar, entonces es más jodido. Viajar al oeste conlleva de uno a dos días de insomnio y de dormirse a deshoras. Hacerlo hacia el este es peor todavía, y hasta la tercera noche, es imposible dormir. Para resolver eso tomo melatonina. Se trata de un compuesto químico base de somníferos pero que deja mucha menos resaca y mal cuerpo que los somníferos convencionales. El problema es que no se vende sin receta. Pero amigos, eso es en España. En USA se puede conseguir sin problemas. De modo que tras haber recibido esa recomendación, en un viaje me compré un bote. Sí, como lo habéis leído, se presentan en botes de 120 comprimidos. Uno de ellos te asegura unas cuatro horas de sueño, si bien te deja la boca seca y los sueños resultan francamente extraños, por lo menos a mí, aunque ya no sé si se trata de pura sugestión. En fin, que ya lo decían los QOTSA, “better live through chemistry”.

Si no fuera por la dichosa melatonina, estaría bien jodido. Es aún hoy, son las diez de la noche y estoy hecho polvo. Sin embargo, hoy ha sido un buen día, porque después de comer, ya me he librado y ha comenzado mi fin de semana. Estando tan lejos uno tiene la obsesión de salir a ver lo máximo posible, para el poco tiempo del que se dispone. A saber cuándo voy a volver a este lugar tan lejano, resulta ser el pensamiento habitual. Lo cuál no siempre es bueno, es mejor que lo que se vea, se camine o se viva, así en general y si me permitís la cursilería, se disfrute. No quiero hacer un maratón. Y aunque a mediodía ha caído una tormenta considerable, en una hora ya había escampado y un bonito día se ha quedado en Sydney.

De modo que he cruzado el puente que separa North Sydney, donde está mi hotel, de la zona más céntrica y turística de la ciudad. Caminando, claro. Me gusta caminar por las ciudades. Cruzar el Sydney Harbour Bridge a pie es una experiencia bonita, porque puedes disfrutar de muy buenas vistas, comenzando por la clásica estampa de la Opera House, lo más emblemático de la ciudad. Luego llegas a esa zona que llaman Rocks, como el disco de Aerosmith, y puedes moverte en esa estructura que recuerda horrores a las ciudades del este de USA. He aprovechado también para ir a varias tiendas de discos, más que nada una excusa para buscar algunas direcciones, y así, perderme por entre las calles. Y claro, llevarme algunos recuerdos en forma de CD.

A medida que la tarde pasaba, la zona portuaria se iba llenando de gente que iba a los pubs y restaurantes, no solo turistas, muchos, sino también locales. Y cuando anochecía, todo estaba en su mayor ebullición. Temprano, claro, apenas las siete y media, pero esto es Australia, y todo funciona más pronto. Claro que cualquier parte del mundo funciona más pronto que la Celtiberia. Algún día habría que plantearse esas cosas con atención. Y tras cinco horas de recorrido, exhausto, me he vuelto al hotel, deseando descalzarme. Pero mañana más, desde luego.

 

Canciones:

The Chords: “Maybe Tomorrow”

Donna Summer: “Last Dance”

QOTSA: “Better Live Through Chemistry”


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