Archive for the 'R.E.M.' Category

21
Sep
13

«Green» – R.E.M. (1988)

Esta es mi primera colaboración con los amigos de #FFVinilo:

A veces los discos llegan a ti de la manera más inesperada. Conseguí este vinilo de mis adorados R.E.M. hace más de una década. Paseaba por una de las calles del barrio de Sants en Barcelona, tal vez sería la calle Vallespir. No lo recuerdo bien. Pasé por delante de una tienda que parecía ser un anticuario, eso siendo benevolente, aunque el término trapero tampoco desentonaría. El caso es que en la misma puerta, apilotonados en una caja de naranjas, había diversos discos. Hasta ahí, nada nuevo. En anticuarios, tiendas de viejo o cualquiera de las múltiples tiendas de segunda mano que proliferan últimamente, es sencillo encontrar LPs amontonados de cualquier manera. El problema es que habitualmente hay mucha basura (lo cual da una muestra de qué clase de música se escucha por estos lares) y, en general, en unos estados de conservación pésimos.

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16
Sep
13

Counting Crows: Pero quién coño era Mr. Jones?

El tener como referente a los programas de videoclips hacía que me moviera por coordenadas más estéticas que éticas. Un bonito hit perpetrado por unos tipos que lucieran pelo largo, tejanos raídos, perillas y cara de tener una resaca descomunal era, a menudo, suficiente como para captar mi atención. Tuviera o no nada que ver con el grunge, eso ya lo he explicado. Y desde luego que los Counting Crows no tenían nada que ver con el dichoso grunge. Lo suyo era un rock de raíces mucho más clásicas bebiendo del nuevo rock americano de mediados de los 80s y con unas influencias evidentísimas de mis adorados R.E.M.

Era 1993 cuando el vocalista Adam Duritz cantaba un sha-la-la-la-la-la-la que sonaba tan extremadamente retro que parecía moderno, mientras agitaba su melenita a base de unas rastas que, lo reconozco, me encantaron. Era su primer sencillo, “Mr. Jones”. Luego, en su segundo single, luciría una perilla de mosquetero que completaría el look 90s definitivo.

Y aunque lleve dos párrafos sin hablar de música, lo de los Counting Crows era cosa seria. Sus dos primeros discos, el celebérrimo “August and everything after” que contenía “Mr. Jones” y su continuación, el todavía mejor “Recovering The Satellites” los situaría en mi top100 de mejores discos de los 90s que no voy a hacer nunca.

“Mr. Jones” no fue nunca uno de los temas más celebrados en las discotecas a las que acudíamos con dieciséis años. Carecía de guitarrazos y de bajos marcados, no tenía tampoco un estribillo que berrear. Se solía pinchar o bien al principio de la sesión, cuando había poca gente, o bien al final, cuando íbamos desfilando hacia el exterior. Cantando sha-la-la-la-la-la-la.

De vez en cuando, compartía algunos gustos con mi hermana, y ella fue la que compró, en formato cinta de cassette, una copia del “August and everything after”. Así, tuve acceso a las letras de las canciones, algo que obviamente no podías conseguir en aquella época a no ser que tuvieras una copia original del disco y que las letras estuvieran impresas en el libreto. No había, claro, Internet. Por lo menos no como algo de uso habitual. Sí, era como el paleolítico superior.

Hola, soy Van Morrison y estoy cabreado porque otro está cantando sha-la-la... no me he quitado el sombrero desde 1983...

Hola, soy Van Morrison y estoy cabreado porque otro está cantando sha-la-la… no me he quitado el sombrero desde 1983…

Así, tirando de diccionario y con varias escuchas, pude tener acceso a algo que por entonces daba casi por imposible: el significado de las canciones. No es que la letra de “Mr. Jones” escondiera los secretos de la civilización occidental, y sin embargo, ¿quién diablos era el tal señor Jones? ¿Sería el marido cornudo de la famosa Ms. Jones?

Por los versos que canta Duritz, parece ser su amigo follaca, aquél con quien se va de bares para ponerse hasta el ojete y tratar de ligarse con alguna de las muchachas que su camarada atrae. Lo que sería en el reino animal ser una rémora, ese entrañable pez que sigue a un tiburón y se alimenta de esos pedazos de carne que el escualo deja escapar mientras está engullendo a su pieza. Ah, la táctica de ligoteo de la rémora, tan socorrida.

Bob Dylan, Picasso, “black-haired flamenco dancers”… demasiadas referencias culturetas para una canción pop… sha-la-la-la-la-la-la-la-la-la … aunque presuntuosas, a menudo, no tenían malas letras los Counting Crowes. Y sí, hablo de ellos en pasado a pesar de ser plenamente consciente de que siguen en activo. Pero por lo que a mí respecta, es una banda que murió el 31 de diciembre de 1999, justo antes de las doce de la noche, de que bajara la dichosa bolita (glinglinglinglin), sonaran los cuartos, las doce campanadas y surgiera el efecto 2000 barriendo la civilización. No es que los discos posteriores sean malos. Pero ya no eran lo mismo. Tal vez yo ya no era el mismo.

