De repente, el DJ pincha “Burning Love”, de Elvis, y por supuesto, nuestro Elvis-Ford Farlaine particular no tiene por más que subirse a la tarima y marcarse unos pasos, a medio camino entre baile y playback, probablemente menos lamentable de lo que pudiera parecer así, explicado en unas líneas. Pero amigos, toda la sala se volvió hacia él y le coreaba, y por unos minutos fue la estrella de la noche.
Y pudiera pensar que se trataba de un tipo patético. Un chalado. De un rarito, de un “lúser”, de un tontolpueblo. Pero no. Lo que puedo pensar se resume en la castiza frase “Ahí tus huevos”. Sí, sobre esa tarima estaba un tipo que hacía lo que quería, lo que le apetecía y le gustaba, con la toda pasión que le podía poner, y sin importarle qué pudiéramos pensar el resto de la audiencia, sin importarle que estaba gordo y que era el más viejo del local. En una palabra, ahí estaba, rockeando. Y por supuesto, se llevó la merecida ovación de los que en un principio, nos reíamos de él, pero luego nos acabamos riendo con él. Y pronto volvería a ser lunes, y pronto todos probablemente volveríamos a nuestras rutinas, y tal vez nuestro Elvis particular aparcaría las gafas doradas para enfrentarse a sus quehaceres diarios de la manera más digna posible, pero sabiéndose que en su interior, hay un rocker.
Canciones:
Elvis Presley: «Burning Love»
Counting Crowes: «A Long December»
Imelda May: «Love Tattoo»