El tópico dice que el italiano es un tipo campechano y amable, y que un turista de la Celtiberia se siente como en casa, Y no anda muy desencaminado. Chapurrear algo de italiano para moverse por cafeterías y tiendas es muy fácil, y a diferencia de nuestros amigos gavachos, el italiano de detrás del mostrador suele poner las cosas fáciles. En el fondo, sólo hay que poner las manos juntando las yemas de los dedos cuando hablas. El tópico pinta también al italiano como un tipo elegante, guaperas y algo chulo, algo así como Paolo Maldini, y a las italianas como mujeres guapísimas de las que en las revistas antiguas decían “de rompe y rasga”. El tópico masculino es bastante estúpido, la verdad. En cuanto al femenino, obviamente, hay mujeres guapas y feas, lo que sí es cierto es la tendencia que tienen las romanas a ir siempre muy arregladas, maquilladas, con tacones, y tal, cosa que también ocurre en algunos puntos del sur de España, pero que sin embargo no ocurre en Barcelona, por ejemplo.
Mi primera gran ilusión era ver la Roma Imperial. Y aunque lo hemos visto siempre, todos, en el cine, en la tele, en fotos, el Coliseo visto en vivo impresiona. Todo el paseo por la zona de los foros y el Coliseo produce una impresión especial. De hecho, en toda la ciudad pueden verse restos de la época clásica. Uno va paseando por la calle, en busca de una terraza donde tomar una cervecita fresca y al doblar la esquina se puede topar con los restos de un templo, con un mosaico o con un trozo de estatua. Supongo que el gran problema del ayuntamiento romano debe ser discriminar qué ruinas vale la pena conservar y qué ruinas son necesarias trasladar para poder permitir el crecimiento de las infraestructuras de la ciudad. Por cierto que una gran decepción fue ver lo sucia que está la ciudad. Me molestó especialmente ver cómo una zona tan impresionante como la del Palatino está llena de mierda, de botellas vacías, de papeles, incluso tirados en los caminos entre las ruinas. Supongo que es la consecuencia de albergar cientos de miles de turistas, extranjeros e italianos, pero aun así, es una pena.
Aunque Roma seguro que vale la pena en cualquier época del año, debo avisar, oh queridos lectores, que en pleno agosto, es algo así como un ejercicio de masoquismo saunístico. No en vano los italianos llaman a su mes del emperador Augusto César ferragosto. Aunque sí que es cierto que por cada esquina hay una furgoneta/puesto de venta de bebidas, snacks, pizza al taglio e incluso fruta fresca, lo cual me pareció muy bien.
(Continuará)
Canciones:
The Police: «Demolition Man»
Billy Bragg: «A New England»
The Beach Boys: «California Dreamin'»