Siempre defenderé con uñas y dientes el “Recovering The Satellites”, por resultar más guitarrero, si bien “August…” tiene esa aureola depresiva acústica tan buena para los días de lluvia, de cigarrillos y café, como decía Otis Redding. Diablos, si suena hasta un acordeón. Un jodido acordeón, ese instrumento de María Jesús y de los gitanos rumanos del metro. Pero en qué momento. Me encanta esa canción donde suena, “Omaha”, dedicado al lugar, con esos versos que dicen: I think you better turn your ticket in / And get your money back at the door. Viajo mucho por trabajo, a muy distintos lugares, y tengo esa exacta sensación demasiado a menudo.

Para mis compis grunchi punki del instituto, eran una banda demasiado blandengue, y suerte que mi hermana (hola!) me apoyaba en el amor profesado hacia los muchachos de Adam Duritz. ¿Recomendables? Por supuesto que sí.

PD: a menudo escribo «black crows» y «counting crowes»… yo soy así…

Canciones:

Led Zeppelin: «I’m gonna crawl»

R.E.M.: «Orange Crush»

Otis Redding: «Cigarrettes & coffee»

22
Jul
13

Hemeroteca: Concierto de Iggy Pop en Madrid. Ruta 66. 1991

Retomamos esta sección de hemeroteca tirando de otra de las revistas clásicas de música, en este caso, Ruta 66. El artículo que hay a continuación estaba en el número 61, perteneciente a abril de 1991, y amigos, no me dirán que esta fecha no les produce vértigo. Desde luego, en abril del 91, el que estas líneas escribe, pensaba más en salir a zascandilear a la plaza o en jugar un partido callejero de fútbol que en el rock n’ roll. Una cosa sí se ha mantenido, los R.E.M. de 1991 me gustaron mucho, con el celebérrimo “Out Of Time”, que fue uno de los primeros discos que tuve, en cinta de cassette, y que quemé, hasta el punto de no poder volver a escucharlo en muchos años. Y precisamente son estos R.E.M. quienes reinan en la portada de ese ejemplar de Ruta 66. Probablemente esa fue la razón por la que compraría esta revista, muchos años después, en un mercadillo o en una tienda de libros viejos.

El artículo que cuelgo resulta una curiosidad, y una muestra clara de cómo han cambiado los tiempos y las percepciones. Se trata, como pueden ver a continuación, de una crítica del concierto que Iggy Pop hizo en la sala Universal Sur de Madrid, hace la friolera de 22 años. Lean, lean…

Los derechos del texto pertenecen a Ruta66

Los derechos del texto pertenecen a Ruta66

Los derechos del texto pertenecen a Ruta66

Los derechos del texto pertenecen a Ruta66

Los derechos del texto pertenecen a Ruta66

Los derechos del texto pertenecen a Ruta66

Más allá de poner a caldo a Iggy por, entre otras cosas, lo de siempre: que si es autoparódico, que si siempre hace lo mismo, que si ya no te lo crees, que si ya no exhuma violencia ni provoca tensión, etcétera, me resulta curioso por ese estilo tan informal, tan fanzinero, si me lo permitís, del autor. Que, por otra parte, un tipo firmando sus colaboraciones bajo el pseudónimo de KOLEGA, resulta significativo.

KOLEGA… ojo al uso de la “K”, recurso que odio con todas mis fuerzas. Y al propio nombre. Eh, que soy vuestro colega, que soy de los vuestros, madafacas del barrio. Más que vuestro colega, soy vuestro Kolega, y me enrollo muy bien, tíos… Pues sí, este pájaro se atreve a criticar a Iggy Pop usando ese pseudónimo.

Tampoco quiero prejuzgar. Esto de los nombres, a veces te pilla a contrapié. Has de firmar algo, aunque sea un triste nick para un foro o para un chat. Y usas la primera tontería que se te pasa por la cabeza, sin darle mayor importancia. Sin considerar si volverás a usar esa web. Pero luego resulta que sí, que la sigues usando, y que ya es tarde para cambiar de nombre, y bueno, bonito o feo, te quedas con el que usaste, para mantener tu personalidad. O tu cyberpersonalidad. Os lo dice un tipo que lleva años firmando como KAR. En fin…

Volviendo a nuestro amigo KOLEGA, simplemente remarcar la contraposición de su redacción, tan distante del libro de estilo clásico de Ruta 66, y por lo que siempre se criticó a esta publicación: el uso de una escritura recargada y extenuante, donde si una frase tenía menos de siete subordinadas, era, automáticamente, descartada, y donde era obligatoria la utilización de términos lo más alejados posible del lenguaje coloquial. Pues bien, parece ser que no siempre fue así. Por lo menos, en 1991 no era así.

Y me consta que desde su última reconversión, ahora hará unos pocos años, esa tendencia marisabidilla del Ruta se ha ido limando, del mismo modo que ahora la revista es enteramente en color o que varios de los colaboradores de Popular 1 se cambiaron de acera (con perdón) e ingresaron en las filas ruteras. Y qué quieren que les diga, el Ruta, a veces, podía agobiar, pero me gustaba esa pretenciosidad que, actualmente, ya han perdido en gran manera. Cosas de los signos de personalidad, que, en ocasiones, se han de enfrentar a las ventas.

