
Johnny Depp nació en 1963 (siempre me ha hecho gracia esa gente que utiliza el diminutivo en su nombre toda la vida). Participó en la primera película de Pesadilla en Elm Street, pero a decir verdad, esa cinta nunca significó mucho en mi vida. Sí lo hizo, y seguramente si leyera estas líneas, se horrorizaría (Johnny, no me lo tengas en cuenta), la serie que protagonizó entre 1987 y 1990, 21st Jump Street, o como se conoció por estos lares, Jóvenes Policías. Wow, pedazo de serie. Me encantaba, la cosa, ya lo recordaréis, iba de una especie de comando policial cuya característica principal era la rabiosa juventud de los detectives, y cuya especialidad era infiltrarse y resolver casos en los que estuviera implicado algún sector juvenil: un instituto, una banda, un grupete que hacía carreras ilegales, un club nocturno. Bajo esta gilipoyez paseaban estos individuos, luciendo una estética que se acabaría adoptando en la década de los 90’s, y en la que en cada episodio sonaban temas de algún disco de la época. Recuerdo con especial cariño el episodio en el que daban un repaso al magistral Green, de R.E.M.
Repasando la filmografía, me doy cuenta que entre 1990 y 1996 se forjó un nombre más basado en la fama, el papel couché y esa aureola de enfant terrible y de actor de culto que no en títulos. Lo más interesante en esa época fueron Eduardo Manostijeras, ¿A quien ama Gilbert Grape? y Ed Wood. Lo dicho, por aquella época recuerdo perfectamente verle aparecer en el Lecturas que mi abuela devoraba con pasión, con una pinta totalmente grunge, destrozando hoteles y disfrutando de los placeres del alcohol y la química. Todavía recuerdo en mi memoria uno en cuestión al respecto, y de entre un monton de fotos, podría aún reconocer las que ilustraban esas páginas. Por supuesto, subió de golpe a mi pedestal personal. En esa época adquirió el club The Viper Room, en pleno Sunset Strip de L.A., donde se codeaba con rockeros de lo más interesantes (Flea, Iggy Pop, …) y que será siempre conocido, por más que hayan pasado 14 años de ello, como el lugar a las puertas del cual River Phoenix murió de una sobredosis de speedball. Si no tengo mal entendido, vendió su participación hace algún tiempo.
Las conexiones de Depp con el rock van mucho más allá del grunge, siempre estuvo interesado en el hard rock y por todos es conocida su breve etapa como guitarrista de los Rock City Angels, banda que probablemente mereció más suerte. Se codeó, sin embargo, con los popes de la generación alternativa (el mencionado Flea, John Frusciante, Gibby Haynes, …), y su look era definitivamente 90’s. Cuando yo me empecé a interesar en él, pasaba, al parecer, una época chunga, debido a su ruptura con Wynona Ryder y su tortuosa relación con Kate Moss, que además de guapísima, debe ser una juerguista de cuidado, amén de su interés por la química.
Poco después, Johnny Depp se, digamos, calmó un poco. Adoptó una pose más intelectualoide, más arty. Sin embargo, los títulos posteriores que grabó son también muy interesantes, a saber, Donnie Brasco, La novena puerta, La Leyenda del Jinete sin Cabeza (Sleepy Hollow), Blow, Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra, Charlie y la fábrica de chocolate… ok, la trayectoria es irregular, pero ha participado en muchos proyectos interesantes, y en otros que, si bien no lo son tanto, su presencia los arregla. Su incursión tras las cámaras, The Brave, es, sin embargo, un coñazo absoluto que sólo tiene interés porque pudo convencer a su amiguete Marlon Brando (minipunto para Depp) para que paseara su oronda figura por la pantalla unos 10 minutos.
Está claro que hoy en día ya no se trata de un actor de culto. Probablemente haya tantas razones para la admiración como para su deploración. Pero si a los 15 años me hubieran preguntado qué quería ser, hubiera dicho Johnny Depp.
Canciones:
Prince: “Sexy MF”
Los Módulos: “Todo tiene su fin”
Nirvana: “Pennyroyal tea”