Sin embargo la desaparición de esa chica la recuerdo muy bien, y recuerdo que en su momento no me resultó tan indiferente como me suelen dejar estas noticias. De hecho, me da algo de apuro el que parezca que esta nota pueda banalizar una cosa tan grave. Nada más lejos de mi intención. Recuerdo el caso, porque la chica tenía más o menos mi edad, y cuando desapareció, había pasado esa tarde, o todo lo indicaba, en el local Sr. Lobo, del Poblenou barcelonés, al que solía ir, y que era un sitio que yo frecuentaba, por no decir que me pasaba por allí todas las tardes de viernes y sábado. Además, la muchacha era de Cornellà, y por todo el municipio, y municipios adyacentes, como L’Hospitalet, se empapelaron las farolas con su foto. Y yo vivía en un barrio de BCN pegado a L’Hospitalet, así que recuerdo claramente su foto también en algunas farolas de mi antiguo barrio. No sé por qué, pero la sentí algo cercana. Supongo que las cosas te afectan si las sientes de cerca.
El otro día veía al padre, una vez más, tantos años después, en la tele, y volví a recordar el caso. Y aunque no suelo ponerme serio desde estas líneas, quería hacerle este estúpido homenaje.