Canciones:

Vampire Weekend: «Ya Hey»

Graveyard: «20/20 (tunnel vision)»

The Sonics: «The Witch»

01
May
13

Discos Piratas

Hace ya bastante tiempo que, existiendo Internet, comprar un disco pirata resulta ser un dispendio inútil. A veces me planteo si comprar un disco, en general, no es un dispendio inútil. Todos tenemos nuestro momento de duda. Durante una época, sin embargo, un disco pirata, o bootleg, era una pieza codiciada entre melómanos. Lo que ocurre es que esta clase de productos siempre tenían su riesgo: efectivamente, en un envoltorio sugerente, era fácil encontrarse con grabaciones de mala calidad, de sonido infame o coñazos solo aptos para los completistas más extremos.

Yo tuve también mi experiencia con los discos piratas, hace mucho, cuando comencé a comprar mis propios discos. Sería 1995, acudía a mi primera Fira Del Disc, de esas que organizaba Jordi Tardà en Barcelona. Todavía no sé muy bien cómo, acabé comprándome un disco doble que recogía el concierto que R.E.M. habían ofrecido unos meses antes en San Sebastián. Era la gira de Monster, y yo me había quedado con las ganas de acudir a su concierto de Barcelona, de modo que pensé que sería un buen fetiche para quitarme, de alguna manera, la espinita. El aspecto del CD era un poco cutre, unas fotografías mal tomadas, y un título, “Espana 95”, donde ni siquiera habían podido usar la Ñ. Que digo yo, si no había Ñ, ¿por qué no titular “Spain 95”? En fin, que pagué por ese disco lo que en su momento me pareció un dinero considerable. Podrían ser 4000 pesetas.

Portada fea, fea...

Portada fea, fea…

Imaginad ahora que dais una fiesta en vuestro piso, y para animar el cotarro, contratáis a los R.E.M. de 1995. Los ponéis a tocar en el comedor, con vuestros amigos esparcidos alrededor. Y entonces, ponéis una grabadora en el lavabo, y registráis todo el audio. Pues bien, mi flamante doble CD se oía más o menos de ese modo. Os podéis imaginar mi decepción, la cara de idiota que se me quedó. Una banda en un buen estado de forma. Un repertorio maravilloso. Un jovencísimo Kar desplegando su fanatismo. Y ese disco con un sonido atroz. Horroroso. No se puede escuchar, apenas se distinguen los instrumentos, la batería suena como si golpearan una lata, y, por si fuera poco, se oye la charleta del público. Fatal.

El set list era estupendo... lástima del pequeño detalle de que... tenía que sonar!!

El set list era estupendo… lástima del pequeño detalle de que… tenía que sonar!!

Pero como si no hubiera escarmentado del asunto, ¿adivináis qué hice al año siguiente, en la correspondiente celebración de la Fira Del Disc? Pues evidentemente, comprarme otro disco pirata. En esta ocasión no me costó un dineral, era ya gato escaldado. Pero no lo suficiente, por lo que parece, y mi fanatismo por otra banda, en esa ocasión Radiohead, causó que me hiciera con un disco pirata que recogía un concierto de la banda, cuando presentaban esa genialidad que es “The Bends”. Sí, lo habéis adivinado, también me quedé con las ganas de ir a ese concierto. Permitidme una moraleja, nunca dejéis de ir a un sitio por tener que hacerlo solos. Pero claro, tenía entonces 16 años.

La portada mejoraba... ese CD en amarillo, puro 90's

La portada mejoraba… ese CD en amarillo, puro 90’s

Afortunadamente, ese “The Warehouse”, disco pirata de Radiohead que contenía una grabación de su concierto en la sala Warehouse de Toronto, también de 1995, tenía una calidad de sonido no solo mil veces superior al pirata de R.E.M., cosa francamente fácil, sino que podríamos decir que con un ligero filtraje, podría pasar por un disco en directo oficial bastante apañadito. La banda estaba en un gran estado de forma, y además, incluía un tema que formaría parte de su siguiente álbum, el celebérrimo “OK Computer”, el corte “Lucky”. Para entonces tenía los dos LPs oficiales de Radiohead, y el EP “My Iron Lung”, así que comprar ese directo resultó, claro, un paso lógico. Era muy fan de la banda, y lo seguí siendo hasta el mencionado “OK Computer”. Disfruté mucho de ese disco, también, pero significó el principio del fin. Luego vinieron los coñazos de “Kid A” y posteriores, la pose, las chorradas, las grabaciones aburridas… pero la parroquia que sólo conoce a los Radiohead actuales, que sepa que antes del siglo XXI, eran un grupo fantástico.

Definitivamente, eran otros tiempos para Radiohead

Definitivamente, eran otros tiempos para Radiohead

Aquella fue mi toda mi andadura en el mundo de las grabaciones piratas. A pesar de que esa segunda adquisición sí que cumplió las expectativas, por entonces me di cuenta de que había demasiados discos por conseguir y demasiadas bandas por descubrir como para perder el tiempo y arriesgar mi dinero en discos piratas. Para qué iba a comprarme un pirata de, qué sé yo, Guns N’ Roses, si todavía no había conseguido ningún disco de Led Zeppelin o The Stooges. Pero guardo todavía esos dos CDs, incluido el de R.E.M. , si bien en alguna ocasión me había planteado venderlo, a ver si algún incauto pagaba algo por él. Por suerte, nunca lo hice, y me sirve como recordatorio, de una época, y antes de hacerlo, plantearme en qué me gasto los cuartos.

