Por otra parte, cabe reflexionar qué ocurre cuando su éxito es realmente brutal. Cuando los dos canales cuya apuesta de programación se basa en dar una alternativa (más o menos buena, eso depende) a tal cúmulo de despropósitos en forma de referencias en todas las franjas horarias a informaciones y disquisiciones de prensa rosa, como pueden ser Cuatro y La Sexta… se están hundiendo en los estudios de índices de audiencia. ¿Se ven masivamente porque se emiten, o se emiten porque se ven?
Poco de eso importa, insisto. Como tampoco importa que se haya creado un estrato de la persona que llega a la fama sin ninguna ocupación, afición o filiación especial, simplemente porque estuvo ahí en un momento dado, o bien intercambió fluídos con alguien determinado, y se subió así a la rueda que deseaba, para continuar sin ninguna ocupación, afición o filiación especial.
Casos hay muchísimos, y no estoy por la labor de mencionarlos, aunque no me puedo aguantar nombrar a Kate Moss, a quien se trató de hundir por tomar coca (como si eso fuera necesariamente malo) y a quien se ha encumbrado porque supo pasar el espectáculo del escarnio, pero también el de la redención de los pecados a base del arrepentimiento (público, claro). Toma ya.
Así que lo realmente chungo es ese sentido de los valores morales promovidos, mucho más que cualquiera de los personajes que salen o lo que hagan.
Canciones:
Terence Trent d’Arby: «Oh Divina»
Love: «Always see your face»
Redd Kross: «The faith healer»