No me considero especialmente fan de la generación beat. Por lo menos no literariamente hablando, reconozco que fuí incapaz de acabar “El almuerzo desnudo” de Burroughs, me aburría soberanamente. Bukowsky sí me gusta más. Pero lo dicho, aunque no me atraiga especialmente la literatura beat, paradójicamente sí me atrae la cultura beat, los participantes de ese movimiento como personas. Lo cuál no deja de ser bastante chungo para un escritor, que se le reconozca más como personalidad y como influencia que su propia obra literaria. Aunque es lógico, por otra parte, que un movimiento que se caracteriza por el hedonismo, los excesos y una cierta tendencia a la autodestrucción sea efectivamente atractiva. Claro que eso tiene su gracia en un Kerouac joven. Probablemente el Bukowsky que escribía sus últimas novelas a finales de los 80’s sería demasiado parecido a un viejo borracho con ramalazos de patetismo incrustados, y no lo digo yo, sino él mismo en sus libros de esa época (hablando por boca de su alter-ego en el papel, Chinasky).
Y volviendo a “En el camino”, para mí hay una muestra de calidad literaria brutal cuando describe los conciertos de jazz. Cualquier sordo podría entender qué es el jazz (el bop) leyendo eso, aunque nunca en su vida pueda disfrutar de la música.
En definitiva, si una persona lee “En el camino” y no le entran ganas de coger un coche o un cuaderno (ok, o un teclado) es que no ha entendido absolutamente nada.
Canciones:
Barricada: “En blanco y negro”
Kiss: “Psycho circus”
Afghan Whigs: “Having a party”