Canciones:

Nick Cave & The Bad Seeds: «Do You Love Me?»

Nick Cave & The Bad Seeds: «Nobody’s baby now»

Kadavar: «All Out Thoughts»

16
Mar
13

jitazos fugaces. hoy … the connells

Volvemos con uno de esos jitazos fugaces de los 90s, básicamente porque fue esa la época en la que estaba más atento a lo que programaban las radios, o esa clase de shows de televisión que son hoy en día una rareza, o un resto de la época paleolítica: los programas de videoclips. ¿Recordáis? Antes había bastantes, amén de las clásicas MTV y VH1, para consumo exclusivo de aquellos suertudos que tenían televisión por satélite. Los demás nos conformábamos con seguir “Los 40 en Canal +”, “Sputnik”, “Clip Clap Video” o aquel fugaz “MTV España” que emitió una temporada Antena 3. Había más, pero no recuerdo los nombres. Y a ellos le podíamos sumar los programas que emitían playbacks de bandas que pasaban por el país para hacer promoción (“Zona Franca”, “Música Sí”, …). Lamentables, pero amigos, era una época sin internet, por lo que se convertía en la única manera de ver imágenes de tus grupos favoritos, y de los que no lo eran, sin tener que pasar por caja y comprar los VHS que se vendían en aquello que conocimos como tiendas de discos.

No se trata de una nostalgia hacia esa época, en realidad, hoy en día podemos acceder a cualquier tipo de música de una manera francamente increíble. Y no, no hablo de las descargas ilegales. Yo mismo, antes de escribir este texto, he buscado y revisado el videoclip del jitazo fugaz al que nos referimos hoy. Sin tener que esperar a que sea la hora del programa de videoclips, sin tener que esperar que les dé por emitir la canción en cuestión. No es eso. Y sin embargo, lo positivo de esos maravillosos 90s es que el rock se puso de moda, con lo que bandas que hoy en día apenas saldrían del circuito de bares, podían contar con sus 15 minutos de fama, y nosotros, chavalería inocente y ávida de nuevas sensaciones, podíamos disfrutarlos. Sí, claro que hoy en día tenemos una oferta ingente, pero me da la sensación de que es un poco para iniciados. Yo puedo encontrar un concierto en vídeo de The Shazam, pero jamás se me habría ocurrido buscar ese grupo si hace unos años no hubiera dado, casi por casualidad, y a través de una tele generalista, con un videoclip de Weezer. Y así.

De modo que quién les iba a decir a nuestros protagonistas del día, The Connells, que tras 9 años y cinco discos a sus espaldas, iban a tener su momento de fama al otro lado del charco, en la vieja Europa, con el jitazo “’74-‘75”. Era el año 1993. Sí, The Connells eran un grupo que comenzó en los 80s, englobados en lo que se dio en llamar nuevo rock americano, que aupaban las radios universitarias y que tenían sus popes en R.E.M., Violent Femmes, Long Riders o Green On Red. Curiosamente no fue a través de una banda sonora para una película, o al ser elegida como sintonía de un spot publicitario, como había ocurrido en otras ocasiones, como llegaron a ese pequeño éxito. Simplemente, sucedió.

Les favoreció, eso sí, un reconocible videoclip que tiraba de la nostalgia del instituto, con fotos de esa época y de sus protagonistas, 20 años más tarde. En definitiva, una versión primigenia de lo que conllevaría la aparición de Facebook y esas reuniones de colegios, institutos o grupos de universidad, cuando todos estaban más calvos y todas estaban más gordas, y todos y todas trataban de certificar sí quien les hacía tilín en esa época todavía tendría un paseo.

Y debo decir que la canción está muy bien. Esa acústica casi céltica mantiene el tono nostálgico de la canción, y el estribillo, sencillísimo, se te queda pegado al cerebro irremediablemente. Como suele ocurrir en estos casos, el éxito, como vino, se fue, aunque para The Connells no supuso un gran trauma. Recogieron los bártulos, contaron sus billetes y se volvieron a ese circuito local del que jamás hubieran imaginado salir, ni que fuera de un modo fugaz. Lo intentaron, claro. Pero lo difícil, ya se sabe, no es llegar, sino mantenerse. La prueba más fehaciente del retorno a su lugar natural es que mientras su último disco data de 2001, su último videoclip data de 1996. Significativo.

12
Dic
12

La Banda – 1995

Esto sería en la primavera de 1995. Yo tenía entonces 15 años y en plena adolescencia, tenía el grunge subido. Hacía, ya sabéis, justo un año de la muerte de Kurt Cobain, y la tele se llenaba de reportajes al respecto. Como popularidad de movimiento en España, el grunge estaba en su apogeo. Y llegados a este punto, por favor, no me vengáis con purismos de terminología. Llamadlo grunge, llamadlo rock alternativo, llamadlo escena noventera… qué más da…

Tenía, entonces, que ya no, un amigo. Nada grave, simples separaciones de caminos adonde nos conduce la vida. En fin, otro quinceañero con pretensiones grunges, como yo. El muchacho no vivía en mi barrio, de modo que como punto de encuentro común, solíamos quedar en la Plaça de Catalunya, para callejear por el gótico y matar la tarde donde podíamos ir a mirar discos o sentarnos en el Burguer King de Canaletes donde podíamos pasar horas tan solo gastando el precio de una bebida. Me gustaba mezclarme con toda esa multitud diversa y moderna que poblaba la zona céntrica, la calle Tallers o la Rambla de les Flors, por alguna razón, lo veía como algo distinto de la que consideraba la cutrez de mi barrio. Así lo veía en aquella época. Todavía no teníamos edad de salir de fiesta o ir a bares. A los chicos de menos de 16 no les dejaban entrar, no así a las chicas, que siempre lo tuvieron más fácil.

