Supongo que me ha pasado lo que a todos. Esperábamos un final de traca. Algo emocionante, un movimiento tectónico en la estructura de la serie. Pues no señor. Lo cuál entronca claramente con lo que era la serie, y con lo que ha sido. Parecía una traslación a la pequeña pantalla y a sus formas de los clásicos de la Mafia, según Scorsese, Coppola, y la historia de Hollywood. Pero sabemos que no ha sido así. Los Soprano mostraba la mafia de una manera muy “natural”. Sin artificios. Y así, del mismo modo, ha sido su final.
Lo cuál no quita que esa secuencia última no haya sido fantástica. Ese plano en el que parece que a cada momento alguien va a sacar el arma y disparar. Tú, espectador, estás convencido de que así será. Y la tensión es casi agotadora. Y al final, fundido en negro de repente. Y ya está. Porque así ocurren las cosas en la vida. El concepto de causa y consecuencia es algo que necesitamos para aliviar nuestro desconocimiento y la ausencia total de control en nuestros acontecimientos. Pero cuántas veces, en esta vida, nos damos cuenta de que las cosas ocurren sin causa, aparente u oculta. Y que las acciones de esta existencia nuestra a menudo carecen de consecuencias. Pues eso es lo mejor reflejado en los últimos 5 minutos.
Y ahora qué? Diantre, echaré de menos a la familia Soprano, y a la otra familia. Ese Silvio Dante, mi personaje favorito de la serie, a Paulie Gualtieri, a Chris Montisalti, a Tío Junior… no soy gran seguidor de series de TV, y ahora el listón está muy alto.
CANCIONES:
Vanilla Fudge: “You keep me hangin’ on”
Demolition 23: “Hammersmith Palais”
Michael Buble: “Moondance”