Durante esa temporada una de las diversiones era ir a ver tocar a una banda que se plantaba en una de las esquinas de la Plaça de Catalunya, la que está más cerca de Portal de l’Àngel. Se trataba de un trío, cantante/guitarrista, bajo, batería, que tocaban versiones de temas de los 90’s. De actualidad, por entonces… era, repito, 1995.

Recuerdo particularmente al cantante, media melena rubia, pelo rizado con aspecto de hacer demasiado tiempo que no conocía peluquería o siquiera acondicionador de pelo. Era el arquetipo de líder de banda de rock alternativo. Solía vestir jerseys raidos, viejas camisetas, tejanos desastrados, botas militares, e incluso le llegué a ver tocando llevando un vestido de mujer, tal y como había visto en alguna foto a Kurt Cobain. El bajista y el batería se han desvanecido de mi memoria.

Si tocaban bien o mal, no lo recuerdo. Sí sé que encontrarme con uno de sus conciertos callejeros era un bonito aliciente, y éramos, o al menos así lo recuerdo ahora, un grupo grande de chavalería  que nos agolpábamos alrededor de nuestro grunchi power trío callejero. Tocaban canciones como “Longview” de unos por entonces fresquísimos Green Day, “Loosing My Religion” de R.E.M. o por supuesto, varios temas del repertorio de Nirvana, que eran ciertamente celebrados por el público. Probablemente hoy reconocería más canciones de las que tocaban, pero claro, entonces apenas estaba comenzando a descubrir toda esa música. Mi amigo y yo pertenecíamos al sector más joven de los allí presentes, y yo me sentía como perteneciendo a algo, viendo a aquél grupete tocando y rodeado de tipos con camisetas de Pearl Jam, melenas, perillas y toda la parafernalia noventera.

Estuvieron tocando de una forma más o menos frecuente durante una temporada, y luego, desparecieron. Puedo entender que a las autoridades no les hacía especial gracia estos conciertos callejeros improvisados. O tal vez, simplemente, se cansaron de tocar juntos. El caso es que la semana pasada se celebraba el 20 aniversario de la mítica Sala Garatge, y por asociación, me ha recordado.

Finalmente quisiera hacer un llamamiento a mis lectores que vivieran en Barcelona en aquella época y los recordaran. O tal vez los conocieran… O tal vez, fueran ellos…  Cualquier testimonio será bienvenido. En realidad, cualquier comentario será bienvenido.

Canciones:

Joan Jett: “Crimson and Clover”

The Afghan Whigs: “Crime Scene pt I”

Tears For Fears: “Woman in Chains”

 

05
Dic
12

Sueños… Guest star: Michael Jackson

Marchando una de sueños extraños. No es la primera vez que hablo de mis sueños, podéis ver más aquí… El de anoche comienza conmigo en la oficina. Veamos, es mi oficina, porque estoy allí trabajando, pero el aspecto no es, en realidad, el de mi oficina. En una sala cerca de mi despacho hay un aula, como de colegio. Es decir, ahora mezclamos mi oficina con mi instituto… vamos bien. En esa aula hay reunido un grupo de gente, sentados en los pupitres, y en lo que sería el pupitre del profesor nos encontramos a Michael Jackson y a su hermano. ¿Será Tito? ¿Randy? ¿Germaine? Qué más da, si eran todos iguales. Ambos lucen como en los 80’s, Michael es todavía medio negro y el hermano (TitoRandyElQueSea) lleva uno de esos afros oleosos tan caracterísiticos de la época. Lo curioso es que es el hermano el que lleva la característica chupa roja del videoclip de Thriller, y no Michael.

La chaqueta...

La chaqueta…

Ambos están ahí sentados, esperando a que el auditorio o aula (a estas alturas el espacio se ha difuminado) termine de ver un vídeo que se está proyectando. Curiosamente, ese vídeo que se proyecta es la grabación de un concierto de R.E.M. de los 80’s también, de cuando Michael Stipe aún tenía pelo. Lo cuál no deja de ser francamente raro.

Un compañero de trabajo me viene a buscar al despacho, para avisarme de que Michael Jackson está allí. No parece muy emocionado, como si fuera algo rutinario tener a Michael Jackson en la oficina. Así que ambos esperamos pacientemente a que acabe el pase del vídeo, y con ello, la función de los dos Jackson se acaba, y el aula se desaloja. Ahí se quedan, en el vestíbulo, Michael y su hermano, esperando algo.

... O tal vez sería Jermaine

… O tal vez sería Jermaine

Yo me acerco a saludarles. Michael se muestra tímido pero su hermano, que de cerca parece un armario ropero de grande, adopta una pose chulesca, como de matón de cole. Sin embargo, yo ignoro a TitoRandyElQueSea y hablo con Michael. Me dice que está esa noche en Barcelona pero que tiene que irse al día siguiente porque tiene un par de conciertos en la península Ibérica. Lleva en la mano el típico mapa del centro de la ciudad con el logo de El Corte Inglés que te dan en los hoteles. Le ofrezco algo para beber, y me pide un refresco. A punto estoy de decirle que en la máquina expendedora no hay Pepsi, sólo Coca-Cola, pero me corto, por si acaso la broma no le hace gracia.

¿Y queréis saber qué más ocurría, llegado a este punto del sueño? Pues a mí también me hubiera gustado, pero el despertador me lo ha impedido. Sí, queridas y queridos, jamás sabremos qué iba a hacer Michael Jackson ese día en Barcelona. Yo, por si acaso, no voy a tratar de interpretar qué diablos significaba ese sueño (que juro que es verídico)… por si acaso.

Canciones:

Lou Reed: “Romeo and Juliet”

Joe Cocker: “Woman To Woman”

The Hives: “Hate To Say I Told You So”

12
Abr
12

La influencia de los Beach Boys

Esta tarde andaba pensando en los Beach Boys. Leí no hace mucho que Brian Wilson iba a reunirse con los miembros originales Mike Love y Al Jardine, quienes junto con Bruce Johnston, que lleva desde 1965 sustituyendo al propio Wilson en la mayoría de las giras, mantenían el nombre de Beach Boys vivo. Con mayor o menor fortuna, posiblemente menor, y llevando el nombre de Beach Boys al pantanoso terreno de las bandas de revival cutre, este trío se paseaba por los escenarios de medio mundo (creo recordar que pisaron la piel de toro el verano pasado o el anterior). Pero todos sabemos la verdad: sin Brian Wilson, sobre las tablas o en la sombra, no son verdaderamente los Beach Boys. 

Y cuando nadie daba un duro por ello, resulta que a Brian Wilson le da por volver a girar con sus antiguos compañeros, con una excusa tan pobre como la conmemoración del 50 aniversario de la banda. Es decir, después de su recuperación en los 90’s, de la publicación de «Smile» tal y como lo había imaginado en su cabeza, o como lo recordaba, claro, después de girar en solitario llevando «Pet Sounds» y «Smile» a los escenarios, de grabar varios discos, después incluso de la muerte de su hermano Carl, a Brian Wilson le da por volver a girar con The Beach Boys, o lo que queda de ellos, en una pirueta, cuanto menos, extraña. Básicamente, porque uno piensa: Para qué? Lo cuál demuestra que al viejo genio todavía se le va la olla de vez en cuando.

En cualquiera de los casos, y aunque si pisaran la Península, trataría de ir a verles, por el momento no hay ningún show anunciado en el tramo europeo de la gira, entre julio y agosto del presente año. Reconozco que sería un ejercicio nostálgico más bien arriesgado, las probabilidades de decepción son francamente elevadas. Y es que para mí, la sonoridad, el preciosismo que presentaba música de los Beach Boys suponen un hito en eso que llamamos música pop. Aunque no podemos decir que existan muchos grupos que la tomen como referencia. Esa clase de arreglos y de coros resultan muy complicados, demasiado como para utilizarlos sin caer en el más absoluto de los ridículos. Queridos, es como si un señor de 65 años quisiera enfundarse unos tejanos estrechos, llevar un par de rastas en el pelo, ojos maquillados y una camisa abierta hasta el ombligo. Eso sólo queda bien si uno se llama Keith y se apellida Richards. Es lo que hay.

Al final, no he sido capaz de encontrar muchas influencias claras de los Beach Boys. Desde luego, no en bandas, y tan sólo en algunos temas de ciertos grupos se puede ver algo que claramente pudiera asociarse con el sonido clásico de los chicos de la playa en su faceta más pop. Podemos verlo en un tema como «At My Most Beautiful» de R.E.M.


Para mi gusto, el mejor corte de un disco que fue injustamente tratado, «Up», y en donde un inspiradísimo Mike Mills despliega una melodía que cabalga sobre pianos, cascabeles, teclados, un banjo que suena de fondo, cuerdas… un ejercicio puramente Wilson, sin duda.

Vayamos con otro tema al que yo le veo un deje Beach Boys, aunque no tan evidente como en el anterior. Si digo que los Manic Street Preachers pasaron un momento flojito desde finales de los 90’s hasta finales de la década pasada, posiblemente muchos de los fans antiguos de los galeses se alinearían conmigo. Pertenece, sin embargo, a esa época, la canción que quisiera resaltar:


Este «So Why So Sad?» tiene un sabor claramente pop, y que me aspen si el puente/solo que cuelan antes del último estribillo no recuerda a «Pet Sounds». No negaré que me gustan más los Manics más rockeros que no los que cantaban horrores como «Tsunami», y que durante esa etapa me desentendí de su música. Pero es lo que tienen los singles. Un buen día, uno escucha una canción, una sola, una en concreto, y resulta que acaba redimiendo a un grupo.

Para acabar quisiera colar la canción marciana de esta entrada. Reconozco sin rubor que no tengo ni idea de quienes son estos tales Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, ni tampoco del peso que han llegado a tener, si alguna vez lo tuvieron, sobre la música española. Puedo decir que no conozco nada más que la canción que suena en el vídeo siguiente, y, sinceramente, no creo estar perdiéndome gran cosa:


De acuerdo, tanto la letra como el propio título del tema, «Señora Azul», se mueve en el ridículo más espantoso si no fuera por, ay, ese apropiadísimo uso de las armonías vocales francamente deudoras de los Beach Boys. ¿Que no? Escuchen, escuchen cuando canta aquello de «tú no puedes apreciar con propiedad» y lo que sigue… Están, o no, de acuerdo conmigo, mis queridos lectores, paseantes, asiduos o curiosos?

Acabaré pidiendo el comodín del público, undostrés responda otra vez, canciones en las que se pueda apreciar una influencia clara de los Beach Boys más clásicos. Como premio por haber llegado al final de esta entrada, el vídeo con la canción que me lleva obsesionando todo el día de hoy, el tema con el que arranca el disco de Brian Wilson de 1998, «Imagination». Buenas noches.


17
Ene
12

31 Songs – Kar: Bizarre Love Triangle (2)

Al principio me tomé este asunto de mi atracción por la canción “Bizarre Love Triangle” como una especie de guilty pleasure. Entonces estaba en ese momento de obertura de mente, de descubrimiento de bandas y discos. Un buen día, pasabas por una tienda y comprabas tu primer disco de Neil Young o un colega te prestaba el debut de Blind Melon y se abría un mundo nuevo. A veces, y digo sólo a veces, tengo la sensación de que nada me sorprenderá tanto como la primera vez que escuché un disco de David Bowie o el arranque del “Led Zeppelin I” o incluso el “Forever Blue” de Chris Isaak. Todo eso son pamplinas, claro. Pero la capacidad de sorpresa, un poquito, sí que la he perdido. No hay muchos Frank Sinatra, ni muchos Kiss, ni muchos Temple Of The Dog. Y sí, en su momento, descubro el debut de Wolfmother o de los Strokes y me dejan noqueado, pero sabes que no son unos nuevos Doors o unos nuevos R.E.M. Y aunque parece que me estaba yendo por las ramas, en realidad no. En realidad, en esa época había pasado de escuchar el rock alternativo de mi adolescencia a empaparme de clásicos para pasar luego a seguir a toda aquella banda que fuera glosada en Popular 1. De ahí la rareza de lo de “Bizarre Love Triangle”.
New Order no eran una banda de rock. Ni siquiera una banda de pop como las que yo estaba acostumbrado a disfrutar. Aquello podía calificarse como una suerte de techno-pop. Uuuufff… la fatídica etiqueta… techno-pop… Y me rompió los esquemas el quedarme prendado con una canción como “Bizarre Love Triangle”. También estaba “Blue Monday”, pero aquella era más electrónica al uso. Al uso de 1987, claro, pero al uso. Y desde luego, en el Popu seguramente la habrían puesto a caldo. Al “Bizarre Love Triangle”,a New Order y todo lo que ello significó. Yo descubrí, sin embargo, que había algo más allá del rock. Pero sobretodo, había algo más allá de los dictados de Popular 1, revista que a día de hoy sigo comprando religiosamente, sí, pero con mi propio criterio, no con el de César Martín.
No me las voy a dar ahora de gran fan de New Order, grupo al que ventilo con un buen recopilatorio (por ejemplo, “Substance 1987”) y que aunque pueda disfrutar mucho, no me provoca la necesidad de tener que indagar más en su carrera o en sus LP’s. Y sin embargo, “Bizarre Love Triangle” me parece una canción redonda, en donde nada falta ni sobra, comenzando por la letra y acabando por su ritmo sintetizado.
Aquella fue una buena época… sabéis cuando se dice que la universidad es la época más divertida, la del desmadre, la de las fiestas, y todas esas bobadas? Pues bien, para mí, no fue así. Mi etapa universitaria fue un pedazo de mierda aburrida, llena de exámenes parciales, finales, prácticas, y para colmo, tener que trabajar en los típicos trabajos de estudiante. Con lo cuál, el acabar la universidad y comenzar a trabajar… bueno, aquello sí que supuso una pequeña liberación. De repente, tenía mis horas de trabajo, claro, pero nada de estudiar ni de hacer informes en casa. Y luego está el desagradable asunto pecuniario, que, quieras que no, tiene su importancia. Así que esa fue una etapa divertida. Todo un sueldo mensual para gastar en discos. Fines de semana completamente libres. Descubrimiento de los jueves por la noche. Alcohol. Rock n’ roll. Y por qué no, acabemos la noche en cualquier discoteca, que a partir de ciertas horas intempestivas acaban pinchando “oldies” y tanto New Order como Depeche Mode o incluso Soft Cell o INXS acabarán cayendo.
No quisiera acabar sin mencionar la versión que Jewel hizo de “Bizarre Love Triangle”. No está nada mal la vuelta de tuerca que le dio a la canción, lo cuál, es lo mínimo que se le debería pedir a una versión. El problema fue que acabó tratándose de un corte que se usó como jingle en anuncios y en cortinillas de televisión, y por supuesto, se quemó. Afortunadamente, no fue así con el original de New Order.
11
Ene
12

Depeche Mode

Uno de los regalos que los Reyes me trajeron el otro día fue este:
Ni mirra, ni pollas!!!

Curiosa mi evolución con respecto a Depeche Mode. Hasta hace 7 u 8 años, odiaba a este grupo. Ahora no es que sea el mayor fan de mundo, pero sí me gustan lo suficiente como para tener alguno de sus discos y sobretodo disfrutar de su legado en forma de hits, fantástico, en su etapa a partir de 1986.

Mención aparte merece ese celebérrimo “Just Can’t Get Enough”, contenido en su disco de debut de 1981. Pertenece a su etapa inicial, y fue compuesta por Vince Clarke, quien era el tío que escribía las canciones en los Depeche Mode más pipiolos. Tras publicar ese debut, Vince Clarke abandonó el grupo, y las labores compositivas, que recayeron en Martin Gore, dándole una vuelta a la sonoridad de la banda, que se fue tornando más definitiva y personal conforme avanzaban los 80’s. Y sin embargo, “Just Can’t Get Enough” es una canción estupenda. Y no, no me refiero al rollo de guilty pleasures ni de revival 80’s. Me gusta, y me parece una canción que debería sonar en todas las pistas de baile que se precien.
Está claro, sin embargo, que la música de Depeche Mode se volvió realmente interesante cuando comenzaron a practicar esa especie de techno-rock del que tanto bebió Trent Reznor, y muchos, muchos otros. Creo que no tienen un disco realmente redondo, pero de esa etapa 86-98 se me ocurren como una quincena de temas realmente incontestables. Una vez, andaba tirado en un hotel italiano, o algo así, y topé con la emisión de un concierto de Depeche Mode, precísamente en Milán, sería de la gira de “Exciter” (2001) y … aquello, definitivamente, me abrió los ojos: Depeche Mode son un gran grupo. Y no solamente son un gran grupo, sino que además, tienen un buen directo, gracias a esa fiera escénica que es su cantante David Gaham.
Resulta francamente curiosa la evolución de Gaham, cayendo en todos los tics rockeros posibles. Todos los adorables tics rockeros, ya sabéis, excesos, tatuajes, egomanía y sustancias. Sí, amiguitos, el señor Gaham, tan oscuro, tan afectado, tan británico, le daba al alpiste cosa fina, y lo está contando de puro milagro. Que no todo el mundo es Iggy Pop en esta vida. Pero me alegra. Todo ello proporciona un plus extra a un concierto de Depeche Mode, está claro que un frontman interesante no es algo fácil de encontrar. Últimamente he leído críticas sobre, digamoslo así, un exceso de partes pregrabadas en los conciertos de Depeche Mode. Vamos, que casi parecía el karaoke de mr. Gaham… no sé qué hay de cierto o no, pero diablos, lo escuchado, suena muy potente. Y me hacen venir ganas de presenciar uno de sus conciertos.
En este momento, en el de las giras de Depeche Mode, es cuando me viene a la mente mi odio irracional que durante los 90’s experimenté hacia este grupo. La culpa, en gran parte, era de su base de fans. No llegan al extremo de ascopena de los fans cerriles de U2 o de Bruss, pero le andan cerca. A primeros de los 90’s, el fan medio de Depeche Mode era, por lo menos para mí, un pijito de Barcelona. Y por lo que fuera, identifiqué al grupo como algo así como el enemigo a batir. En esa época, también, tenía un amigo del instituto. Era un buen chaval, un año mayor que yo, repetidor. Era el Gordo, en todas las clases hay uno, y él, lo era, cosas de los colegios. El Gordo tenía una especie de obsesión extraña por la música de los 80’s, lo cuál no dejaba de ser extraño en 1993, en un chaval de su edad. Supongo que por marcada influencia de sus hermanos. Se dedicó durante todo un año a cantarme las excelencias de la música 80’s en general, y de Depeche Mode en particular. ¿Y qué iba a hacer yo? Pues por supuesto, despreciar a ese grupo con toda mi alma y con la opinión más cerrada y ciega posible. Para qué, si ya tenía a mis Nirvana o a mis Guns n’ Roses o a mis R.E.M. … ya véis, eso es una opinión parcial y absurda donde las haya. Para mí, eso eran los 90’s, y los 80’s sólo consistían en Rick Astley, Madonna o Milli Vanilli. Pero bueno, todos hemos sido adolescentes atolondrados alguna vez, ¿no? Luego avanzaron los cursos en el instituto, y del Gordo, poco o más bien nada he vuelto a saber desde que acabé el COU. Una vez me lo encontré, tres o cuatro años más tarde. Me hizo ilusión verle, nos saludamos, y hablamos 5 minutos, lo justo para darnos cuenta de que no podíamos estar más lejos. De todas formas, por los buenos tiempos pasados, y por la chapa que me dió con los dichosos Depeche Mode, vaya este homenaje para él. Gordi, al final, va a ser que tenías razón.
Canciones:
Depeche Mode: “Condemnation”
Depeche Mode: “A Question Of Time”
Depeche Mode: “Home”



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